Os aseguro que si yo fuera un alegre bambino y viviera convencido de que una vieja fea y enjuta, con aspecto de bruja, encorvada por el peso de los años y vestida con sucios andrajos, vendrá volando en una escoba desde las frías y brumosas montañas, para colarse en mi casa en la oscuridad de la noche y merodear por el salón pensando en si he sido bueno o malo, os aseguro que la noche del 5 de enero la pasaría escondido bajo las sábanas.
Según la leyenda, la vieja Befana recibió en su casa a los Reyes Magos cuando éstos iban de camino a ver al niño Jesús, para adorarle, dorarle la píldora, entregarle algunas baratijas y lo que fuera necesario con tal de que el Mesías no iniciara una guerra santa contra los pueblos paganos de Oriente.
Sorprendentemente, en el tiempo que tardé en escuchar dos villancicos de Frank Sinatra, no encontré ninguna página web que se hubiera tomado la molestia de localizar a la Befana en el mapa. Sorprendentemente, digo, porque tenía la esperanza no ser el único chalado al que le preocuparan estas insignificancias.
Aunque la leyenda de la Befana sea italiana, para mí es obvio que esta señora vivía en el Asia Occidental, concretamente en algún pueblo entre Persia y Belén; de lo contrario, muy despistados tenían que estar los Reyes Magos para llegar desde Persia hasta Italia a camello. Puede que condujeran camellos, que son más tontos que el caballo medio, y que no tuvieran más GPS que una estrella fugaz, pero no eran idiotas. De hecho, lo más probable es que la Befana viviera en la región de Judea, porque si no, ni siquiera hubiera sido provinciana romana y quiero pensar que la Befana es italiana al menos por nacer dentro del vasto imperio del buen César Augusto.
También quiero pensar que preparaba los mejores spaghetti all'amatriciana de toda Judea y que esa fama condujo a los Reyes Magos hasta su casa.
Más o menos está por aquí. |
Los tres sabios de Oriente debían de estar sentados a la mesa de su anfritriona, relamiéndose los dedos después de acabar con los deliciosos cannoli sicilianos que les habían servido de postre, cuando pensaron que sería magnífico que esta anciana que cocinaba tan bien les acompañase el resto del camino. Donde esté un buen plato de pasta o una pizza que se quiten todos los kebabs y guisos de berenjena de Persia, suele decirse. Así pues, la invitaron a ir con ellos a ver al Mesías.
La Befana miró hacia el fregadero, donde la pila de platos sucios se alzaba casi hasta tocar el techo, y luego al suelo, cubierto de migas de pan, salsa de tomate y requesón, y agarró la escoba y, agitándola amenazadoramente, sacó a aquellos extranjeros chupabotes y sacapartidos de su casa.
-¡Eh, chicos! ¿No es eso un Wendy's? |
Sin embargo, después de limpiar toda la porquería, la Befana se arrepintió de haber desperdiciado la ocasión de conocer a un famoso de verdad, de los destinados a hacer historia, y no de esos que salían en los programas de televisión con los que se quedaba dormida después de comer, así que llenó un saco de golosinas y salió tras la pista los Reyes Magos.
La señora fue preguntando de pueblo en pueblo, casa a casa, pero no consiguió encontrar a los sabios de Oriente y su séquito de vendedores de baratijas. "¡Cachis la mar! ¿Cómo puede ser tan difícil seguir el rastro a una caravana a camello?", se preguntaba.
Apesadumbrada, pero pensando que el Mesías podía ser cualquiera de los niños a los que Herodes aún no había aplicado la solución definitiva contra la alta natalidad, se consoló dejando caramelos en todas las casas que visitaba. También las barría con su escoba antes de marcharse, porque una señora mayor tiene sus manías.
-¿Hay algún niño en casa? |
En algún momento, con el paso del tiempo, la vieja Befana, terca como una mula, se unió a un aquelarre y aprendió brujería. Se dice que la misma Circe que retuvo a Ulises en su isla durante todo un año le reveló el secreto de la inmortalidad. O quizá esto último sea de mi cosecha. Me gusta aportar.
Aún en nuestros días, cada noche del 5 de enero, la Befana sobrevuela el País de la Bota montada en su escoba con la esperanza de encontrar al niño Jesús en alguno de los hogares que visita. Y si no eres el niño Jesús ni llevas su bondad en tu corazón, te roba un pedacito de alma, lo convierte en carbón y te lo deja en un calcetín. Lo sé, es aterrador. Eso también me lo he inventado.
Bueno, unos tienen a un tipo gordo vestido de rojo, otros a tres indocumentados en camello y otros a esta viejuna. Veo que este año has decidido hacer las Navidades muy didácticas. Esperemos que dejes algún post sobre alguna película chorra navideña o algún especial de Fiestas de algún popular personaje animado. Seguiré en contacto por aquí.
ResponderEliminarLa primera vez leí "anciana inmoral y demente" XD
ResponderEliminarLéete la historia de la Babushka rusa y nos cuentas cuantas diferencias encuentras.
La leyenda dice que cuando los ciudadanos de Bari fueron a Turquía y robaron los restos de San Nicolás, los pusieron en el lugar que antiguamente había ocupado un santuario dedicado a la Befana y que por eso ambos personajes terminaron por confundirse. Cómo una señora anciana se convirtió en el gordinflón de Coca Cola es una larga historia de 500 años y 5 países diferentes.
Ah por cierto se piensa que Befana es una deformación de la palabra Epifanía, yo tampoco lo veo, pero los italianos del sur tienden a hacer "b" las "p", puede ser.
JoakinMar: Hay por delante un par de entradas poco didácticas y otra muy didáctica, pero ninguna sobre una película. Ya hablo mucho de cine el resto del año. Lo siento.
ResponderEliminarAPMB: Inmoral y demente tiene más sonoridad y gracia. Qué lástima no poder utilizarla. Pronto, muy pronto hablaré largo y tendido de San Nicolás.
A Befana le falta el toque mercadotécnico y la magia de Coca-Cola para su imagen publicitaria. En todas las caracterizaciones y disfraces que vi, sin contar los subidos de tono, Befana se parece más a, como bien apunta, la bruja de Blanca Nieves que a una versión italiana de Mamá Noel; ojalá y Pepsi haga lo suyo y nos dé a una Befana bonachona.
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