2 de octubre de 2016

Odallus: The Dark Call


En los tiempos de la NES y la Master System, allá por el triásico de esta lucrativa industria que tantas miopías ha provocado, los videojuegos eran una combinación de píxeles, música midi, entretenimiento y frustración. Centrándonos en los aspectos técnicos, el gobierno estadounidense aún no había conseguido hacer ingeniería inversa con la tecnología del ovni que se estrelló en Roswell, y a lo más que podíamos aspirar es a que algún día las videoconsolas alcanzasen la capacidad de las máquinas de los salones recreativos, apenas superiores a mi lavadora.

Nadie tenía tanta visión como para adivinar que, en apenas treinta años, la gente capturaría animales virtuales por las calles o disfrutaría de una experiencia virtual que no le provocase náuseas y jaqueca después de jugar cinco segundos. De hecho, si retrocedieseis en el tiempo y enseñaseis un videojuego de ultimísima generación a un crío de la década de 1980, probablemente pensaría que sois un brujo estigio adorador de serpientes, o un visitante de un futuro lejano en el que la gente viaja en pijama por el espacio y se codea con extraterrestres de orejas puntiagudas (por cierto, si por algún casual tenéis una máquina del tiempo y retrocedéis hasta finales de los años ochenta para visitarme, os agradecería que no perdieseis el tiempo con sandeces y me pasarais un listado de los próximos números premiados de la lotería).

Hoy, sin embargo, crear videojuegos con el look and feel de la era de los 8 bits es una elección artística y no el resultado de que el potencial técnico de la generación actual sea equiparable al de un ábaco mesopotámico. Este es el caso de Odallus: The Dark Call, un título indie cuyo creador, el brasileño Danilo Dias, pretendía que el jugador reviviese la sensación de estar jugando a un videojuego de NES, pero sin que las innumerables limitaciones de la videoconsola de Nintendo desmejorasen la experiencia.


Esta aventura de 8 bits con ambientación castlevánica se desarrolla en una tierra olvidada por los dioses en la que el mal campa a sus anchas. Y no, no me refiero a Murcia.

Haggis, nuestro impávido héroe con nombre de especialidad culinaria escocesa, es un guerrero que participó en un raudal de batallas en su juventud y que ahora, camino del primer examen de próstata, lleva una vida pacífica con su hijo en Glenfinnan, un villorrio aburrido que podría estar construido sobre las ruinas de un templo subterráneo plagado de monstruos más feos que los demonios apostólicos de Berserk.

La noche en la que comienza la movida encontramos a Haggis sentado en un claro del bosque, calentándose a la luz de la hoguera; una actividad no exenta de peligro cuando lo único que mantiene tu perineo y aledaños a salvo de los bichos del monte es un taparrabos. Hoy Haggis había salido a cazar para proveer, porque eso es lo que hacen los HOMBRES. Sin embargo, desde que los corzos y jabalís se apuntaron a un cursillo de técnicas de camuflaje, la cacería se ha puesto muy complicada, y nuestro héroe no ha cazado nada aún, aunque ya le han picado varios mosquitos. Sentado al calor del fuego, se siente extrañamente vacío, "como si su esencia se alejase y no quedase nada para él en este mundo". Eso es que tiene hambre.

Haggis solía recurrir a los servicios de rameras y pilló la gonorrea.

De pronto, un ruido que viene del pueblo, algo que suena a gente acuchillada y quemada viva, le saca de su ensimismamiento. Temiéndose lo peor, Haggis corre hasta lo alto de una colina en busca de un buen plano cinematográfico.

El panorama que se extiende ante sus ojos le llena de estupor y espanto. ¡Sus vecinos han empezado a celebrar las Hogueras de San Juan sin él!

O tal vez algunos demonios del inframundo están atacando el pueblo y le han prendido fuego.

-¡Cachis la mar! A ver si me he dejado la "vitro" encendida otra vez.

Lo que Haggis aún no sabe (quizá porque nada más poner el juego, empezó a pulsar botones como un poseso y se saltó el prólogo sin querer) es que no muy lejos de allí, en un templo en el que siempre puedes contar con los relámpagos para crear un efecto dramático apropiado, su hijo está a punto de convertirse en víctima de un grupo siniestro de fans de Helloween ataviados con túnicas rojas.

¿Llegará Haggis a tiempo de salvar al único heredero de su colección de colas de mofeta o sucumbirá en el intento?

-Bien, chicos, ¿a quién le tocaba traer hoy la música?

Y aquí comienza el juego, que es lo más parecido a los primeros Castlevania que he probado nunca si no tenemos en cuenta los cientos de imitaciones que existen.

Los desafíos a los que nos enfrentaremos son de dos tipos: por un lado, lucharemos a brazo partido y sin respiro contra legiones inagotables de monstruos, que nos moleran a palos hasta que memoricemos sus predecibles rutinas de ataque; y por otro lado, tendremos que ser capaces de sobrevivir al entorno, que nos obligará a ser precisos con los saltos para no acabar con los pinreles perforados, abrasados o cubiertos de zarzas. Igual que en Castlevania, pero con un héroe que lleva capa y, por lo tanto, mola +2.

Al principio del viaje, para enfrentarnos a las hordas de bestias infernales que asolan estas tierras caladas de maldad (insisto: no es Murcia), solo contaremos con nuestra armadura y nuestra espada, que están bien para salir del paso, pero que deberíamos plantearnos sustituir tan pronto como sea posible. Por suerte, a lo largo del juego encontraremos mejor equipamiento y tres armas secundarias distintas: hachas, que se lanzan en línea recta, como los cuchillos con los que Simon mantiene a raya a los inquilinos del castillo de Drácula; antorchas, que se tiran al suelo con aparente dejadez, prendiendo un área limitada durante un par de segundos, con un efecto similar al del agua bendita de ya sabéis qué otro juego; y lanzas, que se arrojan a lo alto en diagonal y luego se precipitan hacia el suelo en línea recta (cuesta pillarles el tranquillo, pero son originales y no se parecen a ningún otro arma de Castlevania... que yo recuerde).

-¡Ven aquí y prueba el frío acero, infausta figura encapuchada!

La exploración y la investigación también juegan un papel muy importante en Odallus, y, en este aspecto, el videojuego se parece más al Demon's Crest de Super Nintendo que a los primeros Castlevania.

Cada fase tiene más de una ruta posible y varios tesoros ocultos, y solo cuando encontremos los objetos adecuados, podremos volver sobre nuestros pasos para revelar nuevos caminos. El mapa general es una ayuda en este sentido, porque nos indica cuántos secretos hay en cada fase y cuántos hemos descubierto ya, ahorrándonos el engorro de tener que tomar notas. ¿Recordáis cuando los manuales de instrucciones incluían páginas en blanco para apuntar ese tipo de cosas? ¿Recordáis siquiera cuando los videojuegos venían con manuales de instrucciones? Esto es real.

Super Ghouls 'n Ghosts.

Los objetos que necesitamos encontrar para abrir nuevas rutas en las que repartir estopa y seguir avanzando en el juego reciben el nombre de reliquias. El brazalete de golem nos da fuerza para empujar pesados bloques de piedra con calaveras esculpidas, las botas de harpía nos permiten ejecutar un salto doble, la escama de sirena otorga capacidad branquial, el anillo de Fenrir nos permite deslizarnos a toda velocidad por el suelo, y la capa de Pazuzu invoca a un demonio alado que nos agarrará por los sobacos para que planeemos en el aire.

Pazuzu me hace sentir como Lois Lane en la primera película de Superman.

La dificultad está muy bien ajustada y el juego no es un camino de rosas ni tampoco tan frustrante como para que acabemos abandonando la partida a la mitad y lanzando el ordenador atado a un bloque de cemento al río.

No obstante, la paciencia es una virtud. Aquí no se puede avanzar a tontas y a locas confiando en la suerte, sino que tenemos que aprendernos los patrones y rutinas de cada escenario para asegurarnos de no meter la pata, lo mismo que con cualquier título de la vieja escuela. Esto es especialmente importante con los jefes de fase, engendros gigerianos cuyos movimientos tendremos que aprendernos al dedillo para poder atacar en el momento preciso y no exponernos a un entierro prematuro.

Aunque hay un número limitado de vidas, podemos encontrar más e incluso comprarlas. Además, los continues son infinitos y todos nuestros avances, por mínimos que sean, se guardan, incluyendo los objetos que hayamos encontrado. Esto quiere decir que, en el peor de los casos, ser un manta solo se castiga con repetir la fase en la que hayamos palmado desde el principio. No es divertido, pero tampoco lo es que te crezca una vagina dentada gigante en el pecho y no veo quejarse al alcalde de Glenfinnan.

Si no lo miras directamente, no podrá verte. ¿O sí?

Como podéis apreciar en las imágenes (salvo que seáis ciegos y estéis utilizando el insoportable narrador de Windows para "leer" esta entrada), los gráficos son reminiscentes de la era de los 8 bits, especialmente de la NES.

Al igual que en la videoconsola de primera generación de Nintendo, Odallus utiliza una paleta de 64 colores, con una amplia gama de azules y verdes, y pocas tonalidades cálidas, lo que favorece su atmósfera tétrica, dando a los escenarios un aspecto frío, siniestro y grimoso. Y también un poco cutre, pero cutre con encanto.

La resolución y los sprites, en cambio, son más tochos que los de la NES, y también hay efectos de la generación de los 16 bits.

La relación de aspecto de la pantalla la misma que tenían aquellos televisores mastodónticos en los que jugábamos antes de que se inventasen las pantallas planas o las lanzas con punta de piedra: 4:3. No obstante, como la relación de aspecto de los televisores modernos es más apaisada que cuadriculada, para evitar dejar los laterales de la pantalla en negro, estos se aprovechan para mostrar el inventario, una idea casi tan buena como la que se me ocurre a mí.

Yo habría propuesto incluir una bailarina exótica a cada lado, pero ese es uno de los motivos por los que no me dedico a diseñar videojuegos.

La banda sonora, compuesta por Tiago Santos, es una declaración de amor a la música de 8 bits. Las melodías no son tan animadas ni pegadizas como las de otros videojuegos retro actuales (por ejemplo, Shovel Knight), pero ello va con el tono lúgubre y fatídico de esta aventura.

Los efectos de sonido, en cambio, suenan más cercanos a la generación de los 16 bits, otra decisión afortunada, porque con los cinco canales del chip Ricoh de la vieja tostadora de Nintendo, los breves clips de voz de Odallus habrían sonado como Número 5 con bronquitis.


En conclusión, si os gustan los videojuegos de acción y plataformas estilo Castlevania, Odallus os encantará. Es uno de los mejores juegos de NES que nunca estuvo en su catálogo.

10 comentarios

  1. Que manía de establecer las aldeas al lado de entradas al infierno, cementerios indios y templos demoníacos, luego todo son quejas.

    Lo bueno de estos juegos retro es que al ser el creador el que pone el límite tecnológico del título y no el hardware es que puede saltárselo cuando le convenga, como el tamaño del juego.

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  3. No tiene pala pinta, y a mi todos estos juegos retro indie me encantan

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  4. Algún día emplearé el tiempo suficiente para bajarme un emulador NES y probar unos cuantos juegos de los que recomiendas en este blog, Sr Brocha.
    Mientras tanto solo los disfrutaré leyendo sus líneas.

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  5. Anonimatus: "El terreno era barato". ¡Pues claro! Y ahora saben por qué.

    Vladek: Me alegro de que hayas apuntado este juego en tus deseados de Steam. Y si me alegro por algo así, ¿cómo de deprimente y patética debe de ser mi vida? Seguro que estoy a un nivel superior.

    Doctor Müller: P-pero este juego no es de NES.

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  6. ¿Entonces este no estará en el catálogo de la NES Classic Mini...?
    Ahora ya hablando en serio, 15 euros por un juego así me parece un poco caro. Me esperaré a que lo rebajen o a que salga en algún bundle.

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  7. Los chistes sobre Murcia jamás pasarán de moda. Jamás.

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  8. Juan Mendez: Estos juegos siempre bajan Y MUCHO de precio. Esperar es lo razonable.

    Una copia de una copia de otra copia: Eso espero. Y que conste que tengo familia en Murcia.

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  9. No parece estar mal, ya lo probaré.

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  10. Hola, tiene buena pinta el juego. Buen artículo. Comentar que hoy mismo lo han puesto en Humble Bundle (plataforma en la cual pagas a partir de 1 dolar lo que decidas y lo puedes repartir como decidas entre la plataforma HB, la compañía de los videojuegos y una organización benéfica). Así que desde hoy mismo y hasta el martes que viene puedes pagar 1 dolar y llevarte ese y 2 juegos más.

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