3 de junio de 2019

'Ninja Gaiden', de NES ('Shadow Warriors')


Hay tres cosas que espero que siempre molen: los dinosaurios, los ninjas y los robots gigantes. Si algún día deja de ser así, habrá llegado el momento de mudarme a otro planeta.

Dicho esto, hoy voy a hablar de ninjas. y, concretamente, de un videojuego que lleva un ninja en el título. No sé cuál fue el primer videojuego en el que uno podía calzarse las sandalias de un ninja (quizá el Sasuke vs. Commander o el Sengoku Ninja Tai); pero sí sé cuál fue el primero al que jugué: el Ninja Gaiden de NES, conocido en Europa como Ninja Warriors y en su Japón natal como Ninja Ryūkenden (La leyenda del ninja de la Espada del Dragón).

Salvo que me falle mucho la memoria, diría que la primera vez que lo jugué fue en casa de un amigo cuando tenía algo menos de diez años. Al ver el dibujo de la caja, me quedé alucinado, y cogí el juego con unas ganas tremendas. Pero me cansé tanto de que los malos me tirarán por barrancos que nunca pasé de la fase 2-2.

Muchos, muchos años después, he vuelto a jugar al Ninja Gaiden en la NES Mini, reviviendo la frustración de mi infancia con un grado de madurez no necesariamente mayor.

Pero ya no soy el niño que era entonces. Esta vez perseveré, mejoré poco a poco mi ninjutsu y, con sudor y lágrimas..., llegué a la fase 6-2, tan cerca y a la vez tan lejos del final. En ese punto paré y detoné la videoconsola y el edificio en el que estaba con 250 kilos de dinamita. Luego utilicé un emulador para pasarme el juego con trucos.

No me arrepiento.


Prólogo


La luna llena ilumina el campo, asomando entre nubes negras. El viento aúlla y acaricia la hierba de color verde radiactivo.

En este teatral escenario, dos figuras embozadas, separadas por apenas una docena de metros, se estudian mutuamente. Solo sus ojos fieros son visibles entre la tela que cubre sus cabezas y rostros.

¡Son ninjas!, guerreros japoneses expertos en artes marciales. Lo sé, he consultado la palabra ninja en el diccionario. En realidad, uno de ellos ni siquiera es japonés, sino europeo.

Pero no nos adelantemos. De momento, lo único que sabemos acerca de estos misteriosos hombres es que uno de ellos es daltónico porque, de otro modo, no se explica que vaya vestido de color naranja.

-Pues se ha quedado buena noche, ¿no?

Ninguno de los guerreros da señales de querer atacar primero. Quizá saben que todo podría resolverse en el primer asalto. Quizá les preocupa que la Luna esté tan cerca de la Tierra. Puede que ellos se sientan más ligeros ahora debido a la fuerza gravitatoria que ejerce nuestro satélite favorito, pero el resto del mundo probablemente lo esté pasando bastante mal con todos esos terremotos apocalípticos y olas gigantescas arrasando civilizaciones enteras. La escenografía tiene sus riesgos.

Por fin, en el cenit de la pausa dramática, los ninjas se deciden y corren el uno hacia el otro. Su técnica y preparación física es incuestionable. Nadie más podría correr a esa velocidad de puntillas y con sandalias sin acabar dándose de morros contra el suelo.

Saltan el uno hacia el otro, elevándose varios metros por encima de la hierba que se mece bajo sus pies. Sus katanas silban cuando las desenvainan y los guerreros quedan suspendidos un instante, con las armas enfrentadas, antes de que el tiempo vuelva a correr y se crucen en el aire. Ninguno se da cuenta de que hay dos cigarras montándoselo sobre una brizna de hierba.

¡Zing!

Cuando los ninjas tocan el suelo de nuevo, sucumben a los clichés del cine japonés y permanecen en pie durante un largo instante, aparentemente indemnes, sin cortes de katana por los que se desparramen sus intestinos... Hasta que uno de los dos se desmorona. Es el del pijama de color bombona de butano.

El ninja gris sale vencedor del encuentro.

Un gif animado que nunca fue.

Al día siguiente, Ryu Hayabusha encuentra en casa una carta de su padre Ken, cabecilla del clan Hayabusha. Su padre era el ninja naranja.

"¿Con quién se batió mi padre y perdió? ¿Por qué razón luchó y murió?", se pregunta Ryu, abatido.

A mí no me mires, yo solo soy el autor del blog. A lo mejor dice algo en la carta.

No, solo son facturas pendientes de pago.

Pero la carta no contiene las respuestas que busca el muchacho. Solo dice que si su padre no regresase a casa, él deberá coger la Espada del Dragón que ha pertenecido a su familia durante generaciones y marchar con ella a América, donde deberá reunirse con el arqueólogo Walter Smith.

"Sé valiente, Ryu", es lo último que dice la misiva.

Ryu Hayabusha jura que se vengará.

"¡Obtendré mi venganza!", exclama cubriéndose la cabeza con la capucha.

No por mucho repetirlo se va a cumplir.

Espero que el riguroso entrenamiento de su padre le haya preparado para soportar el tacto rectal de un funcionario mal pagado, porque es fácil imaginarse lo que le dirán cuando quiera subirse al avión de esa guisa y con una espada.

Y lo siento si no me tomo a Ryu más en serio, pero es que cada vez que escribo su apellido, no puedo evitar leerlo como "Ay, abusa" y me río.


Acto I


Según el manual de instrucciones, la primera parada en el viaje de nuestro héroe es Galesburg. Aunque hay varias comunidades en Estados Unidos con ese nombre, solo he encontrado un Galesburg en el mapa que pueda corresponderse por tamaño con el del videojuego, y está en Illinois. Es un pueblo pequeño, de unos 32.000 habitantes, que vivió su edad de oro durante los tiempos del ferrocarril. Actualmente su periódico local publica en portada la inauguración de un nuevo asador.

Un dato que nos concierne es que el aeropuerto más cercano a Galesburg es el Quad City International Airport, que queda a unos sesenta kilómetros. Por lo tanto, suponiendo que Ryu vuele desde Tokio con una sola escala, le esperan dieciséis horas largas de viaje en avión. Luego podría coger un autobús hasta Galesburg y se plantaría allí en aproximadamente una hora. Todo ello suponiendo que los medios de transporte fueran los mismos de los que disponemos ahora.

Digo esto porque uno suele encontrarse bastante cansado después de un viaje largo y, de los 32.000 habitantes que tiene el pueblo, parece que la mitad quieran partirle la cara al joven ninja: motoristas con cachiporras, lanzadores de cuchillos, boxeadores adictos al crack, chuchos abrigados con jerséis violetas... Ni siquiera los soviéticos eran tan poco hospitalarios con los turistas americanos.

-¿Y tú cómo porras has subido hasta aquí?

Afortunadamente, Ryu está preparado para este desafío y corre hacia el peligro. Sabe que un tajo de la Espada del Dragón bastará para desintegrar a cualquier oponente y eliminar todo rastro de su existencia de la faz de la tierra.

O al menos eliminará al enemigo hasta que este vuelva a aparecer por generación espontánea apenas unos segundos después. ¡Hechicería! Sí, eso o que el juego está programado con muy mala baba, porque la tasa de reaparición de los enemigos es ridículamente alta. El mensaje está claro: Ryu no puede entretenerse.

Por suerte para él, alguien ha dejado todo un arsenal ninja escondido en farolillos a lo largo del pueblo: estrellas arrojadizas (con y sin efecto bumerán) y técnicas secretas que Ryu aprendió durante su entrenamiento y que ahora necesita recordar recogiendo su representación física del sucio suelo.

El llamado halo de fuego invencible lo rodea y protege de cualquier enemigo, incinerándolo al instante; la técnica de salto con ataque le permite girar en el aire utilizando su espada como las aspas de un letal molinillo de acero; y si canaliza sus habilidades pirotécnicas en la palma de la mano, consigue lanzar las llamas del halo de fuego contra sus rivales. Por último, Ryu incluso puede agudizar sus sentidos para que el tiempo parezca congelarse a su alrededor durante unos segundos.

Además, cuando la calle principal está demasiado abarrotada, Ryu también puede "trepar mediante el salto de muelle" para botar en carteles, señales o paredes, y subirse a los tejados. Ahora no parece importante, pero su intuición ninja le dice que pronto deberá dominar este movimiento si quiere sobrevivir.


Tras zafarse de sus enemigos, Ryu entra en un bar llamado el Bar de Jay. Aunque no se me ocurre en qué puede ocupar la gente su tiempo en este pueblo de mala muerte si no es bebiendo, el local está desierto.

Pero Ryu no está solo. Un gigante que parece haber escapado del rodaje de Mad Max 2 sale de entre las sombras. En uno de sus enormes puños sujeta una espada casi tan grande como Ryu. Es el Bárbaro, conocido también como el verdugo de Sudamérica, uno de los Cuatro Malvados reclutados por Jaquio.

Son muchos nombres que solo nos sonarán si hemos leído el manual de instrucciones, pero Ryu no necesita conocerlos. Solo le interesa llegar hasta Walter Smith.

El Bárbaro es demasiado lento para unos reflejos entrenados cazando moscas con palillos chinos y Ryu corta, raja y trincha al gigante hasta que explota. ¿Explota? ¿Qué clase de comida sirven en Galesburg?

(Nota del autor: Si queréis derrotar a cualquier jefe de fase en un pispás, llegad hasta él con el "salto con ataque" y lo liquidaréis en uno o dos golpes. No es jugar sucio si el juego lo permite.)

-Buenas, solo quería usar el servicio.

Ryu se pregunta quién sería toda esa gente que iba tras él y a la que ha asesinado sin ningún cargo de conciencia; pero antes de que pueda llegar a una conclusión, sus agudizados sentidos ninja perciben que hay alguien más en el bar. Un perfume llega a su nariz a través de la fina tela que la cubre: sutil, elegante..., muy distinto del olor a muerte que le ha rodeado desde que puso un pie en Norteamérica. Quizá sea él mismo quien apeste a muerte. Tendrá que echar el shozoku a la lavadora para quitarle todas esas salpicaduras de sangre.

"¿Quién anda ahí?", pregunta sin volverse. Sabe que es arriesgado no mirar al enemigo a la cara, pero se lo vio a hacer al héroe de una película de acción y desde entonces ha querido hacer lo mismo.

"Solo una mujer", contesta una voz femenina a su espalda.

¿"Solo una mujer"? Lástima que en el Japón de los años ochenta no tuvieran en cuenta el movimiento feminista europeo de la década de 2010.

Además, no es cualquier mujer. ¡Es la viva imagen de Sean Young en Blade Runner!

-¿Quién anda ahí?

-Me llamo Rachel.

"¡Vete de aquí!", le grita Ryu.

"Lo haré, pero antes..."

La desconocida saca una pistola y dispara al joven ninja antes de que pueda decir "Ninja III: La dominación es mi película favorita".


Acto II


Ryu despierta en el interior de una celda. Le duele la cabeza y no sabe cuánto tiempo ha estado inconsciente. ¿Ya estuvo otra vez bebiendo sake de Fukushima y no se acuerda de nada? Sería la tercera vez en lo que va de semana.

Desde luego había un bar... y una mujer... Luego un fogonazo...

Ryu se examina en busca de heridas. No encuentra ninguna. Pero recuerda el sonido de un disparo seguido de un fuerte pinchazo en el vientre. Tal vez le sentó mal la comida del avión.

"Padre... ¡Obtendré mi venganza!", piensa para sus adentros.

Ruido de pasos. Alguien se acerca a la puerta de la celda. Tras la ventanilla con barrotes, Ryu distingue la silueta de una cabeza coronada por un tupé que pasó de moda en los años cuarenta. Sabe quién ha venido a verlo. Jamás podría olvidar el peinado de la mujer que le disparó.

"¿Dónde... dónde estoy?", pregunta Ryu, aún medio grogui.

La puerta se abre y la mujer entra en la celda.

"Veo que el efecto del anestésico se está pasando", susurra.

Al menos eso explica por que no está muerto. Es más razonable que pensar que se había vuelto inmune al plomo.

Intrigado, Ryu pregunta a la mujer quién es. Odia que le droguen desconocidos.

"Shhh... No hagas tanto ruido. Tengo un favor que pedirte", dice ella.

Ese sprite es reciclado.

La mujer se acerca y coloca algo en su mano.

"Toma esto y escapa", le dice.

Es una estatuilla de color púrpura. Representa a un demonio horrible de enorme cabeza, redonda y lisa, sin ojos ni nariz, y con una mandíbula de afilados colmillos por único rasgo; sus brazos culminan en largas garras, pero no tiene piernas; un caparazón del que sobresalen púas afiladas protege su espalda y un exoesqueleto acanalado cubre su torso.

Alguien debe de ser muy fan de la película Alien.

Le llamaré Mordisquitos.

Ryu aún no sabe por qué la mujer le dejó K.O. ni a dónde la ha traído, así que pide una explicación. Yo también quisiera dársela, pero a la mínima que uno intente profundizar en la lógica de un videojuego como este, o bien se da de bruces contra un sólido muro de sentido común, o bien sortea ese muro con una acrobacia imposible.

La mujer le dice que tenga cuidado y se marcha antes de que él termine de recobrarse y pueda seguirla. Al menos es lo bastante considerada como para dejar la puerta de la celda abierta. El váter está hecho un asco, y un ninja también necesita ir al baño.

Ryu abandona la celda y mira a su alrededor. Lo primero que debe hacer un ninja es reconocer el terreno. Lo leyó en el interior de una galleta de la fortuna.

A primera vista, parece que se encuentra en alguna clase de base militar subterránea, construida en el interior de una colosal caverna. No hay ni rastro de la mujer, pero ve enemigos no muy lejos de donde está. Tiene que escapar de aquí y el único camino es hacia arriba o cavando un túnel hasta la superficie. ¿Ha traído pala? No. Pues solo queda una salida.

-Con estos colores me entran incluso más ganas de cagar.

Galesburg era poco acogedor, pero es un paraíso turístico en comparación con el puesto de avanzada del Valle de la Muerte.

Además de lidiar con el mismo grupo que le atacó en el pueblo, Ryu se enfrenta a nuevos peligros y obstáculos que empiezan a darle una ligera idea de los retos a los que acabará enfrentándose en su misión de venganza.

La cueva está infestada de murciélagos y las instalaciones se diseñaron sabiendo que nunca se someterían a una inspección de seguridad. Caer al vacío empieza a ser un problema, porque cualquier golpe recibido hace que Ryu rebote hacia atrás, normalmente atraído como por una fuerza magnética irresistible al agujero más cercano. Por lo tanto, dominar el salto de muelle es esencial para sobrevivir a las caídas mortales.

La cosa se complica todavía más cuando Ryu alcanza el exterior de la base. Encapuchados con capa hacen caer dagas sobre su cabeza mientras soldados armados con ametralladoras intentan acribillarlo o cargan él contra jugadores como jugadores de rugby muy cabreados. Y nada de eso sería tan difícil si no fuera por los precipicios que se suceden en el camino, uno tras otro.

Pero un ninja no se deja vencer por la desesperación. Esto lo leyó en el reverso del menú de un restaurante.

Hoy, en saltos que acaban de forma desastrosa...

Al final del escabroso camino, Ryu llega a un templo en el que hay un altar consagrado a Amura, que rima con chifladura. Un último obstáculo se presenta ante él.

Se trata del segundo de los Cuatro Malvados, el que se hace llamar Bomberhead (Cabeza de Bombardero), un tipo duro, nacido en el Bronx, que controla los bajos fondos de Nueva York y también un puesto de perritos calientes en la esquina de la primera avenida con la calle 14.

Tras la máscara de hockey que oculta el rostro de su oponente, Ryu intuye unas facciones crueles, casi inhumanas y no puede evitar sentir un escalofrío. Pero enseguida se da cuenta de que está confundiendo a Bomberhead con el asesino psicópata de Viernes 13 y recupera la compostura. Si evita los círculos que traza su enemigo con la hoz con cadena y espera a encontrar una apertura para atacar, el combate se decantará a su favor. En cambio, si le clavan la hoz en la cabeza, lo lleva claro.

-¡No huyas, cobarde!
-Eh, que yo no huyo. Me retiro estratégicamente.

Tras ver a Bomberhead volar por los aires haciendo honor a su nombre, Ryu retoma su camino en dirección a Crystal Lake, donde vive el arqueólogo que mencionaba su padre en la carta.

En el camino, dos preguntas le asaltan. La primera, quién es la mujer que lo capturó y de qué lado está, lo que son más bien dos preguntas. Y la segunda, en realidad tercera, qué papel tiene la extraña estatuilla en todo este asunto.

Y él que pensaba que la vida de un ninja consistía en dar volteretas y retar a clanes rivales que vistieran pijamas de un color diferente al suyo...


Acto III


Ryu encuentra la cabaña en la que vive el doctor Walter Smith a la orilla del lago que da nombre a Crytal Lake. Aunque el paisaje es precioso, sobre el lugar pesa un aire siniestro, como si se hubiera cometido en él una serie de macabros asesinatos a lo largo de siete películas de bajo presupuesto.

El abuelo de Heidi le abre la puerta.

"Tú debes de ser Walter Smith", dice Ryu, que solo ve cine de samuráis y no dibujos animados basados en libros suizos para niños. "Mi nombre es Ryu, Ryu Hayabusha".

El arqueólogo reconoce la Espada del Dragón y deduce que Ryu es el hijo de su viejo amigo Ken Hayabusha. No le pregunta si es consciente de que su padre y él se llaman como los jugadores 1 y 2 del videojuego Street Fighter, pero creo que todos teníamos ya esa idea en la cabeza.

"Of course".

Tras saber de la muerte de Ken, Smith le explica a Ryu que, hace años, durante una expedición a la selva amazónica, Ken y él pillaron una diarrea aguda. Luego descubrieron un templo en ruinas, de más de 2.000 años de antigüedad, en el que encontraron una estatua y una lápida.

"En la lápida decía...".

Antes de que Smith pueda terminar la frase y revelarnos este punto esencial de la trama, Ryu le interrumpe para mostrarle la estatuilla que le entregó la mujer misteriosa. Qué oportuno.

El arqueólogo reconoce la pequeña escultura y le dice que la encontraron en el templo mientras buscaban el cuarto de baño. También le explica a Ryu que se trata de la estatua de un demonio que posee el poder para destruir una nación entera. O tal vez de una buena imitación comprada por diez reales en una tienda de souvenirs.

Según las leyendas, el demonio apareció hace setecientos años y sumió el mundo en el caos, pero Shinobi (¿el del juego de Mega Drive?) consiguió derrotarlo con la Espada del Dragón. Aunque el valeroso Shinobi no pudo destruir al demonio, encerró su cuerpo en el templo y confinó su poder en dos estatuas, una de luz y otra de sombra. La estatuilla que Ryu tiene en su poder es la estatua de sombra.

Todo esto suena la mar de cuerdo y razonable. Solo tengo una pregunta: ¿Lo averiguaron antes o después de darse un garbeo astral inducido por el ayahuasca?

El grabado de la lagartija mística desborda poder.

Ryu está tan amodorrado después de escuchar este rollo patatero que no reacciona a tiempo cuando un ninja vestido de verde se cuela por el tragaluz y, en un visto y no visto, le roba la estatuilla en sus mismas narices.

"¡Adiós, amigo!", se despide el ladrón.

Smith urge a Ryu para que lo persiga y recupere la peligrosa obra de arte.

Ryu sale corriendo. Esta venganza se está complicando más de la cuenta.

¡Hemos hecho un nuevo amigo!

Ryu ya esperaba que los enemigos con los que se había enfrentado hasta ahora tratasen de detenerlo en este rincón apartado de América. Tampoco no se sorprende cuando ve que algunos de sus rivales han mejorado su arsenal y traído bazucas para intentar despacharlo con rapidez, porque esas es la clase de armamento pesado que uno necesita si quiere liquidar a un tipo en pijama que corretea por ahí de puntillas armado con una espada y estrellas ninja.

Lo que no podía prever es que la fauna local también se le echaría encima. Águilas descendiendo sobre él con sus garras afiladas dispuestas a arrancarle los ojos, gatos salvajes con tanta prisa por hincarle el diente en la retaguardia que ni siquiera se detienen cuando llegan a un barranco... ¡Kuso, si es que parece que se hubiera rebozado en cebo para depredadores!

El ¿puente?, ¿muelle?, ¿cosa? tuvo tiempos mejores.

Saltando entre plataformas de madera dispuestas sin ningún propósito práctico concreto y recorriendo islote tras islote, Ryu atraviesa el lago que da nombre al lugar y sigue el rastro del ladrón montaña arriba. Recuerda haber oído hablar de estas montañas; les llaman las montañas del Lagarto.Pero no hay ningún lagarto en ellas. Ni siquiera una lagartijilla. Ryu jamás entenderá la toponimia americana.

La temperatura baja bruscamente al subir la montaña y la nieve cubre el terreno. Ryu se arrepiente de haber escogido un uniforme sin mangas para presumir de bíceps, pero, ¿quién sabe si algún día inspirará la carátula de algún videojuego?

Sus movimientos empiezan a convertirse en hábito: correr, espadazo, saltar, agacharse, correr, espadazo, saltar, agacharse... La sangre del clan Hayabusha corre por sus venas incluso ahora que esa sangre se está convirtiendo en horchata. Sin embargo, cada vez le resulta más difícil esquivar a los enemigos y no acabar cayendo de rebote por un precipicio. Pero ese es uno de los pilares del ninjutsu: si un oponente te hiere, tienes que saltar hacia atrás de forma exagerada y melodramática, aun cuando te cueste la muerte. Es una cuestión de tradición y de respeto hacia el rival.

(Nota del autor: Odio el último reto de la fase 3-2 con toda mi alma. ¿Cómo se supone que sobrevive uno a un salto desde una plataforma elevada a un saliente que está a varios metros de distancia y a una altura muy inferior, cuando (1) a su espalda brota por generación espontánea una ristra infinita de gatos salvajes deseando clavarle los colmillos en la nuca, (2) hay un tipo esperándole al borde del saliente con ganas de bronca y, (3) en el momento justo en el que salta, un águila se le arroja a la cara? !@#$%)

"Cohetes a mí. ¡Ja!", pensó el ninja instantes antes de caer por el precipicio.

El rastro del ladrón termina en una cueva y Ryu entra en ella sabiendo que un duelo difícil le espera.

El ninja que le robó la estatuilla se ha desprendido de su shozoku verde y ha crecido dos metros desde la última vez que lo vio. Este gigante se hace llamar Basequer y es el tercero de los lugartenientes de Jaquio. Ryu ha oído hablar de él en las noticias. En China, era miembro de una organización criminal llamada las Cinco Caras de la Maldición, pero le expulsaron por ser demasiado cruel, sorber sopa sin hacer ruido y ganar siempre al mahjong.

Dicen que Basequer es un maestro en "todas las formas de artes marciales conocidas", pero lo único que parece saber hacer es saltar de un extremo a otro de la cueva intentando aplastar a quien sea tan idiota como para ponerse debajo. Y Ryu no es esa clase de idiota, ¿verdad? En cambio, un jugador como...

Cada cierto tiempo, Basequer también arroja proyectiles de metal, pero la Espada del Dragón puede cortarlos como si fueran bolas de arroz y no representan un peligro para los reflejos entrenados de un ninja. En cambio, los reflejos del jugador ...

-¿Dónde se habrá metido ese chorizo de tres al cuarto?

Muerto otro lugarteniente y recuperada la estatua de sombra, Ryu regresa corriendo con el doctor Smith. Un mal presentimiento le picotea la boca del estómago. Algo le dice que no debería haber dejado desprotegido a un viejo en una cabaña rodeada de asesinos armados hasta los dientes y bestias salvajes. O al menos que debería haber cerrado la puerta después de salir.

De vuelta a la cabaña, Ryu encuentra al arqueólogo herido de muerte. Es pronto para señalar a nadie con el dedo. Quizá al hombre le haya explotado espontáneamente el corazón y se le haya salido por el pecho.

Ryu sostiene al viejo amigo de su padre en brazos y escucha con atención sus últimas palabras, que no citaré para no desgastar los puntos suspensivos.

En pocas palabras, el hombre pide a Ryu que recupere la estatua de luz, que estaba en poder de padre, y que se convierta en el "Dragón Ninja" para impedir que el demonio se alce de nuevo.

¿Solo eso? Ryu calcula que antes de cenar ya estará todo resuelto.

-¿Y no puedo esperar a que resuciten al demonio y luego cargármelo? Seguro que así me ahorro disgustos y tiempo.

Antes de que Ryu pueda dar al arqueólogo un entierro digno, o al menos arrojarlo al lago para evitar que los animales salvajes devoren su cadáver, tres hombres de negro, trajeados y con sombreros, le sorprenden.

"Venga con nosotros", ordena uno de ellos.

Parecen majos, así que Ryu decide seguirles la corriente. Que dos de ellos le estén encañonando con sus pistolas semiautomáticas con silenciador integrado no influye para nada en esta decisión. Tampoco que las heridas de Smith fueran de bala.

Here come the Men in Black...


Acto IV


En un cuarto oscuro, alguien observa a Ryu desde el otro lado de un escritorio. Las sombras mantienen ocultos sus rasgos. El tipo se refiere a él por su nombre y le da la bienvenida. Es americano.

La luz se enciende y Ryu distingue las facciones de un hombre de mediana edad, trajeado. Tiene toda la pinta de trabajar para el gobierno. Ryu ha visto suficientes películas de espías para llegar a esa conclusión.

"Somos de la unidad de Apoyo Especial de la CIA. Mi nombre es Foster", se presenta el hombre, confirmando sus sospechas.

Ryu permanece en silencio, inmutable. Solo nosotros podemos introducirnos en la mente fuerte del ninja e intuir lo que piensa. Creo que no está seguro de si cerró bien la puerta al salir de casa.

Supe que era un agente gubernamental en cuanto vi ese horrible estampado.

Foster informa a Ryu de que un hombre llamado Guardia de Mieux, que se hace llamar a sí mismo "el Jaquio" (le llamaré Jaquio a secas), ha convertido el templo que descubrieron su padre y el doctor Smith en el Amazonas en una base de operaciones.

Como ya le explicó Smith, el templo se construyó para mantener prisionero a un demonio, no para adorar a los dioses y mantener a los mayas entretenidos cuando no les apetecía pegar patadas y codazos a una pelota de caucho. La estatua que Ryu tiene en su bolsillo, junto al llavero y un bolígrafo de Astro Boy, alberga una parte del poder de ese demonio, y Jaquio quiere hacerse con ella para completar su colección de estatuas que albergan poderes demoníacos. Por eso mató a Ken Hayabusha y por eso ha matado también a Smith.

"Cuando una luna negra brilla, la Luz y la Oscuridad se separan, el Rey de las Tinieblas aúlla", recita Foster. "Estas eran las últimas palabras escritas en la lápida".

Podían haber intentado que rimara, porque no es nada pegadizo.

Ryu recuerda que Smith iba a decirle algo más sobre la lápida antes de que le interrumpiera de forma innecesaria. No es que eso cambie nada. La inscripción parece un haiku poco inspirado, Además, Ryu aún tiene que encontrar un problema que pueda resolver más rápido con palabras que con su katana o prendiéndole fuego, o las dos cosas a la vez.

No es descartable que Jaquio sea un teleñeco con el cuerpo cubierto de felpa púrpura.

"Si alguien devuelve la vida al demonio, tendrá un poder increíble", dice Foster, "suficiente para controlar el mundo entero".

Punto uno: el doctor Smith dijo que el demonio tenía el poder para controlar "una nación", no "el mundo entero", así que no nos pongamos dramáticos. Y punto dos: Ryu apostaría sus tebeos de Hattori-kun a que Foster quiere hacerse con el poder del demonio para sí mismo y que le traicionará tarde o temprano.

Foster también revela a Ryu que la mujer que le disparó en Galesburg trabaja para él; pero no debe de ser muy buena en su trabajo, porque acto seguido, el agente encarga a nuestro héroe que recupere la Estatua de Luz de la base enemiga. No explica por qué cree que un tipo que va corriendo por ahí en pijama tiene más posibilidades de ganar a Jaquio que una agencia gubernamental con recursos casi ilimitados, pero sí dice que le pagarán bien por ello.

Ryu pregunta qué ocurrirá si se niega.

Para que no haya género de duda sobre la naturaleza de su siguiente mensaje, Foster apaga todas las luces menos una antes de contestar, lacónico:

"Ya conoce la respuesta".

Que teatreros son estos agentes del gobierno.

Otro que no paga los recibos de la luz.

Una avioneta Cessna sobrevuela el Amazonas. A una señal del piloto, Ryu sabe que ha llegado a su destino y salta. Apenas 100 metros lo separan de la copa de los árboles.

Cuenta tres segundos y abre el paracaídas. No tiene miedo. El paracaídas de los americanos parece mucho más seguro que los pijamas de ardilla voladora que usan los ninjas en las películas.

Bajo él se extienden kilómetros de jungla desconocida. Ryu nunca ha estado en un sitio como este, a la vez tan hermoso y tan peligroso; pero su entrenamiento le ha preparado para ser fuerte y flexible como el bambú.

Además, la CIA ha tenido la amabilidad de prestarle una guía de viaje: 101 animales que pueden matarte en el Amazonas. El resumen es que, si no sabes lo que es, procura no tocarlo.

-¡Wiiiiiiiii!

Ryu sortea a la fauna local de águilas, jaguares y murciélagos, y se abre camino entre los soldados de Jaquio que patrullan la zona, evitando también las aguas infestadas de alimañas mortales, y trepa hasta lo alto de un peñasco. Desde allí observa el imponente castillo de Drácula Templo de la Oscuridad.

Por si acaso hay turistas mirando, Ryu procura que el viento no le eche la bufanda en la cara mientras otea el horizonte con una pose muy ensayada. No quiere salir mal en las fotos.

Máximo riesgo 2: Amazonas.

-Y yo pensando que Drácula era europeo. Qué poco sé del mundo occidental.

Preguntándose por qué la avioneta no lo dejó más cerca de su objetivo, Ryu se adentra en el túnel minero que conduce hasta el interior del templo.

El camino, como era de esperar, está vigilado por más hombres de Jaquio: ninjas saltarines, samuráis, lanzadores de cuchillos con enormes máscaras demoníacas... Pero Ryu aprende a leer sus movimientos y los derrota uno tras otro. O los ignora y sigue corriendo. Ninguno de sus rivales parece interesado en perseguirlo. Es lo que pasa cuando confías el trabajo de empleados a tiempo completo a una subcontrata.

-Cae, cae, que ya te espero yo aquí abajo con la espada preparada.

Tras ascender a través de la mina, Ryu llega por fin al Templo de la Oscuridad. El lugar es siniestro; la atmósfera, opresiva. Se le helaría la sangre si no le hirviese ya como fideos en una cazuela por el deseo de vengar a su padre.

Pero este no es el final del camino. Su instinto ninja y la guía de Nintendo Power le dicen que las pruebas más difíciles aún están por llegar. Podría decirse que aún le quedan varias fases o pantallas por superar.

En la Sala de los Demonios, Ryu tiene que sortear nuevas trampas en forma de estatuas escupefuego y luchar contra más esbirros, desde forzudos armados con mazas hasta fanáticos de las patadas huracanadas, pasando por imitadores de Jason Voorhees. Todos hacen lo que su endiablada IA les permite para evitar que nuestro héroe llegue a Jaquio; pero, como el jugador que persevera en lugar de arrojar el mando contra la pared, Ryu se mantiene firme y alcanza un nuevo hito en su camino.

Ki-ki-ki, ma-ma-ma...

Hay un dato sobre Jaquio que no conocíais: tiene un perro. Y nadie que tenga un perro puede ser mala persona, ¿verdad? Salvo que esa persona sacrifiqué a su perro para que los espíritus malignos lo devuelvan a la vida como un sabueso infernal.

Ryu conoce a Kerbeross, que recibe su nombre del can tricéfalo que guardaba las puertas del Hades.

Su entrenamiento no le ha preparado para lidiar con animales nacidos de las llamas del infierno, pero Ryu sabe que a los perros les pirran dos cosas (tres si son machos y no están castrados): comer y que los acaricien, por ese orden. Ninguna de ellas parece funcionar con Kerbeross. Su piel rocosa es insensible al tacto y probablemente se alimente de carne humana, almas inocentes y otras delicatessen no disponibles en la tienda de mascotas del barrio.

Cuando Ryu se encuentra con esta bestia sobrenatural, más parecida a una gárgola que a un perro, piensa que ve doble, pero enseguida se da cuenta de que solo una de las bestias es la auténtica. Sin embargo, aunque él solo puede dañar a una de las criaturas, ambas pueden aplastarlo bajo sus patas o abrasarlo vivo con sus llamaradas de fuego demoníaco.

"¡No es justo!", dijo alguien en alguna parte.

Perro malo. Eso no se hace. ¡Malo!

Jaquio en persona se presenta ante Ryu tras la muerte de su mascota y... A ver, juraría que lo primero que hace es exigirle que entregue la Estatua de Oscuridad, pero es difícil prestar atención a los diálogos cuando estás tirado en el suelo tronchándote de risa.

Mirad, por favor, qué pintas tiene y decidme si podéis aguantar las carcajadas. Aún no sé qué se supone que lleva puesto, pero a mí me parece un disfraz de monstruo de Barrio Sésamo comprado en los chinos.

Las antenitas no ayudan.

Ryu le dice que tararí que te vi, pero Jaquio no sería el villano de este videojuego si no escondiese un as en la manga.

La agente de la CIA a la que Ryu conoció en Galesburg entra en la sala conducida a punta de cuchillo por uno de los esbirros de Jaquio. Pese a que su vida está amenazada, no se la ve especialmente asustada. Ni siquiera moderadamente estresada.

"No, no se la des", dice la agente con la misma cara que si estuviera leyendo en voz alta la sección de bolsa del periódico.

Su rostro desprende desasosiego.

Ryu obedece a regañadientes. ¿Cómo podría dejar morir a la mujer que le disparó y abandonó en una celda a merced de sus enemigos y a la que ha visto dos minutos en toda su vida?

Jaquio abre una trampilla oculta en el suelo y Ryu cae por ella.

"Que pases un buen día", le desea Jaquio a su rival, porque la educación es importante.

Ryu está demasiado preocupado precipitándose hacia la oscuridad como para oír al villano jactarse de que pronto el mundo será suyo y carcajearse con una risa malvada estremecedoramente pausada y ausente de exclamaciones.

"Ja, ja, ja, ja, ja...", se ríe.

Ryu tampoco oye al hombre antes conocido como Guardia de Mieux decirse a sí mismo que esta será la noche del renacimiento, que solo ocurre una vez cada setecientos años.

Si llega a saber que esto iba a pasar, el propio Ryu habría mandado la estatua por SEUR a Jaquio. Cuando el paquete no llegase, Jaquio llamaría a SEUR y le dirían que llamaron al timbre, pero no había nadie en casa. Con suerte, el paquete acabaría llegando a tiempo para la próxima noche del renacimiento.

-Y ahora, si me hicieras el favor de moverte diez centímetros a tu derecha...


Acto V


Ryu gira sobre sí mismo, realizando varios mortales consecutivos en el aire para reducir la fuerza de la caída, y logra aterrizar sano y salvo en una caverna de roca caliza. El blanco grisáceo de suelos y techos contrasta con el tono purpúreo de los muros construidos en el interior de esta zona del templo, horadada en la roca hace más de 2.000 años. A Jackson Pollock le parecería una combinación atrevida de colores; a mí, una horterada.

Ryu no lo sabe porque nadie se ha molestado en colocar un cartel señalizando la ubicación, pero se encuentra en la Prisión de los Muertos. El nombre da mal rollo y también sirve de advertencia sobre el fatal destino que le espera si no extrema las precauciones. ¿Dónde está mi Game Genie cuando más la necesito?

Aun así, nuestro héroe ha sobrevivido a cosas peores. Por ejemplo, sobrevivió al ridículo que hizo aquella vez que participó en el programa Fūun! Takeshi Jō (Humor Amarillo) y fue incapaz de superar la pequeña muralla china (echó de menos otra pared que pudiera utilizar para subir hasta arriba con la técnica del salto de muelle); su propio padre le dijo que no había pasado tanta vergüenza viendo la televisión desde Ninja III: La dominación.

-No me prestéis atención, por favor. Solo estoy de paso.

Guiándose por la máxima de que normalmente la salida está a la derecha de todo (al menos desde la perspectiva de alguien que está jugando a un plataformas), Ryu consigue escapar de la prisión y salir al exterior, donde el aire es más puro y los aguiluchos intentan arrancarle las pestañas a zarpazos.

Pero su objetivo aún queda lejos. Se encuentra en la pared este de la montaña sobre la que se alza el Templo de la Oscuridad. Ahora tendrá que ascender por ella para regresar hasta Jaquio.

A falta de equipo de escalada, no le queda más remedio que confiar en sus habilidades ninja y saltar de un risco a otro procurando no caer al vacío y eliminando a los enemigos que, por la razón que sea, han decidido salir a fumarse un cigarrillo a 2.000 metros de altitud.

-Uy, qué concurrido está esto. ¿Regalan algo?

Aunque el ascenso es largo, la pared de roca acaba llegando a su fin y Ryu llega al pie del templo, cuyas paredes de caliza y estuco son fruto, no de la naturaleza, sino de la mano del hombre (probablemente esclavos de una tribu maya que entendían que la jornada reducida era la que tenía lugar en invierno, durante los días más cortos del año).

Ryu mira a un lado y a otro, que es todo lo que pueda hacer en este mundo bidimensional. No hay ninguna entrada a la vista, solo muros impenetrables en los que ha empezado a crecer la vegetación. Jaquio aún está intentando que le subvencionen las obras de restauración.

Con la esperanza de encontrar una entrada en lo alto del templo, Ryu continúa su acenso por la torre este, a la que llaman las Uñas de Lukifell. Sí, habéis leído bien: Uñas de Lukifell. Lucifer debía de estar pillado el día que escogieron el nombre.

Ha empezado a anochecer y, pese a los denodados esfuerzos de sus enemigos por liquidar a Ryu, incluyendo los repetidos asaltos de una tropa de ninjas de élite equipados con mochilas-cohete que hacen llover shuriken sobre él, el rival más peligroso es también el más inesperado. Me refiero a las paredes colocadas en lugares inoportunos. El entrenamiento ninja que le dio su padre le ha condicionado a agarrarse a ellas cuando salta, incluso si no le conviene, y es fácil que deje el lomo expuesto a los ataques de sus enemigos. Qué cruz.

-Siento no quedarme a charlar, pero llevo prisa y os odio a muerte.

El último de los lugartenientes de Jaquio, Bloody Malth, espera a Ryu en lo alto de la torre. Su leyenda se remonta generaciones atrás. Es un hombre maldito, quizá inmortal e invencible. También es intolerante a la lactosa.

"Eres tan atrevido como tu padre", dice Malth. "Pero él es mejor espadachín".

"¿Conoces a mi padre?", pregunta Ryu, sorprendido.

Aunque la imponente figura parezca el doble con cuernos del Maestro Golpeador de Mad Max 3: Más allá de la Cúpula del Trueno, ya habíamos visto a Malth antes con un aspecto diferente. Es el ninja gris que mató al padre de Ryu al principio de esta historia. O eso quisieron hacernos creer.

-Resolvamos esto como personas civilizadas: matándonos.

El ansia de venganza renueva las fuerzas de Ryu, que se siente mejor de lo que estaba cuando comenzó a subir por la montaña. Si fuera el personaje de un videojuego, en este instante veríamos rellenarse su barra de vida. Pero esta es la vida misma.

Ryu ataca a su enemigo con una ira de la que no se creía capaz... y recibe una descarga de 100.000 voltios que lo deja medio turulato y tan crujiente como la tempura.

¡Bloody Malth es un pararrayos andante! Incluso puede acumular energía eléctrica en la palma de su mano y lanzarla lejos de él para freír a Ryu sin apenas esfuerzo. ¡Ni siquiera los reflejos y agilidad de un ninja son suficientes para esquivar el poder de los dioses del trueno!

Haciendo una pirueta mental, Ryu diseña una nueva y sutil estrategia: correr hasta Malth y apuñalarlo a saco y a toda prisa con la esperanza de que palme antes de que a él lo convierta en un churrasco.

Y funciona.

Subirse a la columna rota da puntos de estilo, pero es un suicidio.

Cegado por el deseo de venganza y las chiribitas provocadas por la media docena de descargas que ha recibido, Ryu se acerca al adversario caído.

Malth respira, pero está malherido y no sobrevivirá a esta noche. Es lo que tiene que te claven una espada en el estómago dieciséis veces. Y aunque no fuera así, Ryu va a garantizar que ese sea su destino.

"¡Tú mataste a mi padre!", exclama.

No, no lo hizo. Antes Malth se ha referido al padre de Ryu utilizando el presente del indicativo, así que podemos deducir que Ken Hayabusha sigue vivo. Los tiempos verbales son nuestros amigos.

Malth revela que luchó contra el padre de Ryu, pero no lo mató. El líder del clan Hayabusha está vivo, y si Ryu sigue adelante (y consigue pasarse las fases más difíciles del juego), podrá comprobarlo con sus propios ojos (o sacárselos en una arranque de frustración si no es capaz de pasarse estas últimas fases ni con la ayuda de una guía para tontos).

"Pero será lo último que veas", añade Malth antes de sucumbir a los clichés.

-Ahora que tienes los intestinos colgando por fuera no eres tan duro, ¿eh?


Acto VI


Arreando candela a diestro y siniestro, Ryu cruza el Puente de la Muerte (99 % ominiso, 1% original) y regresa al interior del Templo de la Oscuridad.

Su semblante, duro y tenso, refleja la firme disposición de poner fin a esta historia. Lo hará aunque le cueste la vida, la paciencia y un disgusto con el vecino por insultar al televisor a grito pelado. Esperad, estaba hablando de mí, no de Ryu.

La conocida como Sala de los Brahmanes no le parece un desafío a la altura de los anteriores... hasta que empieza a serlo. Entonces se caga en su estampa. Pero persevera y avanza con ahínco; sabe que el final está cerca y antes abriría un puesto de comida en Río que rendirse.

Sin embargo, cuando cree que ya nada puede detenerlo, llega a este punto en particular:

"La parte más difícil de todo el juego", en palabras del Angry Video Game Nerd.

Digamos, en pro de una narrativa ágil, que Ryu consigue superar el obstáculo a la primera y no se pasa veinte minutos llorando desesperado frente al televisor.

(Nota del autor: Solo conozco dos formas de superar esa sección del juego: pura chiripa o aprovechando un glitch que hace desaparecer al imbécil encapuchado de la plataforma. No juzguéis mi habilidad como jugador. Ya estoy viejo para estas cosas.)

Tras la siguiente puerta está la Sala del Juicio. Un último esfuerzo y Ryu por fin podrá averiguar qué sucedió con su padre, enfrentarse a Jaquio y evitar el fin del mundo. Si no lo consigue, me temo que alguien que arrojará su NES Mini por la ventana.

Sorprendentemente, salvo por el desparrame gratuito de monstruos saltarines en el tramo final de la sala, lo más difícil ya está hecho.

La vomitiva combinación de colores aumenta la dificultad.

Ryu entra en la sala del trono en la que se produjo su primer y desafortunado encuentro con Jaquio. Dentro no parece haber nadie, pero oye una voz que desmiente lo que percibe con sus ojos de ninja, que es como me gusta referirme a los ojos de una persona normal de su edad que no tiene miopía, hipermetropía o astigmatismo.

"Ryu, mereces elogios por llegar tan lejos", dice Jaquio desde algún lugar en las sombras. "Pero ni siquiera tú puedes derrotar al Diablo Enmascarado".

¿Ha dicho "el Diablo Enmascarado"? ¿Quién es ese?, ¿un luchador mexicano de lucha libre? ¿Ese no era el que hacía equipo con el Santo y luchaba contra Drácula y el Hombre Lobo? ¿O lo estoy confundiendo con Blue Demon?

Su instinto de ninja le dice que algo chungo se cuece...

Un hombre con armadura de samurái y una espada en cada mano entra en la sala. Ryu no lo reconoce porque una máscara de rasgos demoníacos le cubre el rostro, pero se especula que podría ser Suneo, el dependiente de la tienda de cómics en la que nuestro héroe compra los números de City Hunter y Saint Seiya. Sé que nunca habíamos oído hablar de él hasta ahora, pero, ¿quién iba a ser si no? ¿El padre de Ryu? ¡Ja!

"¡Nadie puede derrotarme!", exclama Ryu, que leyó que confiar en uno mismo es la clave del éxito. Los libros de autoayuda, por desgracia, no suelen escribirse pensando en duelos a muerte con samuráis infernales.

"¿Ni siquiera tu padre?", pregunta Jaquio con sorna.

Ah, así que a esto se refería Malth. No es que no me lo viniera venir, pero tengo que fingir de vez en cuando para no chafaros la sorpresa si sois impermeables a los giros previsibles de guion.

Ryu deduce que su padre está sujeto a alguna clase de control mental y que la causa de ese lavado de cerebro es el orbe rojo gigante y brillante que está incrustado en el vientre de una estatua al fondo de la sala. Es la solución más obvia, sí.

Ahora solo tiene que evitar que el líder del clan Hayabusha lo convierta en un pincho moruno, esquivar las bolas de fuego con las que el orbe rodea al susodicho para protegerlo y que le sirven también de proyectiles incendiarios, y destruir el orbe de las narices para volver a ser una familia feliz. Pan comido, ¿no?

Ryu contra Ken, un clásico.

Cuando Ryu destruye el orbe, su padre recupera inmediatamente el control de sí mismo, aunque no tiene claro dónde está ni por qué lleva puesta una capa morada. Es como aquella noche loca en Tokio de 1971.

Pero la reunión familiar es breve. Jaquio, maestro del Lado Oscuro, odia que le chafen los planes y lanza un rayo de energía maléfica contra la pareja de aguafiestas. Entiendo que se cabree como una mona. Es difícil currarse la clase de plan maléfico en el que enfrentas a padres e hijos en un duelo a muerte.

"¡Ambos moriréis!", precisa con cara de loco, que es la única cara que uno puede tener cuando suelta frases de ese calado.

En un acto de sacrificio, Ken se interpone en el camino del rayo y cae hecho un trapo.

"¡Padre!", grita Ryu, cogiéndolo en brazos.

En retrospectiva, habría sido mejor que ambos se echasen a un lado. O bien los reflejos ninja no son para tanto, o bien el líder del clan Habayusha está simulando su propia muerte para timar al seguro.

Alguien huele a pollo frito.

Ryu le dice a Jaquio que le ha llegado su hora.

(Nota del autor: Es más fácil decirlo que hacerlo y no es raro que Ryu acabe convertido en una bola de pinball durante el combate contra Jaquio, pero si le pillas el ritmo a las bolas de fuego que arroja este esperpento flotante, hay una estrategia que funciona bastante bien incluso para alguien tan torpe como yo: 1º) evitar las bolas de fuego moviéndose de un lado a otro, sin dar saltitos; 2º) pegarse a la pared de la derecha en cuanto las bolas de fuego dejan de ser un peligro, aprovechando la tercera plataforma para llegar más alto; y 3) saltar hacia Jaquio con la espada en ristre tan pronto como se esté acercando. Dominado este sencillo proceso, es cuestión de repetir hasta matar.)


Nada más derrotar a Jaquio, la chica de la CIA entra en la sala.

"¡Ryu!", exclama.

Asumo que habrá escapado por sus propios medios o que los malos han hecho mutis por el foro después de ver a su jefe hecho un amasijo informe de felpa en el suelo.

"¡Gracias a Dios que estás a salvo!", responde Ryu.

Ejem. Tu padre está medio muerto. ¿Podemos dejar los romances metidos con calzador para el final, por favor? Gracias.

Ryu corre al lado de su padre y le dice que ya pueden marcharse.

"Espera, Ryu", dice Ken. "Antes de eso, las estatuas del demonio... Tenemos que sacarlas del templo mientras tengamos tiempo, antes de que brille la luna negra...".

¿Se refiere al eclipse que se está produciendo en este mismo instante?

Un poco tarde para eso, me temo. Ya lo decía su horoscopo: "No te abandones a la rutina ni confíes todo a los astros, aunque estén de tu lado. Y si brilla la luna negra, prepárate para el apocalipsis".

Luna lunera, cascabelera.

La estatua del demonio que decoraba la sala del trono cobra vida y se libera de su prisión de piedra. Tiene pinta de estar cabreado, pero a su favor diré que lleva dormido setecientos años y aún no se ha tomado el café.

Ryu se llena de coraje y da un paso al frente. Solo él puede enfrentarse al demonio y ganar, pues él es el portador de la Espada del Dragón: ¡el Dragón Ninja!

Además, tampoco se sentiría a gusto consigo mismo si se escaquease mientras el demonio se come a su padre y a la chica de la CIA, ni estaría bien dejar a un bicho tan feo por ahí suelto armando jaleo a escala global.

(Nota del autor: El único punto débil del demonio es su corazón, pero para alcanzarlo primero hay que destruir la cabeza y la cola mientras sorteamos una constante lluvia de fuego púrpura. ¿Cómo sobrevive este demonio sin cabeza? No lo sé, pero en cuanto sepa un poco más de anatomía demoníaca, os lo explico.)

-Eeeeh... ¿No podemos ser amigos?


Desenlace


Después de acabar con el demonio para siempre jamás (léase hasta la secuela que salió en 1990: Ninja Gaiden II: The Dark Sword of Chaos), Ryu se acerca a su padre, que yace grogui en el suelo.

"Despierta, padre, despierta".

Ken abre los ojos, tiene la mirada vidriosa.

"Ryu... No me queda mucho más tiempo...", dice. "Este templo está a punto de derrumbarse. Coge a la mujer y escapa".

Vaaale... Supongo que eso es lo que pasa cuando matas a un demonio dentro de una estructura de roca sólida, que todo se viene abajo. Podríamos llamarle nitroglicerina narrativa.

"¿Qué estás diciendo, padre?", protesta Ryu, que, como ya sabemos, es muy dado al drama. "¡No puedo abandonarte!".

"Ryu, ya eres un hombre. Mi destino está atado a la estatua demoníaca", responde Ken con un hilo de voz. "Ryu, buena suerte...".

Y se queda pajarito.

Ryu no lo encaja mal del todo. Esta es la segunda vez que lidia con la muerte de su padre, así que ya le va cogiendo el tranquillo.

No grites, que no está sordo, solo muerto.

Ryu huye con la agente de la CIA (supongo que dando brincos increíbles por el mismo camino por el que él llegó hasta aquí mientras ella baja en el ascensor) y ambos consiguen ponerse a salvo.

Una serie de explosiones se desencadenan a lo largo y ancho del templo; una de las torres se desprende del resto del edificio y se precipita sobre la jungla.

Mientras observan el espectáculo pirotécnico desde lo alto de un peñón, suena un timbre. El sonido proviene del broche que la agente lleva en el cuello. Supongo que un zapatófono no sería tan glamuroso.

Al otro lado de la línea, Ryu reconoce la voz de Foster. El agente se refiere a su subalterna como Golondrina Marina y la felicita por un trabajo bien hecho.

"Buen trabajo", dice Foster, que copia lo que digo. "Ahora mata a Ryu Hayabusha".

Se me ocurre que estos broches-comunicadores no deberían funcionar directamente en modo manos libres. Es bastante violento.

"¿Qué? ¿Matar a Ryu?", replica la agente, sorprendida.

"Correcto", confirma Foster. "Y luego roba las estatuas demoníacas".

Empiezo a sospechar que este Foster se trae algo entre manos.

Una orden sencilla para un trabajo sencillo. No es que Ryu acabe de liquidar él solo, armado con una espada, a un demonio ancestral.

En cualquier caso, a estas alturas es evidente que Golondrina Marina no va a obedecer las órdenes de su superior. Como es lógico, se ha enamorado de nuestro héroe en los cuatro minutos que han pasado juntos. Por eso, ni siquiera finge oponer un poco de resistencia cuando Ryu le quita el broche-comunicador de las manos.

"Así que ese era tu plan todo este tiempo...", dice Ryu. "¡Me las pagarás por esto, Foster!".

Para un ninja no hay día sin venganza. De ahí películas como La venganza del ninja. Es más, si no fuera por la traición de Foster, apuesto a que Ryu buscaría otra persona de la que vengarse para dar sentido a su vida. Por ejemplo, podría vengarse del fabricante de los cereales que desayunó ayer por la mañana. Esos gaijin siempre incluyen menos virutas de chocolate de las que se muestran en la fotografía de la caja.

"Recibo dos tipos de pago. El primero ya lo he recibido", dice Ryu, y arroja el broche-comunicador a la jungla. "El segundo eres tú... ¡Foster!".

Quizá nuestro héroe debería pensar en reformular esa frase. Puede que en su cabeza sonase bien, pero...

"Ryu, ¿cuál es el pago que ya has recibido?", pregunta Golondrina Marina, interrumpiéndome.

"Lo tengo justo delante", dice.

Y se besan.

Lo digo en serio, Ryu: tienes que reformular esa frase sobre que Foster es el segundo pago. O, si lo prefieres, puedes sincerarte contigo mismo y salir del armario. La pelota está en tu tejado.

El amor está en el aire. ¿O es el gas de las explosiones?

"Ni siquiera sé tu nombre", dice Ryu, separando sus morros de los de ella.

"Irene", contesta ella. "Irene Lew".

Espera... ¿Ha dicho Irene Lew? ¿La misma Irene Lew que aparece en los Ninja Gaiden de Xbox? ¿La rubia oxigenada vestida de dominatrix con sujetador de la talla 95D? Hay que ver lo que cambian algunas personas con los saltos de generación...

Ryu pasa un brazo por la cintura de Irene y, así abrazados, contemplan la salida del sol en el horizonte.

¿Es eso que le está trepando por la pierna una araña bananera? Mucha suerte saliendo del Amazonas por vuestro propio pie, tortolitos.

Y fueron felices y comieron golondrinas marinas.


Conclusiones


Hoy no solo es frecuente que los videojuegos tengan guiones que rivalizan en calidad y complejidad con el de películas y series, sino que hay cientos de videojuegos que han hecho de la narrativa su principal reclamo.

Pero en los tiempos de las máquinas recreativas y de las primeras videoconsolas, no era así. Lo único que importaba eran las mecánicas de juego, y a nadie le interesaba saber por qué Pac-Man tenía adicción por las píldoras ni por qué le perseguían unos fantasmas.

Cuando surgieron los primeros títulos de Nintendo, las historias siguieron sin ser relevantes durante algún tiempo. Las instrucciones del Super Mario Bros. nos contaban que teníamos que rescatar a la princesa Toadstool del rey Koopa, pero en el propio juego, una vez pulsábamos start, toda la historia que veíamos se resumía en esto: "¡Gracias, Mario! ¡Pero nuestra princesa está en otro castillo!" y "¡Gracias, Mario! Tu aventura ha terminado. Te presentamos una nueva aventura. Pulsa el botón B para seleccionar un mundo". Era casi como leer a Tolstoi. Casi.

Tan diferentes eran los tiempos que cuando Tecmo desarrolló Ninja Gaiden para NES, bautizó con el nombre "Tecmo Theater" al novedoso sistema con el que se mostraban secuencias cinemáticas entre pantalla y pantalla. Tecmo estaba orgullosa del invento y no solo lo mencionaba en el reverso de la caja, sino que incluso dedicaba una página entera del manual de instrucciones a hablar de él, destacando el uso de técnicas cinematográficas como "primeros planos" y "diferentes ángulos de cámara". Ahora sonreímos con condescendencia, pero en 1988 era la primera vez que un videojuego de acción incluía una historia que se desarrollaba y mostraba durante la propia partida, y encima con un estilo parecido al de las películas japonesas de animación. Por eso, la gente alucinó con él.

Con este tipo de iniciativas quedó patente que la integración de la historia en los videojuegos podía mejorar la experiencia de juego. El jugador no solo se implica más en la partida cuando conecta con los personajes, sino que hay más posibilidades de que siga jugando si, además de divertirse, tiene ganas de saber qué sucederá a continuación.

Y para mí eso es lo que hace de Ninja Gaiden un título tan especial y no otro plataformas más de la 8 bits de Nintendo. Si fuera por la jugabilidad, le habría prendido fuego en una papelera.

12 comentarios

  1. Guau. Este análisis está a otro nivel. Espero que hagas más como este de otros juegos retro.

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  2. Creo que la rubia oxigenada vestida de dominatrix y problemas de espalda es Rachel, Irene es la imitadora de la protagonista de Parasite Eve.

    Más que juego 'de' ninjas estos juegos deberían ser llamados juegos 'para' ninjas de lo difíciles que son.

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  3. Sam Prog.4/6/19 14:31

    Recuerdo haber jugado a este y a la segunda parte en la NES con mis hermanos. Eran difilísimos y nunca llegamos a pasárnoslos. Pero eran divertidos.

    ¿Para cuando una retrospectiva de los Mega Man?

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  4. Anónimo4/6/19 22:30

    Tío, menudo currazo. Me he partido el culo de risa.

    ¡Este post debería tener tantos comentarios como los de Game of Thrones!

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  5. Siempre me sacan una buena sonrisa tus artículos, los ninjas junto con los gatos eran los reyes del internet, bueno los gatos lo siguen siendo, pero la verdad es interesante la evolucion de los videojuegos, aunque no me siento tentado a probar el horror del ninja gaiden, especialmente diciendonos esa ultima parte... Rompe pelotas

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  6. Maravilloso! Efectivamente, cualquier cosa mola si contiene Ninjas. :)

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  7. No conocía tu blog, pero he estado leyendo las últimas entradas y me parto contigo. ¿Has pensado en escribir una novela con este tono?

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  8. Excelente revise... Calidad .En aumento

    Recuerdo haber jugado primero en Ninja Gaiden 2 donde en salto entre paredes ya no era necesario, ahora nuestro protagonista podía "trepar" por la misma pared/señalamiento/muro del inframundo que quisiera... En único problema es que aun no tenia desbloqueado la habilidad de poder subir en ultimo metro de pared teniendo que brincar a la pared de atrás de todas formas.... Casi, Tecmo, Casi..
    Otro punto q llama mi atención es como nadie se percató de tremendo templo que sobresalía mas de 2 kilómetros por encima de la copa de los árboles... Creo que los nativos que encerraron al demonio ahí usaron algún tipo de psicología inversa... "Mira esa enorme y misteriosa construcción tan llamativa, seguro esta lleno de tesoros... Meeeh no creo, seguro es solo una tienda de souvenir de la jungla"...

    En fin, nuevamente felicidades Sr Brocha. En espera de una nueva aventura grafica al estilo sarcástico... Saludos

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  9. EXCELENTE!!!

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  10. Después de la maratón de juego de tronos leer sobre una cosa que no conocía no genera la misma ilusión, pero claro, no puedo pedirte que te dediques a comentar las series que yo miro, seria como egocéntrico, no? Por ejemplo ahora estoy con Chernobyl, pero digamos que no es una serie adecuada para tu tipo de humor, mejor no...

    Sobre Ninja Gaiden, pues si, ha sido muy entretenido de leer, pero ni loco lo jugaría. Eso si, la trama dentro del juego se agradece. Destaco mi momento preferido "Su semblante, duro y tenso, refleja la firme disposición de poner fin a esta historia. Lo hará aunque le cueste la vida, la paciencia y un disgusto con el vecino por insultar al televisor a grito pelado. Esperad, estaba hablando de mí, no de Ryu."

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  11. Entiendo que los secuaces ataquen, pero,¿y las águilas y murciélagos? ¿Atacan al sr. Ninja Gaiden por querer eliminar al mal o lo atacan por ser japonés? (además creo que los animales provocan más caos y muertes que los mismos malos). (vengo por mi respuesta más estúpida que la que dio anteriormente don brocha ��)

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  12. Estoy emocionado. Entiendo tu frustración jugando.

    Yo fui más fan de la segunda parte (es la que tuve, luego compré en los últimos tiempos de la NES el 1).

    Ayer me lo terminé en la Switch (obviamente, usando el truco de rebobinar) y simplemente no concibo como de pequeño fui capaz de llegar hasta Jaquio sin salvar partida (porque no se podía) ni ningún truco (nunca tuve Game Genie ni nada). ES IMPOSIBLE: y recuerdo que en una mañana que estaba malo no paré hasta llegar a Jaquio (creo que a su segunda o tercera encarnación, ahí ya caí).

    Tremendo lo que te has cascado contando todo. Tremenda la paciencia que teníamos jugando para memorizar cada detalle. Y tremendo lo bien que ha envejecido.

    Gracias por el post!

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