1 de septiembre de 2021

Reseñas de películas: agosto 2021

En esta entrada tenéis las reseñas de las películas que he visto en agosto de 2021. Debo confesar que me habré perdido al menos diez o quince minutos de la mayoría de ellas, porque ese es el tiempo que suelo quedarme roque cuando estoy en el sofá viendo la televisión y hace mucho calor. Recordad que si queréis convertiros en mis mirones particulares, no tenéis más que seguirme en Twitter y Letterboxd.

Otra vuelta de tuerca (2020) ★★½

Sinopsis: Una profesora despeluchada se muda a una mansión en el campo para trabajar como tutora de una niña huérfana. El hermano mayor de la cría es un liante, y la casa tiene maniquís horripilantes y fantasmas.

Reseña: Basada en la celebérrima novela homónima de Henry James, esta típica historia de casas encantadas no va a sorprender a ningún aficionado al cine de terror. La película está bien realizada y hay algunas imágenes potentes en las que se pone de manifiesto que Floria Sigismondi no solo es directora, sino también fotógrafa; pero todos los clichés que uno espera encontrarse en esta clase de cinta están presentes. Oh, la protagonista ve fantasmas en cristales y espejos, y, cuando se vuelve, qué sorpresa, ya no están ahí. 

No es que el terror convencional esté mal, pero, con el tiempo, uno se vuelve inmune a sus tópicos y pierde su gracia. Desde luego esta no es la primera vez en la que, durante las ineludibles secuencias de la protagonista caminando (en camisón o no) por lugares tétricos a la espera del previsible susto escandaloso, en lugar de sentir cierta tensión, he mirado el reloj contando impaciente cada segundo; pero quizá sea la primera vez en la que soy espantosamente consciente de esa "pérdida" de tiempo.

Es más, reconozco que estaba tan poco metido en la historia que ni siquiera me molesté en bajar las luces durante las escenas más oscuras para evitar verme a mí mismo en calzoncillos reflejado en la pantalla del televisor. Y hacia la mitad de la película, me enganché a un directo de Twitch de Tiempo de Culto ("reaccionando a malos VFX, Quidditch y Jugger"). Ese fue mi nivel de atención; lo digo para que se tenga en cuenta al valorar la seriedad de esta reseña.

Hasta el componente psicológico que tiene la trama está sobadísimo. La gran pregunta que plantea al espectador, la duda que siembra en su cabeza, es si los fantasmas existen realmente o la protagonista está como un cencerro. Lo único semioriginal a este respecto es que la película, aparte de no decantarse de forma definitiva por ninguna de las opciones para que llegues a tus propias conclusiones (o vayas corriendo a YouTube a buscar "explicación del final de otra vuelta de tuerca"), te muestra directamente ambas posibilidades una tras otra, como si fueran dos montajes alternativos. No creo que funcione tan bien como a la directora o a los guionistas les gustaría, pero al menos es curioso.

Los créditos finales están chulos.

El faro (2019) ★★★

Sinopsis: Un farero con aerofagia y su asistente se quedan aislados a causa de la tormenta y se vuelven tarambanas.

Reseña: Después de haber completado este viaje a las profundidades de la locura, creo que puedo entender tanto a los que dicen que esta película es una obra maestra, como a los que la tachan de paja mental insoportable.

Si eres capaz de apreciar una realización excelsa y sumergirte en las interpretaciones viscerales de Robert Pattinson y Willem Dafoe, quizá este destino en el que la soledad se convierte en una maldición delirante sea para ti. En cambio, si para disfrutar del cine necesitas el confortable sostén de una historia clara narrada con fórmulas habituales, es mejor mantenerte a la deriva que arribar en las las orillas de esta borrascosa isla de Nueva Inglaterra.

A falta de posteriores visionados que me ayuden a digerir este cardumen de alucinaciones marinas, donde mitología, horror lovecraftiano, comedia áspera y tensión sexual navegan por las mismas aguas, supongo que me quedo a mitad de la travesía, en un punto intermedio entre los admiradores apasionados y los detractores airados, aunque un poco más cerca de los primeros. Por un lado, hay tanto talento artístico e interpretativo en cada plano que resulta abrumador. Por otro lado, la película está a un paso de precipitarse por el acantilado del cine de autor más autocomplaciente.

Pero si en algo podemos estar todos de acuerdo es en que los cuescos tienen gracia, ¿no? ¿No?

Pretty Guardian Sailor Moon Eternal (2021) ★½

Sinopsis: Unas malvadas artistas circenses del espacio exterior (o quizá de otra dimensión; no lo sé, no presté mucha atención) utilizan unos lémures demoníacos para provocar pesadillas y robar energía a la gente. ¿Su propósito? Traer de vuelta a una mala requetemala y conquistar la Tierra, la Luna y luego, si les da tiempo antes de cenar, el universo. Las Marineritas Guardianas se enfrentarán a ellas de la forma más cursi posible.

Reseña: ¿Alguien piensa que yo estaba preparado para ver tres horas de chicas cuquis luchando contra las fuerzas del mal en minifalda y poniendo poses extravagantes en un espectáculo constante de luces y color? Es evidente que no. Pero ahora entiendo que la película esté dividida en dos partes porque, si me hubiera metido en vena semejante delirio animado en una sola dosis, podría haber muerto de diabetes espontánea.

Para hacerse a la idea de lo ridícula y surrealista que es esta "película de anime de Netflix", hay que sufrirla, no queda otra. Pero os juro por la luna lunera, cascabelera que he tenido varios ataques de risa viéndola; ninguno, por supuesto, en las escenas en las que la película pretendía hacer humor. Me he carcajeado con cada nueva transformación de Sailor Moon (cuando creía que nada podía superar la cursilería arcoíris de la Super Sailor Moon, ¡zasca!, ahí estaba la Eternal Sailor Moon, ¡ahora con alas!, para ponerme en mi sitio), con cada espectacular ataque rimbombante de las heroínas galácticas, y, naturalmente, con ese alucinante clímax en el que la villana espera cuatro minutos de reloj a que las Guardianas hagan sus pomposas pamplinas para que luego la desintegren de un solo golpe al grito de "¡Beso Terapéutico!".

Cuando terminé de ver la segunda parte (con tres semanas de diferencia respecto de la primera, para no arriesgar), no podía cerrar los ojos sin ver chiribitas y sentía cómo me chisporrotea el cerebro. No sabía si los daños serían permanentes. Sin embargo, esta es una obra que abraza con tanto cariño, descaro y energía la cursilería sonrojante y superferolítica propia del género maho shojo que no puedo odiarla.

En lo de la pedofilia y el incesto no entro, por respeto a mi salud mental.

El tigre de Esnapur (1959) ★★★

Sinopsis: Un arquitecto alemán con madera de héroe pulp y un marajá con el que traba amistad se enamoran de una bailarina consagrada a la diosa Shiva. Mientras tanto, el hermano del marajá trama un complot para derrocarlo.

Reseña: Esta película es al cine de los años cincuenta lo que las revistas de men's adventure eran a la literatura de esa misma década: escapismo barato para el público masculino.

Lo único que habría que matizar de esa afirmación es lo de barato, porque las ideas sobre el papel, por descabelladas que sean, no cuestan dinero; pero cuando decides plasmarlas en el celuloide y ruedas en localizaciones reales, hay que aflojar la cartera. Y la gran baza de esta película es precisamente que buena parte de ella se rodó en la India. Palacios, templos, animales salvajes, docenas de figurantes... Salvo los pasadizos subterráneos de cartón piedra y cierta serpiente bisoja, todo luce auténtico y espectacular. De haberse rodado íntegramente en un estudio, desde luego no habría costado un millón de dólares; pero tampoco habría tenido el mismo acabado. Además, también hay que tener en cuenta que la partida presupuestaria asignada al maquillaje era elevada, porque el camión cisterna de crema bronceadora que utilizaron para hacer pasar a los actores occidentales por indios tenía que reponerse a diario.

Al menos los productores pudieron cobrar dos entradas en vez de una por la película, porque, aunque esta se rodó del tirón, se dividió en dos partes para su estreno en salas: El tigre de Esnapur y La tumba india. No he buscado información al respecto, pero imagino que tomaron esta decisión para evitar el tremendo empacho que podían provocar sus más de tres horas de duración. A Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille se le aguantaban sus casi cuatro horas por aquello de que era el señor DeMille y porque "¡la más aclamada y espectacular película de todos los tiempos!" no podía durar menos; pero Frizt Lang no era DeMille y ya no estaba en los Estados Unidos.

Sí, habéis leído bien: Frizt Lang. El mismo que dirigió Metrópolis. ¿Acaso conocéis otro? 

Tras su regreso a Alemania, Lang aceptó ponerse al mando de esta coproducción germano-italiana para que luego le dejasen hacer las películas que realmente quería hacer (y que no hizo); pero lo curioso es que no era del todo ajeno al proyecto, ya que este se planteó como un remake de una película muda de 1921 que él mismo había coescrito con Thea von Harbou antes de convertirse en un cineasta de renombre.

Y aunque, en su momento, la crítica consideró que esta "épica india" era un desperdicio de su talento, Lang firmó una sesión doble de aventuras que no solo demuestra su genio narrativo, sino que es acorde a los gustos y expectativas del público de la época.

Y aquí es donde entra la parte clave de esta reseña. Quizá sea una obviedad decirlo, pero el cine de aventuras de los años cincuenta no es el cine de aventuras actual. Ni siquiera es el cine de aventuras de hace cuarenta años. Con esto quiero decir que, aunque es fácil ver paralelismos con clásicos "modernos" como la trilogía de Indiana Jones (sobre todo con El templo maldito, por razones obvias), lo aventurero de esta película viene más por el lado de lo exótico que el de la acción. Incluso si la India de Frizt Lang es una India artificiosa, casi de fantasía, la mayoría de sus contemporáneos jamás iban a estar más cerca del país de Las mil y una noches que en la sala de cine. No hacía falta que un filme estuviera construido en torno a cinco o seis escenas de acción alucinantes en las que él héroe escapase milagrosamente de la muerte, sino que lo foráneo bastaba para dejar al espectador pegado a su butaca con cara de gozo y asombro.

¿A dónde quiero ir a parar con todo esto? A que la acción, como género, evoluciona deprisa y, por lo tanto, envejece mal. Por eso, podéis leer opiniones sobre este díptico en las que la palabra acción ni siquiera se menciona. Hay espectáculo, hay intriga, hay romance y, sí, hay acción; pero esta nos la dan con cuentagotas y desde luego yo no la calificaría de trepidante.

En definitiva, te tiene que gustar el cine de aventuras a la vieja usanza. Si no, olvídate.

La tumba india (1959) ★★★½

No puedo hacer un resumen de esta película sin destripar el final de la primera parte (que acaba con un cliffhanger tremendo) y además lo que dije de El tigre de Esnapur vale también para esta. Por lo tanto, solo añadiré una cosa: que el baile erótico de Debra Paget ante la estatua desnuda de Shiva es uno de los más memorables de la historia del cine.

Si no tenéis ni pajolera idea de qué estoy hablando y no os apetece ver la película entera para descubrirlo, buscad al menos un corte de esa escena para que estemos todos en la misma página.

¿Ya lo habéis hecho? Estupendo. Si ese remeneo de esqueleto os resulta familiar, es porque la danza de de La tumba india (precedida de su versión menos sensual de El tigre de Esnapur) fue la que inspiró a Robert Rodríguez y Quentin Tarantino para la gran escena de Salma Hayek en Abierto hasta el amanecer. Y, si queréis saber mi opinión, el baile de Paget es la versión superior. Hala, ya lo he dicho.

No es una cuestión de originalidad ni pretendo analizar y poner en valor el marco histórico y cultural de cada película (esto requeriría un estudio previo que me da demasiada pereza abordar). Es tan sencillo como que Debra Paget me erotiza más que Salma Hayek. ¿Cuestión de gustos? Tal vez. Pero ¿dijo acaso Elvis Presley que Salma Hayek era "la mujer más guapa que había visto nunca"? No, ¿verdad? Pues de Debra Paget sí que lo dijo. De hecho, estoy seguro de que Elvis se casó con Priscilla porque, cuando la miraba con los ojos entrecerrados, se parecía mucho a la que fuera su compañera de reparto en Ámame tiernamente.

Por lo demás, si pensáis que la serpiente de papel maché movida con hilos es ridícula y resta puntos al bailoteo de Paget, os equivocáis. Es puro camp y le añade la nota indispensable de humor.

La noche del demonio (1957) ★★★

Sinopsis: Un escéptico especialista en psicología paranormal viaja a Inglaterra para desacreditar las actividades de una secta ocultista. Nada más llegar al país, se entera de que uno de sus colegas ha muerto en extrañas circunstancias tras contactar con el líder de la secta, como si lo hubieran electrocutado y luego aplastado con una marioneta gigante. Con la ayuda de la sobrina del finado, intentará llegar al fondo del asunto antes de que la misma maldición que mató a su amigo acabe con él.

Reseña: ¿Cómo de aterrador resulta que los crédulos tengan razón y nosotros estemos equivocados? Esa es la carta que juegan las películas sobre sectas y satanismo para tontear con el aficionado al género, y esta cinta no es la excepción.

En La noche del demonio, la historia se centra en la investigación del doctor Holden, quien, a medida que se multiplican los sucesos inexplicables (por ejemplo, que un gato doméstico se transforme en un leopardo disecado e intente hincarle el diente), no tiene más remedio que renunciar a su arraigado escepticismo y abrir su mente a la existencia de fuerzas sobrenaturales que escapan del análisis científico. Cuando de tus creencias depende que un demonio alado de quince metros te descuajeringue, suele haber más predisposición al cambio.

Hace tiempo leí en alguna parte que Jacques Tourneur estaba en contra de enseñar al demonio. El director quería que la película, en el aspecto fantástico, quedara abierta a la interpretación del espectador. ¿Son las brujas, diablos y demonios reales o, por el contrario, meros frutos alucinatorios de la sugestión y la superchería? Estoy de acuerdo con Tourneur en que plantear el misterio en términos más ambiguos hubiera sido interesante; pero, por suerte, los productores decidieron que se incluyera una enorme marioneta peluda durante la postproducción.

Quizá la película podría tomarse más en serio dejando el demonio a la imaginación del público, pero probablemente ya nadie se acordaría de ella. Ahora ves el cartel y, como poco, te llama la atención. El demonio tiene una presentación espectacular a los siete minutos de empezar el filme y, cuanto más avanza la trama, más crece tu expectación por volver a verlo, hasta que por fin reaparece en el clímax y aplaudes su diabólica intervención. Es una lástima que este fuera el primer y último papel de la criatura debido a su adicción a las máquinas de humo, porque creo que podría haber hecho un gran trabajo en Barrio Sésamo.

Por último, un consejo: si el líder de un culto satánico os intenta dar algo, cualquier cosa, decid que naranjas, ¡y a otra cosa!

Kenshin, el guerrero samurái: El principio (2021) ★★★★

Sinopsis: En Japón, durante la guerra Boshin, Kenshin Himura, más conocido como Battosai el Asesino, es el hombre más temido por los partidarios del sogún. Pero cuando la bella y misteriosa Tomoe entra en su vida, el hielo que anida en su corazón comienza a fundirse. 

Reseña: Puede que el argumento de la quinta y última parte de la saga cinematográfica de Rurouni Kenshin suene a novela de "amantes históricos" de la editorial Harlequin, pero eso es porque, entre una pelea con catanas y la siguiente, esta película nos cuenta una historia de amor; un amor que comienza bajo una lluvia de sangre, se cocina a fuego lento y tiene un final trágico.

Desde luego esta no es la entrega más guasona de la pentalogía, ni tampoco la más espectacular, pero sí la más redonda. Al director Keishi Ohtomo le ha venido de perlas poder prescindir de todos los personajes que es obvio que no le interesan (lo cual no hubiera podido hacer antes sin que los fans se quejasen de su falta de respeto al manga), y el resultado final demuestra lo a gusto que está con el contenido que maneja. El guion ya no necesita dispersarse para que cada secundario tenga su minuto de gloria en pantalla, así que el director puede centrarse en la historia que quiere contar y mantener un tono uniforme durante toda la película.

La balanza se inclina a favor del drama en detrimento de la acción, la sobriedad y la melancolía son las notas dominantes, y el ritmo es más pausado. Esta es la historia de Kenshin y Tomoe, no la del tipo rencoroso más quemado que un pimiento a la brasa intentando conquistar Japón. .

El ritmo reposado no quita para que siga habiendo escenas de acción elaboradas y efectivas, aunque más moderadas que en las entregas anteriores. Moderadas en cuanto al grado de artificiosidad, quiero decir, en el sentido de que no se ve a nadie correteando por las paredes ni esquivando tiros con reflejos sobrehumanos; pero los duelos a espada son más sangrientos que nunca. Este Kenshin no va por ahí con una catana de mentirijilla, sino que mata bien muertos a sus rivales.

Y si Kenshin os parecía frío y soso antes, esperad a verlo compitiendo con un nabo por el puesto a la presencia más inexpresiva en pantalla. No pretendo criticar la interpretación de Takeru Satoh, sencillamente es el papel que le toca hacer en esta ocasión. De hecho, su dedicación al personaje a lo largo de la saga es digna de aplauso.

El único elemento que juega en contra de esta película es que todos los puntos clave de esta historia ya nos los mostraron en la película anterior a través de los correspondientes flashbacks. Obviamente quien hubiera leído antes el manga o visto el anime no iba a sorprenderse con nada, salvo que tenga una memoria malísima; pero el espectador podría haberse ahorrado el destripe. Esta película, vista después de El final, se convierte en la antítesis misma de la economía narrativa. Por eso, recomiendo ver primero El principio y luego El final. Los títulos no engañan.

Compararla con la miniserie de animación de 1999 es innecesario, porque ambas son adaptaciones fieles a la historia original y están igual de bien realizadas.

The Witcher: La pesadilla del lobo (2021) ★★★½

Sinopsis: Vesemir, un brujo, mata monstruos por fortuna y gloria. Cuando Tetra, una hechicera prejuiciosa, acusa a los suyos de estar creando monstruos para asegurar sus ingresos, se ve forzado a investigar qué hay detrás de los frecuentes ataques.

Reseña: Esta no es la primera película que sirve de precuela a una serie de televisión, pero el fenómeno no deja de fascinarme. Me pasa lo mismo con los videojuegos de películas basadas en videojuegos. Hay algo en esos conceptos que no es natural.

La primera temporada de The Witcher se emitió a finales de 2019, y el estreno de la segunda temporada está previsto para mediados de diciembre de este año. Por lo tanto, si Netflix pretendía mantener vivo el interés por la saga tras el parón provocado por la pandemia, este anticipo llega un poco tarde; pero igualmente aquí lo tenemos. Y está bien.

El protagonista en esta película no es Geralt, sino Vesemir, un brujo veterano al que aún no se le ha visto el pelo en la serie (solo oído), pero que en las novelas de Andrzej Sapkowski es un personaje importante, a la vez mentor y figura paterna de Geralt. Por suerte, ni Sapkowski ni los guionistas de los videojuegos de CD Projekt Red han ahondado en su pasado, así que este era un terreno que Lauren S. Hissrich, showrunner de la serie, podía explorar con cierta libertad. Además, las franquicias viven de la explotación de sus propiedades. We're in the money!, que cantaba Ginger Rogers en Vampiresas 1933

Sin embargo, el Vesemir de este spin-off es un personaje diferente al que los seguidores del brujo teníamos visto. Aquí lo conocemos en su momento de plenitud, cuando era un pipiolo de setenta años (los brujos envejecen a otro ritmo, al menos hasta que su rol cambia y se les echan varios años encima de golpe para dar el pego como mentor) y recorría el mundo, muy ufano, liquidando monstruos a diestro y siniestro. En la superficie, el "joven" Vesemir es un rufián engreído, pero enseguida te das cuenta de que, como otros rufianes de la ficción, sabe lo que es correcto y, aunque tenga sus dobleces, a la hora de la verdad hará lo que considere justo, asumiendo las consecuencias. Y, no nos engañemos, mola un puñado verlo en acción. 

La película incluso retrocede un poco más en el tiempo para contarnos qué llevó a Vesemir a ganarse el pan amochando monstruos del folclore eslavo. No hay nada que sorprenda, pero sus motivaciones son sólidas y acompañan al personaje a lo largo de toda la historia. Está bien hilado.

El resto de personajes principales, al igual que en el material de base, se mueven en grises, no en términos de blanco o negro, y esa ambigüedad los hace creíbles e interesantes. Es cierto que, a medida que se acerca el final, unos se vuelven más malos que otros (por lo que sea, el genocidio está mal visto); pero, de lo contrario, los conflictos podrían resolverse tomando un té con hielo y no en el campo de batalla. Y ¿qué opción preferís ver?

La trama gira en torno al odio creciente hacia los brujos y cómo este, entre otros motivos, conduce a la caída de su fortaleza, Kaer Morhen. Ya sabíamos que esto había ocurrido, pero desconocíamos los detalles. Curiosamente, parte de lo poco que dicen las novelas al respecto contradice lo narrado en esta película; pero recordemos que el universo del brujo de Netflix no sigue los libros a pies juntillas, y la explicación que nos dan es tan válida como cualquier otra; en cualquier caso, sirve para entender por qué en los tiempos de Geralt quedan cuatro brujos mal contados y ya no se hacen más.

Pero ¿qué pasa con la acción? Porque habrá acción, ¿no? En efecto, la acción no podía faltar en una historia de fantasía, y el Studio Mir ha echado el resto para que los combates sean una gran sinfonía rock de espada y brujería. Todas las peleas son impresionantes, y a los creadores no les ha temblado el pulso con la violencia, por lo que mi satisfacción es plena.

Como contrapeso tenemos las escenas de conversación y exposición, que no funcionan tan bien como las de acción. Los diálogos están bien escritos y ayudan a definir a los personajes, por lo que no se les puede poner pegas sobre el papel; pero en pantalla les falta tensión y, aunque no aburren, ralentizan el ritmo. La película dura apenas hora y veinte, y se me hizo algo larga, así que tengo que buscar culpables, lo siento.

Irónicamente, la relación entre Vesemir e Illyana, que funciona a golpe de diálogo, es lo que más me ha calado del filme. Estos dos personajes comparten algunos momentos maravillosos con los que no pensaba encontrarme y que, sin ánimo de destripar nada, me han gustado mucho y emocionado incluso.

Por descontado, si disfrutasteis con la primera temporada de la serie, disfrutaréis también con este spin-off. Es superior.

El infinito (2017) ★★★

Sinopsis: Diez años atrás, dos hermanos abandonaron la "secta mortal de los ovnis". Desde entonces sus vidas han estado vacías, de modo que cuando reciben un vídeo de sus antiguos compañeros desde el campamento, deciden pasarse por allí a saludar. En la lista de malas ideas, esa es la primera; pero no la última.

Reseña: Me gustan las películas de misterio que empiezan tomándose las cosas con calma, pero en las que eres consciente de que algo anda mal desde el principio. Aquí la supuesta secta de suicidas en trámite parece más bien una comuna de gente amable que prefiere vivir apartada del mundo moderno: sin embargo, hay algo en el campamento que no acaba de encajar, que te inquieta. Podría ser ese tipo con riñonera que no para de sonreír, la comida natural o esos extraños tótems colocados en círculos; no sabrías decirlo, pero la sensación de que algo no es normal está presente. Y esa inquietud va creciendo y creciendo hasta que llega el punto de inflexión y ya no hay vuelta atrás.

El infinito empieza siendo esa clase de historia, pero luego, precisamente cuando otras películas se volverían más convencionales, ¡tachán-tachán!, decide salirse por la tangente y sorprenderte con una aproximación mundanal a los sucesos más insólitos y surrealistas. Y es que lo que viene después de mencionado punto de inflexión tiene más de ciencia ficción que de terror, aunque en el fondo nos estén hablando del horror más grande de todos: el horror existencial. Sin ánimo de destripar uno de los elementos clave y más atractivos del guion, el título, sobre todo en su versión original, le va como anillo al dedo.

Aún le tengo que dar una vuelta a todo lo que se plantea, porque este puzle ultraterrenal tiene chicha y creo que el filme responde a sus propios interrogantes, sin hacerte trampas ni jugar con la lógica propia de los sueños, o sea, lo contrario de lo que hace David Lynch. Como primera impresión, diré que está bien; soy así de poco comprometido.

La clásica historia de terror (2021) ★½

Sinopsis: Un grupo de extraños que comparten coche se extravían en el bosque y las pasan canutas. Si sobreviven, les sobrarán motivos para no volver a utilizar BlaBlaCar.

Reseña: Empezaré por los aspectos positivos. La realización está muy cuidada, el diseño de producción es más que digno y la fotografía nos regala algunos planos que bien se merecen un asentimiento aprobatorio acompañado de un alzamiento espontáneo de cejas. Aparte de esas generalidades que podéis copiar y pegar cuando os falten ideas para vuestras propias reseñas, me gusta la escena en la que unos paletos con máscaras de árbol deku construyen un Sr. Potato gigante. Eso me hizo gracia.

Ahí se acaba todo lo bueno que tenía que decir.

La primera hora del filme es un refrito de películas de terror de ayer y hoy que, a la mínima que tengas trabajado el género, lo más probable es que te provoque indiferencia o hastío, o tal vez una mezcla de ambas.

El quid está en que el refrito de los dos primeros tercios de la película es intencionado y luego te lo justifican con el giro argumental. O al menos lo justifican parcialmente, porque copiar planos del comienzo de El resplandor no tiene excusa más allá del socorrido "es un homenaje".

El problema es que, si el giro no te convence, la película cae en barrena, y los anodinos personajes desde luego no van a llegar corriendo para salvártela. A mí, como habréis podido deducir, el giro no me convence en absoluto. Entiendo el mensaje que quieren trasladar los creadores, y la idea en sí no me parece mala; pero entre lo que nos quieren decir y lo que vemos en pantalla hay una disonancia significativa, y las piezas no acaban de encajarme.

La autoconsciencia no es un bálsamo milagroso que lo solucione todo, me temo.

Beyond Re-Animator (2003) ★★½

Sinopsis: Un joven médico empieza a trabajar en la prisión donde está encarcelado desde hace trece años Herbert West, al que tal vez recuerden por otras comedias de terror como Re-Animator y La novia de Re-Animator. Juntos buscarán la forma de devolver la vida a los muertos, pero procurando que luego no se comporten de forma tan grosera.

Reseña: Aunque es meritorio que Brian Yuzna realice esta secuela tardía buscando cierta continuidad con las entregas anteriores, cuesta defender una película en la que los dos primeros actos son, a partes iguales, letárgicos y bochornosos.

Me gusta la idea que el problema de los experimentos anteriores era que una parte del individuo (el "alma", si queréis ponerle nombre) se perdía por el camino, así que que la solución pasa por un chute de energía nanoplásmica extraída de otro ser vivo. La jerga científica es risible, pero el quid está en que la nueva solución del doctor West tiene como consecuencia que en un mismo cuerpo acaben conviviendo dos personalidades diferentes (la original y la del donante), lo cual es novedoso y, al menos en teoría, puede dar mucho juego. Por desgracia, en la práctica la idea apenas está desarrollada y se resuelve con un par de actores haciendo el ridículo.

Aplaudo, no obstante, a Elsa Pataky por decir en las entrevistas de la época que había sido el papel más difícil de su carrera hasta la fecha y por hacer una comparación con El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Su personaje provoca vergüenza ajena, pero ella no tiene la culpa y al menos supo venderlo. Además, la anécdota que cuenta sobre el día que sacó a pasear al perro maquillada de "zombi" es graciosa.

La película mejora notablemente en el tercer acto, cuando los acontecimientos se precipitan y en la prisión se desata el caos. Las escenas gore son de una exageración y una locura inesperadas, y es difícil no sorprenderse y reírse al menos un poco con ellas. Aun así, no me explico qué razón pudieron tener Yuzna y el montador para volver una y otra vez a los planos de una rata mordisqueando un pene amputado. Como dato que quizá os parezca curioso, el montador es Bernat Vilaplana, el mismo que el de El laberinto del fauno y Lo imposible. Cuando veáis esas películas, recordad por favor lo de la rata.

El resto de la cinta es soportable gracias sobre todo al regreso de Jeffrey Combs como Herbert West. Su interpretación es más contenida que en las anteriores películas y, como científico imperturbable y metódico, solo se permite mínimas reacciones de sana curiosidad ante los resultados más horrendos y surrealistas. Los tics de Combs en esos instantes siempre consiguen sacarme una sonrisa.

Con todo, es la peor de las tres partes.

El gran Halcón (1991) ★★★½

Sinopsis: El mismo día en el que sale de prisión, un ladrón de guante blanco conocido como "el gran Halcón" recibe el encargo de robar un caballo de bronce esculpido por Leonardo da Vinci. Él quiere dejar de lado esa parte de su vida, pero, como de otra manera no habría una historia que contar, le obligan a realizar el trabajo. Además, desconoce que la estatuilla esconde una de las piezas clave de la machina de oro creada por el ilustre polímata italiano. ¡El invento podría desestabilizar la economía mundial si cayera en malas manos!

Reseña: Que la ficción de las películas estadounidenses se rige por sus propias reglas es algo evidente, sobre todo en aquellos géneros asociados al entretenimiento puramente palomitero. Al otro lado de la pantalla, los héroes siempre tienen una frase ingeniosa para cada situación y momento, los coches explotan gratuitamente sin dejar a nadie medio sordo, y cualquiera puede caerse de un quinto piso sin hacerse ni un rasguño. La suspensión de la incredulidad es un requisito indispensable para el disfrute del espectador.

Dicho esto, El gran Halcón es un despiporre disparatado incluso para los estándares del cine americano de principios de los noventa. Por momentos, hasta roza lo surrealista. Robos cronometrados cantando canciones a capella, villanos megalómanos con planes de dominación mundial, imitaciones de delfines, perros a propulsión, airbags milagrosos...

"Todo vale" es la expresión que mejor define esta comedia de acción con lógica de tebeo. Y, para disfrutarla, tienes que entrar sí o sí en ese universo de chifladura continuada. Si no, lo más probable es que te parezca infumable. En los Estados Unidos fue un fracaso morrocotudo. De los 65 millones de dólares que costó, apenas recuperó 17 a nivel mundial. El público esperaba una cinta de acción como Jungla de cristal, no un espectáculo circense, y la mayoría no entró en el chiste.

A mí me sorprendió la primera vez que la vi (tardíamente, porque durante años solo supe de ella por el videojuego de la NES), pero ya me gustó entonces y ahora me sigue divirtiendo. Es absurda, es socarrona, y tiene espíritu de cómic.

También es verdad que la película da alas al ego de Bruce Willis como ninguna otra, así que supongo que también te tiene que gustar el actor. Para él fue un proyecto personal. La idea rondaba por las cabezas preclaras de Willis y de su amigo Robert Kraft antes de que ninguno fuera famoso. Querían hacer la película del gran Halcón y solo era cuestión de tiempo (y dinero) que pudieran hacerla.

Willis, aparte de ser el protagonista, financió el filme a través de su propia productora, así que tuvo carta blanca en todo momento. Sin embargo, como decía Ian Malcolm en Parque Jurásico, "les preocupaba tanto si podían o no hacerlo que no se pararon a pensar si debían". Y se notan los excesos.

En cualquier caso, este es el Bruce Willis al que aún le importaba el cine y no prestaba su cara a empresas de telefonía rusa para hacer anuncios sin moverse de casa, el Bruce Willis bueno.

8 comentarios

  1. Gracias por los apuntes!
    A lo mejor veo la del brujero, por cierto, gracias tambien por darme a conocer TDC, me mola, saludos

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    1. Gracias a ti por comentar. Si empiezas a escuchar ahora TDC, tienes contenido para rato.

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    2. En eso estoy
      Sabes? empecé a ver la primera de The Witcher con mi mujer, a la cual no le interesa NADA este tipo de historias, sorprendentemente la precuela de animación no le interesa
      Empiezo a sospechar que es por los pectorales de acero Valyrio del Cavill

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    3. ¿Solo empiezas a sospechar? Yo lo daría por sentado. Significaría que tu mujer tiene buen gusto.

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  2. Sólo he visto "El gran Halcón", lo de Sailor Moon no sabía que habían hecho película, la serie la veía con mi hermana y ya nos descojonábamos mazo de ellas entonces, y era una adolescente mi hermana, ahora sería la fiesta.

    Sobre "El gran Halcón", no puedo creer que no menciones a Andie Macdowell, es como hablar de "12 monos" y no mencionar a Madeleine Stowe. Andie, la chica por la que Murray aprendió a hacer estatuas de hielo. Se echan de menos esas actrices monas pero creíbles del cine de entonces y no las superbabes empoderadas (oxímoron, signo de estos tiempos actuales) de ahora. Lo más cercano hoy en día es Amy Adams, la chica que consiguió que DiCaprio le pidiera matrimonio, aunque tuviera que huir de Hanks.

    ¿Qué recuerdo de aquella película? Aparte de la moza. Retazos de torres circulares y a Bruce sintiéndose deidad griega antes de ser alcanzado por los rayos vengativos de Zeus y convertirse en el hombre de piedra, perdón, cartón-piedra de muchas películas más recientes.

    Pasó de Bruce Willis bueno a Bruce Willis estatua de cera. El Bruce Willis malo era el de Chacal, película en la que no había moza digna de mención. Que Simmons se llevara un tiro en la cabeza y Black unos cuantos impactos de 14,5mm por brasas lo mejor de esa película.

    Pero "El gran halcón", no, no consigo recordar ni la trama. Era mala con avaricia.

    Saludos

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    1. En mi defensa diré que menciono indirectamente a Andie MacDowell al referirme a las "imitaciones de delfines". Lo que no tiene disculpa es que no mencione ni siquiera a James Coburn.

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  3. Tenía en mi lista de pendientes El faro, ahora ya la he quitado, gracias. Tengo muy buen recuerdo de El gran Halcón, sí, es mucho Bruce Willis, pero a que tipo de monstruo no le gusta Bruce Willis? Casi me apunto para ver la del Witcher, pero animación me da pereza. Del resto nada, pero gracias por las críticas, he disfrutado leyéndolas.

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    1. De nada. Eso sí, El faro es para verla. A lo mejor solo una vez, pero para verla.

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