Vaya, vaya, vaya... Empezaba a echar de menos una votación en la que el resultado no estuviera cantado incluso antes de que clique en el botón de "Publicar" la entrada. En esta última semana he aprendido que, si os ponen una puerta delante, no dudáis ni un milisegundo en abrirla, ya tenga clavada una mano putrefacta o le hayan grabado una enorme "X"; en cambio, si esa abertura es un conducto en la pared, entonces os entra la inquietud en el cuerpo, se os pinta el miedo en el rostro y no sois capaces de llegar a un acuerdo.
La verdad es que no me esperaba semejante grado de indecisión. A lo mejor debería reemplazar algunas puertas por conductos para darle más tensión al Paseo.
O eso es lo que diría si esta no fuera la última entrada de esta larga aventura.
¿Creéis que miento?
Hacéis bien en desconfiar. Pero tendréis que seguir leyendo para ver en qué acaba la decisión que el 57 % de vosotros ha tomado.
Os asomáis al conducto y escudriñáis las tinieblas con los labios fruncidos. Permanecéis así un largo minuto, inmersos en vuestras cavilaciones. Apenas pestañeáis.
Espero que ahora hagáis algo interesante, porque los índices de audiencia se están desplomando.
Pegáis un pisotón al suelo con rabia y os apartáis de la abertura.
"¡Esta indecisión me está matando!", exclamáis. "¡Me marcho!".
Os alejáis un par de pasos hacia el norte, aparentemente decididos a retomar el camino, pero enseguida os dais la vuelta y regresáis al conducto para asomaros por él una vez más.
Se os ocurren muchas formas de que esta expedición en particular acabe mal. El conducto podría ser parte del sistema de alcantarillado de la mazmorra, llevar a un compactador de basura, echar fuego, echar gas venenoso, servir de hogar a una lombriz monstruosa, desembocar en el cubil de una jauría de bestias voraces, ocultar una trampilla con un foso repleto de pinchos debajo, cerrarse de golpe a vuestra espalda para dejaros atrapados hasta los restos, convertirse en un tobogán que os lance por un precipicio...
La lista de desenlaces espantosos y potencialmente mortales es interminable.
Sin embargo, todavía no se os ha pasado por la cabeza la posibilidad de que alguien o algo con malas intenciones entre por el túnel detrás de vosotros. O al menos no se os había ocurrido hasta ahora, que lo he sugerido yo. Después de todo, no estaría haciendo bien mi trabajo si no tuviera mis propias ideas. O copiase las ideas de otros con disimulo.
Os quitáis el collar de confección casera y lo colgáis sobre la entrada del conducto, como si fuera un cascabel disfuncional y macabro. Cruzáis los dedos (los vuestros, no los de la mano del prisionero) para que este adorno disuada de meterse por aquí a cualquiera que tenga el instinto de supervivencia tan atrofiado como vosotros.
Respiráis hondo, hacéis algunos estiramientos para evitar que os dé un calambre en plena faena, y, sin más preparación, os metéis por el conducto. La mano putrefacta os recorre la espina dorsal desde la nuca hasta el trasero. Da bastante grima.
Gateáis a tientas en la oscuridad. La superficie metálica se siente fría y húmeda en las palmas de vuestras manos, y el espacio os parece más estrecho ahora que estáis metidos en el conducto que cuando estabais fuera. Contorsionándoos un poco, podríais daros la vuelta si fuera necesario, pero la única estrategia para defenderos de un posible ataque sería apuntar la espada hacia delante con la esperanza de que vuestro enemigo esté tan ciego como vosotros y se ensarte en ella. No sé si os podéis permitir ser tan optimistas. Pero al menos la claustrofobia no aparece listada en la sección de fobias y manías de vuestra ficha de personaje.
Canturreáis en voz baja, para calmar los nervios:
¿Por qué razón algunos de nosotros estamos destinados a sobrevivir
y otros únicamente estamos aquí para sucumbir?
Me suena la letra. ¿Pertenece al cancionero de algún bardo que yo conozca?
Al cabo de un rato, la humedad se convierte en una viscosidad desagradable, y vuestros brazos y rodillas resbalan en el limo que recubre el metal, obligándoos a avanzar con más cuidado para no acabar despatarrados. Os acordáis de la sala en la que, si no fuera por vuestra destreza sobrehumana, habríais muerto sumergidos en cieno verde. Os preguntáis si se tratará de la misma sustancia. En la oscuridad no distinguís su color, pero podríais pegarle un lengüetazo para ver si el sabor os resulta familiar.
En lugar de eso, seguís cantando:
¿Somos nosotros los afortunados que se salvaron para ver otro día
o ellos los afortunados arrancados de esta vida?
Confesad que os sentís como un borrego camino del matadero.
De repente tocáis algo duro delante de vosotros y dais un respingo.
Clonc.
Ese es el sonido que hace vuestra coronilla al golpear la parte superior del conducto.
"¡Mecagüen...!", exclamáis.
Palpáis el obstáculo con mucha cautela. Es un objeto cuadrado y pequeño, y, a juzgar por el tacto, está hecho de madera. Lo agarráis con una mano y lo levantáis. No pesa más que un pomelo maduro. Lo sacudís cerca de vuestra oreja. Algo repiquetea en el interior.
Sonreís en la oscuridad. No os hace falta hacer una pirueta mental para deducir que lo que sostenéis en la mano es una caja y que tiene algo dentro.
¿Qué queréis hacer?
- Dar marcha atrás y examinar vuestro hallazgo: Aunque jugaros el pellejo os ha llevado hasta una posible recompensa, el barón Sukumvit no es conocido por su indulgencia. Continuar reptando hacia lo desconocido es tentar la suerte. Además, os gustaría saber qué habéis encontrado antes de que esa suerte se acabe. ¡Y también queréis recuperar vuestro collar nuevo!
- Guardar la caja en vuestro morral y seguir gateando por el conducto: Ya habrá tiempo de mirar luego qué contiene la caja. Ahora es momento de avanzar. Y, ¿quién sabe?, a lo mejor delante hay una caja más grande con una recompensa mayor o un atajo que os acerque más a vuestra meta. Siempre son los demás los que se mueren.
Tenéis hasta el jueves 6 a las 12:00 CEST para votar. En Twitter podéis hacerlo aquí.
Me flipa la ambientación de esta entrada. He podido sentir el hormigueo de la mano putrefacta, el frío metálico en las rodillas, la viscosidad del cieno y el coscorrón en la coronilla. Estoy en tensión y no sé qué elegir. Con muchas dudas elijo volver, porque desde el principio no me gustaba el conducto y sobre todo porque tengo mucha curiosidad por ver qué hay en la caja.
ResponderEliminarA veces me cuesta equilibrar ambientación y tono, así que te agradezco el comentario.
Eliminar¡LA CAJA! ¡LA CAJA, CARMEN! ¡LA CAAAAJAAAAAAAAA!
ResponderEliminarMe siento como cuando era niña y veía el 1, 2, 3. NECESITO saber si nos ha tocado el viaje con todos los gastos pagados o si dentro hay sólo una Ruperta. Además, nuestro collar nos ha traído buena suerte, sería una pena perderlo...
¿Y si la caja solo contiene una sucesión de cajas cada vez más pequeñas? Menudo chasco, ¿no?
EliminarComo ya me lo figuraba, he acabado en un lugar en que quería estar para comenzar. Lo peor es que parece que la imposición a mis deseos se ha llevado una buena recomnpensa. En fin, que el conducto se está poniendo muy desagradable, que se me ocurre un listado todavía más largo de posibles descenlaces fatales (que no pongo para no superar el límite de texto) y que ya tenemos un premio a nuestra imprudencia, ejem, quiero decir, audacia, pues regresemos al pasillo y veamos que guarda la caja esa.
ResponderEliminarReculáis audazmente, supongo.
Eliminar😂 toda la razón: puertas, sí; cosas raras, ya veremos...
ResponderEliminarVamos a abrir la caja, que igual contiene algo que nos ayude a seguir por ese conducto...
Al conducto le ofende que le llamen cosa rara, pero no protesta.
EliminarA ver, es que abrir puertas es lo normal, es la forma lógica de pasar de estar en un lugar a estar en otro, ya sea dentro del mismo sitio en el que uno se encuentra o para salir de él. Estoy segura de que de El Paseo saldremos por una puerta cualquiera, vaya que no. Abrir puertas es perfectamente razonable y yo siempre animaré a ello, aunque sea de forma algo menos razonable como a patadas o hurgando cerraduras como vulgares rateros, o habilidosos cerrajeros, según se mire. Puertas = SÍ, es lo que hay.
ResponderEliminarAhora bien, el túnel éste me pareció una mala idea en su momento y me lo sigue pareciendo. Creo que el juego nos está dando otra oportunidad para salir de ahí y yo voto por aprovecharla. Eso y que nadie dice que dentro de la caja haya algo bueno, quizá lo han desechado porque es un objeto maldito. Y el cada vez peor ambiente en el túnel tampoco es que prometa un buen final del mismo. Quizá estoy siendo muy negativa pero es que ¡todo mal!
Mi conclusión es: túneles chungos con entorno viscoso y enrarecido = NO. A no ser que veamos una puerta al fondo, obviamente, que entonces es un ROTUNDO SÍ.
Reculemos y salgamos de aquí, si es que el agujero de entrada sigue disponible... Aunque salir de culo tampoco me guste mucho porque me hace sentir indefensa e incluso patética, pero bueno, no es estrictamente mi culo sino un culo ficticio compartido, así que me la juego.
El concepto "culo compartido" merece estudiarse. Pero no con el mío.
EliminarRespondo con el título de una peli mala: Retroceder nunca, rendirse jamás.
ResponderEliminarTiremos p`alante y ya veremos que hay en la caja.
Eres la nota discordante que yo buscaba. Gracias.
EliminarYo no puedo pasar dos semanas sin saber si la caja tiene un regalo o nos va a explotar en la cara!
ResponderEliminarSalgamos a ver qué tiene la caja dentro!
Si fueran dos semanas…
EliminarYa pensé que aquí se acababa nuestra aventura, menos mal que no es así, de todos modos intuyo que el señor Brochez nos esta lanzado unas insinuaciones, tan sutiles como un portaviones clase Nimitz, de que no es buena idea seguir adelante, y, de todos modos, como ya no me gustaba de por si el conducto (Rob Schneider aun podría estar gateando sigilosamente hacia nosotros desde mas adelante del túnel) voto por volver atrás y ver la caja.
ResponderEliminarNo puedo descartar que me traicione el subconsciente, pero no es mi intención insinuar nada. Todas las opciones son buenas hasta que se demuestre lo contrario.
Eliminar- Dar marcha atrás y examinar vuestro hallazgo.
ResponderEliminarSoy coleccionista de cajas, las figuritas y demás cosas dan igual. Donde esté un buen trastero lleno de cajas, que no puedes tirar...que se quite el contenido!!
Dilo todo: cajas caras.
EliminarNada, ni caso, tenemos que volver YA. Mucha suerte hemos tenido al no habernos topado con un cubo gelatinoso y encima haber encontrado una caja (que a saber qué demonios habrá dentro, pues teniendo en cuenta el sentido del humor del barón yo apuesto por un escorpión).
ResponderEliminarEn fin, que lo más sensato es volver al pasillo ahora que aún seguimos de una pieza. Lo más probable es que si seguimos avanzando el autor quiera dar a sus jóvenes lectores una funesta moraleja sobre la avaricia.
Solo 1 de cada 10 aventureros recomienda la experiencia de morir devorado lentamente por un cubo gelatinoso.
EliminarMe siento como un bolo alimenticio avanzando por el intestino de una de esas bestias que andan por ahí. ¿Premonición? Salgamos a revisar la caja, y de paso ver de qué se trata esta mucosidad.
ResponderEliminarNo sé si podréis analizar esta sustancia sin un equipo de laboratorio apropiado. ¿Os valdría con olisquearla y chuparla?
EliminarDesde el principio vote por no entrar al tunel, así que ya que nos ensuciamos y al menos obtuvimos algo hay que regresar y ver que es
ResponderEliminarO podéis continuar y verlo después. Es una idea.
EliminarNos acaban de dar la posibilidad de deshacer una mala decisión que es meterse en un agujero apestoso ¡aprovechémosla! Y veamos que tiene la caja, lo mismo es el apartamento de Torrevieja.
ResponderEliminarCuando uno de estos librojuegos te da una segunda oportunidad para retirarte suele ser por un buen motivo. Pero solo suele serlo. ¿Y si este no es el caso?
Eliminar"Ya habrá tiempo de mirar luego qué contiene la caja" Esto que parece tan sencillo me da la impresión que no podrá pasar. La avaricia rompe el saco, con una caja del conducto tengo suficiente, no quiero buscar más. Creo que es mejor examinar la caja con calma, con luz y con más comodidad, a lo mejor así descubrimos que la caja tiene una trampa y la podemos desactivar. O a lo mejor la caja tiene una advertencia que dice que no debemos seguir por el conducto. Dicen que volver atrás es de cobardes, pero la tasa de supervivencia de los cobardes es más alta que la de los valientes. Además, es la segunda vez que se nos propone no ir por el conducto, dudo que tengamos una tercera oportunidad. Creo que ha quedado clara mi decisión.
ResponderEliminarLo que contiene la caja suena como un par de caramelos rompemuelas. Esa sí que sería una buena trampa.
EliminarA mi lo que me parece extraño es... ¿Una tubería de metal, del tamaño suficiente para que quepa una persona, con el nivel tecnológico que hemos visto hasta ahora en el laberinto?
ResponderEliminarDebe de ser una conexión con un libro ambientado en otra época. Yo voto por volver atrás y seguir en esta aventura.
El barón Sukumvit apoya la industria siderúrgica, solo eso.
EliminarVolvamos para atrás. Ya hemos metido la cabeza en las fauces del león, mejor no tirarle también de la cola.
ResponderEliminar¿Seguro que no quieres saber cómo suena un león al que le tiran del rabo?
EliminarEste conducto cada vez da más mala espina. No seguiría avanzando por él ni por todas las cajas de madera del mundo. Lo nuestro son las puertas, elementos arquitectónicos diseñados para que los atraviesen los seres bípedos. Este tubo tiene toda la pinta de desagüe para excrementos.
ResponderEliminar¿Qué es el ser humano si no un excremento camino de la alcantarilla?
EliminarEn primer lugar debo decir lo mucho que me sorprende que hayamos llegado viva hasta aqui, está claro que nuestra aventurera esta avanzando con paso firme hacia el desastre final para morir ahogada junto a la orilla. Por lo demás, una caja con sorpresa misteriosa no es el peor premio que podemos sacar de un túnel apestoso, asi que, como si fuese parte del público de algún concurso anodino, voto por abrir la caja. Si el Barón pretendía que siguiesemos adelante por el túnel, que le hubiese puesto una puerta a la mitad.
ResponderEliminarYo estoy igual de sorprendido que tú. La mortalidad del Paseo está en entredicho.
EliminarCitando a los clásicos: "¡La caja, hemos venido a jugar!".
ResponderEliminarY Media vuelta y p'a casa, que bastante nos la hemos jugado ya.
"El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza" (un tal Cervantes).
EliminarOpción 1: retroceder y ver qué hay en la caja. Opción 2: seguir adelante y puede que podamos ver qué hay en la caja o no. Esa pequeña diferencia hace que la elección sea fácil. Sólo se complicaría con "Opción 3: la caja". Pero no esa caja, si no otra caja, claro, que representaría otra elección en sí misma creando una paradoja que se plegaría sobre si misma. ¿Tiene sentido? No mucho. Lo importante es que no quiero perder la oportunidad de ver a Gwyneth Paltrow de cerca.
ResponderEliminarSolo espero que la caja no tenga una cerradura y que la llave esté un poco más adelante en el túnel. Menuda cara de tontos se nos quedaría.
¡Sorpresa! No solo la caja no tenía cerradura, sino que dentro habéis encontrado una llave. Esa no te la viste venir.
Eliminar¡El barón Sukumvit siempre dos pasos por delante! No sé qué abrirá esa llave pero desde luego que él ya tiene la de nuestros corazones.
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