El relato que traigo hoy es del escritor Antonio Vera Ramírez, que firmaba para la editorial Bruguera como Lou Carrigan, uno de sus autores más prolíficos.
La obra se publicó dentro de la colección La conquista del espacio bajo el título de Un mundo para Thunderman, que se enmarca en el género de la ciencia ficción, pero realmente tiene más tintes de fantasía heroica, con un héroe broncíneo y musculoso en taparrabos, monstruos antropófagos y damiselas en apuros de atributos generosos.
¡Y en la portada de la edición original pone que puedes ganar un millón de las antiguas pesetas! ¿Seguirá siendo válida la promoción?
La novela se desarrolla en un planeta cien veces más grande que la Tierra denominado Gobodoborianar.
¡Eh!, volved atrás y leed ese nombre con todas sus sílabas, nada de echarle un vistazo recurriendo a la memoria fotográfica para identificarlo luego. Ya sé que es un nombre complicado. El propio autor solo lo escribió diez veces en su libro, porque la editorial gastaba menos tinta si escribía solo Gobo. Además, no es un nombre puesto al azar, Gobododo... bo... do... ¡lo que sea! significa "lugar donde se desarrolló la vida que nació de las entrañas de Oooh". Oooh es el sol. Y el satélite de Gobo se llama Ssssh.
Cuesta creer que esto no sea una comedia, pero creedme, si conseguís no reíros con los nombres propios, es pura fantasía épica. Quizá debería poner esto en mayúsculas, para terminar de creérmelo... FANTASÍA ÉPICA. A la luz de Oooh.
Nada, no funciona.
En fin, en Gobo "hay piedras que piensan y sienten, y seres vivos sin raciocinio alguno"; pero todos estos seres vivos tienen algo en común: sus ojos son triangulares. ¿Todos? No. Un ser con ojos circulares vaga por estas tierras, y su nombre es...
¡THUNDERMAN!
Ya sé, ya sé... Pero no empecemos de nuevo, por favor. No es mi culpa que el protagonista se llame como la clase de superhéroe que inventaría un niño de cinco años. O Stan Lee en su etapa de mayor creatividad.
Thunderman es una suerte de He-Man heterosexual con un extraño tatuaje en el pectoral izquierdo que se vale de un garrote y una honda para atizar con furia visigoda a cualquiera que no le caiga bien, generalmente a los grom, una raza de simios-saurio que domina el planeta.
He-Man, Ka-Zar... Lo mismo da. Un tiarrón rubio en taparrabos. |
Thunderman no conoce a nadie que sea como él y siempre ha estado solo. Sin embargo, el libro sería muy soso si narrase un día más en la vida de Thunderman, afeitándose con piedras afiladas, quitándose pulgas del taparrabos y limpiándose el culo con hojas húmedas, así que hoy nuestro hombre de la selva descubre a un grupo de groms maltratando a otro ser que también tiene los ojos redondos.
Pero, como buen observador que es, el gigante rubio se da cuenta de que los ojos no son lo único que este ser tiene redondo.
"Su cuerpo era armonioso y blanco, más reducido que el de Thunderman, y con protuberancias mamarias".
En cambio, no se le ve el pito por ninguna parte, por lo que Thunderman piensa que se lo deben de haber cortado los grom. Es lo que tiene no haber jugado a los médicos de pequeño.
La muchacha responde al nombre de Angelia y, leyendo las descripciones del libro, es fácil imaginársela como la típica mujer de la jungla que dibujaba Frank Frazetta.
Todo mejora con Frazetta. |
Resumidamente, Thunderman se enfrenta a los grom y rescata a la chica; pero unas pocas palabras no hacen justicia a la acción que transcurre en estas páginas y que incluye cráneos que se parten en dos, masas encefálicas que salen disparadas para todos lados y ojos que revientan "en una eclosión de jugos". Hay que leerlo para disfrutarlo.
Thunderman y Angelia se refugian en una gruta, él se pone cariñoso y ¡ÑACA! O seis veces ñaca, para ser exactos. Es lo que tiene rescatar a una mujer en apuros de una horda de gorilasaurios, que te ahorras las rosas, los bombones y ver Un príncipe para Corina. Además, no preguntar es una buena forma de que no te digan que no. Eso son tres "noes" en una sola frase, los mismos que dijo San Pedro antes de que cantase el gallo. Lo siento, no sé a dónde quería ir a parar.
Después de la sesión de arrumacos y cucamonas, Thunderman se entera que la chica habla su mismo idioma (a veces, es mejor dejar la charla para luego) y ella le revela que es hija de dos especies diferentes y, lo que es mucho más interesante, que antes tenía alas, pero los grom se las arrancaron. Y tras el paréntesis, echan otros tres casquetes. Esa misma noche y sin Viagra. Esta conducta disoluta, impúdica y crápula se repite a lo largo del libro, así que no insistiré en ello.
A raíz del encuentro con Angelia, el gigante rubio se interesa por su propio origen, y a partir de ahí, la pareja se embarca en un viaje lleno de peligros hacia la llamada Zona de Castigo. Y por peligros no me refiero a gasolineras con cuartos de baño tan repulsivos como para arriesgarse a un reventón de vejiga, sino a gusanos carnívoros, escarabajos-araña y serpientes gigantes tricéfalas.
Y hasta aquí os puedo contar.
Os hacéis una idea. |
De todos los bolsilibros que me he leído, este es uno de mis favoritos. Hay un rubiales cachas, una morena que está buenorra, criaturas fantásticas, violencia y sexo. Me recuerda a películas como Yor, el cazador que vino del futuro y Tygra: Hielo y fuego. O a sus carteles, que al menos eran inspiradores. Sin embargo, también es un poco como Cristal Oscuro, porque nos descubre un mundo nuevo y fascinante del que queremos saber más.
Lo único difícil de digerir es el hecho de que Thunderman sacuda a Angelia cuando ésta no tiene ganas de mambo y la viole cada dos por tres. Si yo lo veo feo, imaginaos lo que diría la directora del Instituto de la Mujer si se enterase. No obstante, parece que a la chica le gusta este juego, porque a veces le dice a Thunderman que no, aunque quiera decir que sí, a sabiendas de que se puede ganar un cantazo en todo el colodrillo. Por lo tanto, como aquí todos somos adultos, no pasa nada malo.
Ah, no, que Angelia solo tiene diecisiete años. Mejor miraré a otro lado.
La buena acogida de la novela propició una adaptación bastante pobre en formato cómic y una segunda parte titulada Tormenta en Gobodoborianar, inédita tras el cierre de Bruguera y que Lou Carrigan no está dispuesto a publicar sin el respaldo de una editorial, esto es, sin cobrar.
Y yo aquí escribiendo gratis... ¡Qué cruz!
Éste género me gusta. Pudiera sonar anticuado, soso, repetitivo; pero lo interesante es que los escritores se sacan de la manga soluciones, lugares, leyendas, todo lo hacen sagrado y mágico, hay armonía entre humanoides y demás especies...
ResponderEliminarLas mujeres siempre están dispuestas a entregarse al héroe; las hechiceras son sexys, los secuaces siempre son bestias sin inteligencia, numerosos y torpes.
Por eso me fascinaba Thundarr y me dejó perplejo la de hielo y fuego en sus épocas(principios de los ochentas).
Muuy buena reseña.
Esa humanidad primitiva, de tiempos olvidados, luchando contra bestias fantásticas y brujos malignos, tiene un yo qué sé que qué sé yo, ¿verdad? Tú me entiendes.
EliminarPara quien le interese, el tebeo está acá, que el internet nos lo presta.
ResponderEliminarDebería de destripar más el relato, que nos quedamos con ganas. Y decir lo del tatuaje, que si es como en el cómic, pone en duda la hombría del buen Thunderman. Tal vez por eso tantos polvos.
P.D.: Si escribe en google Stan Lee y Thunderman sale como primera entrada su blog.
Una vez más gran entrada Sr. Brocha. Y además unas tetas se le han pasado la censura ¡en juego de tronos sólo hay culos!
ResponderEliminarEs muy largo el libro? Una cosa es que se lea rápido y otra que sea cortito. Aún así me lo apunto para la lista de pendientes, que ahora estoy con el señor Pratchett a muerte.
ResponderEliminarPor cierto, pido para un futuro cercano una nueva entrada de cualquier novela del Mundodisco, he dicho!!
LacraESECEFE: Los libros procuro no destriparlos. Me parece feo.
ResponderEliminarAnónimo: ¿Qué tetas? Yo solo veo arte.
martillooo: El libro es muy corto, como cualquier bolsilibro. Estoy leyendo Snuff, pero al ritmo que voy, no sé cuándo lo terminaré.
A mediados de los 80 era un lector compulsivo de estos bolsilibros.
ResponderEliminarLa ventaja principal era que eran muy baratos, y además en algunas papelerias tenian un cajón y por 5 pesetas se podia cambiar un libro por otro.
Además había muchas temáticas, de terror (mis favoritos), de ciencia ficción, western, bélico... Básicamente los mismos géneros de los blockbusters.
Por contra la mayoría tenian una calidad muy cuestionable, eran repetitivos y sin ninguna profundidad.
Eran el equivalente a las películas de serie B, carne de videoclub.