30 de agosto de 2016

Clásicos Disney: Blancanieves y los siete enanitos


Blancanieves y los siete enanitos (el clásico de Disney, no una de las inefables cintas piratas de los chinos ni la versión porno italiana de Luca Damiano) supuso un hito en la historia del cine. No solo del cine de animación, sino del cine en general. Fue el primer largometraje de animación en color y con sonido de la historia, y abrió el camino a una nueva forma de hacer dibujos animados. Dicen que incluso era una de las películas favoritas de Hitler y que siempre derramaba algunas lágrimas al final, cuando los soviéticos entraban en Berlín (hablo por supuesto de Adolf Hitler, no de su sobrino Heinz Hitler, que prefería Pinocho).

Sin Blancanieves, la Metro Goldwyn Mayer jamás hubiera apostado por El mago de Oz, y sin El mago de Oz no hubiéramos oído hablar del enano que se ahorcó de una pieza de atrezo, ni George Lucas hubiera creado La guerra de las galaxias. O al menos eso es lo que dicen los expertos en animación en los extras del DVD. Me refiero a lo de que no habría habido una Guerra de las galaxias, no a lo del munchkin suicida.

Walt Disney invirtió en este proyecto cuatro años y medio de su vida y 400.000 dólares, parte de los cuales obtuvo hipotecando su casa, y otra parte, según versiones no contrastadas, boxeando contra canguros en clubes clandestinos. Nadie daba un duro por él. Ni los estudios, ni los bancos, ni su mujer Lillian, que probablemente antes de casarse tuvo que convencer a su madre de que algún día su querido Walter se dejaría de dibujitos y empezaría a buscar un trabajo de verdad, serio y aburrido.

La apuesta era arriesgada, porque no se había hecho nada igual antes y, por lo tanto, no había forma de predecir el resultado. Los cortos de siete minutos en los que Mickey Mouse silbaba y meneaba su gracioso culete mientras navegaba con su barco de vapor eran muy populares, pero, ¿qué clase de persona querría ver hora y media de monitos animados? Pensar que una comedia animada se podía estirar tanto tiempo y aun así seguir entreteniendo al público era una locura, e incluso se llegó a decir que la gente, acostumbrada al cine en blanco y negro, sufriría problemas de vista por la exposición prolongada a sus brillantes colores.

A todo lo anterior hay que añadir que Estados Unidos, al igual que la mayor parte del mundo, estaba en recesión económica (quizá os suene una insignificante crisis llamada la Gran Depresión), así que no era el mejor momento para realizar inversiones cuya recuperación ya era en sí un gran interrogante.

-¡El fin de Disney se acerca! ¡Arrepentíos!

Sin embargo, y contra todo pronóstico, Blancanieves y los siete enanitos fue un éxito de crítica y público, y se convirtió en un clásico del cine casi desde el momento mismo de su estreno, el 21 de diciembre de 1937. La recepción del público no pudo ser más calurosa, y las primeras críticas la cubrieron de elogios y la calificaron de obra maestra. Esa misma noche Walt empezó a respirar tranquilo y abandonó su dieta astringente, convencido que su mujer y él ya no tendrían que hacer cola en Año Nuevo para comer sopa de cebolla y beneficencia.

La película supuso también un punto de inflexión para el estudio que Walt y su hermano Roy fundaron en 1923, que pasó de realizar cortometrajes cada vez más costosos y menos rentables con un grupo de diez dibujantes, a convertirse en la gigantesca fábrica de sueños que ha marcado la infancia de niños de todo el mundo, sobre todo la de aquellos críos hongkoneses que se ganaban la vida vistiendo figuritas de Aladdín en condiciones infrahumanas.

A continuación, repasaremos el argumento.


La película comienza con un plano del libro de Blancanieves y los siete enanitos, que lleva en su título exactamente siete enanitos más que el relato original de Jacob y Wilhelm Grimm. (Por si os interesa tener un poco de cultura literaria de la que presumir delante de niños que aún se comen los mocos, el cuento de los hermanos Grimm se publicó en 1812 como parte de una vasta recopilación de relatos folclóricos alemanes tan populares como La paja, la brasa y la alubia o El judío en el espino.)

El tomo que aparece en pantalla es de papel y cartón, no animado, y tan grueso como uno de los tomos de Canción de hielo y fuego. De pronto, el libro se abre por arte de magia (la magia que tiene que la cámara no enfoque la esquina de la que tiran al abrirlo) y nos muestra la primera página de este cuento de hadas.

¡Ups! Libro equivocado.

Precedido del típico "Érase una vez", el texto nos presenta la premisa de la película, que es la siguiente:

Había una vez una ingenua y melodramática princesita llamada Blancanieves. Cada día, su madrastra, la malvada Reina, conjuraba al espíritu de su Espejo Mágico (que compró a precio de saldo en un mercadillo de Jarandilla de la Vera, no os olvidéis de visitar también sus ermitas) y le preguntaba en verso quién era la titi más macizorra de todo el reino. Si el Espejo le contestaba que ella era la más hermosa, la Reina dejaba tranquila a su hijastra y se volvía a su trono satisfecha, sabiendo que todas esas horas en el gimnasio, la dieta Beckham, las cremas antioxidantes y el dinero que había pagado a su cirujano plástico habían merecido la pena.

-La semana pasada me puse silicona. ¿Quién es ahora la más tetona?

La pregunta de la Reina no es diferente la mañana en la que empieza la película:

"Espejo Mágico, dime una cosa, ¿quién es en este reino la más hermosa?".

Pero la respuesta no es la misma de siempre porque menuda mierda de cuento de hadas sería entonces:

"Usted está muy buena, Majestad, y con vuestra imagen me consuelo en momentos de soledad", dice el Espejo Mágico. "Pero, oh, Blancanieves es aun más bella, y su chichi no huele a madriguera de zarigüeya".

Esta revelación irrita a la celosa Reina, que se tiraría de los pelos si no se los cubriera esa cofia negra tan poco favorecedora.

-Si tenéis baja la autoestima, en una obra en piropos no se escatima.

En el patio de palacio, Blancanieves, que viste una blusa sucia y una falda hecha jirones y llena de remiendos (tal y como estilaban las plebeyas en aquellos tiempos de oscuridad, decadencia y casitas de caramelo), friega los peldaños de una escalera sin mucho brío. A su alrededor, una docena de palomas arrullan con disimulo, esperando a que la princesa se distraiga un instante para cubrir otra vez las escaleras de excrementos infectos.

Blancanieves se levanta a por más agua al pozo y, entonando una canción tan cursi que lo raro es que a los palomas no les explote la cabeza, pide un deseo: que la encuentre el Amor Verdadero™. ¿Para qué va a esforzarse ella en buscarlo si puede pedirlo a domicilio? La niña es tan dejada que ni se abriría cuenta en Meetic.

Fijaos en el clásico peinado y maquillaje medieval de estrella de cine de la edad dorada de Hollywood.

Un príncipe que pasaba por allí a lomos de su brioso corcel blanco escucha los armoniosos balidos que salen de palacio y, atraído por este canto de sirena con laringitis, se asoma por encima del muro.

Al descubrir que los berridos que han espantado a todos los perros en tres leguas a la redonda provienen de una hermosa muchacha, el Príncipe se cuela en el patio, suponiendo que con su encanto y apostura no le será difícil seducir a una inocente criada menor de edad.

Aunque es verdad que en ningún momento de la película se dice qué edad tiene Blancanieves, todas las fuentes que he consultado (las dos) coinciden en que tiene catorce años. Curiosamente Walt Disney fue el primero en preocuparse por este tema, e instruyó a su equipo de dibujantes para que la princesa pareciera lo bastante madura como para casarse y no una niña que desconociera la palabra "compresa". Imagino que Walt bastante tenía ya con soportar que se burlasen de él por dibujar ratoncitas con falda, como para sumar las acusaciones de pedofilia.

En el cuento, el tema de la edad es incluso más delicado, porque  cuando el Príncipe se lleva a Blancanieves para casarse con ella, ella solo tiene siete años y aún juega con Barbies o con lo que fuera que jugasen las niñas en la Edad Media (piedras o un trozo de madera probablemente). Y no os creáis que a finales del siglo XIX las alemanas se casaban mucho antes de los treinta, así que no es una cuestión de decir que los hermanos Grimm crecieron en una época en la que las cosas eran distintas. Distintos eran ellos.


Al ver al Príncipe, Blancanieves se asusta y corre a esconderse dentro del palacio; pero no todos los días recibe una la visita de un mozo tan recio y elegante, y no puede evitar asomarse al balcón para escuchar el canto de Amor Verdadero™ que le dedica el Príncipe para llevársela al huerto. Así, pese a su timidez, acaba mandándole un beso por medio de una paloma, lo cual os parecerá muy romántico hasta que os diga que es muy probable que esa rata con alas les contagie la salmonelosis, la criptococosis y alguna otra enfermedad con nombre ridículo.

Tan absortos y acaramelados están el uno en el otro que ninguno se da cuenta de que la Reina los observa desde una ventana con cara de comer poca fibra. Parece incluso más disgustada que cuando sufrieron una epidemia de peste negra la semana pasada, ¡la tercera en lo que va de mes!

-¿No es verdad, ángel de amor, que, en esta apartada escalerilla, tú eres la más guarrilla y la que fornica mejor?

La Reina hace llamar a su cazador, cuyo nombre al parecer es Humberto (hay que estar al menos tan bueno como Chris Hemsworth para que te llamen Eric), y le ordena que lleve a Blancanieves a algún rincón apartado del bosque y le dé matarile.

Al hombre no le entusiasma la idea de matar a la princesa; pero no tiene más remedio que obedecer, porque alguien tiene que llevar comida a casa y las prestaciones por desempleo dejaban mucho que desear por aquella época.

Para cerciorarse de que ha cumplido su cometido, la Reina le exige además que le traiga el corazón de su hijastra envuelto para regalo. Si os estáis preguntando cómo podría la Reina distinguir el corazón de Blancanieves del de cualquier labriego donante improvisado de órganos, o incluso del de un jabalí, la respuesta es que no puede. Tampoco tiene más sentido en el cuento, pero ahí la historia al menos gana puntos en truculencia, ya que la Reina ordena al cazador que le traiga el hígado y los pulmones de Blancanieves para hacerse un guiso con ellos. Vosotros podéis llamarlo canibalismo, pero Tom Cruise acompaña el café del desayuno con croissants rellenos de placenta y nadie ha dejado de ver sus películas.

Con esa barriga tiene pinta de que la presa más grande que ha cazado son los gusanitos que se le cuelan entre los cojines del sofá.

Ya en el bosque, Blancanieves, que no sabe la que se le viene encima, recoge flores bajo la sombría mirada del cazador, que se esfuerza por parecer lo más sospechoso posible a la sombra de un árbol.

Al principio, no entendía muy bien por qué Blancanieves no llevaba su ropa hecha jirones y llena de remiendos en esta escena, sino un vestido de cortesana bastante mono; pero luego pensé que debía de haber algún motivo para que la Reina quisiera que su hijastra pareciera una auténtica princesa fuera de palacio y no una vulgar maritornes. Quizá como la Reina no cuenta con el apoyo de su pueblo (es lo que tiene ser una bruja malvada que encierra a la gente en una mazmorra hasta matarla de hambre), se sirve de Blancanieves, hija legítima del difunto monarca, como pantalla para evitar revueltas. O también puede ser que Walt Disney decidiese cambiarle el vestido porque ninguna niña querría tener la muñeca de una princesa andrajosa ni disfrazarse de ella.

Blancanieves se topa con un pajarito azul que se ha perdido y, como el medievo no destacaba por ofrecer grandes alternativas de ocio, le ayuda a encontrar a sus padres, o al menos a reunirse con los primeros pájaros del mismo color a los que oye piar. Nadie dijo que fuera una experta en ornitología. En cualquier caso, esta pequeña escena sirve para mostrarnos que Blancanieves es gentil y tiene buena mano con los animales. Esto será importante más adelante, cuando tenga que tratar con los enanitos y su futuro marido.

-Te llamaré Twitter.

Aprovechando que la niña está distraída hablando con los bichos del bosque, el cazador se le acerca muy despacio con el puñal en alto, los ojos cargados de muerte y cierto estrabismo. Sin embargo, en el último instante, la belleza de la princesa le deslumbra y se apiada de ella. Apuesto a que si Blancanieves hubiera sido un callo malayo, habría acabado más rajada que la tablet de Eduardo Manostijeras.

El cazador advierte a Blancanieves que su madrastra quiere que le lleve su corazón a modo de souvenir y la exhorta a que corra a refugiarse en el bosque y no regrese nunca. Todo esto se lo dice con la contención interpretativa de Nicholas Cage, así que no me extraña que la cría reaccione echando a correr espantada y agitando los brazos como uno de esos muñecos hinchables que bailan y saludan como idiotas.

Y luego dicen que los ojos  del juez Doom dan miedo.

Sin pararse a pensar ni un segundo, Blancanieves se adentra en lo más profundo del bosque, donde reinan las tinieblas y los pájaros no silban canciones protegidas por copyright.

Cada rincón del bosque cobra formas aterradoras ante su mirada despavorida, reflejando el miedo que ella misma siente. Los troncos de los árboles son rostros espeluznantes; sus ramas, garras inhumanas; y unos trozos de madera que flotan en el agua se convierten en voraces cocodrilos.

¿Recordáis cuando eráis pequeños, os ibais a la cama después de ver una peli de miedo y al apagar la luz confundíais cualquier objeto cotidiano con un monstruo al acecho? Eso es porque vuestra madre consumía LSD durante el embarazo.

Carne de meme de internet.

Traicionada por su subconsciente e incapaz de sustraerse de la espiral de terror, Blancanieves cae al suelo hecha un ovillo y solloza.

Mujeres... ¡Bah! En su situación, un hombre ya se hubiera hecho un abrigo con una piel de oso y construido una cabaña de dos pisos con garaje. O estaría limpiándose el culo con una ortiga después de cagarse encima. Una de dos.

Varios animales se asoman entre la arboleda, atraídos por el llanto desconsolado de la princesa. Hay conejos, ardillas, pajaritos, ciervos, mapaches e incluso una tortuga. Walt Disney llevó varios animales al estudio para que los dibujantes pudieran verlos en movimiento y animarlos de la forma más realista posible. Imagino que esto daría lugar a anécdotas muy curiosas, sobre todo sabiendo que los animales salvajes se pasan medio día defecando.

Recuperada del susto gracias a Nervocalm® grageas, Blancanieves canta su último single de éxito a las criaturas del bosque para sentirse mejor. "Todo va a salirme bien", se dice a sí misma, a pesar de que lo más probable es que acabe devorándola una manada de lobos o se intoxique con algún fruto venenoso.

Du Hast! Du Hast Mich!

Concluido el breve número musical, Blancanieves pregunta a sus nuevos amigos si conocen algún hotel de cinco estrellas por la zona. Incluso en su situación desesperada, sigue siendo una princesa y no va a rebajarse a dormir en el suelo como las bestias. Eso se lo deja a Mowgli y a Tarzán, que son unos desarrapados.

Los animalillos parecen entender a la perfección sus palabras (confirmando así que Blancanieves es portadora del gen X y puede comunicarse con los animales, como Wonder Woman, Animal Mal o, a su más limitada pero adorable manera, la Chica Ardilla) y todos juntos conducen a la muchacha hasta una pintoresca cabaña en el corazón del bosque. Al verla, Blancanieves la compara con una "casita de muñecas", lo cual es ofensivo para la minoría enana.

Se alquila. Razón: portería.

Blancanieves llama a la puerta y, al ver que nadie contesta, entra sin más. Los animalillos del bosque entran detrás de ella, porque si una princesa no respeta la propiedad privada, ¿por qué iban a hacerlo unas simples criaturas que no han sido educadas desde que nacieron para observar los estrictos protocolos de la realeza, incluyendo no cagarse encima de los muebles?

En cualquier caso, la casa está hecha una pocilga, así que lo mismo da que entren animales. No hay un solo rincón que no esté cubierto de polvo, hay telarañas por todas partes, y las pilas de cacharros y platos sucios se acumulan sin orden ni concierto sobre cualquier superficie horizontal. Se parece a mi casa, pero sin un robot aspirador Roomba® que haya dado la batalla por perdida y se haya refugiado en el alcohol.


Blancanieves cuenta siete sillitas alrededor de la mesa del comedor y llega a la conclusión de que en la casa viven siete niños huérfanos, porque, según ella misma dice, si tuvieran madre, este lugar no sería un nido de gérmenes e inmundicia. Al supuesto padre no lo menciona, pero debe de pensar que salió un día a por tabaco y nunca más volvió. Es lo que ocurre cuando no tienes el estanco cerca de casa.

Silbando al trabajar, Blancanieves limpia, abrillanta y desinfecta la casa de arriba abajo con ayuda de sus nuevos amigos, convencida de que los siete huerfanitos la dejarán quedarse con ellos si evita que los Servicios Sociales los saquen de allí a rastras para llevarlos a casas de acogida que no necesiten una limpieza general para empezar a parecer un vertedero.

A pesar de que Blancanieves debería agradecer que los animales no estén marcando el territorio o copulando por toda la casa, los regaña cuando ve que limpian los platos a lengüetazos y esconden el polvo bajo la alfombra. ¿Sabes, Nieves?, hay una razón por la que mueren tantas ardillas cruzando la carretera: son estúpidas. Así que deja de pretender que aprendan a utilizar el lavavajillas.

La pregunta del millón es de quién es ese zapato, desde luego no de los enanos. ¿De Charlot tal vez?

Mientras tanto, los verdaderos inquilinos de la casa, los siete enanitos del título, cavan en la mina en busca de diamantes y otras piedras preciosas, exponiéndose a derrumbamientos, caídas y gases tóxicos mientras entonan una alegre tonadilla. ¿Y todo para qué? ¡Para nada! Ellos mismos lo admiten en una de las estrofas: "Y sin saber por qué razón, cavamos con ilusión". La idea es extravagante… y peligrosa. La alienación de la que hablaba Karl Marx es un juego de niños en comparación con esto.

Esta escena sirve, por supuesto, de carta de presentación de los enanitos, siete hombrecillos laboriosos cuyos nombres se limitan a reflejar el único rasgo visible de su carácter: Sabio, Gruñón, Feliz, Dormilón, Tímido, Mocoso y Mudito. En el cuento de los hermanos Grimm, los siete enanitos no tenían nombres ni personalidades diferenciadas, así que supongo que debemos agradecer que al menos Walt Disney hiciera el esfuerzo de distinguir a unos de otros para que los niños pudieran elegir a su favorito. Eso sí, quizá debería haberle dado alguna vuelta más al nombre de Mudito (o Tontín, en uno de los múltiples doblajes de la cinta),  porque es evidente que el pobre sufre una tara mental severa y no me parece correcto insultar al primer candidato a convertirse en alimento en caso de hambruna.

A las cinco en punto, los enanitos terminan su jornada laboral y emprenden el camino de vuelta a casa cantando el popular Heigh Ho!, cuya melodía tiene un sospechoso parecido con una de las piezas de la composición para piano Álbum para la juventud de Robert Schumann. Buscadla y me contáis vuestra opinión.

-¡Aquí mi fusil, aquí mi pistola!
-¡Uno da tiros, la otra consuela!

Al anochecer, la deslomada Blancanieves sube al segundo piso y se echa a dormir en el dormitorio común de los enanitos, ocupando tres camas a lo ancho porque las construyeron a medida. Imagino que nuestra princesita no se tumbaría tan a gusto si hubiera examinado las sábanas con luz ultravioleta, pero la ignorancia era una de las mayores bendiciones del medievo (otra de ellas es que si una vecina te miraba de soslayo o no te dejaba colarte en el supermercado, podías acusarla de brujería y ver cómo la quemaban viva en compañía de toda tu familia, que era una forma estupenda y muy saludable de pasar la noche del viernes). Algunos de los animales, ajenos a las normas de salud e higiene más básicas, ocupan el resto de camas, llenándolas de pulgas. Cuando los enanitos pillen la peste bubónica, espero que Blancanieves asuma su parte de responsabilidad.

Los ecos de la canción de los enanitos llegan a la casa amortiguados por la distancia, y los animales salen corriendo a ocultarse, no vaya a ser que decidan convertirlos en un estofado o en una alfombra nueva. Si estuviera en su lugar, desde luego yo no me la jugaría por una pequeña tirana que me ha hecho limpiar una cabaña cochambrosa de sol a sombra.

Los enanitos llegan poco después y, al encontrar las luces encendidas y la puerta abierta, se acercan con cautela, creyendo que podría haber un monstruo en la casa. Concretamente mencionan fantasmas, duendes, demonios e incluso un dragón, lo que evidencia el deterioro mental que los gases de la mina les han provocado.

Ha dejado todas las luces encendidas, así que tiene que ser alguien que no está acostumbrado a pagar facturas.

Una vez dentro, los enanitos observan que la casa está impoluta y ordenada, y que la mesa está puesta y hay sopa calentándose en la olla. Sin embargo, pese a que todas las pruebas apuntan a la presencia de una mujer en la casa, los enanitos siguen pensando que se trata de un monstruo, y al oír ruidos en el piso de arriba, concluyen que su indeseado huésped está en el dormitorio.

Muertos de miedo, envían a investigar a Mudito, forzándole a jugarse el tipo a pesar de sus más que evidentes taras físicas y mentales. Este comportamiento es reprobable e inaceptable, porque Mudito es el que más impuestos desgrava del grupo. Yo hubiera mandando a Dormilón, cuya productividad es mínima.

Mudito entra en el dormitorio y, al ver a Blancanieves desperezarse en sueños bajo la sábana (también podría haberse tirado un pedo y no dejaría de ser una señorita), la confunde con alguna bestia horrible y sale corriendo espantado para explicar con mímica a sus compañeros que el "monstruo" está durmiendo en sus camas. Los enanitos deciden aprovecharse de su indefensión para matarlo. Al monstruo, no a Mudito.

Procurando no hacer ruido ni movimientos bruscos, Sabio coge la sábana por un extremo mientras sus compañeros se preparan para descargar sus garrotes y picos con furia asesina sobre el intruso tan pronto como quede al descubierto. Entonces Sabio levanta la sábana y...

¡Extra, extra! ¡Una turba de enanos asesina a la princesa Blancanieves mientras duerme!

… los enanitos contienen sus impulsos homicidas y no reducen a Blancanieves a un amasijo de carne pulposa sanguinolenta.

Blancanieves se despierta de golpe y, al ver a los enanitos alrededor de la cama, observándola, sufre el mismo sobresalto que si se hubiera despertado en la mesa de operaciones de un platillo volante rodeada de pequeños hombrecillos blancos provistos de sondas anales.

Sin embargo, tan pronto como se da cuenta de que los enanitos están tan sorprendidos y asustados como ella, Blancanieves pierde el miedo y se divierte adivinando sus ridículos nombres, que están grabados en los pies de las camas. Después les relata su triste y trágica historia para que se compadezcan de ella. Los enanitos, rabiosos, tachan a la Reina de bruja malvada. ¡Al menos la Reina no pretendía asesinar a Blancanieves mientras dormía! ¡Doble moral!

Por último, al igual que en el cuento, Blancanieves se ofrece a limpiar, fregar, coser y cocinar para los enanitos si la dejan quedarse a vivir con ellos. La diferencia con el cuento es que en él los animales del bosque no hacían tres cuartas partes de las tareas domésticas. Podría decirse que la crueldad hacia los animales es original de Walt Disney.

Los enanitos aceptan el trato y acogen a la nueva inquilina con alborozo, con excepción de Gruñón, que cree que las mujeres son como el veneno. No Gruñón, no lo son. Para los venenos existen antídotos.

Fijaos en la mirada de Tímido. Le doy dos días antes de que empiece a espiarla en el baño.

Blancanieves recuerda que estaba preparando la cena y baja corriendo para asegurarse de que no se haya convertido en una costra renegrida al fondo de la caldera. Emocionados ante la perspectiva de probar comida no precocinada, los enanitos se sientan ansiosos a la mesa; pero la princesa, muy madre ella, se niega a servirles hasta que no se laven la capa de mugre que los cubre, que es tan gruesa que podría servirles de traje de protección radiológica.

Obedientes, los seis enanitos menos misóginos se lavan en el pilón que hay fuera de la cabaña, y al terminar, agarran a Gruñón y lo arrojan al agua, frotándolo con violencia y haciéndole lacitos en la barba.

No me extrañaría que por la mañana aparecieran seis enanitos muertos con un agujero de pico en el cráneo.

Mientras tanto, la Reina, a la que el cazador ha mentido acerca de la muerte de Blancanieves, pregunta una vez más al Espejo Mágico quién encabezará la lista de mujeres más sexys del año.

"¿Hablas conmigo? ¿Me lo dices a mí? Dime, ¿es a mí?", contesta el Espejo Mágico.

La Reina enarca una ceja como Spock.

"Perdonad, Majestad, estaba viendo Taxi Driver", se disculpa el Espejo. Y al recordar que solo puede contestar en verso, añade: "En inglés buzo se dice scuba diver".

"Agh", se lamenta la Reina. "Os ordeno que habléis en cristiano. Y hacedme el favor de ir al grano".

"Blancanieves que vos me pone más cachondo. El cazador os la ha metido hasta el fondo".

-Y supongo que esto no es el corazón de Blancanieves.
-No, es una pitahaya nicaragüense con gomas elásticas anudadas alrededor.

Enfurecida, la Reina desciende a su laboratorio como una exhalación, decidida a matar ella misma a la princesa, porque si quieres que algo se haga bien, tienes que hacerlo tú mismo... o contratar mano de obra en un país escandinavo.

Para que Blancanieves no la reconozca, la Reina prepara una poción que torna su aspecto en el de una vieja pordiosera con cara de bruja en la que nadie en su sano juicio confiaría.

Aunque la transformación es sin duda uno de los puntos álgidos del filme (salvo para los niños pequeños, que luego sufren pesadillas durante semanas y se mean en la cama), lo mejor del asunto es que vosotros mismos podéis preparar esta poción en vuestra casa para el próximo Halloween. Solo necesitáis polvo de momia, oscuridad de la noche, un grito de terror y una ráfaga de viento. Luego lo mezcláis todo con un relámpago y… ¡listo!

Con efectos especiales de Rick Baker.

La Reina repasa sus libros de artes oscuras (Black Magic for Dummies vol. 2) y decide eliminar a Blancanieves con una manzana envenenada que provoca a quien la pruebe un coma mágico similar a la muerte. De este modo, los enanitos la darán por muerta y la enterrarán viva. Magia Disney en vena, como veis.

Además, el único antídoto contra el "Sueño de la Muerte" es el primer beso de amor, y ¿qué posibilidades hay de que alguien se enamore y bese a una niña muerta? No puede haber muchos necrófilos pederastas por ahí sueltos, ni siquiera en la Edad Media, ¿verdad?

Yo me la comería sin dudarlo.

Antes de abandonar el palacio para cometer infanticidio, la Reina se detiene delante de una celda en la que el esqueleto de un prisionero extiende su brazo huesudo a través de los barrotes intentando alcanzar una jarra que ya nunca saciará su sed.

"¿Tienes sed?", pregunta la Reina con sarcasmo. "¡Pues bebe!". Y le pega un puntapié a la jarra, que choca contra los frágiles huesos, rompiéndolos en pedazos.

Sé que la escena no aporta nada a la trama, pero me parto con ella, así que lo menos que podía hacer era mencionarla.

Humor negro, ¿qué haríamos sin ti?

Esa misma noche, en la cabaña, los enanitos bailan y cantan a la tirolesa para entretener a Blancanieves, lo que, en principio, situaría la acción en los Alpes alemanes o en la Baja Sajonia. Si alguien quiere estudiarlo y llega a una conclusión a este respecto, puede enviarme un email a nomeinteresaloquemecontéis@gmail.com.

El numerito musical tiene sus momentos, pero no sé cuál es la parte que más me desconcierta, si Tímido haciendo referencia a su, ejem, amor a los animales ("Tras una mofetilla fui al último confín. Logró ver lo mejor de mí, yo de ella lo más ruin") o Mudito imitando a un chino de la forma más ofensiva que podía ocurrírsele sin usar palillos.

Blancanieves y los siete pequeños shaolin.

Cuando termina el espectáculo, Blancanieves canta Mi príncipe vendrá para los enanitos, manifestando el profundo anhelo de amor que siente hacia el Príncipe. Es sorprendente lo que puede dar de sí un encuentro de dos minutos. Apuesto a que el Príncipe llegará a la cuarta base en la segunda cita.

Sabio sugiere que Blancanieves duerma en sus camas mientras ellos se quedan en el piso de abajo, supongo que con la esperanza de que la princesa les diga que pueden dormir todos juntos y celebrar la madre de las orgías fetichistas. Pero los enanitos se dan con un canto en los dientes, porque a Blancanieves no le preocupa que sus anfitriones viejos y contrahechos tengan que dormir en cajones.

Antes de acostarse, Blancanieves se arrodilla junto a la cama y ruega a Dios que bendiga a los enanitos, que le traiga a su príncipe encantador y que Gruñón la quiera. No hay ninguna escena que defina mejor al personaje, que espera que todo lo que desea en la vida le pase sin mover un solo dedo. Por suerte, solo me quedan treinta y cuatro películas para llegar a Mulan.

Todas nuestras líneas están ocupadas en este momento. Por favor, vuelva a intentarlo dentro de unos minutos.

A la mañana siguiente, cuando Blancanieves se despide de los enanitos dándoles un beso en sus lustrosas calvas antes de que se marchen a la mina a trabajar, Gruñón no quiere ser la excepción e incluso le advierte que no deje entrar a ningún extraño mientras ellos están fuera realizando su trabajo enajenante y exento de propósito. Hay que ver qué bien funciona el servicio divino Premium de entrega en menos de 8 horas.

Sin embargo, la advertencia le entra por un oído y le sale por el otro, porque en la siguiente escena llega la Reina disfrazada de bruja, apoyándose en el alféizar de la ventana con la cara menos inspiradora de confianza que uno pueda imaginarse, y Blancanieves decide que es buena idea hablar con ella. Es más, ni siquiera se escama cuando la Reina le pregunta si se han ido ya los enanitos mientras examina el interior de la casa con inquietud manifiesta.

Es una cara honesta. Dice honestamente: "Me como niños crudos".

Quizá Blancanieves sea menos perspicaz que un colinabo, o quizá tenga demasiado buen corazón como para juzgar a otra persona por su apariencia horripilante y sus preguntas insidiosas, pero creo que el hecho de que a la Reina la acompañen dos buitres carroñeros no es interpretable. ¿Qué es lo que se le pasa por la cabeza al verlos encaramados a una rama mirándola como si fuera su próximo almuerzo?, ¿que están esperando a que les eche alpiste?

¡Uy! ¿Qué pájaros son esos? ¿Petirrojos?

Como nada de todo lo anterior motiva a Blancanieves para atrancar puertas y ventanas y llamar al 091, la Reina entra en la casa y le ofrece la manzana envenenada, diciéndole que es la Manzana Mágica del Amor y que tiene el poder de convertir los sueños en realidad. Además, no lleva pesticidas, fertilizantes químicos, conservantes ni antibióticos. ¡100% natural!

Los animales se huelen la tostada e intentan alejar a la Reina antes de que Blancanieves cometa una estupidez; pero lo único que consiguen es que la cría se enfade con ellos y se compadezca de la "pobre anciana". Desesperados ante esta muestra de imbecilidad supina, los animales corren a buscar a los enanitos.

Pero poco importa lo mucho que corran, porque Blancanieves muerde la manzana y cae como muerta.

A la vista de los acontecimientos, creo que fue un acierto no incluir en la película los dos intentos de asesinato previos que se narran en el cuento (en el primero, la Reina se hace pasar por una vendedora de lazos y estrangula a Blancanieves; y en el segundo, utiliza un peine con púas envenenadas). Te la pueden colar una vez porque eres una cría inocente; pero a la tercera, la culpa es tuya y la selección natural quiere que mueras.

 La Reina se carcajea junto al cadáver, celebrando su triunfo.

-¡Risa malvada! ¡Risa malvada!
Pero el jolgorio le dura poco tiempo, porque una horda enfurecida de animales y enanitos armados con picos y garrotes corre hacia la cabaña. Aunque llegan tarde para salvar a Blancanieves, aún pueden vengarla. Y esta es una lección que todos podemos aprender.

Acorralada en lo alto de un risco, la malvada Reina intenta aplastar a sus coléricos perseguidores empujando una enorme roca convenientemente ubicada; pero un relámpago inoportuno (para dar mayor emoción y dramatismo a la escena, de pronto es de noche y hay tormenta) frustra su plan, quebrando el suelo que la sostiene y provocando que caiga al vacío.

Los buitres descienden en círculos para darse un festín con su cadáver, confirmando que ninguna de las personas que participaron en esta película pensaba en los niños.

-¡Sapristi!

De vuelta a la cabaña, los enanitos lloran a la difunta Blancanieves. ¡Incluso Gruñón solloza inconsolable!

Yo comparto su pena. ¿Dónde van a encontrar ahora a otra chica que les limpie y cocine gratis? Además, cada vez que han recurrido a una agencia de limpieza del hogar, les han mandado a alguien que ni siquiera entendía su idioma. Es un drama.

Para evitar que la princesa pase a formar parte del ciclo de la vida (eufemismo Disney para referirse a que se te coman los gusanos), los enanitos deciden construir un féretro de oro y cristal, de modo que todos puedan contemplar cómo la hermosa Blancanieves se pudre lentamente hasta convertirse en una masa informe y apestosa.

Como el cristal haga efecto lupa se va a liar parda.

Con el tiempo, la historia de la niña muerta adorada por un siniestro culto de enanos llega a oídos del Príncipe, que, llevado por una curiosidad malsana y morbosa, visita el mausoleo al aire libre.

Al ver que la difunta no es otra que Blancanieves, a la que conoció durante casi dos minutos cuando se coló en el palacio de la malvada Reina, el Príncipe no puede resistir el impulso de besarla en sus morros fríos y secos como gominolas rancias, rompiendo así el maleficio.

¿Qué pasa? Nadie dijo que el primer beso de amor no pudiera ser enfermizo. ¿Es que no habéis visto Mi novia es una zombie? Con todo, la escena es más digerible que la del cuento, en la que el Príncipe no conoce de nada a Blancanieves y decide llevarse el cadáver igualmente, a pesar de que ella está presumiblemente muerta y tiene solo siete años. Ni siquiera es un beso de amor lo que despierta a Blancanieves, sino que cuando unos mozos se están llevando el féretro, se les cae al suelo y, con el golpe, la princesa escupe el trozo de manzana que tenía atascado en la garganta y que, por algún motivo, no la había asfixiado del todo. Así es el folclore alemán, ¿qué queréis que os diga?

Beso Muscat.

Blancanieves se despide de los enanitos, y el Príncipe se la lleva a lomos de su corcel para vivir felices para siempre en su palacio, que refleja la luz del sol con tanta intensidad que al pie de su fachada se amontonan cada día cientos de pájaros lisiados, algunos prácticamente muertos.

Es un final de cuento de hadas muy ñoño, pero entiendo que Walt Disney decidiera apartarse del final original. En el relato de los hermanos Grimm, la Reina no muere huyendo de los enanitos, sino que, después de haber matado a Blancanieves, regresa tranquilamente a su palacio, donde el Espejo Mágico le confirma que ahora es la más hermosa. De este modo pasan los días sin novedad hasta que Blancanieves sale del coma. La princesa acepta la propuesta de matrimonio del Príncipe y envía una invitación de boda a su madrastra, que, sin saber que es Blancanieves quien se casa, acude al evento para averiguar quién es la joven reina a la que ahora su Espejo califica de super pibonazo. Y ahora cito literalmente a los Grimm: "Al entrar en el salón reconoció a Blancanieves, y fue tal su espanto y pasmo, que se quedó clavada en el suelo sin poder moverse. Pero habían puesto ya al fuego unas zapatillas de hierro y estaban incandescentes. Cogiéndolas con tenazas, la obligaron a ponérselas, y hubo de bailar con ellas hasta que cayó muerta".

No tengo ningún comentario.

Y fueron felices y comieron perdices.


Y hasta aquí, la película de Blancanieves y los siete enanitos.

Aunque la historia es tan simple como la del cuento de hadas en que se basa, y los personajes, más planos que el encefalograma de Mudito, es una obra maestra y un dechado de creatividad, con una banda sonora y unos dibujos que siguen siendo fantásticos casi ochenta años después de su estreno. Además, los golpes de humor funcionan, destacando todos los gags protagonizados por los enanitos. y también hay secuencias tétricas que el público adulto puede apreciar sin luego pasar la noche con los ojos como platos.

Además, la película debe valorarse en su contexto histórico, y en los años treinta no había nada que pudiera comparársele. La mejor prueba de ello es que a pesar de que aún no existía la categoría de mejor largometraje de animación, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas concedió a Walt Disney un Oscar honorífico acompañado de siete estatuillas como premio por su carácter innovador. Incluso más adelante, cuando el gobierno estadounidense convirtió los estudios Disney en una herramienta propagandística durante la Segunda Guerra Mundial y los ingresos eran insuficientes para abordar una producción de gran calado, reestrenaron Blancanieves y los siete enanitos y volvió a tener éxito.

Siempre será el primer clásico Disney y nadie puede cambiar eso.

12 comentarios

  1. Empezaré ésto con una anécdota:
    Blancanieves siempre ha sido la película favorita de Disney de mi abuela (a sus 93 añazos). También es la película de Disney que más miedo me daba de pequeña. La transformación de la puta madrastra era lo peor.
    Total, que mi señora abuela siempre quería verla, y yo contestaba "No, otra, no quiero", así que ella se enfadaba. Hasta que un día le dijo mi madre: "Pero, por Dios, ¿No te has dado cuenta que le da miedo la escena de la bruja?".
    En fin, lo más triste de la anécdota es que no era tan pequeña (rozaba la edad doble, con éso lo digo todo).

    Siempre me he preguntado el por qué del corazón. Vamos a ver, vale, mandas matarla. Que te traiga su cadáver, raro, pero de puta madre. Te cercioras. Le pegas un par de pataditas o algo para ver que está muerta. Pero lo del corazón es regalarte en lo gore porque sí, porque puedes distinguir a alguien mucho más por, yo que sé, un brazo, que por un corazón.
    Otra de mis dudas es el por qué del plan tan descabellado de "matémosla con una manzana envenenada". Hemos pasado de la mutilación de cadáveres a pedirle consejo a Agatha Christie. Coña, algo menos refinado, pero más efectivo. Garrotazo cuando esté dada la vuelta, flecha en el corazón... Menos original, sí, pero mucho más fiable, dónde va a parar.
    Y, si se supone que Blancanieves dormía en tres camas... ¿No se podían haber apretujado el resto de los enanitos en las otras cuatro, aunque sea juntándolas? Si yo he podido dormir con gente en una cama de noventa, éso se podía haber conseguido...
    Ya no hablemos de lo subnormal que es la niña... Tu madrastra te intenta matar, todos saben que es una bruja (lo saben unos enanos que viven perdidos en una cabaña en el bosque y cuyo principal método de información tiene que ser el día que van a comprar al pueblo, porque algo comerán digo yo, no lo va a saber el resto de la gente), y que es malvada y puede hacer cosas horribles... ¿Como sospechar que la horripilante ancianita (que, venga, en fin, se podría haber currado más el traje, hombre, por lo menos algo más agradable de ver... un poco del estilo de otra joya de la corona del cine infantil, "La princesa cisne") que se asoma por la ventana y pregunta cosas raras es tu madrastra?
    Por cierto, ¿La reina no podría haberse quitado el disfraz una vez muerta Blancanieves? Quizá hubiese podido ir más rápido y salvar el pellejo, o haber llamado a la guardia real y que se hubieran cargado a los enanos (que tampoco creo yo que la brújula moral de esta señora le impidiera hacerlo, vamos).

    La referencia al "Beso Muscat". LA PUTA REFERENCIA. Tus seguidores seguimos esperando San Valentín con impaciencia.

    Tengo muchas cosas que decir, pero no quiero que mi comentario sea de la misma longitud que el post (y casi todo lo que quiero decir son comentarios del tipo "qué gran verdad" o "mucha razón", así que me los guardo para otro día).

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  2. Me ha hecho reír como una hiena.

    A mi hay una escena que me encanta.

    Cuando los animalicos van desesperado para avisar a los enanitos, estos al enterarse de que es la bruja, entran en panico por lo que le haya hecho a la chica, siendo Gruñon el que toma las riendas.

    La pel es magnifica, es una pena que no añadieran las escenas de la cena y cuando los enanitos le hacen una cama a Blacanieves de regalo de boda.

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  3. Hay que tener valor para hacer una review de este calibre, más aún teniendo en cuenta que aparece la Reina convirtiéndose en esa terrorífica vieja que me hacia cagarme en los pantalones cuando era pequeño.

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  4. Estamos de enhorabuena. Genial la review, como siempre. Y muchos ánimos, te quedan menos de 100 películas para llegar a Zootropolis (que por cierto es magnífica).

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  5. Además tiene el mérito de haber escapado a la fiebre de las segundas partes directo a vídeo (existe una Cenicienta 2 e incluso una 3!), tal vez le tengan demasiado respeto. Pero recuerdo unos libritos pequeños que venían acompañados de casettes, de la colección Clásicos Walt Disney de cartoné, 19x19 editados en España por Plaza Joven, 1987. Ahí sí que había una segunda parte de Blancanieves, en la que los enanitos se quejaban de que ya no habían vuelto a saber nada de Blancanieves (es decir, se olvidó de ellos en cuanto le hicieron el trabajo sucio de deshacerse de la bruja). Pero encontraban un reloj mágico con el que podían viajar a otras partes y se colaban en el palacio de Blancanieves con tronchantes reacciones de Blancanieves intentando ocultar su pasado pordiosero frente a la corte (aunque creo que esto me lo he inventado). También recuerdo un anime que hacían en antena 3 a mediados de los 90 con la reina intentando asesinar a Blancanieves de las más variopintas maneras.

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  6. ''Mi príncipe vendrá'' Blancanieves y los 7 enanitos

    ''Mi Westley vendrá'' La princesa prometida

    Ahí lo dejo.

    Nunca recuerdo (y me jode) si la primera peli que ví en el cine fue El libro de la selva o Peter Pan, flipé o indecible como años después con Batman o con el beso entre Arimi y Meiko -en mi imaginación- sin preguntarme como se hacía el filme, ni sabía nada de reutilizar diseños ¡qué más da!

    Gran escrito, apenas me he acordado de la versión porno.

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  7. OLGERD VLADISLAV31/8/16 02:52

    Felicidades por el articulo, pero se nota que nos estamos haciendo más viejos, malvados y gruñones.
    Por Dioxxxx que hasta los quinquis y macarras de jovenes les gusta esta pinicula, ejemplo mis primos y yo sin ir más lejos ;)
    https://www.youtube.com/watch?v=qSPwNR_v1e0

    Por cierto que a Hitler le gustaba también KING KONG y las novelas del oeste de Karl May, toda una apología de la raza aria (es coña claro).

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  8. Qué ganas de ver esta versión sin los cortes del director que en lugar de ser un tierno recuerdo infantil se convierte en la versión para menores de "Full Metal Jacket".



    Está claro que Tarantino aprendió de Walt Disney con soliloquios como este

    ""Usted está muy buena, Majestad, y con vuestra imagen me consuelo en momentos de soledad", dice el Espejo Mágico. "Pero, oh, Blancanieves es aun más bella, y su chichi no huele a madriguera de zarigüeya""

    Tras esto Jules Winnfield me parece menos duro tras ver los huevos que tiene el espejo para enfrentarse a la reina.

    Magnífica reseña.

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  9. Sarcasmo ON

    Que película más incoherente, han puesto mapaches y ardillas listadas habitando un bosque europeo. Además el título es muy ofensivo, debería ser Blancanieves y las Siete Personas Bajitas.

    Sarcasmo OFF

    Cuando leí el cuento original con la Blancanieves de siete años de edad mi idea era que los enanos confundieron a la niña con una enana y que por eso eran tan amables con ella, lo mismo con el espejo y el principe.

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  10. Al final el más cuerdo era gruñón y con razón de ser así, estar rodeados de esos seis personajes tan distintos y opuestos a ti es para ir de broncas.

    Buen artículo, me agrado recordar con humor los viejo que estoy. (Y)

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  11. Madre mía, espero que tu intención no sea reseñar todos y cada uno de los clásicos Disney. Como sea así, mucho valor le va a tener que echar.

    Pues mira, el otro dia me dio por revisar El rey leon, que lelvaba mucho tiempo sin ver. El film sigue manteniéndose estupendo, con una preciosa animación, una trama dura pero interesante y unos personajes carismáticos. Pero, ay, tiene unos agujeros de guion terribles. En fin, se que algunos deben de ser manía mía pero es que otros son tan evidentes. Eso no quita que la cinta siga siendo estupenda, que lo es.

    Sobre Blancanieves, siempre me aburrió. La vi unas cuantas veces pero no se, nunca ha sido de las que ha copado mis recuerdos. Incluso disfruté en su día de La Cenicienta o La bella durmiente pero esta es que no se..... Y mira que le reconozco los méritos pioneros que tiene.

    Por otro lado, decir que los hermanos Grimm son peores que George R.R Martin en lo que a escabrosidad se refiere. En La Cenicienta, a las hermanastras les arrancan los ojos una bandada de cuervos, solo por poner un ejemplo.

    Y pensaba que no volveríamos a ver al bueno de Terry Gilliam hasta el año que viene!!!

    En fin, gran reseña de un clásico de la animación.

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  12. Miriam Escalada: Ea, ea, ea. Ea, ea. Ya pasó todo.

    Blancanieves no es "subnormal", sino ingenua, que es la forma cortés de decir que no tiene dos dedos de frente la muy imbécil. En cuanto a la Reina, le falla la planificación, pero te conquista con su entusiasmo.

    Ah, San Valentín... Ya no queda tanto. No sé, con suerte me secuestrarán antes y tendré una buena excusa para no escribir sobre la serie que no se puede nombrar.

    jin jack: La escena eliminada de la sopa me encanta. Estaba ya casi terminada cuando Walt Disney decidió que no aparecería en la película porque perjudicaba al ritmo. Estuvo a punto de salir en un corto animado que no llegó a producirse.

    Una copia de una copia de otra copia: La Reina es la monda lironda. Yo quiero ser como ella.

    Juan Germán Socías Segura: Soy realista. Si llego hasta La bella durmiente de aquí a dos años, me doy con un canto en los dientes.

    APMB: Adoraba esos libros con casetes. Mi madre los tiró hace mucho, mucho tiempo. O tal vez los cambió por plutonio. En cualquier caso, es una lástima.

    kei: Si he conseguido que apenas te acuerdes de la versión porno, he alcanzado todas las metas que me había propuesto en la vida.

    OLGERD VLADISLAV: Jamás me perdonaré no haber hecho referencia a los gremlins.

    Doctor Müller: Nunca se hacen rimas suficientes con la palabra zarigüeya. Con lo bonita que es.

    Anonimatus: Los enanitos del cuento son amables con ella porque es hermosa y acepta limpiar y cocinar a cambio de poder refugiarse en la casa. No hay una sola cosa en esa frase que sea bueno.

    José Correa: Gruñón siempre fue mi enanito favorito. Es el único que tiene una especie de arco argumental. "Especie de" son las palabras clave.

    Joakin Martinez Rodriguez: Mi intención es llegar hasta donde llegue con mucha calma. No me he fijado ningún calendario porque sé que no iba a respetarlo.

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