8 de julio de 2021

Reseñas de libros: mayo-junio 2021

Por si os ha llamado la atención el hueco ignominioso de la imagen superior, os diré que se debe a que me he pasado los dos últimos meses más ocupado leyendo manuales y módulos de juegos de rol que novelas. Eso significa dos cosas: que esta entrada será más breve que mi carrera como payaso de rodeo y que tengo la cabeza llena de información inútil.

También han pasado por mis manos algunos cómics, un librojuego de setecientas páginas e incluso las instrucciones de una campana extractora de cocina. Aunque no les he dedicado ninguna reseña, en Goodreads le pongo estrellitas a casi cualquier tipo de lectura, por si os interesa esa información.

¿Y vosotros? ¿Habéis leído algo bueno últimamente?

Salvajes años 20 (2021) ★★★★

Esta antología de relatos basados en el universo de horrores cósmicos creado por H. P. Lovecraft y ambientados en la Norteamérica de la década de 1920, sin duda satisfará a los aficionados a los Mitos, siempre que no sean tan puristas como para esperar estilos parejos al del escritor de Providence (no es mi caso, porque desde que leí En las montañas de la locura me acerco a cualquier obra suya con cautela).

El libro contiene:

  • Un prefacio de Sandy Petersen, creador del juego de rol La llamada de Cthulhu.
  • Un prólogo del cineasta Brian Yuzna, que, entre otras películas de base lovecraftiana, produjo Re-Animator y dirigió su secuela.
  • Una línea de eventos históricos relevantes de los años 20.
  • Diecisiete relatos.
  • Tres poemas.
  • Un ensayo sobre Lovecraft y los años 20.
  • Un ensayo del propio Lovecraft sobre la escritura de ficción extraña.
  • Dos huevos duros o, mejor, que sean tres.

Los numerosos extras dan empaque a la antología, pero el plato fuerte son los relatos. Se trata de historias cortas, en su mayoría de poco más de diez páginas, y con estilos tan diferentes como sus autores. Aunque los relatos son independientes y se desarrollan además de forma sucesiva en el tiempo, recorriendo la década completa, curiosamente existen conexiones accesorias entre algunos de ellos, lo que genera la sensación de que todo transcurre en un mismo universo.

Aparte de compartir el referente autoral y el marco histórico, el otro punto en común de estos relatos es que se leen en un santiamén. Esto no solo se debe a su brevedad, sino también a las ganas que te entran como lector de llegar al giro argumental, porque, como no podía ser de otra forma, todas estas historias se desvían antes o después hacia lo perverso y extraño, lo que genera una expectación inevitable. En este sentido, el mayor enemigo del libro son tus propias ansias, porque es fácil leérselo del tirón y luego tienes que lidiar a solas con la depresión postlectura. Yo me autoimpuse leer como máximo un relato al día y, aun así, me he quedado con ganas de más.

A continuación tenéis una breve sinopsis y un igualmente breve comentario de cada uno de los relatos:

El templo: Una aspirante a actriz que ha decidido cambiar de vida descubre una buena razón para faltar a fiestas de Nochevieja.

Conseguir que empatices con un personaje en tan pocas páginas tiene mérito, pero también una contrapartida cruel: no te va a hacer ni caso cuando le grites que salga por patas. Lástima que pocas obras inspiradas en los Mitos acaben bien.

La casa del este: Un médico se muda a una casa junto al mar y aprende (tarde) a no coger cosas del suelo.

Cuando ponen en tus manos el diario de un demente en trámite, solo te queda contar los párrafos para ser testigo de cómo sucumbe a las tiradas de cordura... y cruzar los dedos para que al menos no haya más víctimas de las necesarias a medida que el lugar lo transforma. La sensación de fatalidad es agobiante.

La piel contra las paredes del mundo: Un minero templa su corazón con pico y barrena, pero descubre que, por muy minero que sea, algo hay bajo tierra que sí que lo espanta.

Ambientación opresiva, trasfondo perverso, gran clímax, espeluznante desenlace. Mi relato favorito.

Sangre en el pantano: A pesar de las advertencias de su abuela, una niña se va a pasear a solas con un señor demasiado blanco por el pantano.

La situación empieza intuyéndose repulsiva, luego de tensa se convierte en insoportable y, de repente, ¡BAM!, monster mash. ¿Quién iba a pensar que un horror mayor pudiera ser causa de alivio?

Excelsior: Tres intelectuales privilegiados agasajan a una mujer embarazada, pobre de medios y de cultura, para ofrecérsela como piscolabis a una araña cósmica.

Rocambolesco cóctel para fans de Marvel y Lovecraft que tiene tanto de horrendo, como de maravilloso. Las cuantiosas referencias me abruman; el estilo me fascina.

La venerable: En Chinatown, una chica y su abuela embaucan a la gente con numeritos de espiritismo y adivinación hasta que un jefe de la Tríada acude a ellas con un extraño libro forrado en piel de serpiente.

Podría haber funcionado como una comedia de enredos, pero, claro, un tributo a Lovecraft exige muerte y cremación.

Vienen con las nubes: Una canción del más allá se entromete en el reencuentro de una pareja casada que esconde secretos y prejuicios.

El léxico y el estilo de este relato exigen una concentración para la que no estoy preparado a las horas de la noche a las que suelo leer. Atrapante, a pesar de todo. 

Al otro lado de la página: El trabajador de un banco es víctima de una irresistible campaña de promoción de la lectura.

Obsesión, inevitabilidad, descenso a la locura... ¿Qué tendrá que ver eso con Lovecraft? El punto de inflexión que supone el atraco y el posterior desenlace de pesadilla redondean un relato que ya funcionaba sin ellos.

La ciudad gris: Dos amigos, uno manco y el otro no, entran en un bar, y no es ningún chiste.

El texto pasa con extraordinaria fluidez de un agradable e insinuante reencuentro a la incomodidad que trae consigo la revelación del pasado. Y luego remata la faena con espanto y muerte. Podría ser un mal sueño y su cualidad onírica engrandece el clímax. 

La pequeña Morales: Un policía encuentra el diario de un indeseable detective privado en el que narra el caso de una chica desaparecida.

Siento debilidad por el género noir. Por lo tanto, que el narrador en off parezca haber escapado de las páginas de una revista pulp de detectives hace que este relato salga con ventaja. El descenso a un horror orgiástico aporta el esperado elemento lovecraftiano, y el giro final tiene un punto cómico que me encanta.

Solo ellos van cuando quieren: En la noche de Halloween, un grupo de chavales pide ayuda a una señora "excéntrica" para recuperar a su perro, que se ha colado en una casa maldita.

A estas alturas de la antología, no me esperaba para nada un tono más amigable y fantástico, y el cambio de aires me encandiló. Steven Spielberg y Robert Zemeckis podrían producir una película de animación 3D inspirada en este relato. 

Corrupción: Como castigo por destapar un escándalo político, un periodista acaba cubriendo la noticia de la caída de un meteorito en un pueblo aislado de Alaska.

Un crescendo de tensión narrado a través de recortes de periódico y cartas en el que destaca el fuerte carácter del protagonista, reportero indómito sin pelos en la lengua. Pese a los truculentos sucesos que acontecen, el detalle de quién firma el artículo con el que se cierra el relato es hilarante.

Baltimore Carnivale: Un vampiro mestizo recibe el encargo de cuidar de una prima segunda, condesa y vampira para más señas, y, como le da pereza ocuparse personalmente del asunto, le endilga el (no) muerto a su colaboradora humana.

No acabo de entender cómo se ha colado este relato gótico de vampiros, desprovisto de horror cósmico, en la antología; pero me gusta cómo maneja la autora el contraste entre la languidez bohemia del mundo antiguo y la ambición egocentrista del nuevo mundo.

El auténtico McCoy: En un bar clandestino, sabes lo que pides, pero no lo que te dan, sobre todo en esa clase de bar clandestino en la que el santo y seña tiene muchas consonantes.

Relato contado en forma de monólogo por un superviviente alcoholizado y hospitalizado con diarrea verbal que habla directamente al lector. Consigue transmitirte la presencia del mal sin mostrártelo, permitiendo que construyas al monstruo con tu imaginación (el mío tiene tentáculos en la boca). Como nota adicional, diré que me mata ver párrafos de más de una página, aunque sean coherentes con la verborrea del narrador.

Las pulgas de dios: Una universitaria marginada viaja al pueblo de una compañera un poco rarita.

A un título insuperable se suma uno de mis grandes fetiches del género de terror: el pueblecito norteamericano anclado en las viejas costumbres y aislado del mundo que da un mal rollo que te cagas. Además, la historia guarda similitudes con una de mis películas de ciencia ficción favoritas, cuyo título no revelaré para no destripar el giro. ¿Qué más puedo pedir?

El piso 68: Un hombrecillo insignificante empieza a trabajar como contable en un rascacielos dominado por directivos y altos ejecutivos, ¡y esa ni siquiera es la parte más aterradora del texto!

Un relato "largo" con ambientación art déco y pasajes truculentos que aprovecha sus páginas extra para cocinar una sobresaliente lasaña de giros. Algunas sorpresas quizá te las veas venir, pero ¿todas? Lo dudo.

La tumba de barro: Una actriz alemana y un guionista inglés forman parte del equipo de filmación estadounidense que viaja a Francia para rodar una película bélica en el escenario de una batalla aún reciente.

¿Mundo del cine? Check. ¿Referencias a la primera Guerra Mundial? Check. ¿Personajes rotos sobre los que me gustaría leer más? Check. ¿Una tromba de horror que todo lo consume? Check. De Lovecraft tiene poquito, pero quisiera saber dónde hay que firmar para que la autora escriba una versión expandida de este relato.

The Return of Tarzan (Tarzan #2) (1913) ★★★

Sinopsis: Tarzán emprende hazañas en Francia y Argelia antes de regresar a la selva y reencontrarse con Jane.

Reseña: Me da la impresión de que Burroughs empezó a escribir este libro sin tener ni idea de a dónde lo iba a llevar. No sé si fue así o no, porque no he encontrado documentación al respecto ni he conseguido comunicarme con el espíritu del escritor a través de una médium para preguntárselo "en persona"; pero tuviera o no planificada la novela entera (lo dudo muchísimo), es un hecho que Tarzán se pasa tres cuartas partes de la misma dando tumbos de acá para allá. Se pone de un taciturno insoportable cuando recuerda a Jane Porter, deshace entuertos con fuerza bruta y conquista sin proponérselo los corazones de todas las féminas decimonónicas con las que se cruza. Esa es la vida del rey de los monos ahora.

Tan carente de rumbo como su propio personaje, Burroughs acaba contando aquí tres historias y media diferentes y, aunque el tono pulp es una constante en todas ellas, solo la última parte del libro ofrece lo que uno se espera de una novela de Tarzán. Porque no basta con que haya aventuras, misterio y romance. La jungla es el lugar al que el personaje pertenece y, fuera de ella, solo es otro héroe pulp más, uno con tendencia a celebrar sus victorias con un singular alarido.

En la primera de esas historias, Tarzán, con el corazón partido tras haber renunciado al amor de su vida, viaja de los Estados Unidos a Francia para visitar a su viejo amigo D'Arnot. En el trayecto marítimo, traba amistad y tremenda tensión sexual con la joven y atractiva condesa Olga de Coude, pero a la vez se granjea el odio de un peligroso enemigo, el ruso Nikolas Rokoff, villano de opereta donde los haya. Esta trama se resuelve finalmente en Francia, pero Rokoff sigue dando por saco el resto de la novela, convirtiéndose así en el único nexo de unión, aparte del propio Tarzán, entre las distintas aventuras que se le iban ocurriendo a Burroughs.

En la segunda historia, Tarzán se convierte en espía al servicio de Francia y es enviado a Argelia en una importante misión que ya he olvidado. De Tarzán en París, oh là là, pasamos a Tarzán en el desierto. En este nuevo y exótico paraje, Tarzán rescata a una joven y atractiva bailarina de una turba de árabes y pelea a cuchillo contra un león, entre otros acaecimientos menos reseñables y que seguramente habré olvidado dentro de tres días. Rokoff también está presente en esta aventura, retorciéndose el bigote y riendo por lo bajini, como buen ruso malvado genérico que es.

En la tercera historia, que vale como media, porque su propósito es servir de prefacio a la cuarta y devolver al personaje más popular de Burroughs al lugar del que nunca debería haber salido, Tarzán toma un barco a Ciudad del Cabo, conoce a la joven y atractiva Hazel Strong, una vieja amiga de Jane Porter, y se cruza de nuevo con Rokoff, que se venga del rey de los monos por todas las veces que ha frustrado sus planes y lo ha humillado.

En la cuarta y última historia, la buena, Tarzán regresa a la selva, se convierte en rey de una tribu de "negroides" (el siglo XIX os manda saludos), reclama su trono entre los gorilas y descubre una ciudad atlante pérdida habitada por hombres primitivos y bellas sacerdotisas aficionadas a los sacrificios humanos. Al mismo tiempo, Jane Porter sufre los estragos de un naufragio junto a su prometido William Clayton y el perverso Rokoff.

En conclusión, aunque tres cuartas partes del libro son olvidables, al menos este acaba siendo lo que debería haber sido desde el principio. Y si habéis leído Tarzán de los monos, os quitará el mal sabor de boca que deja el final.

The Beasts of Tarzan (Tarzan #3) (1914) ★★★

Sinopsis: Nikolas Rokoff ha regresado para vengarse de Tarzán, ahora conocido como John Clayton, lord Greystoke. Si fuera un tipo corriente, se contentaría con pegarle un tiro, pero eso no sería lo bastante retorcido para alguien de su calaña, así que traza un plan innecesariamente complicado para deshacerse de su rival y de su hijo recién nacido.

Reseña: Desconozco si Burroughs recibió críticas muy duras sobre El regreso de Tarzán por haber mareado tanto la perdiz; pero, si fue así, el tercer libro de la saga lo escribió con la lección aprendida. El primer capítulo comienza con el secuestro del bebé de Tarzan y acaba con el hombre mono, tras haber sido engañado, encerrado en la bodega de un barco rumbo a un destino desconocido. Este arranque es ya de por sí potente y clama pulp por los cuatro costados. Pero es que en el segundo capítulo la premisa se complica todavía más, porque Tarzán es abandonado en una isla desierta sin más recursos que su fuerza primitiva y sus instintos, y, lo que es más grave, sin ser consciente de que su esposa Jane, que no podía estarse quieta mientras, viajaba a bordo del mismo barco que él y es también ahora cautiva del malvado ruso. ¡Oh, el melodrama!

Pero si el libro se titula Las fieras de Tarzán y no El hijo de Tarzán, es porque el bebé solo es el MacGuffin de esta historia. El gancho es que el hombre mono forma equipo con una pantera y una manada de gorilas, y los acaudilla como si se tratase de un escuadrón de combate (un escuadrón de combate con hábitos alimentarios que no descartan la carne humana). La pantera, curiosamente, se llama Sheeta, que suena muy parecido a Chita; sin embargo, es difícil confundir a la simpática mona de las películas con este felino salvaje que ataca a la yugular y devora vivas a sus presas. No querría estar yo en la piel del villano.

Tarzán también incorpora a su pandilla selvática a un jefe nativo, el guerrero Mugambi, al que Burroughs retrata mejor de lo que uno se esperaría en un libro de principios del siglo XX, habida cuenta de que la mayoría de sus contemporáneos apenas consideraban personas a los negros. Lo extraño es que no lo incluyera en el cómputo de fieras.

Más sorprendente es el papel de Jane. Sería fácil ponerle la etiqueta de damisela en apuros, porque, de facto, lo es; pero desde luego no actúa como tal en ningún momento. Antes bien, no se achanta, se mantiene firme ante la adversidad y pone todo de su parte para salir de los aprietos en los que acaba metida. De hecho, uno de los grandes momentos del libro es cuando Rokoff le ofrece la posibilidad de recuperar a su hijo a cambio de ser su concubina, y ella, incluso después de que amenace con trocear el corazón del bebé delante de sus narices, le suelta que: "Mi hijo no tiene todavía criterio para juzgar por sí mismo, pero yo, su madre, sí tengo la absoluta certeza de que, si sobreviviera hasta alcanzar la mayoría de edad, entonces sacrificaría muy gustoso su vida por el honor de su madre. Con todo el infinito cariño que le tengo, no compraría su vida a ese precio. Si lo hiciese, él maldeciría mi memoria hasta la hora de su muerte". A lo mejor no la nominan a mejor madre del año, pero los pasajes narrados desde su punto de vista tienen emoción por sí mismos, no son simples paréntesis entre una tarzanada y la siguiente.

En cuanto a Tarzán, por suerte aquí no necesita excusas para olvidarse de las ataduras del mundo civilizado y corretear por ahí en taparrabos pegando alaridos. Aparte de imponer su voluntad a otros animales como hacía Marc Singer en El señor de las bestias (pero por dominación física, no por arte de magia), también se enfrenta a tribus de caníbales y amotinados. Incluso saca un hueco en su apretada agenda para practicar lucha grecorromana con un cocodrilo. Además, de un libro para otro ha aprendido una importante lección. Este Tarzán ni olvida ni perdona.

Para aquellos interesados en ver expandirse la mitología de la saga, este libro aporta más bien poco, porque los personajes acaban básicamente donde empezaron. Sin embargo, para los que solo busquen entretenimiento, este es un buen ejemplo de literatura pulp: pura acción a ritmo constante que no se detiene a reflexionar sobre el porqué de las cosas. La única pega que le pongo es que el último tramo se alarga más de lo que le conviene. Al tratarse originariamente de una novela serializada, no puedo evitar preguntarme si Burroughs se había comprometido con el editor a entregarle cierto número de capítulos y se quedó corto por falta de previsión. Al menos eso explicaría por qué hay varios capítulos después del clímax en los que, de repente, el villano titular es otro y parece que te has empezado un libro nuevo.

No existen los monstruos (2013) ★★★

Sinopsis: En 1942, un comando aliado se introduce en Praga para eliminar al oficial de las SS Reinhard Heydrich. Les acompaña un misterioso estadounidense cuyo papel les es desconocido. Mientras tanto, un asesino en serie campa a sus anchas por la ciudad

Reseña: La novela tiene una parte basada en hechos históricos y otra de ficción pura. La parte histórica narra con cierta fidelidad los hechos principales de la llamada operación Antropoide, desde la llegada de los soldados aliados a Checoslovaquia hasta el desenlace peliculero en la iglesia de los Santos Cirilo y Metodio. La parte ficticia trata sobre la misión personal de un "cazador de mentes" para atrapar a un asesino que, según sospecha, podría estar vinculado al evento más traumático de su infancia.

Ambas partes me han enganchado desde el principio. Aunque los sucesos están adecuadamente dramatizados para que resulten más entretenidos, todo lo relacionado con el atentado contra el oficial nazi me parece interesante por el mero hecho de que es historia, con el atractivo añadido que tiene en particular la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, la investigación criminal, que el autor se ha sacado de la manga, tiene el aroma y ritmo de los buenos thrillers, con sus momentos de tensión y sus giros imprevistos.

Hay además una fina pátina de extrañeza en los asesinatos, y la novela juega bien sus cartas para mantenerte en vilo, consiguiendo que te plantees si tras esas horribles muertes habrá un elemento sobrenatural, un monstruo distinto de los nazis.

He echado en falta, eso sí, una mayor conexión entre las dos tramas, y me ha decepcionado que no convergieran al menos en el desenlace. No sé cómo habría podido resolver el autor ese problema sin reescribir varios capítulos de arriba de abajo, pero el caso es que las dos tramas, una vez planteadas, transcurren en paralelo sin apenas más nexo entre ellas que la relación romántica que surge entre dos de los protagonistas. Para mí la estructura empleada habría tenido más sentido si la parte estrictamente histórica hubiera servido de telón de fondo a la trama policíaca, pero ambas partes tienen el mismo peso en la novela, no hay una trama principal y otra secundaria, y, por lo tanto, esa falta de convergencia me choca. Supongo que hay que tomárselo como dos historias distintas por el precio de una. En cualquier caso, ambas historias son buenas.

Por lo demás, y como apunte la mar de subjetivo, me habría gustado que la parte que es pura ficción se hubiera resuelto de otra manera. No estoy en desacuerdo con la elección del autor, porque suya es y, como lector, no puede uno quejarse si lo que lee es coherente. Sin embargo, eso no quita para que prefiera las novelas que no me dejan con mal cuerpo al terminarlas. Con mal cuerpo por partida doble además. Indiana Jones tenía buenos motivos para odiar a los nazis.

8 comentarios

  1. No me ha llamado la atención ninguna de las reseñas, No existen los monstruos casi lo consigue, pero al final no. Pero tú no te desanimes, sigue escribiéndolas, tarde o temprano encontraré alguna cosa que me llame, y aunque no sea así son reseñas entretenidas de leer.

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  2. Pues, los salvajes años 20 me llama mucho. Tampoco soy muy amigo de la prosa de Lovecraft pero sí entiendo que su universo es interesante, y en manos de autores un poco más fluidos puede ser atrayente. Además, siempre es bueno tener antalogías a mano para seguir con las lecturas si el tiempo o las obligaciones no permiten meterse con algo más largo. Me la apunto, muchas gracias.

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    1. Sí, las antologías tienen esa virtud. Yo ahora mismo tengo tres novelas más aparcadas de lo que debería y me duele por dentro.

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  3. Como decía arriba Pons, me gusta y me entretiene mucho leerte aunque los libros o pelis en sí no me llamen. Es como la gente que ve Bricomanía y está encantada viéndolo y sabe a la vez que jamás tocará un martillo
    Besos!

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    1. Muchas gracias. Espero que no todas las recomendaciones caigan siempre en saco roto.

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  4. Y a mi que me suena leer la reseña del libro 2 de Tarzan en algún sitio o igual soy precog, vete tu a saber

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    1. ¿La leerías quizá en Goodreads cuando la publiqué ahí?

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