7 de julio de 2014

Wolfenstein 3D

Desde mediados del siglo XX, el hombre ha sentido el impulso irreprimible de matar nazis. No se trata de un impulso atávico, sino de la respuesta del hombre civilizado al mal definitivo. A él responden películas bélicas como El desafío de las águilas y las dos mejores películas de la trilogía original de Indiana Jones. La demonización de los miembros del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei nos ha conducido a la creencia de que matar nazis no sólo es bueno, sino incluso divertido. Pisar flores en el parque está mucho peor visto que acribillar krauts.

A finales de 1991, la compañía id Software decidió aprovecharse de ese sentimiento de ojeriza universal para desarrollar en torno a él un mata-mata en primera persona ambientando en la Segunda Guerra Mundial. Wolfenstein 3D (o WOLF3D, para los que os cansasteis de teclear este comando en MS-DOS) tuvo un éxito apabullante, hasta el punto de popularizar y sentar las bases de los FPS que le sucedieron, un género prácticamente inexistente hasta entonces y del que, de la noche a mañana, empezaron a salir videojuegos como setas.

En este sentido, podría decirse que Wolfenstein 3D es el abuelo de los FPS. El pobre Maze War sería el bisabuelo, pero su familia lo ingresó en un asilo y ya nadie se acuerda de él.


La trama


La historia del juego no es Vientos de guerra ni El invierno del mundo, pero te engancha rápidamente, de la misma forma que lo hacen las novelas pulp americanas.

Nosotros asumimos el papel de William J. "B.J." Blazkowicz, un espía estadounidense de ascendencia polaca con el gatillo fácil y una aversión hostil al Tercer Reich, la clase de cóctel explosivo del que, tras una noche de fervor etílico, nacen los auténticos héroes de guerra, los que no se andan con tonterías y hacen lo que debe hacerse, aunque lo que deba hacerse sea desagradable (que es lo que yo mismo me digo cada vez que me toca hacer limpieza a fondo del cuarto de baño).

B.J. Blazkowicz. Ahora en figura de acción.

Unos rumores inquietantes han llegado a oídos de los Aliados: el Dr. Schabbs ha descubierto la forma de crear un ejército irreductible reciclando los cuerpos de los muertos. ¿Descabellado? Tanto como que Heinrich Himmler se valiese de la Ahnenerbe (una unidad de la SS dedicada al estudio de la herencia germana) para buscar pistas sobre la localización de la Atlántida y del Santo Grial. Pero cuando son hechos documentados no resoplamos, ¿verdad?

Si el rumor es cierto y las potencias aliadas pueden verse en el brete de tener que luchar contra un apestoso y mohoso ejército nazi de no-muertos, alguien debe llegar al fondo del asunto cuanto antes y desbaratar los planes del Dr. Schabbs. Blazkowicz es el soldado más indicado para el trabajo, así que le envían a Alemania para que se infiltre en el castillo Hollehammer y birle los planos de la operación Eisenfaust (Puño de Hierro). Cualquier excusa es buena para liquidar nazis, comer Bockwurst y beber Weihenstephaner.

Próxima misión: comprar sopa al sopero nazi.

Pero quizá Blazkowicz no sea tan bueno como pensaba. Antes de alcanzar su objetivo, los nazis le capturan y le conducen como prisionero al nivel más profundo de las mazmorras del castillo Wolfenstein. ¿Y qué hace uno con los espías cuando después de atraparlos? Bueno, si algo me han enseñado las películas de James Bond aparte de que las mujeres chinas saben diferentes, es que sólo hay dos formas de tratar con los agentes secretos: o bien encerrarlos a solas con una atractiva asesina que se enamore perdidamente de ellos y les ayude a escapar, o bien someterlos a una ejecución excesivamente compleja y lenta que les dé ocasión de escabullirse.

A Blazkowicz simplemente le torturan durante doce días seguidos hasta que le duelen las uñas de los pies. Esto demuestra que las películas de James Bond no me enseñaron nada útil.

Sólo 1 de cada 10 fotos de carné sale bien.

Blazkowicz está hecho un estropajo y sabe que la hora está próxima. Y no me refiero a la hora de lavarse los dientes. Además, ahora le faltan tres o cuatro. Para salir de la prisión, tiene que jugársela. Blazkowicz llama al guardia que hay al otro lado de la puerta de la celda en la que está encerrado y le dice que cantará como un jilguero si le atiende un médico, pero no uno de esos médicos que te inyectan colorante en los ojos o te inoculan el tifus, sino de los de verdad, de los que te recetan placebos en un alfabeto ininteligible.

El guardia, con una mueca de Überarroganz, abre la puerta. Sacando fuerzas de la flaqueza, e ignorando el dolor, Blazkowicz se lanza sobre él y le arrebata el cuchillo del cinturón para hacerle un ombligo nuevo. Después recoge su pistola. Empieza el juego.

Todo lo anterior, por supuesto, es lo que nos cuenta el manual de instrucciones, porque lo que es el juego en sí empieza tal cual delante del cuerpo de un guardia nazi espatarrado en el suelo, interponiéndose entre el jugador y una puerta metálica de precioso color turquesa. A partir de aquí comienza la acción.

Esto puede ser el comienzo de algo hermoso.


El juego


La versión shareware del Wolfenstein 3D, o, lo que es lo mismo, la versión de prueba gratuita que sirvió para poner los dientes largos a potenciales jugadores, constaba de un único episodio, titulado la Fuga de Wolfenstein y dividido en 10 niveles, y al que luego se añadieron dos episodios más para su lanzamiento comercial: Operación: Eisenfaust y ¡Muere, Führer, muere!, alcanzando la nada desdeñable cifra de 30 niveles. Sé sumar, pero no me pidáis que divida.

Las versiones posteriores del juego incluyeron tres episodios precuela conocidos como las misiones nocturnas, que no guardaban relación alguna con los burdeles de los campos de concentración nazis. Un crossover de Wolfenstein con Ilsa, la loba de la SS hubiera sido demasiado bueno para ser verdad.

¿Podré jugar a un FPS sin seguir el orden cronológico?

Para los estándares de hoy día, o incluso de hace tres lustros, los niveles son tediosos y rudimentarios, muy rectangulares y sin apenas variedad entre ellos. No tienen ni por asomo la épica ampulosa de las obras arquitectónicas de Albert Speer.

Incluso John Romero, cofundador de id Software y uno de los gurús de la industria del videojuego, ha declarado en más de una ocasión que diseñar los niveles era más aburrido que mirar cómo crecía el vello en las piernas de su novia. La cita no es estrictamente literal.

Cada nivel representa un piso, lo que significa que no hay escaleras ni desniveles, sólo cientos y cientos de habitaciones y pasillos que, imagino, intentan reflejar el estilo de los antiguos castillos alemanes, con muros de piedra monocromáticos, puertas correderas de color turquesa con tiradores de oro, y doscientos retratos de Hitler colgados en cada pared.

La alta alcurnia, cultura y erudición del equipo de id Software queda patente en esta estampa. Romero es el del centro.

El principal atractivo de los niveles, por no decir el único, es que hay montones de pasadizos secretos por descubrir. Para encontrarlos, debemos aplicar una técnica basada en la observación minuciosa de nuestro entorno y la activación de ingeniosos mecanismos escondidos en las paredes. Dicho de otro modo, tenemos que restregar el morro contra todos los muros habidos y por haber al tiempo que aporreamos el botón de abrir. Por supuesto, todo los nazis que nos vieran haciendo el cretino de esta manera debían acabar bien desmenuzaditos bajo un aluvión de balas antes de tener tiempo de capturar nuestro espantoso ridículo en una fotografía y enviarla al periódico Voelkischer Beobachter.

En las habitaciones secretas no encontraremos ningún cañón sónico ni un arma vórtice generadora de torbellinos, sino los mismos objetos con los que tropezaremos a lo largo de cada nivel, pero a porrillo: muslos de pavo acompañados de una guarnición de puré de patata y guisantes (tenéis la receta aquí), botiquines de primeros auxilios, mucha munición, y montañas de tesoros dorados, el botín de los codiciosos nazis. Localizar estas habitaciones no es un premio, sino una necesidad, ya que las balas escasean.

¡Ajá! Un pasadizo secreto. Alguna vez tendré que dar con el cuarto de baño.

En cuanto al armamento, empezamos la partida con un cuchillo y una Walther P38, la pistola semiautomática preferida de la Wehrmacht. Puede que Blazkowicz eche de menos su Colt 1903 americana, pero hay cierta ironía en hacer probar a los nazis su propia medicina. Sobre todo cuando la medicina es rica en plomo.

A lo largo de los niveles, podremos hacernos también con un subfusil MP40, muy útil para dejar el hígado como una escurridera a grupos enteros de soldados en apenas unos segundos, y la indispensable ametralladora multicañón, que nos servirá para desatar un infierno balístico entre las tropas enemigas.

En total, cuatro armas distintas. No se puede decir que sea un arsenal amplio, pero sí suficiente para alcanzar nuestro objetivo: abatir a todos los nazis antes de que ellos nos acribillen a nosotros.

En un principio, el equipo de id Software pensó en incorporar otras ideas que le daban mayor variedad al juego, como la posibilidad de arrastrar y ocultar cuerpos, atacar con sigilo, cambiar de uniforme, cultivar zanahorias..., pero vieron que eso ralentizaba la acción y decidieron que era más divertido dejarlo en un simple "tiro al nazi". En su momento, probablemente escogieron bien.

¡BANG! Uy, quería decir ¡RATAT-TAT-TAT-TAT!

Al final de cada nivel, encontraremos un ascensor (sin botones para seleccionar piso, ni ascensorista sexy interpretada por Shirley MacLaine) que nos llevará a la siguiente "planta", con la singularidad de que para acceder al décimo nivel de cada episodio, es necesario encontrar un ascensor secreto en alguno de los niveles anteriores. Sólo cuando los encontremos todos podremos presumir de ser unos máquinas jugando al Wolfenstein.

De todos los niveles secretos destaca por curioso el del tercer episodio, que nos lleva a una réplica tridimensional de la pantalla del Pac-Man en la que, además de tener que lidiar con los soldados nazis de siempre, tendremos que evitar a los cuatro fantasmas del famoso arcade de Namco. La mala noticia es que los fantasmas son invencibles y que aquí no hay Power Pellets que podamos consumir con avidez para zampárnoslos. Creo que se trata de una metáfora de la inevitabilidad histórica del nacionalsocialismo tras la represión a la que quedó sometida Alemania tras la Primera Guerra Mundial. O algo.

¡Traga waka-waka, aparición infernal!


Los episodios


1. Escape from Castle Wolfenstein

No voy a repetir algo que ya he contado más arriba. ¿O sí? Vale, sí. En el primer episodio tenemos que escapar del castillo Wolfenstein. ¿Contentos?

El lugar está vigilado por tres tipos de enemigos: guardias, unos petimetres con uniformes de color Feldgrau 44 y cascos de combate de acero que se toman más tiempo del saludable para apuntar y disparar; pastores alemanes rabiosos y hambrientos que no se dejarán engañar por un hueso de goma y nos obligarán a malgastar la escasa munición que tenemos en cabrear a las sociedades protectoras de animales; y soldados de la SS, la élite del ejército nazi, armados con subfusiles y rápidamente reconocibles por su extraña costumbre de gritar la división a la que pertenecen nada más vernos y por su llamativo uniforme azul, que sería negro si no fuera porque el idiota de Fritz metió en la lavadora treinta pares de calcetines de algodón azules que le había enviado su madre desde Reichmannshausen.

Curiosidad: en el port de Super Nintendo, los perros fueron reemplazados por ratas mutantes gigantes. Se ve que matar a un perro toca la fibra sensible de la gente y es políticamente incorrecto, pero a nadie le importa un pimiento lo que le pase a unas pobres ratas mutantes gigantes. A eso le llamo yo tener prejuicios.

Hasta la vista, Rin Tin Tin.

Al final del episodio, tendremos que enfrentarnos a Hans Grösse, un coloso ario protegido por un exoesqueleto metálico y armado con dos ametralladoras multicañón.

"Guten Tag!", dice al vernos, pero que no os engañen sus buenos modales germanos; sólo escaparemos del castillo Wolfenstein por encima de su cadáver, y es imposible pillarle desprevenido porque id Software sólo dibujó a los jefazos de frente. ¡Malditas limitaciones gráficas!

¿Un antepasado de Duke Nukem o un corte de pelo muy popular?

2. Operation: Eisenfaust

En el segundo episodio del juego, Blazkowicz se reúne con los Aliados y retoma la misión que le asignaron inicialmente, entrando a hurtadillas en el castillo Hollehammer para detener al Dr. Schabbs, cuyo obsceno proyecto científico se ha hecho realidad: una hueste de mutantes no-muertos ha infestado los pasillos del viejo castillo, súper soldados con armas quirúrgicamente unidas a sus cuerpos que disparan cuando alzan el brazo para saludar al Führer.

Los mutantes son un enemigo complicado. Disparan sin titubear, no nos advierten de su presencia gritando Achtung! como los guardias, y dan mucho asco. Además, su uniforme verde me hace pensar que el Dr. Schabbs ha empleado prisioneros de guerra americanos como conejillos de indias en su excéntrico plan científico para crear un ejército zombi mecanizado. Sucio bastardo... Seguro que los Convenios de Ginebra dicen algo al respecto. No expresamente, claro. Eso molaría demasiado.

¡Regresa a la tumba y descansa en paz, abominable aberración albina!

El jefazo del segundo episodio es el propio Dr. Schabbs, que nos aguarda en su laboratorio riéndose como un maníaco porque los villanos con título universitario suelen cultivar su buen humor. Nada más vernos, Schabbs empezará a arrojarnos un suministro inagotable de jeringuillas cargadas con el suero que revive a los muertos. Por lo tanto, si nos mata, no sólo condenaremos a los Aliados a la derrota, sino que nos convertiremos en un zombi descerebrado. ¿Ventajas de ser un zombi? Nadie esperará que nos lavemos los dientes después de comer, ni tendremos que gastarnos un solo céntimo en ridículos disfraces de Halloween. ¿Desventajas? Tenemos que cazar nuestra propia comida y la descomposición podría perjudicar nuestras relaciones con el sexo opuesto.

Jamás hubierais pensado que un pijama sanitario salpicado de sangre resistiría cientos de impactos de bala, pero lo importante es que, si sois persistentes, el doctor acabará sucumbiendo. Y al igual que sucedía con el fantasma pirata LeChuck al final de The Secret of Monkey Island, su muerte va seguida de una repetición de la jugada para que la disfrutemos doblemente.

¡Poppy Fresco!

3. Die, Führer, Die!

En el tercer y último episodio, Blazkowicz recibe nuevas órdenes del alto mando. El fin de la guerra se acerca y el presidente Roosevelt y el prrresidente Stalin han apostado a ver quién mataba antes a Adolf Hitler. Y tú no querrás dejar mal a Roosevelt, ¿verdad?

Por lo tanto, ha llegado el momento de asesinar al mismísimo Führer, que se ha refugiado en su búnker de Berlín, debajo del Reichstag, a la espera de que un giro en los acontecimientos le permita perpetuar su reinado de terror. Con que esas tenemos, ¿eh? Pues suerte con esos tanques americanos y soviéticos que se aproximan desde el río Elba, Adolf. Cuando acabemos de patear tu flácido culo alemán, desearás haber tenido talento para que te admitiesen en la Academia de Bellas Artes de Viena.

Guardando al Führer hay guardias, perros, soldados... y oficiales de la SS. Los oficiales son peligrosos. Vestidos con impolutos uniformes blancos y rápidos con el gatillo. Pero nada ni nadie podrá detenernos ahora e impedir que pongamos fin a este régimen de terror. Incontables víctimas apoyan nuestra causa. Somos una fuerza de la naturaleza. Hemos visto siete veces Malditos bastardos.

Tiro al blanco.

En el último nivel del juego, antes de asestar el golpe definitivo al Tercer Reich, tendremos que vérnoslas con cinco fantasmas de Hitler. ¿Cómo es posible, si Hitler sigue vivo y su madre no tuvo quintillizos? ¿Clonación y resurrección, todo en uno?

No. Lo cierto es que estos aparentes espíritus del Más Allá son en realidad impostores disfrazados con máscaras y largas túnicas negras que flotan en el aire gracias a un sistema de cuerdas y poleas. Y las poleas no nos dan miedo, ¿verdad? Quizá no podamos decir lo mismo del lanzallamas que llevan estos farsantes montado en el pecho. Por eso, es mejor acercarse a ellos con respeto. O mejor aún, no acercarse a ellos en absoluto.

Menudo farsante. Todo el mundo sabe que el auténtico fantasma de Hitler está en el Gran Hotel Viena en Argentina.

Superados estos obstáculos, nos batiremos al fin cara a cara contra el verdadero Adolf Hitler. La última vez que se le vio en público estaba celebrando su quincuagésimo sexto cumpleaños y condecorando a varios miembros de las Juventudes Hitlerianas con la Cruz de Hierro, pero aquí pilota un enorme traje-robot armado con cuatro ametralladoras. Les hubieran venido bien unos cuantos como ése en Moscú.

Una vez desguacemos su armadura robótica, sólo es cuestión de tiempo que el propio Führer muerda el polvo. Con habilidad y un poco de suerte, reduciremos al mayor villano de la historia a un amasijo sanguinolento de huesos y vísceras, y le oíremos despedirse para siempre de su querida Eva Braun. Qué gratas palabras para conmemorar nuestra victoria.

Alguien ha estado viendo Patlabor, ¿a qué sí?

Señor Chaplin, debo confesar que nunca me gustaron sus películas.


Veredicto


Analizado hace más de veinte años, Wolfenstein 3D tenía todo lo que se podía pedir a un gran título: gráficos innovadores, altas dosis de acción, voces ininteligibles, seis melodías distintas...  ¡Qué concho! ¡Prácticamente impulsó un género nuevo él solito! Sin Wolfenstein 3D jamás hubiéramos tenido un Doom. Y sin Doom no hubiéramos tenido Doom II y jamás hubiéramos visto a Dwayne Johnson protagonizando una pésima adaptación cinematográfica de Doom 3. Hmmm...

A donde quiero llegar es a que la palabra clásico le viene como anillo al dedo.

Dicho esto, tampoco se puede negar que Wolfenstein es un juego con muchos años a sus espaldas, y el tiempo no pasa en balde. Los niveles son simples y repetitivos, y toda la existencia de Blazkowicz se reduce a correr, ametrallar nazis y restregarse con las paredes buscando pasadizos secretos.

Puedes entretenerte un rato con él, disfrutarlo desde la nostalgia e incluso deleitarte con su trama de corte pulp; pero al cabo de media hora ni la nostalgia va a ayudarte.

8 comentarios

  1. AAh, esos disketes aún los conservo; un juego bastante fregón para su época; y eso que ya estaba la nes, genesis y en visperas el Snes.
    Siempre llegaba al Doc y me mataba; cuando lo retomé el primer Hitler me tronaba y no pasaba.
    Con la llegada de internet descubrí el "truco" de la palabra MIL y sólo así lo terminé.
    El nivel secreto de Pacman nunca lo descubrí, lo que sí fue un nivel tipo navideño que después lo sacaron como juego adicional.
    Recordar esas noches de juego y lo que hacía con mi compu en esos dias de adolescencia(no habia facebook, twiter, blogs ni otra cosa con la que someter al prójimo o entregarme al gobierno voluntariamente). Muy buena reseña, Yo no sabía de la historia, a mí me lo pasaron asi nomás, Sí llegaba a fastidiar la monotonia de los escenarios, sobre todo cuando ya había matado a todos y no encontraba la salida.
    Pido mucho, pero me fascina la manera en que redactas tus reseñas; no estaría de más una del poderoso DOOM, que fue un parteaguas en la industria de los juegos de ordenador.

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  2. Tuve el problema de que el primer juego de ese estilo que probé era el Doom 2 y claro, comparado con ese este juego ya estaba desfasado, me dió la sensación de poca variedad de armas, poca variedad de enemigos y niveles sosos.

    Es una pena que no lo hubiera probado antes que la otra saga de ID, lo habría apreciado más.

    El análisis sublime, como siempre.

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  3. Amigo friki manibrochado,

    Una buena reseña para un juego desfasado e insulso, hay clásicos como Kim Basinger y clásicos como Concha Velasco, unos envejecen bien y otros tienen pérdidas de orina leves (o no tan leves). Este en concreto creo que vendría a ser una mezcla entre Falete y la madre de Brain Dead, cada vez que veo un screenshot me echo a llorar y a vomitar al tiempo, y no es fácil. No es bueno destrozar la infancia de la gente, ya tuvimos bastante cuando Chema, el panadero, murió de sobredosis. Deberías dejar a los muertos que descansen en paz.

    En cualquier caso, venía yo, no a criticar sino todo lo contrario. Dado que nunca he comentado en tu blog (creo), quería agradecerte tu fantástico trabajo con Game of Thrones, te pegas unas curradas que ole tus rocas.

    Cuando he visto el screenshot del fantasma de Pac-Man (Clyde creo), se me ha ocurrido que debía hacerte una recomendación, tanto a ti como a tu atribulada audiencia… mi blog… ah no, no era eso, pequeño fallo. Un libro. No te sigo desde hace demasiado tiempo (creo que Joeffrey ya no estaba entre nosotros), pero juro ser bueno y quedarme. El tema es que he visto aquí reseñas de series, de pelis, de juegos, pero no, no he leído ninguna reseña de un libro, no sé si lees menos que Belén Esteban, pasas de reseñar los libros o, lo más fácil, no estaba yo por aquí cuando hiciste la última reseña de un libro, allá por 1943 (Mein Kampf). Dado tu nivel de palabros ininteligibles para el palurdo medio como yo, deduzco que al menos te acabaste la serie completa de “13 Rue del Percebe” así que te voy a recomendar, por si no lo has leído, algo de lo mejorcito que he ha caído en mis manos en los últimos tiempos (junto con “Juego de tronos” y “El nombre del viento”), a saber, “Ready player one”. Una maravilla del frikismo ilustrado. De hecho, creo que ahora mismo voy a escribir yo una reseña…

    En fin, lo dicho, léetelo, recibe mis felicitaciones por tu excelso blog y sigue así para disfrute de la sucia plebe que te seguimos.

    A los pies de su señora,

    Tío Yyrkoon.

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    1. Hay reseñas de libros http://www.eltipodelabrocha.com/2012/06/ready-player-one.html

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  4. uno de los primeros juegos a los que recuerdo dedicarle horas y horas(no recuerdo a verlo terminado), eso si recuerdo ser asesinado por los putos chuchos por quedarme sin munición

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  5. Prehistoria videojueguil. Yo empece en la liga de los shooters con cosas como Turok 2, Duke Nukem y Serious Sam, pero vamos, es evidente la importancia secular de este videojuego en todo un genero. Si no es la génesis, desde luego le dio el empujon definitivo que los juegos de tiros necesitaba. Yo ahora mismo me estoy pasando FEAR que es mas moderno, pero básicamente es lo mismo: Masacrar enemigos por niveles pasilleros. Lo que esta claro, es que tengo que probar este juego. Muy buen articulo. Te lo has currado.

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  6. Grandiosa reseña, el primer juego shooter que tuve en el primer PC en condiciones que llegó a casa, un 386. Mi hermano instaló unos juegos a cada cual más difícil y frustrante pero el bueno del Wolf3d.
    El juego me lo acabé un millón de veces salvo en el nivel de dificultad máximo , pues tenía el Prince of Persia 1 y 2 y jamás me los pude acabar, el Fifa Soccer y el sensible Soccer y tampoco, pero este, éste... el primer juego que me acabé en mi historia de gamer en PC.
    Luego llegaron el Civilization, el Dune II, el Panzer General y tantos otros y me realicé terminando juegos, pero el punto de inflexión para dejar ser un negado fue mi querido matanazis, como bien dices no hay nada mejor que realice a un hombre (aparte de la cerveza y de las pizzas frescas de Mercadona) que matar a un puñado de nazis que amenazan a toda la humanidad.

    Lo del tunel Pac Man nunca lo descubrí, ¿cómo se puede encontrar?

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  7. M@nchitas: Llevo mucho tiempo dando vueltas a escribir sobre Doom. Pero ahora, después de escribir sobre Wolfenstein, tengo que dejar pasar un tiempo antes siquiera de plantearme escribir sobre Doom. No hay que abusar.

    Anonimatus: Sí, es algo soso el pobre; pero no es su culpa. Le hicieron así.

    Yyrkoon: ¡Bienvenido! Siempre es un gustazo que un lector se anime a comentar. Es la sal de la "blogovida".

    No es que no lea libros. Cuando iba a la universidad, antes de estos tiempos oscuros, antes del Imperio, me ventilaba unos cien libros al año. Pero ahora leo mucho menos y de los libros que leo, la mayoría no los comento aquí. Pero precisamente esa novela que mencionas... aquí tienes la reseña. Disfrútala. Te la dedico con la esperanza de verte más a menudo por estos andurriales.

    Alberto Blanco: Usa el cuchillo, hombre.

    JoakinMar: Sé que parece que me lo he currado. Y es verdad. Lo curioso es que este tipo de artículos me llevan mucho menos tiempo que, por ejemplo, las recapitulaciones de Juego de Tronos. Es lo que tiene poder salirse del guión.

    Doctor Müller: ¡Pero bueno! ¿Cómo se puede ser tan ablandabrevas como para no buscar una guía sin ayuda de nadie? Voy a ayudarte porque sabes que te aprecio y porque eres doctor, que si no otro gallo cantaría. Puedes encontrar la respuesta a tu pregunta aquí.

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