12 de enero de 2015

The Night of the Rabbit


Hubo un tiempo en el que los aficionados a las aventuras gráficas pensábamos que este género estaba tan muerto que sólo nos quedaba ya exhumar los videojuegos incorruptos del pasado glorioso y aferrarnos a ellos en un deplorable acto de necrofilia.

Para mí este declive comenzó en el año 2000, cuando La fuga de Monkey Island nos hizo caer en la cuenta de que ni la legendaria LucasArts, volcada en la sobreexplotación de la marca Star Wars, iba a salvar el género del naufragio. A partir de ese momento, vivimos años oscuros, una época de tinieblas heredada del éxito de "matamatas" como Quake II y Half-Life. Y no fue para tanto.

Después, al mismo tiempo que nacían las primeras redes sociales, asistimos al resurgir de las aventuras gráficas de la mano de pequeñas compañías como Daedalic Entertainment o KING Art y de otras ya no tan pequeñas como Telltale Games, y desde hace unos años es evidente que el género vuelve a estar más que consolidado. Aunque sus cifras de venta no sean las de un Call of Duty o un Destiny, incluso los desarrolladores indie lo hacen lo bastante bien como mantenerse a flote y seguir adelante. Y si el aclamado Ron Gilbert, después del mejorable recibimiento que tuvo The Cave, ha decidido retornar a sus orígenes para crear una nueva aventura gráfica al estilo del Maniac Mansion es que estamos en el mejor camino posible.

Pero, claro, sería de tontos pensar que todas las aventuras gráficas que han salido en estos últimos años han sido igual de buenas. Las hay malas, mediocres, potables y sobresalientes. Yo prefiero escribir sobre las que me gustan porque me fastidia perder el tiempo por partida doble (jugando a un título apenas pasable y luego escribiendo sobre él), y The Night of the Rabbit es la crème de la crème de las aventuras gráficas.


The Night of the Rabbit nos cuenta la pequeña gran aventura de Jeremy Avellana, un niño de doce años que quiere ser pirata mago, en el mundo mágico de Bosqueratón.

Bosqueratón, sí. Seguid leyendo, por favor.

La aventura comienza tras una introducción muy enigmática que no comprenderemos hasta el final del juego en un soleado día de verano, en la casa campestre en la que vive Jerry con su madre. Sólo faltan dos días para que acaben las vacaciones y Jerry vuelva al colegio. Yo a su edad ya llevaría una semana agobiado, pensando en las clases y odiándome por no haber aprovechado las vacaciones haciendo algo mejor que ver reposiciones de Xena: La princesa guerrera, pero Jerry encara la situación con un optimismo contagioso y exclama con alegría: "¡Aún me quedan dos días enteros de aventura!".

Al oírle me entran ganas de volver a ser un crío para echarme mi mochila de los Jovenes Castores a la espalda y perderme en los montes arbolados del norte de Zamora a la caza de gnomos y trasgos, aunque con mi suerte probablemente acabarían devorándome los lobos. Peor para ellos, porque mi carne es infecta gracias a la comida congelada y precocinada.

¡Dos días de estrujarse las neuronas! ¡Bien!

Después de un tutorial muy básico que podemos saltarnos (pero que merece la pena ver al menos una vez por el salero con el que está ideado), Jerry se interna en el bosque que rodea la casa en busca de moras para que su madre le haga un pastel.

Por supuesto, buscar moras es una gran aventura para un niño de su edad, y una que yo mismo he vivido. Si hago hincapié en ese detalle es porque ya el comienzo del juego me hizo recordar aquellos momentos de la infancia que para un tiarrón de pelo en pecho significan muy poco, pero que vividos con la imaginación de un niño se convierten en magníficas proezas y, con el tiempo, en preciosos recuerdos (salvo cuando la aventura termina con el joven e intrépido héroe cayendo sobre un montón de ortigas o con una escolopendra colándosele en los pantalones, como le sucedió a un servidor más de una vez).

Una vez nos hemos hecho al sencillo sistema de juego, regresamos con el triunfante Jerry a casa. Entonces una carta triangular aparece de la nada y se introduce ella sola volando en el buzón. La carta contiene una receta para preparar zanahoria flambeada y señala que, cuando esté lista, "algo imposible saldrá de la nada". La curiosidad es superior a Jerry y tampoco es que podamos hacer otra cosa, así que buscamos todos los ingredientes y seguimos la receta, escrita en forma de poema. ¿No se parece mucho a un hechizo?

¿Un palo o la espada Hywelbane?

Tal y como decía la carta, al terminar la receta lo imposible sale de la nada: el arcón de un mago que se hace llamar el Gran Zaroff. En él encontramos un sombrero de copa y una varita mágica. Jerry utiliza la varita con él sombrero y de él asoma un conejo blanco que enseguida se convierte en una criatura fantástica, un conejo tan alto como un hombre que camina erguido sobre sus patas traseras y viste con una indumentaria propia del siglo XVIII. Quizá no deberíamos haber probado aquellos hongos...

El conejo se presenta como el marqués de Hoto, un "amado, temido, necesitado y extremadamente... brillante mago" que quiere tomar a Jerry como aprendiz. A través de un portal mágico, el marqués conduce a Jerry a Bosqueratón, un pueblecito habitado por animales que parecen sacados de un cuento ilustrado de Beatrix Potter y donde el chico iniciará su aprendizaje. ¿Estáis ya emocionados? ¡Pues esto es sólo el principio!

¿Qué hay de nuevo, viejo?

El enfoque, como veis, es bastante infantil y a ello hay que añadir que la historia tiene su buena dosis de moralina medioambiental y promueve valores como la esperanza, la amistad y el coraje, lo que no tiene nada de malo salvo que el niño que llevas dentro sea pasto de los gusanos; pero lo cierto es que la trama se complica que da gusto a medida que avanzamos, hasta el punto de que el último acto de esta obra se vuelve tan esotérico que ni aquella sesión de Reiki a la que me arrastraron el año pasado lo supera. Pero estad tranquilos, que no os voy a destripar el final. Ni siquiera sé si sabría explicároslo correctamente.

Ahora bien, aunque la historia se vuelva rara de narices, la sensación de exploración y descubrimiento que experimentamos desde los ojos de un niño en este mundo de fábula se mantiene a lo largo de todo el juego y esto es algo muy difícil de conseguir.

Raro, raro.

¿Y los personajes? ¿Tienen profundidad o están más huecos que el centro de la Tierra, donde habitan iguanas gigantes y otros seres espeluznantes? Aparte de Jerry, con el que me resulta imposible no identificarme porque me hace retrotraerme a mi niñez, todos los personajes con los que nos encontraremos, tanto los principales como los secundarios, han sido creados con tanto mimo que es imposible no encariñarse con ellos en mayor o menor medida. Los hay carismáticos, graciosos y entrañables, pero también enigmáticos y terribles. Lo importante es que son diferentes, están bien escritos y vas a recordarlos incluso después de haberte acabado el juego. ¿Se puede decir algo mejor a su favor? Supongo que sí, pero ahora mismo no se me ocurre.

No os quedéis aquí parados. Continuad hacia abajo.

¡Anda, la rana Gustavo!

En cuanto al apartado técnico, no hay queja posible, y al que la tenga deberían darle un guantazo por no pensar como yo. La libertad de opinión está sobrevalorada.

The Night of the Rabbit entra por los ojos y no hay más que ver cualquiera de las imágenes de este artículo (en algún sitio que no las reduzca a 500 píxeles de ancho y las tenga en alta resolución, a ser posible) para darse cuenta de la atención que se ha prestado a cada detalle. Todos los escenarios son preciosos, de un bucolismo casi hipnótico, y los personajes parecen sacados de las ilustraciones de uno de esos cuentos clásicos en los que una tortuga puede ganarle una carrera a una liebre sin falsear los resultados de su test de dopaje. Para todo el que prefiera sus aventuras gráficas con dibujos tradicionales en lugar de tridimensionales, The Night of the Rabbit es lo mejor que he visto desde The Whispered World. Como diría Indiana Jones: debería estar en un museo.

Los sonidos ambientales y el doblaje también son muy buenos, y la música, que se adapta a las localizaciones y circunstancias como una versión moderna y mejorada del viejo iMUSE, es magnífica y un tanto melancólica, y hay melodías que incluso me erizan el vello de los brazos, por lo que le doy la  máxima puntuación: dos dedos de Tony Iommi.

Todo lo anterior facilita enormemente la inmersión del jugador en el universo de fantasía de Bosqueratón y sus aledaños, consiguiendo que, al menos durante un rato, se olvide de sus problemas cotidianos y se transporte a un lugar maravilloso en el que no hay que preocuparse de desatascar el váter ni llamar al servicio de atención al cliente de tu comercializadora de gas para discutir sobre una factura que por fuerza tiene que estar mal.

Me encanta encontrar pelos de rata en el café.

"Sí, Tipo de la Brocha, nos queda claro, el juego es muy bonico. ¿Y qué pasa con los puzles?". Pues que los hay a mogollón, están bien diseñados y son lógicos sin resultar evidentes. A veces te llevas las manos a la cabeza porque no eres capaz de descubrir por qué estás atascado, pero cuando te desatascas, te enfadas contigo mismo por ser un merluzo y no habérsete ocurrido la solución antes, que es precisamente lo que yo espero de una buena aventura gráfica. En cambio, si entrásemos en el terreno de "¿A quién cojones se le ocurrió la idea de unir una cuerda de tender, unas tenazas y un pato de goma para recuperar una llave de la vía del tren?", entonces sí sería un problema.

Como única pega, se echa en falta un sistema de pistas. No soy de los que se rinden fácilmente, pero, entre las horas de curro y mi reciente incorporación a las filas de la Liga de la Justicia, tengo poco tiempo libre, y después de tirarme diez minutos devanándome los sesos y yendo de un escenario para otro sin que se me ocurra nada que me saque del atolladero, prefiero recibir un poco de orientación antes que ponerme a usar todo con todo o buscar un walkthrough en internet. Y ojo, no me refiero a una guía paso a paso de lo que hay que hacer, sino una simple pista que me ponga de nuevo en ruta sin hacerme sentir un idiota integral.

Hay algunas prendas en este ropero que me resultan familiares.

Para rematar el análisis, y si es que os preocupan estas cosas, la mecánica del juego es sencilla. La interacción con personajes y objetos se realiza con un solo clic, sin escoger el tipo de acción que realizamos, y el inventario se abre con la rueda del ratón o la tecla "I". Desde el inventario, podemos examinar los objetos que hemos recogido, combinarlos o seleccionarlos para usarlos con algún elemento del escenario. De momento, el inventario no permite invocar a una tenebrosa deidad primordial para que destruya la civilización y no tengamos que pagar por una pizza congelada la próxima vez que vayamos al supermercado, pero seguro que están trabajando en ello para la segunda parte. Lo bueno es que todo lo que llevamos en el inventario está a la vista nada más abrir éste, un aspecto que no volveré a pasar por alto en ninguna aventura gráfica después de haber tenido que soportar el tedioso sistema de inventario por páginas de Randal's Monday (mal, Nexus Game Studios, muy mal).

Hasta ahí, lo normal y a nadie le sorprende. Pero desde el inventario también tenemos acceso a  objetos especiales que, sin ser el sumun de la originalidad, añaden más variedad al juego. Así, podemos utilizar una moneda mágica que sirve para marcar los "puntos calientes" del escenario y descubrir criaturas invisibles, agitar la varita para realizar hasta cinco hechizos distintos (cuatro en realidad, porque uno no sirve para nada, e incluso tres si me apuráis, porque otro apenas se utiliza), o leer un libro que hace que pasemos del día a la noche y viceversa en un abrir y cerrar de ojos.

Qué imagen más fea para cerrar el artículo, ¿no?

Por último, y a modo de extras, el juego incluye secretos coleccionables (pegatinas, audiocuentos...) y hasta un minijuego de cartas al que no me esforcé demasiado en cogerle el tranquillo. Si quisiera jugar a las cartas, iría al casino.

The Night of the Rabbit está sin duda a la altura de los grandes clásicos del género y difícilmente puede decepcionar a un amante de las aventuras gráficas. A mí me ha hecho rememorar aquellas largas noches en las que jugaba a The Curse of Monkey Island y trataba de mantenerme despierto intentando resolver un último puzle antes de irme a la cama, y a la vez me ha arrastrado a una madriguera mágica de la que he salido cautivado. Cuando piense en este juego dentro de unos años, lo haré con nostalgia.

Secuela. La quiero. YA.

11 comentarios

  1. Me lo había comprado en las rebajas de Steam pero aun no me lo había instalado, pero por lo que he leido le voy a dar mas prioridad.

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  2. Mi relación con las aventuras gráficas siempre es de amor-odio. Me gusta jugarlas y si es buena me obsesiono con descubrir todos los secretos y si tiene un contador del porcentaje jugado como no llegue al 70-80% no estoy tranquilo.
    Le echaré un vistazo, espero que no sea tan buena para no obsesionarme.

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  3. Una pena que las compañías que hicieron grande este género hayan desaparecido o que lo hayan abandonado pero por suerte existen equipos independientes que de vez en cuando nos dan alguna joya como esta.

    Si no tienes problemas con el inglés podrías analizar el juego de Scooby Doo que sacaron para la Mega Drive.

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  4. Pues ya lo he metido en mi lista de deseados de steam. Gracias por la recomendación. A ver si acabo el The Wolf Among Us de Telltale y me lo compro.

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  5. Vladek: Y luego será cuando no te guste y no vuelvas a fiarte de mi opinión. El plan perfecto.

    Jerometa: Debería llevarme una comisión por esto.

    Mixtli: Pues ojo con este juego, que los extras pueden traerte de cabeza.

    Anonimatus: Conozco el Scooby-Doo de Mega Drive. Me llama la atención porque me recuerda al Day of the Tentacle. Pero no está ni de lejos a la altura. Prefiero pensar en él como una curiosidad.

    Juan Germán Socías Segura: Llevo dándole vueltas a si comprar The Wolf Among Us desde que salió y no me decido. Supongo que lo añadiré a la lista de deseados y esperaré a que baje otra vez de precio. Steam es demasie pa'l body, perdón por la expresión.

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    1. Bueno, ya he acabado el Wolf Among Us y lo puedo recomendar sin reservas.

      El guión es brillante, el tono perfecto y la ambientación idéntica a los comics (que también recomiendo si no los habeis leido).

      El estilo es muy parecido al Walking Dead, pero con una historia algo menos lineal y con más opciones.

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  6. je,eje tipo a ver cuando te atreves con el monkey island o con el dia del tentaculo

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    1. Pásate por ion litio, allí hablé bastante de Monkey Island. El día del tentáculo es una asignatura pendiente, pero ya llegará, ya... O eso espero.

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  7. Ya me lo pase y también quiero la secuela YA

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  8. alguna recomendación de juegos similares?

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