La vida nos da sorpresas. A veces esa sorpresa es agradable (por ejemplo, un posavasos de Super Mario Land), y otras, una caca de perro plantada a la puerta de tu casa. Y lo que es una sorpresa para unos quizá no lo sea para otros.
En este caso, más de uno pensaba que el resultado de la última votación estaba cantado. ¡Error! Aunque habrá quien lo encuentre inexplicable, no a todo el mundo le gusta llevar una hilera dientes ajenos colgados del cuello. De hecho, más del 30 % del electorado de este blog considera que una mano amputada y putrefacta es adorno más que suficiente para un vestido de cuero pringoso. Sin embargo, el 70 % restante tiene un sentido de la moda extravagante o muchas ganas de disfrazarse para Halloween.
Esperemos que el collar de dientes no esté maldito. Sería una lástima morir ahora con lo bien que vais.
Sopesáis el collar en la palma de la mano. Los dientes producen un tintineo siniestro al chocar unos con otros. Desde luego no suenan como el Preludio y fuga en do mayor de Bach. Os encogéis de hombros y os ponéis el collar.
Nada más hacerlo, se os eriza el vello de la nuca y sentís un hormigueo por todo el cuerpo. ¿Electricidad estática? ¡No! ¡Magia!
"¡Epa!", exclamáis.
El collar brilla y desprende un calor intenso. Sus piezas vibran al unísono. Intentáis arrancároslo del cuello, pero un fugaz espasmo de energía sacude vuestro cuerpo y os lo impide. No sentís ningún dolor, pero tampoco recomendaríais la experiencia a un amigo.
Entonces, tan repentinamente como reaccionó al contacto con vuestro pescuezo, el collar se enfría y se detiene. Lo observáis recelosos y expectantes, pero permanece inerte. Aparentemente, vuelve a ser solo un adorno feo.
¿Os sentís diferentes? ¿Quizá más vigorosos? ¿Como si acabarais de tomaros un café bien cargadito?
Tiene sentido, porque, según el manual Armas encantadas, talismanes y otros cachivaches mágicos, de Arakor Nicodemus, el collar es un amuleto de fuerza. Probablemente lo confeccionó un chamán orco o un jipi con conocimientos básicos de taumaturgia.
Recuperáis 1 punto de Destreza y 1 punto de Resistencia. Yo no le daría vueltas a cómo funcionan los objetos mágicos en estos librojuegos, pero si creéis que el collar debería aumentar vuestros puntos iniciales y no simplemente restaurar los puntos perdidos, podéis mandar un email al administrador de la mazmorra a la dirección correobasura@deathtrapdungeon.com.
Y ahora permitidme que actualice vuestra hoja de personaje:
- Destreza: 13 sobre 13.
- Resistencia: 17 sobre 18.
- Suerte: 9 sobre 10.
¡Pero si estáis casi como nuevos! Menudo Laberinto Mortal de pacotilla. Cada semana que pasa me arrepiento más de haberos echado un cable en aquel cruce de caminos. Al final tendré que ser yo el que mande ese email.
Continuáis caminando hacia el norte hasta que el túnel desemboca en un cruce. En él veis a uno de vuestros rivales, probablemente sopesando qué dirección seguir. Es uno de los bárbaros. O, para ser precisos, el otro bárbaro, el último contendiente que entró en el Laberinto. Al que pasó delante de vosotros lo encontrasteis claveteado en una trampa, desangrado y más muerto que el pescado. Creo recordar que le mangasteis la comida. Parece que hubieran pasado meses desde aquello.
El bárbaro está de espaldas y no parece que os haya oído llegar. Alto, moreno, fornido... ¡Quietos paraos! ¿A qué viene esa descripción tan vaga? ¿Lo estáis mirando bien? ¿Habéis visto esa espalda? Quien diga que tiene una espalda fuerte se queda corto. Hay músculos en ella que ni siquiera tienen nombre. Sobre sus anchos hombros cae una melena negra y alborotada, movida por una brisa inexplicable, y en sus enormes brazos bronceados, cuyos músculos tensos amenazan con reventar los brazaletes de bronce que protegen sus muñecas, sostiene un hacha de tamaño XL. El taparrabos de piel que cubre sus vergüenzas deja al descubierto unas piernas recias que nada tienen que envidiarle al tren superior. Su piel tostada por el sol, aparentemente untada en aceite, está surcada por numerosas cicatrices, y apostaríais vuestra colección de gemas a que cada una de ellas cuenta una historia (vosotros también tenéis algunas cicatrices, solo que nadie suele quedarse para oír cómo os cortasteis el dedo abriendo una lata de atún).
"¡Salve, compañero!", saludáis.
Mira que sois rebuscados. Un hola habría bastado.
El bárbaro se gira hacia vosotros con la velocidad de un gato patinegro. En su semblante curtido e indómito veis dibujada una mueca feroz que os hace flaquear las piernas. La melena desgreñada y el parche le dan un toque carismático. Es como si Conan de Cimmeria y Snake Plissken hubieran tenido un hijo.
El tatuaje del hombro dice: "MAMÁ". |
"S-salve", repetís, inseguros.
Al reconoceros como uno de los aspirantes a campeón, el rictus salvaje del bárbaro se torna en una expresión de recelo. En la penumbra del túnel, su ojo azul brilla como el de una fiera al acecho. Una fiera tuerta.
Instintivamente, apoyáis la mano en la empuñadura de vuestra espada.
El gesto no pasa desapercibido al ojo atento del bárbaro y observáis, con un nudo en la garganta, que sus nudillos emblanquecen al apretar con más fuerza el mango del hacha. Si tuvierais que apostar, juraríais que no es de los que resuelven los conflictos por la vía diplomática.
"No busco bronca", decís, apartando la mano de la empuñadura.
La verdad es que no tenéis ni puñetera idea de cómo gestionar este encuentro. Sabíais que algunos competidores os llevaban la delantera (y en algún momento pasaron a ser todos ellos), pero estabais tan obcecados en darles alcance que ni siquiera pensasteis en qué hacer cuando por fin os cruzaseis con ellos. Hasta ahora la mazmorra se había hecho cargo de resolver esas situaciones. Ahora el marrón tendréis que resolverlo vosotros.
Intentáis esbozar una sonrisa, pero se os encasquilla en los labios.
"Menudo sitio, ¿eh?", decís.
El bárbaro os mira de arriba a abajo, examinándoos sin timidez ni respeto a las normas más elementales de cortesía. Sentís calor en las mejillas. No necesitáis un espejo para saber que os habéis puesto rojos como un salmonete.
"Si quieres, te doy un retrato. Te durará más", le decís, incómodos.
El bárbaro ignora vuestro comentario. Su rostro se mantiene imperturbable incluso cuando su ojo se detiene en la pareja de collares que os habéis procurado recientemente. No sois telépatas, así que no tenéis forma de saber qué pensamientos están cruzando su cráneo melenudo. Sería un excelente jugador de póquer.
"Oye, ya vale", le decís.
El bárbaro suelta un bufido y apoya la cabeza del hacha en el suelo, relajando su actitud de tensa vigilancia. Deducís que ha llegado a la conclusión de que no representáis una amenaza. No sabéis si sentiros aliviados u ofendidos.
"Estás herida", os dice en común con el acento gutural de los norteños.
Os lleváis la mano inconscientemente al colgajo sangriento que una vez llamasteis oreja. La carne está hinchada y vuestra espesa mata de pelo se ha pegado a la sangre coagulada. Aunque la herida se cerró hace rato, la zona sigue sensible al tacto. En comparación, el resto de magulladuras, contusiones y sarpullidos que tenéis repartidos por el cuerpo son peccata minuta.
"Tiene peor pinta de lo que realmente es", mentís. "Deberías haber visto cómo quedó el otro".
Caminando con pasos firmes, acortáis la distancia que os separa del bárbaro, pero no tanto como para poneros al alcance de su hacha. Tampoco queréis que piense que vais a atacarlo. Habéis visto cómo dejó a la pareja de guardias orcos, y no tenéis ninguna gana de provocar una pelea y comprobar quién inscribe antes al otro en las necrológicas.
El bárbaro se mantiene alerta, con el ceño fruncido.
Miráis a un lado y otro de la bifurcación. Para variar, ambos caminos os parecen exactamente iguales.
"¿Por dónde pensabas ir?", preguntáis, mirando a vuestro rival por el rabillo del ojo.
El bárbaro no os responde. Se limita a quedarse de pie con las manazas apoyadas en el mango del hacha, sin dejar de miraros. Le van a salir arrugas de tanta suspicacia.
"Estas son las decisiones más difíciles, ¿verdad?", insistís. "El azar tiene muy mala leche".
"Al oeste", masculla el bárbaro. "Iré al oeste. Puedes acompañarme, si quieres".
Esa oferta no os la esperabais de don Silencioso Miraditas.
¿Qué queréis hacer?
- Aceptar la oferta del bárbaro y dirigiros con él al oeste: Habéis buscado un compañero en larvas de mosca y prisioneros mancos. Rechazar ahora la oportunidad de acompañar al bárbaro sería incongruente.
- Pasar de su culo prieto y dirigiros al este: Desconfiáis del bárbaro tanto como él parece desconfiar de vosotros. Además, cuando todo esto acabe, solo puede haber un campeón.
Adicionalmente, y aun a riesgo de rebajar la tremenda inmersión que estoy consiguiendo con mi prosa, os propongo una votación extraordinaria y exclusiva para comentaristas del blog: elegir un nombre para vuestro personaje. Nunca es tarde si la dicha es buena. Podéis escoger entre los siguientes:
- Aleja Coscojuela.
- Pacientina Parahoy.
- Socorro Antoñanzas.
- Tranquilina Parraverde.
Estaréis de acuerdo conmigo es que todos estos nombres dicen "fantasía épica" a gritos.
Tenéis hasta el jueves 20 a las 12:00 CEST para votar. En Twitter podéis hacerlo aquí.
¿Ir con un bárbaro que puede matarnos en cualquier momento o darle la espalda y que pueda matarnos en ese momento (aunque no se diga en la entrada, eso puede pasar)?
ResponderEliminarAmbas opciones son igual de válidas, y la verdad es que en caso de trampas, entre dos toca menos muerte a repartir, así que, acompañar a Don Miraditas.
En cuanto al nombre no me mola ninguno, con perdón. Prefiero algo con más chic, como Remedios Delabuela o algo similar.
Las sugerencias de nombres no estaban en el menú, lo siento. Además, todos nuestros nombres son de la máxima calidad.
EliminarRumbo al este, el bárbaro huele a próximo cadáver más que el pollo que dejé en el fregadero la semana pasada. Alguien tiene que morir, mejor el que nosotros, pero si los dos vamos por el mismo camino, podríamos morir los dos, aunque quizás ocurra. De todos modos, ir al este dolor. Y el mejor nombre es Socorro Antoñanzas, sin ninguna duda.
ResponderEliminar¿Cómo está el pollo? ¿Es ahora un pollo zombi?
EliminarMe seduce la idea de ir con el bárbaro. Para bien o para mal no creo que la situación dure mucho... El nombre que más me mola es el de Socorro aunque me gusta la etimología de Socorro Parahoy y la sonoridad de Socorro Parraverde.
ResponderEliminarEl apellido "Parahoy" va con todo. Es el comodín.
Eliminar¿Un bárbaro hipermusculado, sudoroso y semidesnudo? Algo en mi interior de aventurera soltera me dice que esto podría ser el inicio de una bonita amistad (con eróticas consecuencias), pero mi experiencia en anteriores aventuras también me dice lo tremendamente corta que suele ser la esperanza de vida de cualquier compañero que ose ir a nuestro lado. De todos modos opto por aprovechar el momento y disfrutar de la compañía del bárbaro mientras pueda. Y de nombre Socorro Antoñanzas, no podría haber otro mejor.
ResponderEliminarMe estoy acordando de Mungo, de La isla del Rey Saurio. Su fecha de caducidad venía en horas.
EliminarQué bueno que siempre supe que el resultado de la última decisión iba a ser disputado, como que mi nombre es Socorro Antoñanzas (¿o era Pacientina? No, definitivamente Socorro).
ResponderEliminarNo sé qué tan buena idea es tener un compañero en una competencia en donde sólo hay un ganador posible. Esas miraditas del Bárbaro suenan a que está evaluando cuáles de nuestros efectos personales podría apropiarse después de que nos ocurra un desafortunado incidente, el muy canalla. Pero en algo sin relación, me pregunto cuáles de los efectos personales del Bárbaro nos podremos apropiar si le ocurriera un desafortunado accidente. Acompañémoslo para averiguarlo: al oeste como los pioneros.
¿Cuántos efectos personales crees que puede llevar en el taparrabos?
EliminarYo mismo en un universo alternativo habría razonado que debajo de esa prenda no encontraría algo de valor (considerando que el libro está dirigido a un público infantil). Pero el encuentro con su compañero Bárbaro me demostró lo contrario, incluso después de que yo voté por no revisarlo. No vuelve a pasar; los ojos en el premio.
EliminarYo acepto acompañarle, pero sólo si él va delante. Que esas espaldas de nadador y ese culito prieto no se van a devorar con ojos lascivos ellos solitos.
ResponderEliminarComo nombre propongo Benemérita Gusiluz, pero si no puede ser, supongo que Tranquilina Parraverde suena muy apacible, a tono con nuestro personaje.
La edición con lascivia es solo para mayores de 12 años.
Eliminar- Aceptar la oferta del bárbaro y dirigiros con él al oeste.
ResponderEliminarComo no seguir a un culo prieto y untado en aceite...tendremos la mejor vista del lugar!
Tranquilina Parraverde.
Suena genial, seguro que esa parra verde, esconde algo maduro.
El culo lo lleva tapadete, pero uno nunca sabe cuándo puede venir otra de esas brisas misteriosas que agitan los cabellos y, ocasionalmente, levantan faldas y taparrabos.
EliminarVoto por proseguir nuestro viaje en compañía del bárbaro, más que nada porque tener un adlátere siempre da más juego al desarrollo de las escenas. Y oye, ¡igual hay temita!
ResponderEliminarEn cuanto al nombre, todos me parecen igual de épicamente terribles, pero voto por Tranquilina Parraverde para equilibrar la votación.
Yo desde luego prefiero escribir diálogos entre dos personajes que monólogos de tía tarada que habla sola.
EliminarMe gustaría recordar que el colgante con la mano amputada fue una decisión que no se votó, solo fue sugerencia de alguna gente que tiene un gusto estético diferente al mío.
ResponderEliminar¿Ahora que el collar ha producido su efecto, nos lo podemos quitar? Dime finolis, pero me da asco, casi tanto como el collar de la mano.
Mi opción sería decirle que voy a ir por el este, y luego seguirle a lo lejos, y así que el bárbaro vaya despejando el camino. A falta de esta opción prefiero ir solo, para tener un compañero del cual no te puedes fiar, mejor no tener ninguno, el vacío no te va a apuñalar por la espalda, o en este caso partir en dos con una hacha gigante.
Me quedo con Tranquilina Parraverde, porque nos estamos tomando el paseo por el laberinto con bastante calma, deteniéndonos en cada puerta, cañería y cadáver.
El collar de dientes solo surte efecto mientras lo llevéis puesto. Y ojo con protestar, porque entonces condiciono su utilidad a que lo chuperreteéis cada media hora.
EliminarVoto que Aleja Coscojuela acompañe al bárbaro, seguro que la conversación será lo mejor del viaje, en absoluto tener a alguien que se arriesgue por ella a asomarse a puertas sin suelo y con bichos al acecho
ResponderEliminarEsa es la clase de colaboración que mejor funciona. Al menos para uno de los colaboradores.
EliminarIr con el bárbaro al oeste. Al menos hasta la primera puerta/tubería/rendija que nos crucemos. Además tengo curiosidad en ver quién traiciona primero a quién.
ResponderEliminarEn cuanto al nombre, el de Aleja me parece el mas aguerrido. Que clase de aventurera mala leche sería alguien llamada Socorro o Tranquilina.
"Solo pensar en traicionar es ya una traición consumada", dijo alguien.
EliminarYo voto con ir por el bárbaro, normalmente, en estos mundos fantásticos, los barbaros suelen ser toscos y brutales pero sin dobleces, y no creo que nos apuñale por la espalda o ataque si no le damos razón a ello, además, bien podría ser el inicio de una bonita amistad, como nombre me quedo con Pacientina Parahoy.
ResponderEliminarPacientina Parahoy era mi nombre favorito, pero nadie más comparte nuestro buen gusto.
EliminarTranquilina Parraverde está cansada ya de ir sola por estos lares. Un poco de compañía le vendrá bien y la conversación del bárbaro parece que va a ser maravillosa.
ResponderEliminarEs un conversador nato.
EliminarVoto por ir con el bárbaro, y voto por el nombre de Aleja Coscojuela, si el bárbaro se pone bravo la buena de Ale tiene suficiente pericia para mandarlo al otro barrio, si no es que antes el bárbaro sirve de carne de cañón en alguna trampa
ResponderEliminarDemasiada pericia tenéis, para mi gusto.
EliminarVoto por ir con el bárbaro. Podríamos llamarle Auxilio y formar un gran dúo humorístico en la nueva sitcom de moda "Socorro y Auxilio, lo que no se le ocurre a una se le ocurre al otro". Apostemos por entradas con más diálogo, con el tiempo y confianza quizás sea capaz de encadenar frases de más de dos palabras.
ResponderEliminarEs de suponer que intentará traicionarnos y robarnos las gemas previo hachazo por la espalda. Y me lo supongo porque me parece un buen plan, tanto que deberíamos apropiarnoslo. Si no se ha dedicado en exclusiva a decapitar orcos-rattatta para subir de nivel es probable que también tenga en su poder alguna gema. Es más, yo apostaría a que debajo del parche es el sitio perfecto para ocultar una bien redondita. O eso espero, porque la segunda opción sería en otro ojo ciego.
Creo que el bárbaro ya tiene su propio nombre. Y yo, de momento, no buscaría nada debajo del parche.
EliminarLlevo ya un par de entradas comentando como anónimo, ya es hora de volver a comentar con nombre. La propuesta de un fornido guerrero de cuerpo musculado resulta demasiado tentadora como para ser rechazada después de todo por lo que hemos pasado, que era mucho más desagradable que pasar un buen rato alegrándonos la vista al menos. Voto por acompañarle. Si al final la cosa se tuerce y toca pelear contra él, pues a sacar partido de nuestro flamantes 13 puntos de Destreza (había votado dejar el collar en la anterior entrada, está claro que mi criterio no es el mejor en esta aventura).
ResponderEliminarSe me olvidaba: el nombre de nuestra aventurera debería ser Tranquilina Parraverde.
Eliminar¿Eras uno de los anónimos o todos ellos?
Eliminar¡Solamente uno!
EliminarNo se qué ha pasado! Pensaba que había votado el mismo domingo (incluso me están llegado los avisos de los comentarios).
ResponderEliminarEn fin! Voto por seguir al bárbaro y llamarnos Socorro Antoñanzas.
Votaste en sueños. Y los avisos también son sueños.
EliminarVoto por ir con el bárbaro, será más interesante que seguir yendo sola. Y demostramos también que con una espada en la mano no le tememos a ningún hombre.
ResponderEliminarDe nombre, el más sonoro para mí es Aleja.
Más interesante y más saludable para la cabeza.
EliminarA Socorro Añoranzas le gustan los culitos prietos así que vamos con el bárbaro kerastase por qué yo lo valgo y por qué todos nuestros compañeros mueren así que no parece mala idea... También es verdad que tenemos una fea herida de uno de ellos pero que nos quiten lo bailado.
ResponderEliminarPor cierto, por tu culpa me estoy aficionando a mermelade boy, pensar que mi hermana le encantaba la serie e incluso tenía los mangas. Tener tan cerca tan magnánima obra y no disfrutarla como es debido seguro que es pecado o algo así.
Es más, ahora espero el 14 de febrero con ansia... Ya se que hoy, día del perezoso probablemente no sea el más adecuado pero... No puede ser 14 de febrero una vez al mes?
Un 14 de febrero son todos los 14 de febrero que puedo soportar. Y lo siento por ti.
EliminarJoder, tío, ¿alguna vez vas a volver a escribir otro tipo de entrada? ¿Una reseña, una retrospectiva, una coña acerca de algún cómic viejo de Don Miki, ALGO que no sea el jueguito este que ya empieza a oler?
ResponderEliminarSi no dejo el blog, sí, habrá otro tipo de entradas, claro. Pero de momento estamos con esto y, habida cuenta de que tiene buena acogida, creo que lo suyo es terminarlo. Si quieres leer reseñas, puedes encontrarlas en mis cuentas de Goodreads y Letterboxd.
EliminarP. D.: Ser educado no cuesta nada y vale mucho.
Discrepo profundamente! Yo estoy disfrutando estas entradas muchísimo.
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