21 de julio de 2020

'Dune', el film de culto de David Lynch


Salvo que la cosa se tuerza (ya no puede uno descartar invasiones alienígenas, meteoritos ni el regreso del grupo Aqua), a finales de este mismo año se estrenará una nueva adaptación cinematográfica de Dune, la novela de ciencia ficción de Frank Herbert. Por lo tanto, he decidido subirme al tren de la expectación, tragarme mi vergüenza y rescatar del viejo baúl un par de artículos que escribí hace más de diez años sobre la película de David Lynch y que jamás llegué a publicar.

Para no demorar aun más la publicación, he fusionado los dos artículos. También los he revisado y retocado, aunque, en un esfuerzo ímprobo de conservación, he procurado respetar el texto de base y no rehacerlo por completo, a pesar de que algunos aspectos sigan sin convencerme. Eso sí, he aprovechado este repaso para darle un tono más actual y añadir al resumen algunas escenas que ignoré en su día. Ahora, por supuesto, el texto completo tiene el doble de extensión. Que alguien me pare los pies.


Probablemente hayáis oído hablar del Dune de Lynch como una película de culto. ¿Pero qué es una película de culto? Aunque el término pueda llevar a confusión incluso a los cinéfilos más avezados, una película de culto no guarda relación con personas encapuchadas que se reúnen los viernes a medianoche en un sótano iluminado por velas para adorar la efigie de un ser cósmico de nombre impronunciable y maldad inconmensurable. Al menos no necesariamente.

Las películas de culto suelen ser aquellas que no obtienen buenos resultados en taquilla, pero que, pese a esa falta de éxito, obtienen el reconocimiento de una pequeña parte del público. Es fácil verles las costuras e incluso suponer por qué fracasaron, pero, a pesar de sus pegas, tienen elementos y valores que funcionan bien con algunas personas: los sonados que las defendemos.

A veces ni siquiera hace falta discutir sobre si una película es de culto o no, porque te lo sueltan en la cara y tienes que tragar con ello como si fuera una verdad absoluta. Este el caso del DVD de Dune editado en España por Manga Films. Si echáis un ojo a la carátula a ignoráis a todos esos individuos vestidos de forma inusual, observaréis que pone "DUNE", en mayúsculas y con letras doradas, y debajo, a modo de subtítulo, "el film de culto de David Lynch". Signos inequívocos de modestia, ¿verdad?

Pero verdaderamente tiene que ser una película de culto si utilizan la palabra "film" para referirse a ella, ni siquiera "filme", preferible por ser la forma hispanizada y que todos deberíais usar salvo que seáis críticos cinematográficos o Andrés Trasado.

En todo caso caso, Dune cumple el primer requisito de una película de culto: no funcionó. Según los datos publicados en Box Office Mojo, en el mercado doméstico ni siquiera llegó a cubrir su presupuesto. Para cualquier director que no hubiera sido David Lynch, semejante fracaso podría haber puesto el último clavo en el ataúd de su carrera. Pero no para él.

No creo que un hombre que mantiene un peinado tan estupendo a sus setenta y pico años necesite presentación, pero la haré igualmente. La mayoría recordamos a Lynch como el creador de Twin Peaks, aquella popular serie de televisión de los noventa en la que una de las cosas menos raras que pasaba era que una señora hablaba con un leño, y que tuvo una tardía tercera temporada en 2017. Ciertamente, a principios de la década de 1980, cuando se produjo Dune, aún no existía Twin Peaks, pero Lynch venía de escribir y dirigir Cabeza borradora y El hombre elefante, con las que ya se había ganado la fama de autor excéntrico. Tampoco es que Lynch haya cambiado mucho con el tiempo; su trabajo más reciente es un cortometraje estrenado en Netflix en el que él mismo, en el papel de un detective muy similar al que interpretó en Twin Peaks, interroga a un mono capuchino por asesinato. El caso es que su nombre llegó a oídos de Raffaella De Laurentiis, la hija del famoso Dino de Laurentiis, y le ofrecieron la silla de director. A diferencia de la propuesta de George Lucas de dirigir en El retorno del jedi, esta la aceptó.

Hecha esta introducción, pasemos al resumen. Tened en cuenta que la edición que escogí para esta labor es la remasterizada de 137 minutos, no la edición extendida de 177 minutos. Esto demuestra mi sentido de autopreservación.

Y ahora, sin más dilación, Dino de Laurentiis presenta...

... a una chiqueta muy mona con el espacio sideral como telón de fondo. Si no me falla la memoria, es la actriz Virginia Madsen, a la que quizá recordéis de películas como Candyman o El romance de Hearst y Davies.

Es broma.

Nadie ha visto nunca Candyman.

Si esta es la cara que tenéis después de leer el último chiste, lo entiendo.

"Sabed que nos hallamos en el año 10191", dice la mujer. "Gobierna el universo conocido el Padishah Emperador Shaddam IV".

"¿El QUÉ Emperador QUÉ?", pregunto yo desde mi sofá.

Como utilizan nombres muy raros y además estoy metiéndome entre pecho y espalda un bol de crujientes y chocolateados cereales mientras veo la película, no entiendo la mitad de lo que dicen.

Aun así, consigo enterarme de que hay una especia muy codiciada, capaz de extender la vida, y que solo existe en el planeta desértico Dune. Podría ser azafrán, orégano o tal vez nuez moscada. El nombre es lo de menos, si tenemos en cuenta lo siguiente: ¿Cómo de prometedor os suena que el argumento gire en torno a un condimento para la comida? A mí así asá.

Del confuso prólogo pasamos a unos planos del desierto tan fascinantes como la pelusa que han acumulado mis calcetines después de estar dos semanas sin pasar el aspirador. Asumo que estos planos pretenden amenizar la lenta procesión de los títulos de crédito iniciales, pero no lo consiguen, así que aprovecho para revisar emails en el móvil. ¿Qué? A Anakin tampoco le gusta la arena y a él ni le chistáis.

Levanto la cabeza a tiempo de enterarme de que la música está compuesta por Toto, el perro de Dorothy en El mago de Oz.

Claro que no te gusta la arena, Anakin. Es tosca, áspera e irritante. Y se te mete por doquier, ¿verdad?

Al rato, hasta la propia película se aburre de enseñarnos el gran cajón de arena que es Dune y nos lleva a otro planeta algo menos soso, donde el Emperador del Universo y una señora calva sin cejas y vestida de negro se preparan para recibir huéspedes.

"Necesitaré telepatía durante la visita y un informe cuando terminemos", dice el Emperador.

"Soy vuestra Decidora de Verdades", responde la mujer.

La burocracia espacial no suscita mi interés. Sin embargo, me fijo en otros detalles. Por ejemplo, en el decorado. El palacio imperial es impresionante; barroco, fastuoso y tan dorado que parece que lo hubieran vomitado de oro. Se necesitan gafas de sol para mirarlo en un televisor de más de veinte pulgadas.

En cambio, el aspecto del Emperador del Universo es tan corriente que me deja tibio. Parece un dictador chileno a punto de presidir un desfile militar. Lo único remarcable es que lleva un pendiente en la oreja izquierda, como Harrison Ford desde que cumplió los cincuenta y cinco. La crisis de los cincuenta mata el estilo.

Si yo fuera el Emperador del Universo, ya os adelanto que la discreción no sería mi fuerte. De hecho, procuraría que todo el mundo supiese quién soy con solo verme. Llevaría capa y corona en todo momento, mi mascota sería un cocodrilo al que pasearía atado de una cadena, y cuatro bailarinas semidesnudas danzarían constantemente a mi alrededor mientras la Filarmónica de Londres toca mi propia marcha imperial, compuesta y dirigida por John Williams. La clave está en los pequeños detalles.

En cuanto a la señora calva, parece que una monja haciendo cosplay de RoboCop sin casco.

De todos modos, no voy a analizar cada escenario ni el vestuario de los personajes. Si os interesa la estética de Dune, os recomiendo este vídeo de Enrique Dueñas.

-¿Así eran antes todas sus recapitulaciones?
-¿Vacías y plagadas de comparaciones estúpidas? Sí.

El Emperador despide a la RoboMonja y recibe a los representantes de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Flagelación Espacial.

Los cofrades traen en su nave una pecera del tamaño de un autobús en la que viaja en remojo el navegante de la Cofradía, un horrible renacuajo mutante que parece el cruce entre un tubérculo, un tumor y una vagina. Le llamaré Tumorcito.

El Emperador y Tumorcito discuten sobre política.

"Veo mucha cosas", dice Tumorcito con una voz apenas inteligible en el doblaje castellano. "Veo planes dentro de otros planes. Veo dos grandes familias. La Casa de Atreides y la Casa de Harkonnen, enemistadas. Te veo a ti detrás".

Evito hacerme una imagen del Emperador "detrás" de nadie y aprovecho este emocionante momento para llevar el bol de los cereales al fregadero antes de que los restos atraigan a las moscas.

Qué bonito eres, Tumorcito.

Regreso a tiempo de oír lo imprescindible para seguir la trama sin perderme: el Emperador ha planificado la caída de la Casa Atreides con ayuda de los Harkonnen. Y entiéndase por "casa" un linaje que comparte el mismo apellido, y no ese lugar en el que muy pronto podríamos volver a estar confinados si el mundo se vuelve a ir al cuerno. Además, Tumorcito quiere que el Emperador preste especial atención y mate mucho a Paul Atreides. ¿Por qué? Porque él lo dice y punto.

Pero ¿quiénes son los Atreides?

Paciencia, que ya mismo os presento al primero.

-Pablito Argüelles, para servirles a ustedes.

¡Hombre, pero si es Kyle MacLachlan, el villano de la película de los Picapiedra! Pero en esta ocasión no interpreta a Risco van der Cueva (sin duda, su papel más reconocido), sino a Paul Atreides, ese fulano tan peripuesto y risueño de la imagen.

Sin embargo, no os engañéis respecto de su carácter. He escogido el único fotograma de la película en el que Paul sale sonriendo. De hecho, me parece extraño que Lynch no descartara esa toma, porque rompe con la imagen plomiza y sombría del resto del "film".

Nos encontramos aquí, en Caladan, piensa Paul mientras observa en un monitor una imagen del planeta en el que vive.

¿Cuántas veces me habré puesto yo a mirar un mapa de España y pensado "Nos encontramos aquí, en España"? Ninguna. Esa frase es antinatural. Sin embargo, me viene al pelo para para mencionar que toda la cinta está salpicada de aburridos monólogos internos, que, en ocasiones, ni siquiera reflejan lo que el personaje está pensando, sino que simplemente describen lo que estamos viendo. Es el equivalente de hacer clic con el puntero para investigar a nuestro alrededor en una aventura gráfica (ya sabéis, la clase de videojuego que se caracteriza por su gran dinamismo y ritmo arrollador).

Pero aunque Kyle MacLachlan sea protagonista y comentador descriptivo ocasional, debo recalcar que esta no es la película de los Picapiedra, así que Halle Berry no aparece por ninguna parte haciendo de secretaria cavernícola sexi . En su lugar vemos entrar en la habitación a otros tres personajes, todos auténticas eminencias del panorama televisivo. De izquierda a derecha tenemos a: Jean-Luc Picard, el disciplinado capitán de la nave Enterprise en Star Trek: La nueva generación; Al, el mujeriego amigo holográfico de Scott Bakula en A través del tiempo; y Sam, el águila calva de los Teleñecos.

Gurney Halleck, Wellington Yueh y Thufir Hawat son nombres que no pienso escribir una segunda vez.

Sin venir a cuento, Paul y el capitán Picard activan sus escudos corporales, rodeándose de un sutil efecto digital (sutil como un gusano gigante de arena devorando una máquina cosechadora, quiero decir), y se baten a cuchillo.

La pelea es trepidante y de una originalidad visual pasmosa para la época, me atrevería a decir que revolucionaria. Pero mentiría. Los efectos especiales no eran nada del otro mundo incluso en 1984, y la escena solo es ligeramente más entretenida que observar a una vaca pastando mientras lee las obras completas de Paulo Coelho.

El combate ni siquiera se salda con una victoria, ya que termina en tablas. No sé si debería importarme el resultado, porque aún no conozco a ninguno de estos personajes, pero estoy tan inmerso en la historia que, de repente, ha aparecido en mis manos un tebeo de Spider-Man.

Consciente de que no soy capaz de hacer dos cosas diferentes al mismo tiempo, empiezo a leer.

El escudo del Perfect Dark de Nintendo 64 tenía más polígonos.

Mientras Spidey se enfrenta al increíble Hulk cerca de una presa, los Atreides comienzan los preparativos para mudarse a Arrakis, donde sustituirán a los Harkonnen cultivando especia por orden del Emperador.

El reverso de la caja del DVD me aclara que Arrakis es el nombre oficial de Dune, porque ponerle dos nombres a un mismo planeta sin duda ayuda a que nos enteremos mejor de lo que está pasando. ¡Deprisa, Spider-Man, si no impides que Hulk destroce la presa, el pueblo se inundará!

Después de otra escena sin fundamento en la que Paul prueba un arma sónica bautizada como "módulo sobrenatural" (subnormal más bien) con un robot de hojalata que sufre problemas de movilidad, nuestro joven héroe se reúne con su padre, el duque Leto Atreides.

La cara del actor que hace del duque me suena, pero no consigo ubicarlo hasta que leo su ficha en la IMDb. Es Jürgen Prochnow, que una década más tarde interpretaría a Sutter Cane en En la boca del miedo. Ay, ojalá estuviera viendo En la boca del miedo.

El duque es un buen gobernante, amado por su pueblo, al que le gusta mesarse la barba en el balcón y dar lecciones vitales mirando al horizonte.

"Hay que despertar al durmiente", comenta, muy serio.

Paul le mira con cara de que se habría quedado igual si le hubiera dicho que en Teruel se han registrado rachas de viento de 88 km/h.

-¿Jugamos al Leto? Tú te...
-No, gracias, papá.

Esa misma noche, la señora de RoboCop, que en realidad es una bruja conocida como la Reverenda Madre, somete a Paul a una prueba para comprobar si él es el Kwisatz Haderach.

A mí eso de Kwisatz Haderach me suena a plato especial de un restaurante turco; pero, entre las mujeres Bene Gesserit (os juro que ya no sé en qué idioma hablo), ese es el nombre con el que se designa al Elegido™, quien traerá el equilibrio a la Fuerza y ayudará a los humanos en su guerra contra las máquinas.

Tanto la Reverenda Madre como Jessica, concubina del duque y madre de Paul, son Bene Gesserit, y tienen habilidades especiales que algunos podrían calificar de "mágicas". Una de esas habilidades es la Voz™, que convierte las palabras en órdenes, de forma parecida a la influencia que pueden ejercer los jedi sobre las mentes más débiles, pero con un tono más asertivo, como de madre a punto de calzarte un zapatillazo.

La prueba a la que la Reverenda Madre quiere someter a Paul consiste en meter la mano en una caja y dejarla ahí un rato. En principio, no parece una prueba difícil, porque la caja está vacía. Pero hay truco.

"¿Qué hay dentro?", pregunta Paul, precavido. "¿Caramelos?".
"Dolor", responde la Reverenda Madre.
"¿Seguro que no son caramelos?".

Paul mete la mano en la caja y la Reverenda Madre usa su telepatía para convencerle de que se le está churruscando como una chuleta de cerdo al carbón Pese a todo, el muchacho aguanta el dolor a base de repetir como un mantra para sus adentros "El temor es la pequeña muerte". Realmente podría ser el legendario Shish Kebab.

Uy, me he equivocado de película.

Esta es la imagen correcta.
Mientras tanto, en otro planeta de cuyo nombre no quiero acordarme (ni me acuerdo), los Harkonnen planean la caída de la Casa Atreides.

En este infierno industrial de pinturas mate que se ven a la legua (pero no por ello menos impresionantes), conocemos al villano de la película: el barón Vladimir Harkonnen, que es la abyección personificada, un dechado de perversidad, depravación y sadismo contenidos en un cuerpo obeso y cubierto de forúnculos y pústulas ulcerosas. Ni siquiera su abuela le daría un beso.

"¡Las fórmulas de Kanly han sido obedecidas!", grita, rabioso, tras recibir un mensaje del duque Leto.

No sé de qué narices habla, pero cada vez que abre la boca echa unos lardos tan gordos como huesos de aceituna y me da mucho asco.

Para colmo de males, el barón no solo se mueve por tierra, sino que puede flotar en el aire como un globo aerostático gracias a la tecnología antigravedad más avanzada de la galaxia: cables. ¡Es el repugnante terror aereostático de otro planeta!

Polvo de hada, pensamientos felices y pústulas ulcerosas. ¡A volar!

Mientras sus médicos le hurgan con agujas en la cordillera de bubones purulentos que es su cara, el barón Harkonnen hace llamar a sus sobrinos para explicarles el plan que ha tramado para aplastar a la Casa Atreides.

Sus sobrinos, enfundados en cuero cromado, son un matón gordaco llamado Rabban... y Sting.

Sí, Sting, el cantante, que al parecer se interpreta a sí mismo en el plató de una película de David Lynch. Eso explica por qué no le preocupa sonreír mirando directamente a cámara.

¡El punk industrial ha vuelto! ¡Y más hortera que nunca!

Cuando los sobrinos del barón toman asiento, Piter, el asistente del barón (encarnado por Brad Dourif), dice que ya les ha explicado su plan antes y que se pueden marchar.

Podría ser un chiste, pero no lo es. En lugar de servirse del desconocimiento de los sobrinos como excusa para explicar al espectador el plan maestro, ni tiene sentido que estos estén ahí ni hace falta que les expliquen nada, porque todos conocen ya el dichoso plan.

¿Esto es lo que entiende David Lynch por humor?

Aun así, el barón tiene ganas de hablar y les explica que contarán con la ayuda de un traidor, alguien tan cercano al duque Leto que podría contarle las liendres de la barba.

Después, porque sí, porque la aleatoriedad prima, el barón mata a un efebo que había venido a dejar unas flores en la habitación.

¿Desde cuándo está de moda de dejarse las cejas como un Teleñeco?

Sin sospechar la que se les viene encima, los Atreides ultiman los preparativos para partir hacia Dune.

Aunque me he leído la novela, aún no tengo del todo claro cómo funcionan los viajes interestelares en este universo. En la película, el duque habla de "plegar el espacio" y Paul de "viajar sin moverse", así que supongo que el asunto tendrá que ver con la teoría del hiperespacio de John W. Campbell.

No obstante, lo único que me parece importante que sepáis es que el proceso de viajar por el espacio requiere que un navegante (el tipo de bicho que es Tumorcito) arroje rayos cósmicos por el culo.

A lo mejor os parece gracioso, pero no: solo es aburrido. Las imágenes tienen una cualidad lisérgica que hace de la experiencia algo tan estimulante como quedarse mirando una lámpara de lava durante horas. Una lámpara de lava completamente seca.

Este es el punto en el que la modorra empieza a llevarme ventaja en el pulso que llevamos echando desde que empezó la película.

A su llegada a Dune, la familia real se reencuentra con Duncan Idaho, al que el duque había enviado al planeta con anticipación para que fuera haciendo buenas migas con los fremen, la raza nativa, que se caracteriza por tener los ojos totalmente azules, o, como dicen en la película, "azul dentro de azul".

Padre e hijo se equipan con unas vestimentas adaptadas a la vida en el desierto: los denominados destiltrajes, que absorben el sudor, el pis y las heces, y los filtran para que luego puedas chupar la humedad que contienen por un tubito. Seguro que un futuro no muy lejano, cuando los recursos del planeta se hayan agotado, todos nos alimentaremos así. ¡Salvad a las ballenas ahora que todavía estamos a tiempo!

Antes de partir hacia el desierto, el doctor Kynes (Max von Sydow), planetólogo imperial y cuasifremen, comprueba que el duque y su hijo se hayan puesto bien los destiltrajes para que no les dé un soponcio nada más salir. El hombre observa, perplejo, que Paul se ha ajustado el traje perfectamente a la primera, incluso ha procurado marcar paquete.

Conocerá vuestras costumbres de un modo innato, piensa el doctor Kynes, recordando la profecía sobre el Elegido que guiará a los fremen a una época de prosperidad. Y qué culito tan respingón tiene.

Vestidos de esta guisa, los Atreides, guiados por Kynes y escoltados por el capitán Picard, abandonan la base principal para ver una cosechadora de especia en acción. Sin embargo, el grupo ni siquiera llega a bajar de la nave, porque un gusano gigante (del que apenas vemos un atisbo, no vaya a ser que nos entretengamos) llega y se zampa la cosechadora.

Paul, que es un lince, sospecha que los gusanos están relacionados de algún modo con la especia. Por mi parte, sospecho que esta cinta no va a mejorar por mucho gusano gigante que haya.

Dune, con Max von Sydow en el papel de un personaje que sale cinco minutos.

De vuelta a la base principal, Paul se dispone a echarse una siestecita cuando una jeringuilla flotante, sin duda una trampa de los pérfidos Harkonnen, se cierne sobre él.

Un cazador-buscador, piensa Paul para sus adentros.

El muchacho nos explica que la jeringuilla flotante funciona más o menos como un Tiranosaurio Rex y que, mientras no se mueva, no irá a por él:

Si no me muevo, no podrá alcanzarme. Hay demasiada oscuridad aquí dentro para que pueda ver con claridad.

Paul, no seas puntilloso. Es básicamente lo mismo que yo he dicho.

En ese momento, entra en la habitación la señora bajita que hacía de directora en Poli de guardería, y la jeringuilla se dispara en su dirección. Gracias a los excelentes reflejos de Paul, la mujer se libra de morir ensartada.

En agradecimiento por salvarle la vida, la señora, que responde al apelativo de shadout Mapes y es una fremen (raza que recordemos, se distingue por tener los ojos muy azules y no por medir menos que una pila de ropa pendiente de lavar, aunque la buena mujer reúna ambas cualidades), revela a Paul que hay un traidor entre ellos.

A BUENAS HORAS, MANGAS VERDES.

-Me he hecho pipí.
-¡Aquí ya no se hace pipí!

Mientras los guardias andan como locos buscando al traidor e instalando sondas sonares (¿?), Al, el hombre holograma de A través del tiempo, baja la coraza de la base, dejándola a merced de un ataque aéreo.

Ya conocéis el dicho: el asesino siempre es el mayordomo, o, en este caso, el médico, que no es un asesino, pero sí un traidor. ¡Se parece lo suficiente!

El ejército de los Harkonnen invade y toma el lugar, sin encontrar apenas resistencia.

Respecto de la batalla en sí, no hay mucho a lo que agarrarse porque las escenas de acción son una birria, así que resumo los resultados: el duque Leto muere, la directora de Poli de guardería muere, Duncan Idaho muere (¿quién?), el traidor muere, Picard muere y Piter muere.

De todas estas muertes, si tuviera que elegir la mejor, me quedaría sin dudarlo con la del personaje de Brad Dourif, que cae fulminado cuando el duque le rocía con el gas venenoso contenido en un diente postizo (el diente se lo había colocado el traidor con la intención de liquidar al barón Harkonnen).

¿Por qué la considero la la mejor muerte de todas? Por ridícula.

No sé si rodarían más de una toma, pero, en la que figura en el montaje del DVD, los tres segundos que transcurren desde que el gas pestilente atiza a Dourif en el rostro hasta que el actor se arroja de espaldas al suelo, como si de pronto le hubieran pegado un escopetazo en el pecho, son de una hilaridad rayana en la astracanada.

Maravilloso. Obra cumbre de la interpretación.

Por otro lado, y aunque es verdad que las escenas de acción no son nada del otro mundo, no todas son igual de olvidables, y sería injusto si dijera que lo son.

Es más, hay una imagen de la batalla que auguro que quedará para la posteridad como uno de los momentos épicos más grandes de la historia del cine de ciencia ficción:

Sí, es el capitán Picard arengando a la tropa con un rifle en la mano mientras sostiene un perro Carlino.

Jessica, la madre de Paul, despierta amordazada ante el flotante barón Harkonnen y este le echa un buen salivazo, espeso y con pompitas, en la cara.

Agradezco que el villano no pierda ocasión de repugnarnos.

Más o menos así.

Dos de los sicarios del barón llevan a Paul y a su madre Jessica, la Bene Gesserit, en una nave al desierto. La idea es abandonarlos allí para que se conviertan en pasto de los gusanos y que así no quede rastro del crimen. No entiendo muy bien qué pruebas les pueden preocupar si: 1) el Emperador del Universo está de su parte; y 2) ya no pueden dejar más pruebas. Han bombardeado la base, invadido el palacio con su ejército al completo y matado a todo quisqui, incluido el duque Leto. El asesinato de una concubina y su hijo debería pasar desapercibido entre tanta abominación, ¿no?

Paul, al que no han tenido la prudencia de amordazar, utiliza la Voz™ (un talento reservado a las mujeres Bene Gesserit) para que los hombres del barón quiten la mordaza a su madre.

"QUITADLE LA MORDAZA", dice.

Vosotros no lo oís, pero suena como Darth Vader con amigdalitis

Jessica, más experimentada, recurre igualmente a la Voz™ para que uno de los soldados perfore al otro el hígado. Luego ordena al superviviente que libere a Paul, que deja al tipo fuera de juego de un puntapié. Pues todo arreglado, ¿no?

¿Paul y Jessica devorados por gusanos? ¿Quedará el barón Harkonnen impune? Averígüenlo mañana... A la misma dunehora... ¡en el mismo dunecanal!

Por si alguien se ha perdido por el camino, os resumo en unas pocas líneas los acontecimientos: el Emperador del Universo, aliado con la familia Harkonnen, ha despojado a la Casa Atreides de todo cuanto tenía y asesinado al duque Leto Atreides. Sin embargo, la concubina del duque y su hijo Paul han logrado escapar de la muerte gracias a sus trucos mentales jedi y sobrevuelan ahora el desierto de Dune en una nave prestada.

¿Podrá el Tipo de la Brocha sobrevivir a la experiencia más soporífera que recuerda desde que se tragó el British Open del 88?

¡CRASH! La nave tripulada por Paul y su madre se estrella en, dun-dun-dun...

¡LA ZONA PROHIBIDA!

Si no lo leéis con la voz de Vincent Price, no tiene gracia. ¡Volved a leerlo, mastuerzos!

Mientras su madre llora desconsolada porque se ha olvidado el rizador de pelo en casa, Paul tiene una visión retrospectiva de la conversación que mantuvieron el Emperador y Tumorcito al comienzo de la película, enterándose así de quién estuvo en realidad tras el ataque de los Harkonnen. También ve al barón Harkonnen horadando la mejilla de su padre, a Sting tronchándose de risa, una imagen repugnante de un feto y, por último, una mano mostrando la palma mientras la voz de su padre repite: "El durmiente deberá despertar".

Yo una vez, siendo muy pequeño, soñé que el gigante de Mickey y las judías mágicas me aplastaba y me quedaba espachurrado en el suelo como si fuera una figura de plastilina del Uva-Ploff. Pasé mucho miedo.

Con una como esta se hace las pajas mentales David Lynch.

Esa noche, uniformados con los destiltrajes que había en la nave, madre e hijo deciden marchar hacia otra formación montañosa, la cual, por alguna razón, debe de parecerles más segura que en la que están ahora. Yo no entiendo de geología.

En el camino, un gusano morrocotudo surge de las arenas del desierto e intenta zampárselos. Qué lástima. La semana pasada se prometió a sí mismo que no picaría nada antes de acostarse, y mirad lo poco que le ha durado la promesa.

Los Atreides consiguen escapar sin mucho revuelo mientras intentamos distinguir algo de lo que pasa entre la oscuridad. ¡Hurra! ¡Otra escena de acción decepcionante!

¿Será posible que me haya vuelto a equivocar de película?

Ahora sí. Aunque para lo que hay que ver...

Paul y su madre siguen caminando hasta que, de golpe y porrazo, se cruzan con una tribu de fremen, oportunamente iluminados por relámpagos intermitentes que les dan un aire amenazante.

Los fremen viven como nómadas en el desierto y, como recordaréis, llevan la tira de tiempo esperando la llegada del mesías.

Spoiler: ya ha llegado.

-Somos los fre-fre-fre-fre-freeemen, en el desierto nos encontrarás.

Al ver a la infeliz pareja, uno de los fremen, llamado Stilgar, que debe de ser el líder del grupo, dice:

"Puede que estos sean aquellos de los que nos habló shadout Mapes. Yo me encargaré del niño-hombre. Hallará santuario en mi tribu".

Pregunta de nota: ¿Cómo creéis que reaccionan los Atreides, perdidos en el desierto, sin esperanza alguna de sobrevivir y con la permanente a punto de venirse abajo, ante esta promesa de protección?

a) Dan las gracias y piden un vasito de agua.

b) Bailan con el hula hoop, bailan con el hula hoop, bailan con el hula hoop, para-pa-pa-pa-pa-pa-ra.

c) Jessica coge al líder fremen como rehén mientras su hijo echa a correr en una absurda huida y le parte la cara a todo el que se cruza en su camino.

La respuesta correcta es la c).

No, yo tampoco sé a qué viene eso.

En cualquier caso, la situación se arregla enseguida y los Atreides se unen a la tribu. Incluso unirse al Club de la Aventura en los tebeos de Tú vives la aventura exigía más esfuerzo ¡y solo tenías que pasar de página!

-Compartiremos con vosotros todo lo que tenemos y os daremos refugio.

-Eso suena mal. ¡Corre, Pablito!

Paul es rebautizado por los fremen con el nombre secreto de Usul, que significa "Es Útil Conservar la Dirección del Fabricante" (no, no estaba prestando atención). También le piden que escoja un nombre humano para llamarle abiertamente. Paul elige Muad'Dib, "La Sombra del Ratón de la Segunda Luna", acumulando así la friolera de cuatro nombres: Paul Atreides, Kwisatz Haderach y los dos que he escrito en este mismo párrafo. Naturalmente, para evitar errores, la gente acabará llamándole por el insigne título de "Eh, tú".

Tras beber un Hpnotiq de garrafón conocido como el Agua de la Vida, Jessica Atreides se convierte en la Reverenda Madre de los fremen y da a luz a una niña, Alia, tan poderosa como ella en los caminos de la Fuerza. No sé si la alegría de volver a ser madre compensa que tenga que raparse al cero, pero es lo que hay. No haberse apuntado a esa religión extraña.

Paul, por su parte, encuentra literalmente a la mujer de sus sueños, una fremen llamada Chani e interpretada por Sean Young, dándole fuerte a la ciencia ficción desde 1982.

A ver quién no se enamoraba de Sean Young en los ochenta.

Paul se pone al frente de los fremen con el propósito de acabar con la producción de especia, de la que, por si no lo he dicho antes, depende todo el universo.

Sí, habéis leído bien. El universo podría irse al cuerno sin la especia. Ya me estoy imaginando el telediario de las tres causando alerta social al informar de la ausencia de tamarindo.

Como caudillo de los fremen, Paul enseña a los hombres a usar los módulos sobrenaturales, unas pistolas que disparan energía sónica y funcionan a fuerza de gritos (señores boquetes que haría Rob Halford con esto). También aprende a cabalgar sobre los gusanos gigantes, porque nada dice "Flipadlo, colegas" como un tío montado en un anélido de medio kilómetro de largo.

Cuando Dune mola...

... mola mucho.

Transcurridos un par años, Paul consigue paralizar la producción de especia.

Es precisamente en el asalto a una de las refinerías cuando el niño-hombre se reencuentra con su viejo amigo el capitán Picard, a quien erróneamente di por muerto por prestar más atención a la pelusa de mi ombligo que a la película.

Y hablando de pelusa, Picard se ha dejado crecer el pelo del cogote hasta cubrirle la nuca. Ahora es un calvo con mullet. ¡La ciencia ficción puesta al límite!

-¡Jean-Luc! Cuánto me alegro de verte. Creía que estabas muerto.
-¿Yo? Qué va. Cuando estaba a punto de espichar, trasladaron mi consciencia al cuerpo de un androide de carne y hueso.

Sting, entre tanto, luce palmito untado de aceite con unos calzoncillos de cromo azulado con alas.

Esto es fundamental para entender la trama.

La trama.

El Emperador del Universo, harto de prepararse pulpo a la gallega sin pimentón, ordena un ataque masivo sobre Dune.

La noticia llega a oídos de Paul, que está convencido de que solo bebiendo el Agua de la Vida podrá salvar a los fremen y salir de este estresante aprieto. Claro, ¿por qué no?

Aunque el Agua de la Vida es letal para todo aquel que no sea una futurible reverenda madre, Paul asume el riesgo y, atado en mitad del desierto, echa un trago del brebaje azul. Esto le provoca un dolor espantoso unido a visiones lisérgicas y un viaje astral en el que se topa con Tumorcito, que pasaba por allí a saludar. Al mismo tiempo, todas las reverendas madres del universo sufren una hemorragia nasal simultánea. Muy normal todo.

Tras superar este trance, Paul adquiere el don de controlar mentalmente a los gusanos. Es una buena noticia. Ahora ahorrarán una barbaridad en bridas.

"¡Padre, el durmiente ha despertado!", grita al cielo.

Y la audiencia, en cambio, está que se cae de sueño. Qué ironía, ¿no?

Cuando se pone mesiánico, no hay quien lo aguante.

A todo esto, el Emperador ya ha llegado a Dune para reunirse con el barón Harkonnen. Sin embargo, antes de que puedan ponerse a discutir sobre el hecho de que la cabeza de uno de los sobrinos del barón esté en una bandeja, reciben la inesperada visita de Alia, la hermana pequeña de Paul, que da más repelús que Haley Joel Osment en El sexto sentido.

"Vengo como mensajera de Muad'Dib", se presenta la cría con una sonrisa aviesa. "Pobre Emperador... Me temo que mi hermano no va a estar muy complacido contigo".

Me recuerda la escena de El retorno del jedi en la que Luke manda a C-3PO y R2-D2 al palacio de Jabba para negociar la liberación de Han Solo. Solo que aquí no hay negociaciones, solo una niña siniestra que trae un mensaje de muerte y destrucción.

Mientras los fremen se abaten sobre las tropas enemigas a lomos de sus gusanos gigantes, protagonizando la batalla con monstruos menos emocionante que se ha rodado nunca, la pequeña Alia ataca al barón Harkonnen con un dedal envenenado para vengar al padre que nunca conoció. Como hoy se ha levantado con ganas de jugar, también le pega un par de tirones a los tubos que sobresalen de su traje y le fastidia el sistema suspensor.

El barón sale volando por un butrón de la pared y, croma mediante, acaba en la boca de un gusano. Puagh. No me comía yo eso ni muerto de hambre. Antes lamo coronavirus directamente de la barra del metro.

-Soy una niña muy traviesa.

Con la ciudad tomada, Paul se reúne con el Emperador y su cohorte y acepta batirse a cuchillo contra el último Harkonnen vivo, que casualmente también es el único exmiembro de The Police que olió el éxito tras la separación del grupo.

Por desgracia, el combate presenta un interés mínimo. Ninguno de los dos se queda en gallumbros cromados y Paul gana a Sting sin apenas dificultad ni emoción.

Después, para demostrar lo ganado que tiene el título de mesías, Paul posa con su fiel séquito para la foto de grupo.

"Entre los fremen existe un dicho: sol que pica, agua indica", proclama.

Y hace llover en Dune.

Fin.

-Decid "patata".
-Pataaataaa.
-Muy bien. Y ahora sin parecer subnormales.

La primera vez que vi Dune era lo bastante ignorante como para pensar que La guerra de las galaxias era el epítome ciencia ficción, así que no pude con ella. Esperaba aventuras espaciales y no embrollos proféticos siderales.

Los personajes me parecían fríos y deprimentes, privados de cualquier vestigio del carisma que pudieran tener los actores que los interpretaban; aborrecía la jerigonza de ciencia ficción que inundaba los diálogos, apenas comprensible para cualquiera que no hubiera leído antes la novela de Frank Herbert; el ritmo se me hacía lento y pesado; y las escenas de acción, abominables. Todo ello me llevó hasta fechas no tan lejanas a pensar que ver Dune era la forma más aburrida de pasar 137 minutos delante del televisor, incluso si este estaba apagado.

El propio David Lynch siempre ha despreciado su trabajo. En cuanto supo que había sido un fracaso de crítica y público, se escudó en que los productores no le habían dejado decidir sobre el montaje final y, por tanto, habían limitado su control creativo. Lo mismo hubiera dado que el cineasta pusiera como excusa a los saltimbanquis mutantes de las alcantarillas de Venecia. Para mí Dune era un bodrio insoportable.

Hoy, con un criterio más formado (bueno, se hace lo que se puede, tampoco me he vuelto más listo de repente), me reafirmo en que la película es soporífera, y a eso le sumo un odio cerval a los monólogos internos de los personajes.

Sin embargo, su estética para mí lo compensa todo. El diseño de producción es para arrancarse los párpados y no dejar de deslumbrarse con él. Hay un grado de detalle en cada escenario, vestido y pieza de atrezo que me maravilla y que pocas producciones de la época alcanzaban. Dune es una ópera espacial que me entra por los ojos y que no consigo quitarme de la cabeza.

Habrá que ver cómo le sale a Villeneuve la adaptación. Doy por supuesto que será más entretenida que la de Lynch, pero ¿será igual de trascendental?

Sea como sea, la mejor versión de Dune siempre será el Dune Buggy de los Oliver Onions.

11 comentarios

  1. ¿Hay una versión de 177 minutos? Firgen santa... "Dune" me marcó mucho de pequeño, pero por lo que tú comentas: tiene una iconografía muy poderosa, pero narrativamente es un poco bosta.

    La nueva versión, teniendo en cuenta que "Tenet" se iba a estrenar el mes que viene y la han retrasado sin fecha, no la esperaría para antes de 2021.

    Oye, que te ha quedado una entrada cojonuda, si tienes más por ahí guardadas no te cortes.

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  2. Yo fui más ingenuo aun que tú y durante años pensé que era muy buena y yo no la acababa de pillar, pero creo que con tu análisis he pillado todos los matices relevantes. A ver qué tal será la nueva.

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  3. Claudio Vosco: He oído que si ves la versión de 177 minutos, David Lynch viene en persona a verte y te cuelga una medalla. No hace falta ni avisarle. Él lo sabe.

    Qué alegría que te haya gustado la entrada. He dudado mucho sobre si publicarla o no, incluso después de darle un buen repaso. Tengo unas cuantas más como esta por ahí guardadas, pero al final me cuesta menos escribir entradas nuevas y es más agradecido.

    German: Aun entendiéndola, no es de digestión fácil.

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  4. Yo me acuerdo que lo que mas me decepciono eran las tropas de élite del emperador, los Sardaukar, toda la película mencionándolos como que eran la polla y me imaginaba algo así como los marines del warhammer muchomil y luego cuando los sueltan en la batalla final son unos tíos cutres con traje de peligro biológico y nada mas

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  5. Esas sensaciones me dan igual que el segundo libro de Dune, al menos el primero tenia su simbologia y rollo mistico y la imaginación completaba el cuandro de una buena historia, pero el segundo transcurre como la pelicula de David Lynch soporífera, de hecho ni siquiera he logrado ir mas de la mitad del segundo libro, de Frank Herbert

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  6. Yo venía a leer una reseña de una peli soporífera y he acabado cantando el Dune Buggy XD

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  7. Ghortaur: Sí, las chupitropas del Emperador pasan bastante desapercibidas. En la novela tienen más empaque, pero acaban resultando igual de inútiles.

    Oscar Daniel Sanchez Jaime: Después de la primera novela, que no está mal, aunque no es mi tipo, no me veía leyendo las secuelas. Diciéndome eso, menos.

    Aco: Era todo una excusa para llegar a ese punto.

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  8. Yo conocía Dune por los juegos y pensé durante años que era una película magnífica que estuve buscando sin éxitos por los videoclubs (cosas de vivir tu infancia antes de la implantación masiva de Internet)

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  9. Dune es de lejos mi saga favorita, y suscribo cada coma de lo dicho aqui.
    Tipo de la brocha, si no sabes si leer las secuelas de Dune, te recomiendo que hagas lo contrario; leete las precuelas! Escritas por Brian Herbert (hijo de Frank Herbert) y Kevin J Anderson no tienen tanta cantidad de ideas recolucionarias y frescas por pagina, pero si son muy entretenidas y con un buen ritmo. Ademas de explicar muy bien el origen de todo el tinglado que hay montado en Dune.

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  10. Anonimatus: Sí, una... magnífica película. Seguro que la espera de años mereció la pena.

    Rokugo: Lo tendré en cuenta si encuentro el ánimo necesario para retomar esta saga. ¡Gracias!

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  11. La versión de David Lynch de Dune tendrá muchas cosas malas, pero tiene en cambio una de las mejores frases de la historia del cine:
    "¡Que me traigan al gordo volador!".

    Me pregunto cómo hará Villeneuve para superar éso.

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