En esta entrada tenéis las reseñas de las películas que he visto en octubre de 2021. ¿Todas las pelis son de terror? Podéis apostar vuestra alma inmortal a que sí. Pero la perderíais, porque se ha colado también la última de Bond. Seguidme en Twitter y Letterboxd; de lo contrario, pesará sobre vosotros una terrible maldición. ¡MUAJAJAJAJAJA!
Phenomena (1985) ★★★½
Sinopsis: Jennifer Corvino, hija de un famoso actor de Hollywood y sonámbula incidental con capacidad para comunicarse telepáticamente con los insectos, ingresa en el Colegio Internacional Ricardo Wagner para Señoritas, en Zurich. Durante su estancia, entabla amistad con un entomólogo paralítico que tiene una mona por mascota y también se enfrenta a un despiadado asesino con predilección por las jovencitas pubescentes.
Reseña: No tengo pruebas pero tampoco dudas de que Sarah no se habría abierto paso por increíbles peligros e innumerables fatigas hasta el castillo en el centro del Laberinto, si Jennifer Connelly no hubiera superado antes un rodaje bajo la dirección de Dario Argento en el que le hicieron toda clase de perrerías y estuvo a punto de perder un dedo (lección del día: nunca soliviantes a un chimpancé).
Centenares de larvas de mosca, una piscina llena de cadáveres putrefactos, un niño con cara de rata topo, un lago en llamas, una mamá psicópata, una mona con navaja... Este giallo con tintes sobrenaturales es un viaje único en imágenes y sonido, y hay en él un ejercicio de estilo e imaginación que resuena con fuerza a pesar de sus carencias.
Si le buscáis inconsistencias y problemas de guion a esta película se los podéis encontrar sin necesidad de levantar la alfombra. Pero nadie que esté familiarizado con este subgénero, o con el cine italiano de explotación en general, espera coherencia o lógica de su parte, sino una estética determinada. Y eso es algo que Phenomena da con creces.
Viéndola en una fría noche otoñal, con las luces atenuadas, uno tiene la sensación de adentrarse en una realidad alternativa que discurre entre la vigilia y el sueño. A la sombra de los Alpes suizos existe un mundo de fantasía perturbador y misterioso, un mundo en el que un montón de granos de café en un tanque de agua pueden pasar por un enjambre de insectos, un mundo en el que una inquietante melodía de Goblin puede dar paso abruptamente a un temazo de Iron Maiden. Y, por supuesto, la sangre es de un intenso rojo bermellón y las chicas tienen la manía de atravesar cristales con la cabeza; si no, no sería una película de Dario Argento.
Jennifer Connelly vestida de blanco y con cara de ensoñación (o de estar mirando fijamente a un burrito dando vueltas en el microondas) se hace cargo del resto.
La maldición (Cursed) (2005) ★★★
Sinopsis: Ellie y su hermano Jimmy llevan una vida difícil en Los Ángeles (difícil para cualquiera que base sus expectativas vitales en un póster de Melrose Place, quiero decir). La situación se les complica de forma sobrenatural cuando ambos son víctimas del ataque de una bestia que podría o no ser un hombre lobo. A la mañana siguiente, los hermanos empiezan a notar cambios en sus cuerpos. Cambios empoderantes y sexis. ¿Podrán descubrir al culpable y librarse de esta "horrible" maldición?
Reseña: Esta película de hombres lobo es demasiado sesuda para mí y me plantea muchos interrogantes. Por ejemplo:
¿Qué es más pálido y redondo?, ¿la luna llena o la cara de Christina Ricci?
¿Llego tarde para iniciar el movimiento #ReleaseTheCravenCut?
¿De verdad internet era así de feo hace dieciséis años?
¿Qué es más difícil de creer?, ¿que haya hombres lobo en Los Ángeles o que Jesse Eisenberg se convierta en un tío enrollado?
¿Existen las puertas mágicas que se reconstruyen solas después de que un perro lobo las reviente?
¿Por qué los efectos digitales siempre envejecen tan mal y, en cambio, un señor con un disfraz de chucho rabioso sigue dando más o menos el pego?
¿Es normal que el pentagrama con el que están marcados los hombres lobo cambie de la palma de una mano a la otra, o es solo el enésimo fallo de racord?
¿Había barrido Christina Ricci alguna vez en su vida antes de hacer esta película?
Nunca acompaño estas reseñas de imágenes, pero... A VER. |
A pesar de los innumerables problemas que pesan sobre esta producción maldita (Wes Craven pasó un infierno para sacarla a flote), hay algo que puedo apreciar en ella: sus trucos de trilero. Prueba de lo bien que funcionan es que esta es la tercera o cuarta vez que veo la película y, sorprendentemente, ni siquiera estaba seguro de quién era el hombre lobo. Sé que eso también puede ser un indicio de una memoria quebradiza y una demencia temprana, pero prefiero ser positivo.
Además, si lo anterior no os convence, respondedme a esta pregunta: ¿En cuántas obras de ficción habéis visto a un hombre lobo hacer una peineta? Eso tiene que sumar al menos tres puntos, ¿no?
Por último, La maldición también nos enseñó una valiosa lección: "no existe el sexo seguro con un hombre lobo". No pasa un solo día en que no lo tenga presente.
Leyenda urbana (1998) ★★½
Sinopsis (destripamiento parcial de la trama incluido): Natalie, una estudiante universitaria, cree que un asesino que anda suelto está inspirándose en leyendas urbanas para cometer sus crímenes. Sin embargo, no se le ocurre pensar que el asesino podría tener algo que ver con el homicidio imprudente que su amiga y ella provocaron hace años por emular tontamente una leyenda urbana. Cuánta idiotez...
Reseña: Como aficionado al cine de terror, tengo una confesión que hacer: nunca me ha gustado especialmente Scream. Reconozco sus méritos y aprecio el salvavidas que le echó al subgénero slasher, pero no es santo de mi devoción. Y dado que me gusta ser coherente conmigo mismo, todos los slashers para la generación X que salieron a rebufo de su éxito me atraen entre poco y nada. Es cierto que disfruté viendo a Jennifer Love Hewitt en Sé lo que hicisteis el último verano, pero os garantizo que no fue por las virtudes cinematográficas de la cinta.
Para mi desgracia, Leyenda urbana no es ninguna excepción. Supongo que el responsable del reparto puede felicitarse por habernos dado una confrontación temprana entre el Lex Luthor de Smallville y el Joker del Snyderverso, y a su favor también diré que salen Brad "Muñeco diabólico" Dourif y Robert "Freddy Krueger" Englund en papeles secundarios (el del primero, poco más que un cameo). Pero, como decía, la película no es para mí.
No obstante, le doy un notable a sus primeros ocho minutos. Si los hubieran alargado hasta la media hora para desarrollar al personaje principal y crear la oportuna tensión en los momentos de terror en lugar de depender del susto fácil, ese prólogo habría dado para un buen piloto de una serie de televisión.
Bloodsucking Bastards (2015) ★★★
Sinopsis: La empresa de telemarketing en la que trabaja Evan, el único empleado diligente de toda la compañía, contrata a su antiguo rival de la universidad como nuevo director de ventas. Cuando algunos de sus compañeros desaparecen misteriosamente y luego reaparecen comportándose de forma extraña, Evan llega a la conclusión de que su nuevo jefe no solo es un chupasangres en sentido metafórico, sino también literal. Evan, su mejor amigo y un guardia de seguridad tendrán que darse prisa si quieren exterminar al vampiro jefe y evitar que convierta a todos sus compañeros en eficientes (aunque pálidos) trabajadores no muertos.
Reseña: Todos hemos oído alguna vez que "el trabajo te chupa la vida" o una frase parecida. Esta comedia de terror parte de ese tópico tristemente extendido y le da un giro literal tan obvio que jurarías que es imposible que no se le hubiera ocurrido a alguien antes. Y probablemente sea imposible, pero me da pereza investigarlo. He terminado de trabajar hace apenas una hora, ¿vale?
Como sátira, la película hace buen uso de la figura del vampiro para criticar actitudes propias de ciertos ámbitos laborales, tóxicos y deshumanizadores, y aunque no dice nada nuevo al respecto, al menos tiene algo que contar. En términos de ritmo, empieza un poco lenta, pero gana fuerza a medida que avanza el metraje y al final acaba por todo lo alto con un baño de sangre que enorgullecería a Sam Raimi.
Además, aunque el bajo presupuesto se nota (la trama se desarrolla casi íntegramente en una oficina, y el único actor famoso es Pedro Pascal, que se trajo su propio vestuario de casa), saben sacarle partido a lo que tienen.
Sin ser ninguna maravilla, para evadirte hora y media la película cumple de sobra.
Escapa del Undertaker (2021) ★
Sinopsis: Los New Day (el trío de luchadores de la WWE, no la banda española de rock alternativo) entran en la mansión del Undertaker para pedirle prestada la urna que le da su poder. En tus manos, espectador, está su destino. O el menos eso es lo que pretenden que te creas en este especial interactivo de Netflix.
Reseña: Este producto audiovisual (dudo siquiera que pueda catalogarse como película) es una mamarrachada protagonizada por tres payasos de los que no había oído hablar hasta hoy y por una leyenda retirada del wrestling que quizá debería dedicarse a escribir su autobiografía en lugar de seguir haciendo el ridículo.
Puede que un crío loco por la WWE le encuentre algún atractivo a esta bochornosa pantomima. Lo entendería, porque, en los albores de la creación, yo también fui lo bastante fan de este espectáculo televisivo como para ilusionarme cuando me regalaron un muñeco de Snake "el Serpiente" (¡con su increíble puño pitón!).
Pero, siendo un adulto con un mínimo de espíritu crítico, debo decir que la, ugh, cosa esta ni siquiera funciona como producto interactivo. Es una tomadura de pelo en la que todas las decisiones llevan al mismo punto, solo que por distintos caminos, y ninguno de ellos tiene pinta de ser original ni interesante. No descarto que haya un par de opciones de las que dependa el desenlace de su "cautivadora" trama; pero no tengo las ganas ni la paciencia para comprobarlo. Me conformo con haber desperdiciado solo media hora de mi vida y con el tibio aplauso del Undertaker.
Blanco perfecto (Downrange) (2017) ★★★
Sinopsis: Un repentino "pinchazo" en mitad de ninguna parte deja a seis chavales que viajaban juntos a merced de un francotirador. ¡Preparaos para presenciar las horripilantes consecuencias de la economía colaborativa y de los tramos de carretera con mala cobertura!
Reseña: Considero oportuno señalar que, antes de ver esta película (que tenía anotada por recomendación de no me acuerdo quién), ya había intentado ver otras dos películas de terror en días anteriores; pero no pude terminármelas, porque no estaba entrando en ellas ni lo más mínimo. De un bodrio al menos me llevo el escarmiento y una lección aprendida, pero lo anodino me resulta insoportable, y, a pesar de que como legumbres todas las semanas, sé que no voy a vivir eternamente, así que me levanté del sofá, apagué el televisor y tararí que te vi.
Aclarado esto, ahora puedo decir que, aunque Blanco perfecto no es mi tipo de película, agradezco que al menos me ofrezca algún tipo de estímulo y no me tenga hora y media mirando la pantalla con cara de apio. Es verdad que la respuesta que me genera este thriller es principalmente de desagrado, porque su violencia es demasiado cruda para mi gusto; pero tiene una buena premisa y le saca todo el partido que puede sacársele sin cometer excesos. Además, es coherente consigo misma y, como tiene buen ritmo y no paran de pasar cosas, te mantiene enganchado.
Por desgracia, el final es de los que me hacen menear la cabeza y chasquear la lengua. Si no fuera por eso, tendría la media estrella más que se merece.
Los Muppets en Haunted Mansion (2021) ★★½
Sinopsis: Gonzo recibe una invitación desafiándole a pasar la noche en la Mansión Encantada. Su amigo Pepé, el langostino, lo acompaña.
Reseña: ¿Sabéis qué es lo más espeluznante de esta película? El título español. No tuvimos bastante en su día con sustituir esa genialidad de nombre que es los Teleñecos (porque, si la marca era la misma en todas partes, se ahorraban dinero al imprimir etiquetas), sino que ni siquiera la Mansión Encantada merece ya su pertinente traducción. Para tener un mísero artículo determinado y una preposición en español, preferiría que hubieran dejado el título original tal cual. ¿Quién tomó esta decisión? ¿Sería la misma persona que tradujo "king prawn" como "rey gamba" en la sinopsis oficial de Disney+?
En cuanto a la película..., bueh, son los Teleñecos con un presupuesto de tres dólares. Para mí es duro decir esto, porque, no solo me encantan los Teleñecos, sino que la Mansión Encantada es una de mis atracciones favoritas de Disney; pero la flojera de esta comedia musical no pasa desapercibida.
Adoro a Gonzo (¿y quién no?), hay algunos buenos momentos (pocos), Will Arnett me cae simpático incluso con mostacho postizo (o sobre todo con él), y Statler y Waldorf siempre consiguen arrancarme alguna carcajada (me siento muy representado por ellos, cada día más); pero hay episodios de Los Pequeñecos con más chicha que este mediocre especial de Halloween.
La historia es apenas una excusa para recorrer la atracción de Disney, los cameos distraen más que aportan, los efectos digitales empañan el trabajo de los marionetistas, y el hecho de que casi todo esté rodado delante de pantallas LED le da al acabado un aire barato que los Teleñecos no se merecen. No veo esfuerzo ni pasión, solo explotación.
Doy a este especial un aprobado raspado por cariño. Tan solo por eso.
Un hombre lobo entre nosotros (2021) ★★½
Sinopsis: El nuevo agente forestal de Beaverfield se enfrenta a un posible caso de hombres lobo en mitad de una tormenta de nieve que ha aislado al pueblo.
Reseña: La película comienza con una cita sobre lo importante que es escuchar al prójimo acompañada de música inquietante. Un sonido atronador restalla en el momento en que estas palabras aparecen en pantalla: "Sr. Rogers" (el buen vecino de América, como sabréis si habéis visto el biopic protagonizado por Tom Hanks). El chiste me pilló por sorpresa y me hizo gracia. Lo consideré una buena señal.
Por desgracia, ese fue el único chiste con el que me reí.
Y me fastidia no haber disfrutado más de la película, porque la premisa me gusta (es un whodunit en el que el asesino podría ser un hombre lobo) y el escenario apela a muchas de mis debilidades cinéfilas (pequeña localidad estadounidense en mitad de la montaña, agente local que investiga sucesos extraños, vecinos pintorescos, temporal de nieve que deja al pueblo incomunicado...). ¡Incluso me ha creado una nueva perversión particular!: Milana Vayntrub con uniforme de cartera (cartera de las que reparten cartas, no de las que se utilizan para llevar tarjetas, dinero y tal vez un preservativo caducado desde marzo de 2007).
Siendo justos, estaba comprando lo que la cinta me ofrecía, sin mirarle el dentado, más o menos hasta que todos los personajes se refugian en el hotel. A partir de ahí, su peculiar mezcla de comedia, suspense y terror empezó a hacérseme cuesta arriba. Diría que me pareció desprovista de garra si la policía del humor no me hubiera echado el guante por menos.
También podría decir que la película es simpática, pero no quiero que interpretéis eso como un cumplido. Es lo mismo que diría de un camarero que me hubiera servido el café con una sonrisa y algunas palabras amables en lugar de ponerme cara de asco y escupirme en la taza mientras no miraba. El problema de los desconocidos simpáticos es que al día siguiente los has olvidado. Decir que una película es simpática es de "bienquedas".
No obstante, quisiera darle a esta peli el beneficio de la duda y esperar a verla otra vez para afianzar mi opinión, porque me quedé sopa viéndola y, cuando rebobiné para ver lo que me había perdido, aún tenía el cerebro tan ralentizado que no sabía ni qué día de la semana era, así que puede que no estuviera en condiciones de apreciarla como es debido. Se llama tener consideración.
La autopsia de Jane Doe (2016) ★★★½
Sinopsis: Dos forenses, padre e hijo, realizan la autopsia de una mujer sin identificar. La policía ha encontrado el cadáver enterrado en el sótano de una casa cuyos habitantes han sido brutalmente asesinados. El cuerpo está inmaculado por fuera, casi como para levantarse y echarse a desfilar por una pasarela; pero por dentro está hecho un despojo, y los traumas internos no concuerdan con la apariencia externa. Seguro que hay una explicación lógica para esto, ¿verdad? ¿VERDAD?
Reseña: Para mí esta película se divide en dos partes, una, la buena, que disfruto con el masoquismo propio de cualquier aficionado al cine de suspense y de terror, y otra, la no tan buena, que contemplo con la misma condescendencia que puedo tener con una persona de setenta años a la que se le escapa un comentario racista sin mala intención.
La primera parte es la que nos plantea el misterio. El cadáver de una mujer (que aún podría pasar por una modelo con más de 60.000 seguidores en Instagram) llega a la morgue, y los forenses lo examinan para descubrir la causa de la muerte. Sin embargo, lo que encuentran a medida que juegan a la versión fúnebre de Operación es un rompecabezas que desafía la razón. En este punto, si no te has molestado en ver el tráiler ni leerte la sinopsis, aún te puedes plantear si la historia va a tirar por lo mundano o por lo sobrenatural. Pero, en cualquier caso, lo más probable es que estés en tensión todo el rato, a la espera que la finada parpadee o se levante, intentando prever el susto que no llega para amortiguar su impacto y que no se te salga el corazón por la boca. ¿Ocurrirá algo o no? ¡Ah!, misterio.
Hasta aquí, todo bien.
Luego viene la segunda parte, en la que ya te enteras de qué va el asunto y la cinta se convierte en el equivalente del tren de la bruja, una atracción de feria bien ejecutada, pero que cae de lleno en las convenciones propias del cine de terror de los últimos diez años. No es que eso esté mal, pero cuando me plantean un misterio en los términos que lo hace esta historia, prefiero que la respuesta tenga sentido y no sea "lo hizo un mago". Cuando todo vale, pierdo interés. No obstante, si esta noche veo siluetas al otro lado del pasillo cuando me levante para mear, será señal de un trabajo bien hecho.
Pasando a cuestiones más específicas, hay dos elementos en particular que quiero destacar por su constancia desde que empieza hasta que acaba el filme. El primero es la atmósfera; es fría y aséptica, de laboratorio, y evita los efectismos pueriles para favorecer que te traicione tu propia imaginación. Sin duda da en el blanco. La segunda son los diálogos, que son horrendos y más contranaturales que un cadáver dándose un garbeo por la morgue. Algunos incluso me hicieron plantearme si los guionistas estaban escribiendo en su propio idioma. Por suerte, hay muchos silencios.
Me gustaría aportaros también algún dato curioso sobre la producción de la película, pero en YouTube solo he encontrado vídeos de reacciones impostadas y explicaciones sobre un final que no necesita explicación, no el documental que andaba buscando. Para compensar, os dejo con este comentario que hizo Stephen King en Twitter: "LA AUTOPSIA DE JANE DOE: Horror visceral que rivaliza con ALIEN y el Cronenberg temprano. Vedla, pero no solos". No sé por qué el hombre grita los títulos de las películas, pero tendrá que bastar.
Devil's Island (2021) ★
Taylor entró en el despacho de su padre. Como de costumbre, el aire acondicionado estaba puesto a plena potencia. Taylor agradeció el golpe de aire helado. Los termómetros marcaban 28º en las calles de Redondo Beach, pero la humedad era elevada y hacía bochorno. Además, llevaba acalorado toda la mañana. A Taylor no le hacía falta mirarse en un espejo del pasillo para saber que tenía cercos de sudor bajo las axilas. Esperaba que la camisa a cuadros que llevaba puesta lo disimulara. No quería parecer nervioso.
—Hola, papá —saludó, con una mano aún en el tirador de la puerta.
Su padre estaba sentado en el escritorio, parapetado tras los dos monitores a los que estaba conectado su ordenador portátil. En cuanto fue consciente de que no estaba solo, movió el ratón rápidamente a un lado e hizo varios clics consecutivos. Taylor supuso que estaba cerrando ventanas que no quería que nadie viera. Eran casi las doce de la mañana, así que probablemente se trataba de porno.
Sean King impulsó la silla hacia atrás y a un lado para ver mejor a su hijo.
—¡Taylor! —exclamó, sonriente—. No te quedes ahí parado. Siéntate, hijo.
Taylor ocupó una de las dos sillas de aspecto barato que estaban enfrente del escritorio (la de su padre era cara y tenía un diseño ergonómico). Se quitó la gorra y la dejó sobre su regazo. «Mi gorra de director», pensó. «Todos los grandes directores la usan. Como Ron Howard».
Ron Howard era su ídolo, y ni una sola vez se le pasó por la cabeza que el director de El Grinch (su película infantil favorita desde que la vio con cuatro años) llevara gorra para ocultar su calvicie.
—¿Cómo va nuestra nueva película? —le preguntó su padre.
Se refería a Devil's Island. Era su aportación más reciente al catálogo de la plataforma de streaming de Amazon. La historia iba de una chica de las Vegas, Samantha (interpretada por Kat Alexandra), que heredaba de sus abuelos una isla en el archipiélago Thousand Islands y descubría que sus vecinos guardaban un oscuro secreto. Era la historia de una chica que se plantaba y defendía lo que era suyo. O al menos se suponía que tenía que ir de eso, pero al final...
Taylor agachó la cabeza, incómodo, y fijó la mirada en su gorra de director, que sostenía con más fuerza de la que era consciente entre sus manos. En la parte frontal de la gorra estaba grabado el dibujo de una figura tiki. Era el logotipo de la productora que su padre y él habían fundado en 2015: la New Zealand Son Films. En seis años, habían producido más de diez largometrajes y varias series de televisión. Habían llegado lejos desde entonces, ¿no? Y aunque su padre rondaba ya los cincuenta, él solo tenía veinticuatro años. Aún tenía una larga carrera por delante. Nadie se hundía por una mala crítica.
«¿Y por un centenar?», se preguntó.
El silencio se había adueñado del despacho, pero duró poco. Sean King era muy perceptivo y le leía el disgusto en la cara a su hijo.
—Has leído las primeras críticas y no son buenas —le dijo, con gesto grave. No era una pregunta.
Taylor asintió.
—Son espantosas —gimió.
El mayor de los King resopló con desdén.
Taylor pensó en citarle algunas de las reseñas que había leído. Podía hacerlo de memoria, porque eran como marcas recientes de latigazos en su cerebro. La gente podía ser muy cruel. «La vi porque me salió como recomendación basada en mis gustos y estoy escribiendo a Amazon para reportar el problema con su algoritmo», decía un usuario de Letterboxd. «Los diálogos parecen sacados del Cleverbot», decía otro. Taylor se lo pensó mejor y se limitó a esperar la reacción de su padre. No tuvo que esperar mucho.
—¡La gente no tiene ni puta idea de cine! —exclamó, pegando un manotazo en la mesa.
Taylor iba a decir algo, pero se mordió la lengua. Pensó en los títulos de algunas las películas que habían coproducido hasta la fecha, alternándose en las tareas de dirección y guion: Porn Girl, My Alien Girlfriend, Bad Girls... No podía decirse que ellos fueran Orson Welles o Stanley Kubrick precisamente. En el mejor de los casos, eran unos Roger Corman o Albert Pyun contemporáneos. Con ínfulas, según sus críticos.
Lo triste del asunto es que a Taylor le habría gustado ir a la escuela de cine para aprender los entresijos del oficio, pero cuando se lo propuso a su padre, este se negó en redondo. Lo consideraba una pérdida de tiempo. «Y el tiempo es dinero», decía siempre.
Sean King se describía como un hombre hecho a sí mismo. A sus diecinueve años ya había dirigido y protagonizado su primera película, Highways, que vendió a la HBO «por un buen pellizco». Y si él no necesitó ir a una escuela para aprender a hacer películas, entonces su hijo (carne de su sangre, sangre de su sangre) tampoco. Hablar con él de ese tema era como escuchar un disco rayado con el eslogan de Nike. «Solo hazlo», decía. Ni siquiera el apoyo de la madre de Taylor, que prefería que su hijo fuese a la universidad, podía convencerle de lo contrario.
Entonces asistieron a aquella charla de Ron Howard en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Cuando llegó la sesión de preguntas y respuestas, Sean King fue el primero en coger el micrófono:
—Mi hijo quiere ir a la escuela de cine. Sé que usted fue a la USC. ¿Es una buena idea?.
Ron Howard, el mismísimo Ron Howard, director de clásicos como El código Da Vinci y Ángeles y demonios, respondió que para hacer películas solo necesitaban una cámara y un ordenador portátil. Desde ese día, la discusión quedó zanjada.
—Papá... —dijo Taylor, volviendo al presente.
Su padre estaba hablando para sí mismo, irritado.
—Esos mamones cubiertos de granos no reconocerían una buena película ni aunque se les sentase en la cara.
—Papá...
—¿Han hecho ellos alguna película? ¡No!
—¡Papá! —Esta vez Taylor elevó la voz. Eso captó la atención de su padre, porque enmudeció de golpe—. Papá —repitió, esta vez en un tono más bajo y calmado. Se tomó unos segundos antes de continuar, porque él mismo no estaba convencido de lo que iba a decir (o quizá prefería no estarlo)—. ¿Y si tienen razón? —De pronto se envalentonó—. ¿Y si la película es una mierda?
—¿Una mierda? ¿Eso dicen? ¡Ja! —Sean se rio al tiempo que daba otro golpe sobre la mesa, más fuerte que el anterior. El teclado y el ratón temblaron—. ¿Qué coño sabrán esas ratas que se pasan todo el día metidas en internet? Mierda es lo que echan por la boca cada vez que la abren. ¿Acaso llevan ellos treinta años en este negocio? ¡No! ¿Han trabajado ellos para HBO y Amazon? ¡Tampoco! —Echó el cuerpo hacia delante, juntando las manos sobre el escritorio, y miró a Taylor directamente a los ojos—. Hijo, Devil's Island es lo mejor que nadie ha hecho en el género en años, una auténtica obra maestra. Y cualquiera que diga lo contrario es un gilipollas.
A pesar de la apreciación de su padre, Taylor tenía serias dudas sobre la calidad de la película. El apartado técnico era solvente, la localización lucía espectacular, y Kat actuaba bien y tenía carisma (además, su físico se salía de los cánones de Hollywood, y eso también estaba bien); nada de aquello le despertaba dudas. Pero había otros aspectos que, por mucho que le fastidiase reconocerlo, no acababan de convencerle. La incertidumbre lo acechaba incluso antes de ver el montaje final. La sensación de que algo iba mal surgió cuando su padre empezó a revisar y retocar sobre la marcha, durante el propio rodaje, la parte del guion que Taylor había escrito. Eliminó escenas enteras, escenas sin las que, en opinión de Taylor, no se podía entender la película. Sean se justificó con una cita de Alfred Hitchcok: «Hay algo más importante que la lógica: la imaginación». Taylor cerró la boca. Rara vez cuestionaba las decisiones creativas de su padre, no porque los dos solieran pensar del mismo modo, sino porque ambos sabían de sobra quién llevaba la voz cantante. Discutir era una pérdida de tiempo («y el tiempo es dinero»), así que se dejó convencer.
Sin embargo, algunas de las críticas que Taylor había leído confirmaban sus temores. Y si aspiraba a que su padre respetara su criterio algún día (un día no muy lejano, esperaba él), tenía que decirle algo.
—Deberíamos haber dejado las escenas en las que Samantha descubría por qué habían matado a sus abuelos —dijo—. Y también el diálogo en el que Samantha explica por qué se ha mudado a la isla. Era importante para entender al personaje.
—¿Qué? —Sean lo miraba atónito. No estaba acostumbrado a que le dieran lecciones, y menos a que estas vinieran de su hijo. Tardó unos segundos en añadir algo más—: No digas bobadas. Todo eso se sobreentiende. A sus abuelos los matan porque a los isleños no les gustan los extraños y...
—Eso no es lo que escribí —le cortó Taylor, tajante. Sentía la tensión acumulándosele en sus sienes. La presa se estaba resquebrajando—. Y tampoco tiene sentido. Los abuelos de Samantha llevaban muchos años viviendo en la isla.
—Eso no es...
Taylor levantó una mano para que su padre se callara. No quería obcecarse con detalles. Eran importantes, pero no tanto como el problema que le carcomía por dentro.
—¿Qué pasó con la parte que tú te encargarías de escribir? —preguntó. Fue consciente de que estaba elevando la voz otra vez, pero ya no le importaba. La presa se había destruido y el agua brotaba en una corriente atronadora; ni siquiera Superman podía salvar ahora a la ciudad de la inundación—. ¿Te acuerdas de lo que hablamos? Yo me ocuparía de escribir el primer acto y la mitad del segundo, y tú del resto.
—¡Lo hice! —exclamó Sean a la defensiva.
—¡Solo escribiste tres páginas! ¡No te vale ni para limpiarte el culo!
Taylor se levantó de la silla, dejó su gorra sobre el escritorio y se acercó a las estanterías en las que se guardaban las copias impresas de todos los guiones que habían rodado desde que fundaron la empresa, incluidos los de las series de televisión. Estaban encuadernados y ordenados por fecha. Recorrió con el dedo índice los lomos que poblaban uno de los estantes, sacando alguno de vez en cuando para comprobar el título.
—Taylor, hijo... —oyó decir a su padre con voz queda—. ¿Por qué no vuelves a sentarte y hablamos de esto con calma? A lo mejor has estado sometido a demasiada presión y...
Taylor sacó el guion de Devil's Island del estante y lo abrió por el final. Se volvió hacia su padre, pero no levantó la vista del guion. Si miraba a su padre a la cara, si sus miradas se cruzaban aunque solo fuera un instante, puede que sintiera una punzada en el corazón, se desinflara y se arrepintiera de lo que iba a hacer.
—Esta —Clavó un dedo en la hoja que tenía delante— es tu parte del guion. Abarca todo lo que sucede desde que Samantha le dice al sheriff Thompson que no va a marcharse de la isla.
Empezó a leer:
SOBREIMPRESO:
UN MES DESPUÉS
EXT. Isla de Elm Tree. Terraza - Primera hora de la mañana
Samantha sale de la casa en camisón con una taza de café. Se apoya en la barandilla y contempla el paisaje.
EXT. Junto a la caseta - Poco más tarde
Samantha, con un vestido sencillo de una pieza, cuelga la ropa recién lavada en el tendedero.
INT. Salón - Día
Samantha ve la tele. Hay dos bolsas de nachos en el sofá y otra bolsa enorme, medio vacía, encima de la mesa. Sobre la mesa también hay tres cuencos con diferentes salsas.
Samantha coge un nacho de la bolsa que tiene más cerca y lo introduce en una de las salsas.
EXT. Porche - Día
Samantha baila mientras barre.
INT. Salón - Día
En la mesa, junto a la bolsa grande de nachos, vemos ahora una botella de ginebra y un vaso de cristal volcado.
Samantha baila alocadamente entre la mesa y el televisor.
EXT. Bahía Chippewa. Embarcadero - Día
Samantha, con gafas de sol, regresa de la tienda local con una bolsa llena de comida vegetariana. De camino a su bote, se cruza con una señora que la saluda con simpatía.
SEÑORA
Hola.
Samantha se gira, sorprendida, y devuelve el saludo.
SAMANTHA
Hola.
Samantha sigue caminando por el embarcadero con una sonrisa.
EXT. Isla de Elm Tree. Noche
Los grillos cantan. Oímos el crepitar de una hoguera.
Samantha está sentada en un silla de jardín delante de una fogata. Gira la cabeza y ve la bandera con el emblema del lobo ondeando en lo alto.
Samantha se levanta, baja la bandera y la arranca del mástil. Luego la arroja al fuego y se sienta para verla arder.
INT. Dormitorio - Noche
Primer plano de la campanilla colgada cerca del techo.
La campanilla tintinea.
La cámara baja hasta la cama. Está vacía.
INT. Salón - Noche
Samantha, vestida con una camiseta azul marino en la que pone SEAN y un pantalón gris (estilo militar), carga un cartucho en la escopeta y apunta hacia un posible intruso.
CORTE BRUSCO A NEGRO
SOBREIMPRESO:
DEVIL'S ISLAND
EXT. Isla de Elm Tree - Primera hora de la mañana
Plano general. La bandera de los ESTADOS UNIDOS ondea en el mástil. Samantha, con la misma ropa que llevaba anoche, camina hasta la orilla con la escopeta apoyada en un hombro y una taza de café.
Al pasar a un plano medio vemos que Samantha está cubierta de salpicaduras de sangre.
Samantha se bebé el café mientras mira hacia el horizonte. Sonríe.
CRÉDITOS
Taylor cerró el guion de golpe y lo arrojó sobre la mesa. Las cubiertas eran de plástico y el manuscrito se deslizó a toda velocidad por la mesa. Sean King lo siguió con la mirada, boquiabierto, hasta que el teclado lo frenó.
—¡¿Cómo no van a decir que la historia no va a ningún lado?! —gritó Taylor. A medida que leía, se le había acelerado el pulso, y también notaba el rostro encendido—. ¡Si ni siquiera tiene un final! ¡¿Y dónde está la otra mitad del segundo acto?!
Sean King se volvió hacia él. Tenía los ojos abiertos de par en par y la boca congelada en una mueca de asombro. Contemplaba a su hijo como si fuera un extraterrestre del planeta X. Al cabo de unos segundos, parpadeó y pareció recobrar el sentido. Sus labios se movieron como si fuera a decir algo, pero las palabras se le atascaron. Tosió para aclararse la garganta, haciendo un esfuerzo evidente por recomponerse.
—E-es una historia poco convencional, intimista —dijo Sean, inseguro—. El simbolismo, las metáforas...
—¡Apenas es media historia! —le interrumpió Taylor—. ¡Hiciste pasear a la pobre Kat en pantalones cortos de un lado para otro de la isla mientras tú tomabas el sol! ¡Y la mayoría de los días ni siquiera hacía buen tiempo!
—El presupuesto, los plazos...
Taylor dejó de escuchar. Recogió su gorra, se la caló con fuerza y salió del despacho de su padre, cerrando la puerta de golpe. Se encontró consigo mismo en el espejo del pasillo. Tenía el ceño fruncido y su boca se había convertido una delgada línea de frustración. Estaba furioso. Más furioso de lo que había estado nunca. Y no le gustaba estar así. Él no era esa clase de tío.
Se obligó a pensar en las clases de yoga a las que se había apuntado para lidiar con el estrés. Cerró los ojos y recordó los ejercicios de respiración curativa.
Inspira... Espira... Inspira... Espira...
Al cabo de dos minutos, abrió los ojos. Ya estaba mejor. No bien, pero mejor. Sacó el teléfono móvil del bolsillo y puso el dedo sobre la pantalla para que leyera su huella. Tuvo que hacer varios intentos para desbloquearlo, porque le sudaban las manos.
Inspira... Espira... Inspira... Espira...
La pantalla mostró la aplicación de Letterboxd, que había dejado abierta en la ficha de Devil's Island antes de entrar en el despacho de su padre. En ese tiempo ya se había publicado una reseña nueva. La leyó.
«Hay dos razones por las que decidí ver esta seudopelícula sin saber absolutamente nada de ella: la primera, porque dura hora y diez, y eso es algo que agradezco (no necesito que todas las películas duren un mínimo de dos horas); y la segunda, ¡porque el póster es radical, troncos! Parece una isla corriente, ¿eh?, pero, ¡BAM!, por debajo del agua es una calavera. ¿Cómo de molón es eso?
Si hubiera sabido que el póster era una copia del de Cabin Fever: Patient Zero, quizá habría sido más precavido.
Ahora solo se me ocurre una razón por la que alguien querría tragarse esta tomadura de pelo: que el sueño de su vida sea visitar el archipiélago Thousand Islands, pero no pueda permitirse el viaje. Aun así, le recomiendo buscar fotos en Google. Será menos doloroso».
La reseña la firmaba un tal TipodelaBrocha, que había puntuado la película con una estrella (por el paisaje, decía en la posdata el muy...).
Inspira... Espira... Inspira... Espira...
Taylor regresó a su despacho, encendió el ordenador y abrió el guion de su próxima película, que también se estrenaría en Amazon este mismo año. Trataba sobre una repartidora de pizza que tenía que salvar a su vecina de una fraternidad de vampiros. Se titulaba Super Hot.
Dejó caer la cabeza sobre el teclado y lloró.
Trampa mortal (1976) ½★
Sinopsis: En un pantano de la Texas más hedionda y profunda, un paleto perturbado regenta un motel de mala muerte en el que los desafortunados inquilinos tienen tantas posibilidades de que les rebanen el pescuezo a golpe de guadaña, como de que los echen a comer a un auténtico y genuino cocodrilo africano.
Reseña: Esta cinta es una porquería pestilente y todas sus copias deberían hundirse en una ciénaga y desaparecer para siempre de la faz de la tierra.
"Hala, lo que ha dicho...".
¡Tú a callar, voz que escucho en mi cabeza! Esta es mi reseña y puedo escribir en ella lo que me dé la gana, incluso reescribirla cuando no mires si cambio de opinión de aquí a mañana.
Trampa mortal es una película espantosa, aburrida y tan desagradable que no vale ni para reírse de ella con los amigos. Da la impresión de que Tobe Hooper hubiera querido repetir la fórmula de terror rural que tan bien le funcionó en La matanza de Texas, pero por el camino se hubiera olvidado completamente de cómo crear tensión, dirigir a sus actores o no ser un degenerado que trata a las mujeres como objetos sexuales. Y encima es fea, porque, aunque el presupuesto de ambas películas es parecido, en esta ocasión hay menos talento detrás de las cámaras, y el acabado delata vilmente las carencias presupuestarias. Seguro que cuando Hooper revisaba las tomas diarias, echaba de menos a Daniel Pearl.
Parte de la culpa de esa ineficiente puesta en escena la tiene también el cocodrilo, que no pasaría por un cocodrilo de verdad ni aunque llevara colgado un certificado de autenticidad firmado por el comité ejecutivo del Grupo Especialista en Cocodrilos de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Incluso el cocodrilo hinchable con el que me metía yo en la piscina cuando era un crío daba más el pego.
De todo lo malo, que no es poco, los diez primeros minutos son para mí los más imperdonables. No voy a entrar en detalles, pero antes de que a la pobre chica que protagoniza las primeras escenas se la zampe el reptil de mentirijilla ya han intentado violarla dos veces. Después de eso, la película se convierte en una burda pantomima, lamentable incluso para los estándares de los slashers de bajo presupuesto; pero los abusos y la violencia de esas primeras escenas tienen una cualidad malsana que me provoca verdadera repulsión. No me extraña que la película formase parte de la extensa lista de video nasties del Reino Unido, porque es un claro exponente de la bajeza del cine de explotación. Para disfrutar de algo así hay que estar mal de la sesera.
Quién me manda a mí ver otra película de Tobe Hooper con un cocodrilo asesino.
Bloody Hell (2020) ★★★
Sinopsis: Rex, un militar retirado con nombre de perro policía, es condenado a ocho años de prisión por frustrar un atraco de manera innecesariamente violenta (o sea, de manera entretenida). Al salir de la cárcel, se marcha a Finlandia para rehacer su vida en paz. Por desgracia, nada más llegar, lo secuestra una familia de psicópatas con hábitos alimentarios socialmente inaceptables.
Reseña: Esta comedia de terror de bajo presupuesto, concebida sin más pretensión que la de entretener y aportar un título más a este cóctel de géneros tan equidistantes, le debe mucho a Ben O'Toole. Ciertamente, la película está bien realizada y consigue acertar tanto en el frente humorístico como en el del terror, pero lo que la eleva es su protagonista.
O'Toole podría ser un producto de la ingeniería genética creado a partir de muestras de Bruce Campbell y Ryan Reynolds, y no solo luce un torso espectacular colgado del techo cual salchichón, sino que tiene un carisma arrollador. A los aficionados al género Rex les recordará probablemente al Ash Williams de Terroríficamente muertos, pero con trastorno de estrés postraumático, y la idea de que esté un poco sonado y hable con un reflejo de su propio subconsciente es lo mejor de la cinta.
Hasta el actor parece majo, porque una persona a la que le preguntan en una entrevista por los temas de la película y contesta que no cree que tenga ninguno, porque su meta principal era entretener y hacer reír a la gente, se merece todo mi respeto.
La debutante Meg Fraser, que interpreta a la oveja negra de la familia de psicópatas finlandeses, es la otra cara bonita del reparto. Carga con el sambenito de ser la damisela en apuros, pero su ingenuidad sobre el mundo que la rodea y su franqueza absoluta le dan una vis cómica a un personaje que, de otro modo, habría sido bastante plano.
Ahora bien, aunque, como survival horror con un sentido del humor desquiciado, Bloody Hell funciona de maravilla, tengo que ponerle una pega que no es baladí (ob-la-di, ob-la-da, life goes on, bra), y es que desde el principio da la impresión de que va a derivar en algo mucho más loco de lo que finalmente acaba siendo. De hecho, me sorprendió que nunca diera ese paso.
Mirándolo por el lado bueno, parte del mérito de la cinta es ser capaz de mantenerte enganchado con tan poco. La película dura hora y media, con créditos incluidos, y básicamente la podemos dividir en veinte minutos de introducción, cuarenta del protagonista colgado del techo hasta que se libera, un poco de relleno con flashbacks aquí y allá para desarrollar a los personajes, y una escena climática en la cocina que se resuelve en cinco minutos más el epílogo.
Quizá la película es demasiado autoconsciente de sus limitaciones y, para no cometer errores, evita rebasarlas; pero al menos al final, aunque solo fuera en el momento de la resolución, debería haber mandado las reglas a tomar por culo. El clímax es bueno, pero habría sido cojonudo si lo hubieran convertido en un auténtico baño de sangre. No es que la escena a la que me estoy refiriendo sea comedida, pero le faltaba desmelenarse hasta ese punto en el que la violencia es tan ridícula y surrealista que solo puedes tomártela a guasa. Con que me hubiera dado eso, me habría encantado.
Grabbers (2012) ★★★
Sinopsis: Alienígenas tentaculares y sedientos de sangre invaden una pequeña isla de la costa irlandesa. Su llegada coincide con la de Lisa Nolan, una aplicada oficial de policía que ha decidido pasar dos semanas ayudando al reducido cuerpo de policía local, donde trabaja el alcohólico Ciarán O'Shea. Por suerte para ellos y para los isleños, el alcohol es veneno puro para las criaturas.
Reseña: El alcohol no es cosa de risa.
Según el último informe del OEDA (Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones), el alcohol es la sustancia psicoactiva más extendida entre la población española. La mayoría de jóvenes empiezan a beber a los 14 años, y el consumo semanal de alcohol se sitúa en los 15 años. Es más, alrededor de 6 de cada 10 estudiantes de entre 14 y 18 años han bebido alcohol en el último mes, y más del 32% han tomado cinco o más bebidas en un intervalo aproximado de dos horas. Además, uno de cada cuatro estudiantes de 14 años ha sufrido al menos una intoxicación etílica, y al llegar a los 16 años, ya son más de la mitad.
Nada de eso tiene gracia.
Dicho esto, je, je, je, el plan en esta película para evitar que los extraterrestres acaben con el pueblo es que todo el mundo se pille un ciego tremendo. Como idea para una comedia de terror es de marca mayor, y si le ponéis alguna pega, es que sois unos siesos.
Grabbers sigue las pautas del cine de invasores extraterrestres, que es uno de mis subgéneros favoritos del cine de ciencia ficción y terror de serie B, y además se desarrolla en un tranquilo pueblo pesquero de Irlanda, que es donde me iría a vivir si quisiera escribir la mejor novela de todos los tiempos y después probablemente suicidarme del asco.
A su favor juegan también unos personajes principales que caen simpáticos, y unos efectos visuales resultones, sobre todo para tratarse de una producción de mediano presupuesto.
Si quisiera meter el dedo en la llaga, ahora es cuando diría que la subtrama romántica se sostiene porque lo dice el guion y que a los chistes les falta una pizca chispa para mi gusto (lo cual no deja de ser irónico, habida cuenta de la premisa); pero estaría siendo picajoso.
Como divertimento chorra con monstruitos cumple de sobra.
Midsommar (2019) ★★½
Sinopsis: Dani, una chica que ha sufrido una trágica pérdida familiar, acompaña a su novio y a sus amigos a Suecia, para asistir al festival de verano de una alegre comuna que venera la naturaleza. En un insospechado giro de los acontecimientos..., todo es exactamente lo que te esperas.
Reseña: Tengo algunos problemas con Midsommar.
Ari Aster quería diseccionar la ruptura de una relación. Vale, lo pillo.
Por la razón que fuera, escogió hacerlo a través de una una fábula psicodélica en forma de película de terror folclórico. Fenomenal, mira tú qué ocurrente.
Se rodeó de un equipo que te cagas de bueno para que la estética del filme fuera increíble. Efectivamente, el diseño de producción y la fotografía son una pasada.
Y, con todo, el resultado es una patochada previsible de principio a fin sin un ápice de tensión y escenas bochornosas que invitan a la carcajada. O al menos esa es mi forma de verlo.
Sé que incluso esta cuestión se ha sometido a debate, pero, por ahorrar tiempo, voy a asumir que la mayoría de nosotros tiene claro que Midsommar es una película de miedo. "Un cuento cinemático de hadas empapado de terror", dice la sinopsis del Blu-ray. Pero ¿da miedo? No. ¿Provoca desasosiego? Tampoco. ¿Da un pelín de mal rollo al menos? Ni siquiera.
"EL TERROR SE OCULTA A PLENA LUZ DEL DÍA". Pues se le da muy bien hacerlo, porque yo no lo he visto por ningún lado.
Obviamente, solo puedo hablar por mí mismo (y mis personalidades múltiples), pero, salvo que a alguien le dé pánico sentir vergüenza ajena o padezca un miedo irracional a las flores, me cuesta creer que esta película pueda inquietar o asustar a alguien. No niego que haya unas pocas escenas que escandalizarían a mi abuela (la pobre lo pasó fatal viendo Air Force One), pero eso no basta para convencerme de lo contrario.
Soy consciente de que el miedo es una sensación que depende del receptor tanto como del emisor. Por lo tanto, es perfectamente posible que yo no sea capaz de sintonizar con la faceta más perturbadora de la película mientras que otras personas sí. Ese sería sin duda un buen argumento para mandarme al cuerno... si no fuera porque cualquier efecto perturbador o incluso dramático que pretenda conseguir la película se diluye desde el momento en que se convierte en una paja de autor objetivamente ridícula.
"Uy, fijaos, a estos bucólicos sectarios suecos les hace felices tirarse por un barranco y que les aplasten la cabeza con un mazo. ¡Espero que nos inviten a comer! Es más, aceptemos cualquier propuesta de quedarnos a solas con uno de sus miembros y aprovechemos la mínima ocasión para ofender sus creencias, porque, total, somos estadounidenses, ¿qué es lo peor que podría pasarnos?".
Aunque tal vez sea en el comportamiento de los personajes donde más se nota el género en el que se inscribe la película, porque sus reacciones y respuestas ante todo lo que sucede suelen ser las más estúpidas posibles, para mí las payasadas no acaban ahí.
¿Los pucheritos de Florence Pugh? Risibles. ¿Sus lloreras desconsoladas? Hilarantes. ¿El coro de llantos empáticos en Dolby Surround? Me dolía la tripa de tanto reír. Y si esto que voy a decir ofende a los fans de este ampuloso drama de sobremesa, lo siento, pero, incluso teniendo en cuenta el contexto, veo pocas diferencias entre esas muestras exageradas de aflicción y el "¡NOOOOOO!" de Darth Vader de La venganza de los sith.
Tampoco puedo ignorar los disfraces de centro de flores y de oso Yogui que lucen respectivamente Pugh y el doble feo de Chris Pratt en el desenlace de la película. Desde luego, si la intención era que me descojonara antes de apagar la tele e irme a la cama, la elección de vestuario no podría parecerme más acertada.
Risas aparte, y más allá de la curiosidad por ver si la historia me sorprendía en algún momento (advertencia: no lo hizo), lo único que ha separado mi experiencia delante de la pantalla del sopor profundo ha sido el apartado visual. Como exposición de imágenes, la película es hipnótica y de una belleza que quita el hipo, así que, para quien sea capaz de apreciar eso, se la recomiendo sin un ápice de guasa. Pero al guion habría que haberle dado una vuelta o dos en la sartén, porque estaba poco hecho.
Sin tiempo para morir (2021) ★★★½
Sinopsis: James Bond se ha retirado del servicio secreto de su majestad y ahora vive tranquilamente en Jamaica, donde puede pescar con camisetas que le quedan cortas y ducharse al aire libre. La gran vida, vamos. Naturalmente, aparece un nuevo villano con planes de aniquilación mundial al que hay que detener. Bond regresa para salvar el mundo una vez más, ¡ahora con más amor que nunca!
Reseña: Desde el estreno de Casino Royale en 2006 (una película excelente, pero que renunciaba a los excesos propios de la franquicia para darle un tono acorde al cine de acción del momento), las entregas de James Bond protagonizadas por Daniel Craig han recorrido un largo camino. En ese periplo se han ido recuperando poco a poco todos los elementos que los fans de 007 consideramos indispensables para hablar de una película made in Bond Factory, y Sin tiempo para morir los reúne todos: el gunbarrel, el teaser, el leitmotiv de Monty Norman y John Barry, los títulos de crédito iniciales al son de una canción interpretada por una cantante famosa, SPECTRA, el supervillano repulsivo, su secuaz sanguinario, las chicas sexis, M, Q, la señorita Moneypenny, Felix Leiter, los gadgets, las frases lapidarias bochornosas...
La principal diferencia es que Bond, casi seis décadas después de su debut cinematográfico, por mantiene lazos afectivos saludables con otras personas. Y no me refiero solamente a relaciones románticas, sino también de amistad. Arturo Pérez-Reverte puede quejarse de que esta actitud "moñas" atenta contra la "memoria del personaje" (no como Roger Moore disfrazado de payaso o interpretando a 007 con casi sesenta años y aparentando diez más, porque eso supongo que refuerza su atractivo), pero la franquicia siempre ha intentado adaptarse a los tiempos, y este es un paso más en la evolución del superagente. Cuando quiera ver al Bond elegante, cínico, machista, hedonista y despiadado, me pondré las películas de Sean Connery. Cuando quiera un Bond más humano, veré las de Craig. Y, entre ambos, el resto de opciones.
El lado afectuoso de Bond es el que permite que tengamos un final emotivo y digno de un personaje que, en el pasado, solía terminar sus aventuras sorteando una última trampa mortal y cortejando a su compañera femenina, generalmente cerca del agua. No lloré en el cine porque tenía al lado a un chaval que me estaba hinchando las narices (hoy podéis encontrarlo en cuatro contenedores de basura distintos), pero el desenlace, aunque cantado, me dejó un bonito nudo en la garganta.
Quiero destacar también de la parte de Cuba. La isla del ron y la guaracha no solo es el escenario de las mejores secuencias de acción de la película, sino que además nos presenta a su personaje más memorable: Paloma, una divertida agente de la CIA a la que interpreta Ana de Armas y una doble suya que arrea unas coces de aúpa. No recuerdo haber visto otro personaje como ella en la franquicia (y desde luego no a una chica Bond) y podría perfectamente protagonizar un spin-off de tono más ligero.
Aunque no le veo grandes problemas a la película (y los que tiene me dan lo mismo), hay un bajón evidente de ritmo en el nudo. Según mi reloj, entre la última escena de acción de Cuba y la primera escena de acción de Noruega pasan unos cuarenta y cinco minutos. Cuarenta y cinco minutos sin una sola pelea, tiroteo o persecución, ni siquiera una triste partida de parchís. La película no llegó a aburrirme en ningún momento, pero sí que noté cierta ralentización del tiempo que no me esperaba de una película de acción actual. Cualquier cosa que no fuera gente hablando habría beneficiado a ese tramo.
Por lo demás, aunque no tengo nada en contra de los villanos megalómanos con ambiciones desmesuradas que prefieren charlar un rato con su rival en lugar de ejecutarlo nada más verlo, me habría gustado entender mejor el siniestro plan de Lyutsifer Safin. La parte de la venganza la tengo bastante clara, pero cuando empieza todo el embrollo de hacerse rico vendiendo un arma biológica al mejor postor para "limpiar" el mundo (¿eh?), al mismo tiempo que intenta formar una familia (a la cual renuncia con un encogimiento de hombros), las piezas dejan de encajarme. Al guion, en general, le falta un repaso para tener sentido; pero ¿cuándo le ha hecho falta sentido a esta saga?
Pero quizá estoy poniéndome demasiado tiquismiquis y no era mi intención. Como despedida del Bond de Craig y el cierre de una etapa, me parece una entrega notable y respetuosa con la franquicia.
Esta ha sido la primera película que he visto en el cine desde marzo del año pasado (la última fue Onward, a cuatro días de declararse el estado de alarma) y me alegro de que haya sido Bond quien me haya acompañado en mi regreso a las salas.
Los Cazafantasmas (1984) ★★★★½
Sinopsis: Después de ser expulsados de la universidad, tres especialistas en el campo de la parapsicología montan su propio negocio de captura de espíritus, espectros y fantasmas. No pasará mucho tiempo antes de que los Cazafantasmas tengan que salvar Nueva York de una amenaza mayor que cualquier otra a la que se hayan enfrentado.
Reseña: Han pasado dos años desde la última vez que vi esta película, y en aquella ocasión, no la disfruté tanto como lo había hecho las doscientas noventa y cinco veces anteriores. Por alguna razón que escapaba a mi capacidad racionalizadora, ni siquiera me dejó buen sabor de boca. De ahí la reseña tan pesimista que escribí entonces.
Lo que creo que nunca he contado hasta ahora es que, un mes y pico después de revisitar la película, curiosamente en la víspera de Halloween, descubrí que la persona con la que la había visto era en realidad una spifdiaba. En términos científicos se trata de una entidad corpórea metamorfa de clase 4 que, según la Guía de espíritus Tobin, se alimenta de los recuerdos felices y los sentimientos positivos. ¡¿Cómo iba a imaginármelo?! Sin embargo, todo encajaba.
Por suerte, llamé al 555-2368 y los Cazafantasmas resolvieron mi problema con diligencia y profesionalidad. Gracias a ellos, ahora puedo disfrutar de esta comedia tan icónica como lo hacía cuando era un canijo y el fantasma de la bibliotecaria me provocaba pesadillas. ¡Os debo una, Cazafantasmas!
Drácula de Bram Stoker (1992) ★★★★½
Sinopsis: En la Transilvania del siglo XV, el conde Vlad Drácula regresa a su castillo tras salvar la cristiandad de la amenaza musulmana. Por desgracia, se encuentra con un panorama desolador: mientras él empalaba turcos alegremente en el campo de batalla, su amada, convencida por un ardid del enemigo de que él había caído en combate, se ha suicidado. Un sacerdote sin muchas luces decide que este es el mejor momento para informar al conde de que el alma de su esposa irá derechita al infierno. Drácula se rebota, renuncia a Dios y, pitiplín, pitiplán, se convierte en un vampiro. Cientos de años más tarde, a finales del siglo XIX, el conde viaja a Londres para levantarle la novia al pasante de un despacho de abogados. Por el camino mata gente.
Reseña: La primera vez que vi esta película (no en el cine, sino en el autobús del colegio, lo cual supuso mi primer esfuerzo consciente por evitar una erección en público) ya había leído la novela de Bram Stoker, e incluso entonces recuerdo haber pensado que no se parecía al libro.
Cada cual puede opinar lo que le salga de las narices, pero que la película se titule Drácula de Bram Stoker es una engañifa. Yo soy de los que piensan que el nombre del autor solo debería incluirse en el título de aquellas adaptaciones que, o bien el propio autor avala, o bien son escrupulosamente fieles a la obra original. Esto último exige no solo que se respete el argumento de dicha obra, sino también su espíritu.
La adaptación de Francis Ford Coppola obviamente no contaba con el visto bueno del autor (cuando empezó a rodarse la película, Stoker llevaba casi ochenta años bajo tierra, así que habría sido complicado preguntarle sin recurrir a un médium), pero tampoco es una adaptación fielérrima. La película toma de la novela lo que a Coppola le apañaba para contar la historia que a él le apetecía contar y, sobre eso, se inventa un buen puñado de enredos.
En esta adaptación hay diferencias inevitables por el cambio de medio, unas pocas omisiones flagrantes y también algunas aportaciones originales que enriquecen el relato sin tergiversarlo. Sin embargo, hay un cambio demasiado importante para pasarlo por alto y que debería llevarnos a descartar la palabra fiel a la hora calificar la traslación de la obra original del papel a la pantalla, y es que Bram Stoker no escribió una historia de amantes separados por "océanos de tiempo". El conde Drácula del libro no se enamora de nadie ni Mina bebé los vientos por él. Lo único que se bebe la muchacha es su sangre, y solo porque el conde la obliga; desde luego no se abalanza sensualmente sobre su pecho desnudo como si fuera a soplar una vela.
Esa historia de amor, inexistente en el libro, es, no obstante, el eje de la trama y el motor de la película de Coppola, cuyo guion (escrito por James V. Hart) derrocha tanto romanticismo y pasión que casi podría haberlo firmado Danielle Steel. De hecho, se caracteriza a Drácula (interpretado por un grandísimo Gary Oldman) como un ser eternamente afligido por la pérdida de su amada, para que nos compadezcamos de él y nos pongamos de su parte. ¡Y estamos hablando de un señor que secuestra bebés para dárselos de comer a sus novias!
Así pues, dejemos de engañarnos: este no es el Drácula de Bram Stoker, sino el Drácula de Francis Ford Coppola. ¿Importa? No. La película es buena con independencia de lo fiel que sea al libro y a mí me gusta más que la hemoglobina a un vampiro anémico que se ha pasado tres meses sometido a una dieta estricta de insectos. Me gusta hasta la novela gráfica de Mike Mignola, que es la adaptación de la adaptación.
La principal razón por la que siento devoción por esta película, a cuyos defectos no soy ajeno (Keanu Reeves encabeza esa lista, pero ahí aparco el tema), es porque me entra por los ojos. El vestuario, el maquillaje, los decorados..., incluso las transiciones entre escenas, crean un ambiente irreal y cautivador que apela a mis gustos como pocas películas de terror lo hacen. Tiene mucho de teatral, pero eso solo consigue que me guste más.
Por otra parte, el Drácula de Coppola es una pesadilla romántica morbosa y sanguinolenta, con mordiscos, estacazos y decapitaciones a tutiplén, pero que a la vez despliega una hermosura tétrica y un erotismo embriagador que convierten esta pieza cinematográfica en uno de los mayores exponentes del terror gótico, con énfasis en el componente romántico, pero nunca en detrimento del repelús.
Y Monica Bellucci tampoco está nada mal.
The Night House (2020) ★★★★
Sinopsis: Tras el suicidio de su marido, una mujer se convierte en la protagonista de una historia de casas encantadas con más capas que una lasaña.
Reseña: Como nada en la vida me asusta tanto como el día a día y necesito poco esfuerzo para verle el lado gracioso a las cosas, valoro mucho que una película de terror me retrotraiga a aquellos momentos de mi infancia en los que resistir el impulso de esconderme tras un cojín era un reto.
Obviamente, The Night House no me ha afectado hasta ese punto, porque soy un hombre adulto y hay días en los que la idea de que me devore un enigma cósmico me parece menos aterradora que soportar otra mañana con ruido de obras en el trabajo; pero sí que tiene una escena temprana maravillosa (o sea, horripilante) que consiguió provocarme lo más parecido a ese miedo cerval que sentía cuando era un crío. Reptó desde la pantalla del televisor hasta el sofá, trepó por mi pie descalzo, se metió bajo mi piel y recorrió mi sistema nervioso como un parásito invisible hasta agarrarse a los tejidos membranosos que recubren las paredes del cerebro. Lo pasé mal. Y, en este contexto, mal significa BIEN.
Aunque esa sensación no volvió a repetirse (porque cuanta más información tienes, menos dependes de tu imaginación y más raro es que te asustes), el resto de la película consiguió mantener mi atención hasta el final. No miré el teléfono salvo para asegurarme de que no me había escrito ningún muerto, y ni siquiera me hizo falta ponerme un café a mitad de la película para prevenir el quedarme frito.
Sin embargo, las experiencias personales son precisamente eso: personales. Por lo tanto, quizá debería hablar algo más de la propia película y menos de vivencias moderadamente exageradas.
El filme trata sobre el impacto que tiene la muerte de un ser querido en la vida de la persona a la que deja atrás. Hasta ahí nada nuevo, ya que el duelo es un tema recurrente en las historias de fantasmas. "Ay, nunca podré superar su pérdida", "Ay, qué grande me parece la cama sin él", "Ay, ahora siempre me toca a mí lavar los platos", etc. Pero a esa tristeza se suma el sentimiento de culpa asociado al suicidio, que introduce un componente extra de drama... y a la vez de misterio, sobre todo a partir del momento en que la viuda descubre que su marido llevaba una doble vida, y no precisamente de superhéroe.
Manejar ese maremágnum de emociones y sentimientos no es tarea fácil, y Rebecca Hall les da credibilidad. La actriz borda un papel exigente con el que era fácil hacer el ridículo y, como dice el propio director, ella ES la película. Me gustaría decir que Hall ya me dio buenas vibraciones en Godzilla vs. Kong, pero ni siquiera recordaba qué papel había hecho hasta que lo consulté en internet (era el gorila, por si también os lo estabais preguntando).
Dentro de su género, The Night House rehúye el susto fácil y se centra en el terror psicológico con un componente sobrenatural. Aunque comparte elementos con las clásicas historias de fantasmas y no es ajena a sus clichés (espejos empañados, aparatos de música que se encienden solos...), les da un enfoque diferente, sentimental y de un romanticismo morboso. Asimismo, con la excusa de un repentino sonambulismo, se vale de unos sueños cada vez más inquietantes para introducir elementos extraños y desorientar al espectador tanto como a la protagonista, sembrando la duda sobre su salud mental (la de ella, no la tuya) y dando también una excusa a docenas de indigentes cerebrales para que suban un vídeo a YouTube explicándote el final de la película.
La propuesta visual también es efectiva. Hay auténticas virguerías de diseño que sería una pena estropear con una descripción vaga e insuficiente, pero no puedo abstenerme de mencionar lo mucho que me flipa cómo juega la película con el mobiliario y la propia arquitectura de la casa para crear aparentes efectos ópticos que luego no lo son. La silla con ropa que de noche te parece un monstruo al acecho es poca cosa comparada con esto.
David Bruckner progresa adecuadamente.
Black Mountain Side (2014) ★½
Sinopsis: Al norte de Canadá, un grupo de arqueólogos descubre una ruina de unos 14.000 años de antigüedad. A partir de ese momento, pasan cosas raras. "¡Eh, mirad, ese ciervo que camina sobre sus patas traseras me habla! Juraría que quiere que os mate a todos. Qué mono, ¿no? Oye, McNaughton, ¿por qué te has cortado la mano?".
Reseña: Si buscáis información sobre esta película, hay dos referencias que vais a encontraros de forma recurrente: La cosa, de John Carpenter, y la obra literaria de H. P. Lovecraft.
Los puntos que tiene en común esta producción indie con La cosa son evidentes: hay un grupo reducido de personas aisladas en la nieve, un agente externo provoca conflictos entre ellas, y, por supuesto, muere gente. Pero ahí acaban los parecidos. Black Mountain Side está rodada con cuatro dólares canadienses por un director que no sacaría un plano original ni aunque le fuese la vida en ello, no sabe mantener el interés ni generar un solo átomo de tensión, tiene un elenco que es un gigantesco agujero negro de carisma, y el único monstruo que hace acto de presencia sale apenas dos minutos, a oscuras y de lejos, y se mueve menos que una cabeza de animal disecada y montada en la pared.
Con todo, la principal diferencia entre las dos películas es que La cosa no es un p*** coñazo.
Respecto de esto último sí veo un paralelismo sólido con la obra de Lovecraft. Por ejemplo, si cogemos las partes más soporíferas de En las montañas de la locura y les quitamos las partes relativamente atractivas, el resultado sería más o menos igual de insoportable que este tostón de película.
Huid, insensatos.
Terroríficamente muertos (1987) ★★★★
Sinopsis: Ash Williams y su novia Linda deciden pasar el fin de semana en una cabaña abandonada en medio del bosque. Durante este soft reboot de Posesión infernal, despiertan por accidente a unos traviesos y sanguinarios espíritus ávidos de almas. Una posesión demoníaca y una trágica decapitación más tarde, un segundo grupo llega a la cabaña y encuentra a un héroe en ciernes al borde de la locura.
Reseña: Aunque El ejército de las tinieblas es la entrega más recordada e icónica de la trilogía de Evil Dead (y no sin razón, porque tiene tantas escenas memorables que es casi insultante), esta secuela tiene más mérito del que pueda parecer a simple vista y es mi parte favorita de la saga. De hecho, desde que la vi por primera vez hace no tantos años como para que alguna vez me diera miedo, ha sido mi vara de medir a la hora de valorar cualquier película de terror con toques de humor, acción y gore.
¿El argumento es una bobada? Sí. ¿Algunos efectos visuales han envejecido mal? Indiscutiblemente. ¿Las interpretaciones son nefastas? También eso es verdad.
Pero ¿sabéis qué? Me importa un comino.
Esta película es el fruto del esfuerzo de tres amigos dispuestos a todo, necesitados de un éxito tras su incursión fallida en la comedia (Ola de crímenes... ola de risas, guionizada por los hermanos Coen nada menos) y con la experiencia acumulada de dos cintas de terror abordadas con mucha energía, pero sin apenas presupuesto (Bruce Campbell recuerda haber ido a comprar un paquete de chicles durante el rodaje de Posesión infernal y no tener dinero para pagarlo).
Si el corto Within the Woods fue el precursor espiritual de Posesión infernal, Terroríficamente muertos es la versión de Posesión infernal que Raimi, Tapert y Campbell hubieran hecho si hubieran tenido los recursos que realmente necesitaban para llevar a la pantalla las delirantes ideas del primerizo director. Y no es que lo tuvieran más fácil para conseguir dinero en esta ocasión. Si Stephen King no se hubiera enterado por casualidad durante el rodaje de La rebelión de las máquinas de los problemas financieros que tenían y levantado el teléfono para hablar con Dino De Laurentiis, este no les habría invitado a sus oficinas y firmado un acuerdo con ellos.
El resultado de su trabajo es un derroche de creatividad delante y detrás de las cámaras. Una creatividad morbosa y demencial que busca entretener e impactar.
Raimi no solo empleó todos los trucos y técnicas que conocía, sino que también se inventó varios nuevos, incluyendo una nueva versión de la cámara-ariete de la primera parte y una "X" giratoria controlada en remoto con la que convirtió a Campbell en su Game Boy durante todo un día para conseguir la toma que quería. Terroríficamente muertos es una cinta que huye de lo convencional y en la que se palpa el deseo de hacer algo atrevido y original en cada plano, ya sea por el ángulo escogido, la velocidad de grabación o el volumen de sangre falsa vertida de forma inmisericorde sobre los actores. Nada es simple ni fácil. Y ver una película en la que sabes que todo se ha planificado para ser su mejor versión posible es un gustazo.
Delante de esa lente tan creativa y perversa tenemos al amigo y actor fetiche de Raimi, Bruce Campbell, que suple sobradamente su cuestionable talento interpretativo ("¿Utilizaréis actores de verdad en la próxima película?" le preguntaron en una entrevista tras el inesperado éxito de Posesión infernal) con altas dosis de carisma, un don innato para la comedia física y un elevado grado de resistencia al sufrimiento. Ash Williams, empapado de sangre, con la camisa azul desgarrada, una motosierra por mano y una escopeta colgada a la espalda, es un icono del cine de terror por el que no pasa el tiempo, y el personaje probablemente jamás habría alcanzado ese estatus sin Campbell.
Terroríficamente muertos es además un ejercicio ejemplar de malabarismo tonal. Todo funciona como debería: el horror sanguinolento te impresiona, el humor estúpido te hace reír, y los momentos de tensión te mantienen en vilo. Este equilibrio es difícil de conseguir sin que se produzcan desajustes y, sin embargo, la película siempre acierta.
Cualquiera pensaría que no debería ser tan buena, pero lo es.
"preservativo caducado desde marzo de 2007"
ResponderEliminarsuena demasiado especifico...
demasiado...
Gracias por las reseñas!
Es específico y, por tanto, gracioso, pero no necesariamente autobiográfico.
Eliminarclaro claro!
Eliminar*guiño*
Como siempre una gran entrada, sr. Brocha...
ResponderEliminarComo gran aficionada al terror gótico, no puedo menos que comentar algunas cosillas. En general, es un género que me parece interesantísimo, porque creo que tiene una extraña habilidad para erigirse en correlato de las ansias y miedos secretos de la sociedad. Drácula ejemplifica especialmente bien todo éso. La versión de Coppola, sin hacerme demasiada gracia (curiosamente, mi primera exposición a ella fue también en un ámbito escolar) no me parece tampoco de las peores. Quizá porque la historia original que elige Coppola contarnos con elementos y situaciones de la novela de Stoker está muy bien, o simplemente porque como usted dice, entra muy bien por los ojos (en mi caso, por los oídos: la poderosa banda sonora de Wojciech Kilar tiene mucho que ver en mi caso con que la película pese quizá más por el lado bueno que por el malo). Lo de la historia romántica... pues parece ser que tuvo bastante que ver el éxito poco antes de la versión de Disney de La bella y la bestia con que el estudio decidiera hacer una versión propia de un romance gótico (un mojón, se lo digo, yo, la versión buena es la de Juraj Herz, y del remake éste con la niña de Harry Potter, mejor no decir nada). Y hablando de Disney, puede ser que esta moda tonta de ahora de contarnos que los villanos clásicos no eran tan malos y se volvieron así por una cosa que les pasó, y blá, blá, blá... puede que venga de aquí. No es la primera vez que se presentaba a Drácula como un amante infeliz (ya lo hizo Dan Curtis, y en mi opinión, mejor), pero sí quizá sea la primera vez que te cuentan su pasado y por qué se convirtió en vampiro. No entiendo, tampoco, esta moda de convertir a Drácula en un enfermo de amor. Algo que, a diferencia de otros personajes del terror gótico (véase el Fantasma de la Ópera) nunca fue. Drácula, en la novela, era y es un villano, un viejo feo que huele a rayos y que tiene rasgos bestiales, alguien que aspiraba a dominar el mundo sembrando vampiros por doquier, una amenaza para el orden y la paz social de la ordenada e industriosa sociedad victoriana y al que los caballerosos héroes tenían que poner en su lugar. En este sentido, encuentro mucho más coherente y en el fondo más subversiva la relectura del personaje, vía filtro Drácula de Tod Browning, que en los 70 hizo John Badham en una versión del mito que está por reivindicar. Nunca me convenció demasiado ese Drácula llorica de Gary Oldman con ese vestuario en plan Concha Piquer, ni las cosas que hacía, por más que luego se nos quisiera hacer simpatizar con él, por eso de que era un enamorado infeliz que lloraba mucho y lo pasaba muy mal; repito, Drácula es un villano, por más que a ratos pueda resultar carismático y seductor y no hay por qué justificarlo.
Con todo, Coppola tuvo el mérito suficiente de revitalizar el personaje en una época en que ya nadie daba un chavo por él, hacer unas cuantas adiciones personales memorables al legendarium vampiresco y propiciar un breve revival del género gótico en el cine de la época (no hay más que pensar en títulos como Mary Reilly, de Frears -absolutamente reivindicable-, o el Frankenstein de Mary Shelley, perdón, de Kenneth Branagh -otro caso de película de tramposa fidelidad al original literario, y en este caso mucho más fallida; ni tan mala que te puedas reír con o de ella, ni lo bastante buena como para que te la puedas tomar en serio: no, sólo son dos horas de tu vida que has perdido).
En fin, gracias por la entrada, y feliz fin de semana.
Qué gran desliz por mi parte no haber mencionado la banda sonora de Kilar, porque la ambientación le debe tanto como la estética.
EliminarLa película de Badham la vi hace un año más o menos. Tengo la reseña por aquí: https://www.eltipodelabrocha.com/2020/11/resenas-de-peliculas-octubre-2020.html. Confieso que ya no me acuerdo de nada, salvo de Langella.
Gracias por tu compartir una opinión tan enriquecedora.
Un par de cositas respecto del Drácula de Badham (he intentado comentarlas ahí, pero el programa no me ha dejado, o no sé...):
Eliminar- Drácula no lleva colmillos porque Langella se negó categóricamente a usarlos (creo que tampoco los usó en el revival de la obra teatral de Hamilton Deane y John Balderston que antecedió a esta nueva versión; Bela Lugosi, por cierto, tampoco los llevaba en el Drácula de Tod Browning, de la que siempre he pensado ésta es una nueva versión, más que una nueva adaptación del libro de Bram Stoker). Los únicos colmillos que salen creo que son los de la vampirizada Lucy.
- El color: esta película, cuando se estrenó en los cines, y en los primeros pases televisivos, tenía un color normal, casi incluso brillante (un poco al estilo de los Dráculas de la Hammer). Pero en algún momento, no sé si cuando la película se lanzó en Laser-Disc o DVD, a Badham le dio por marcarse un George Lucas y "mejorar" su obra para tan magno acontecimiento, bajándole la colorimetría hasta dejarla casi en blanco y negro. Dijo que es que él siempre quiso hacer la película en blanco y negro, porque en blanco y negro eran los clásicos de terror de la Universal, de los que partía, y el estudio no le dejó porque dijo que era un suicidio comercial, y bla, bla, bla...
Con todo, la película de Badham es un clásico (menor si se quiere, pero clásico) a reivindicar (en estos tiempos en que tanto se habla de relecturas en clave feminista de historias y personajes clásicos, éste es de los pocos que lo es, adelantándose a su tiempo, y sin desvirtuar tampoco totalmente el original -a éste Drácula nunca intentan presentarlo como un héroe caído o hacer que empatices con él, aunque sí es cierto que la mayoría de los demás personajes de la película aparecen caracterizados, por el contrario, como tipos enormemente antipáticos-).
Ah, y con música de John Williams...
En Phenomena la mona es la verdadera estrella del show sumado al plagio descarado a Viernes 13 y a una bella y joven Jennifer Connelly que al igual que Robert Redford con los caballos ella era la chica que susurraba a los insectos.
ResponderEliminarLeyenda urbana la vi hace mucho tiempo, tiene secuela por si tienes curiosidad, yo si soy fan de la saga Scream siempre ha sido mi saga de terror favorita.
El especial de Halloween de los teleñecos no está mal todos sabemos que los entrañables teleñecos tuvieron su época dorada desde los 70 hasta los 90 salvado después solo por la película de Los muppets pero el tour de los muppets fue decepcionante así que lograr mantener esa gracia es difícil, me gustó la trama de Pepe la gamba con la novia-viuda negra y también descubrir que Pepe es paisano mío, no se si esa referencia es por la fama de Antonio Banderas en Hollywood porque cuando han querido representar España en películas y series americanas algunas dan vergüenza ajena.
La saga de James Bond para mí terminó con Pierce Brosnan nunca me gustó que rompieran la continuidad con Daniel Craig.
Los cazafantasmas todo un clásico de los 80 cosecha del 84 año donde se generaron otras joyas del cine como Gremlins o Indiana Jones and the temple of doom, y como moraleja si un dios te pregunta si eres un dios hay que decirle que sí.
Y por último el conde enamorado que cruzó océanos de tiempo para volver a estar con la reencarnación de su verdadero amor, de niño ver en la tele a Gary Oldman caracterizado como el Dracula viejo con esa risa escalofriante me daba un miedo horroroso, para promocionar la película en la publicidad de telecinco aparecía el Dracula viejo con un fondo blanco detrás y empezaba a reirse y que mal lo pasaba y siempre solían echar ese anuncio en los cortes publicitarios de Sensación de vivir, luego ya vi la película con 20 años cuando me la compré en DVD y me encantó, nunca he leído la novela pero siempre me gustó esa historia de amor entre Dracula y Mina que ahora ya se que no existe en la novela, también destacar que antes de que Keanu Reeves y Monica Bellucci se reencontraran en Matrix tuvieron una de las escenas más eróticas y al mismo tiempo aterradoras de la historia del cine, el cuerpo de la Bellucci es el de una diosa, luego la película tiene algunas escenas muy desagradables pero a pesar de eso Dracula es un peliculón y Gary Oldman está fantástico como Dracula, en los extras del DVD viene un making off y dicen que querian mostrar el origen de Dracula como si fuera el origen de un superhéroe de comic.
Saludos.
La secuela de Leyenda urbana la voy a dejar ya para mi próxima reencarnación, pero gracias.
EliminarRespecto de lo de Bond, nunca ha sigo una saga que destacase por su continuidad, ¿no? Cuando cambiaban de actor, había guiños y referencias, pero no una continuidad estricta. Y cada película es hija de su tiempo.
¡Gracias por comentar!
Te hubiera ido mejor con un omnivagante de clase 5 con muy mala uva.
ResponderEliminarY no pienses en Mao-Tse-Tung.
Saludos
Genial entrada, como siempre. Lo único que me he quedado con ganas de leer es la de 'Noche de Bodas (Ready or Not)', que aparece en la imagen de la entrada pero no veo ni rastro de ella.
ResponderEliminarEs verdad que las voy leyendo en Twitter según las subes pero la recopilación no me suele costar disfrutarla tanto como un capítulo del estilo en Los Simpson.
Error mío haberla incluido aquí. Escribí ya una reseña en julio: https://www.eltipodelabrocha.com/2020/08/resenas-de-peliculas-julio-2020.html. Y aunque aproveché para hacer algún retoque en Letterboxd al volver a verla, es la misma reseña: https://letterboxd.com/tipodelabrocha/film/ready-or-not-2019/.
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