En esta entrada tenéis las reseñas de los libros que he leído entre julio y septiembre. Solo novelas y algún relato, nada de cómics ni manuales para fabricar tu propia bomba atómica. Hay mucho Stephen King, pero por una buena causa. ¿Os he dicho ya que también podéis seguirme en Goodreads y Twitter?
La mitad oscura (1989) ★★★
Sinopsis: Cuando el escritor Thad Beaumont "mata" a George Stark, el seudónimo que utilizaba para escribir novelas policíacas de mal gusto, no esperaba que su inexistente alter ego cobrase vida y diera rienda suelta a su vena homicida para llamar su atención. Ahora, como decían en Los inmortales, solo puede quedar uno.
Reseña: Lo que más me ha sorprendido de esta novela es que, para tratarse de una historia en la que Stephen King volcó todos sus demonios (fue la primera que escribió tras pasarse dos años luchando contra sus adicciones), es tremendamente sencilla. La premisa habría dado para un buen episodio de La dimensión desconocida, pero el desarrollo carece del empaque y complejidad que caracteriza a las mejores obras del escritor.
Tiene pocos personajes, el mundo que los rodea es un borrón irrelevante, y la trama se vuelve tan predecible que sabes en todo momento por dónde te van a llevar. Incluso la mitología que construye en torno al doble fantasmagórico del protagonista se reduce a poco más que unas estampas atiborradas de pájaros. Además, "psicopompos" es una palabra que no puedo tomarme en serio.
Lo anterior no quita para que sea un libro disfrutable, pero, para mí, se queda lejos de la genialidad que asocio a mis novelas favoritas de Stephen King. Cuando llevas muchos años leyendo a un mismo autor y lo tienes en un pedestal, es inevitable que te esperes de él algo más que una narración competente y entretenida. ¿Injusto? Mucho. ¿Comprensible? También.
Eso sí, el clímax, para variar, es consistente y satisfactorio (aunque si preferís mantener la incógnita sobre qué pasó después, nunca leáis La tienda ni Un saco de huesos).
La misión del bufón (El profeta blanco I) (2001) ★★★★
Sinopsis: Traspié Hidalgo, antiguo asesino al servicio del reino, lleva quince años viviendo como un ermitaño junto a su hijo adoptivo y su lobo, Ojos de Noche. Cuando el príncipe heredero desaparece y la estabilidad política se ve amenazada por ello, acuden a él para que lo busque.
Reseña: La misión del bufón es el primer libro de la trilogía El profeta blanco, a su vez la tercera trilogía de la saga El reino de los Vetulus. Eso convierte esta novela en la séptima de las dieciséis que ha escrito Robin Hobb de esta saga hasta la fecha (la cuarta serie es una tetralogía, por si no os salen las cuentas).
Yo no tenía ni idea de nada de eso hasta hace unos meses. De hecho, cuando me compré este libro, lo hice convencido de que era el primero de la saga El asesino, saga que yo mismo me había inventado. La novela estaba de oferta y no me molesté en mirar nada sobre ella antes de comprarla. Eso demuestra dos cosas: que informarse es importante y que soy un imbécil impulsivo. Y no puedo excusarme diciendo que soy nuevo en el campo inabarcable de las sagas de literatura fantástica.
Por eso me parecía importante empezar la reseña por ahí, para que nadie que la lea cometa el mismo error que yo. Los imbéciles tenemos que cuidar los unos de los otros.
Hecha esa advertencia, diré que esta es una novela magnífica y que la he disfrutado enormemente, no tanto por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Podría decirse incluso que el argumento es lo de menos. No es que la trama no sea interesante ni tenga su miga, pero podría resumiros todo lo que es relevante en una cuartilla. Con esto quiero decir que si esta misma historia la hubiera escrito, por ejemplo, R. A. Salvatore (por ejemplo, insisto), sería entretenida y estaría bien sin más. O no valdría un pimiento, según tuviera el día Salvatore.
Lo que eleva y da valor a lo narrado es la propia narración. Robin Hobb, a través de las reflexiones del personaje de Traspié, consigue transportarte al mundo de los Seis Ducados y te hace sentir parte de él como pocos autores lo logran. El intimismo, la capacidad de mirar hacia dentro que hay en su escritura, la sensibilidad de la que hace gala, convierten la novela en una obra única y superior. En particular, la relación que mantiene Traspié con su lobo a través de la Maña (un poder mágico que permite comunicarse con los animales e incluso formar un vínculo tan estrecho con ellos que a veces es difícil discernir donde acaba el pensamiento de uno y empieza el del otro) me ha emocionado como consiguen pocas novelas y tocado en lo más hondo. ¿Recordáis la escena de la película Indiana Jones y el templo maldito en la que Mola Ram sostiene el corazón palpitante en su mano? Ha habido momentos en los que he sentido que mi patata era igual de vulnerable y que cualquier línea que leyera a continuación podía hacerla puré en cualquier momento. Y he llorado lágrimas agridulces, que son quizá las lágrimas más difíciles de arrancarle a una persona sin mantener una sana relación sadomasoquista.
A nivel de "pero qué bonito está escrito todo", lo más cercano que he leído en el género es Un mago de Terramar, de Ursula K. Le Guin, que puso el listón tan alto que la mayoría de escritores de fantasía necesita una escalera de mano para rozarlo siquiera con la yema de los dedos. Hobb ni siquiera necesita un taburete.
La única pega que le pongo a La misión del bufón (aparte de que, si eres tan idiota como yo y la lees antes que las novelas previas, te vas a comer unos spoilers riquísimos) es que, si no estuviera tan bien escrita, su comienzo no lo aguantaría ni Rita. Incluso con esa inestimable baza, en su primer tramo hay que armarse de paciencia, porque la historia en sí no arranca hasta el capítulo diez de los veintinueve que tiene. No compré la edición física del libro y no se me dan bien las matemáticas, pero, de las ochocientas páginas con que cuenta la edición en tapa blanda, calculo que habrá más de doscientas de presentación. El primer tercio de la novela está dedicado principalmente a que conozcas a Traspié Hidalgo: quién es, quién fue, cómo transcurren sus días y cuáles son sus preocupaciones. Es el día a día de un señor en su cabaña con su hijo y su "perro".
Entiendo que eso pueda suponer un inconveniente para lectores a los que les guste que las historias vayan al grano. A mí me gusta la ficción contemplativa (por eso adoro el cine de Miyazaki), pero todo tiene su límite, y reconozco que esta novela estuvo a punto de sobrepasarlo. Estaba disfrutando de cada página que leía y no había capítulo que me dejara indiferente, pero a la vez sentía esa comezón de querer llegar a alguna parte.
Eso sí, en cuanto la novela por fin se mete en harina, solo se le pueden lanzar piropos.
El color de la magia (Mundodisco 1) (1983) ★★★
Sinopsis: Rincewind, un mago fracasado, se convierte en el guía involuntario del primer turista del disco.
Reseña: Mundodisco es la mejor saga de comedia fantástica que existe. Y, creedme, le he buscado competidores hasta debajo del frigorífico. Algunos salieron mejor parados que otros, pero ninguno consiguió arrebatarle el título.
Si escribir comedia es como jugar al DOOM en dificultad "Ultraviolencia", escribir comedia fantástica es como jugar al DOOM en modo "¡Pesadilla!" con una mano atada a la espalda mientras un chimpancé piojoso te da tobas en la oreja.
Y Terry Pratchett dominaba ese juego. No solo tenía un don natural para la sátira y los juegos de palabras, sino también una consciencia fúlgida sobre el sentido del obrar humano. Era un filósofo con un sentido del humor extraordinario que además aspiraba a que sus lectores hicieran algo bueno en la vida.
Dicho esto, El color de la magia no es la mejor novela del Mundodisco. Ni siquiera la segunda mejor. Tampoco la tercera. Ni la cuarta. Ni la quinta... A ver, hay cuarenta y una novelas, ¿no? Pues esta acompaña en el ranking a las que empiezan por "cuadragésimo". O quizá "trigésimo", si ese día me pilláis con el ánimo nostálgico. De hecho, y aunque en este punto encontraréis opiniones para todos los gustos, creo que sería un error recomendar a cualquiera que muestre interés por esta saga que empiece a leer siguiendo el orden de publicación. Un Mort, un ¡Guardias! ¡Guardias!..., esas son las opciones buenas. Pero no El color de la magia. Incluso jugar a la primera aventura gráfica publicada por Psygnosis puede ser mejor introducción al Mundodisco que este libro.
Y no me malinterpretéis; no estoy diciendo que El color de la magia sea la clase de novela que os vendería Y-Voy-A-La-Ruina Escurridizo si se dedicara al negocio editorial. Es ligera, es divertida, tiene personajes memorables, y derrocha imaginación. Además, este es el germen de un maravilloso mundo fantástico que se convertiría en el escenario de algunas de las historias con las que más he disfrutado en mi vida como lector. Y tengo tantos años como la propia novela, pronto alguno más. ¿Cómo no voy a tenerle cariño?
Lo que ocurre es que, en El color de la magia, el genio de Pratchett solo pasa la cabeza por la puerta entreabierta, asomándose sin timidez, pero sin tener muy claro lo que quiere. Aún le faltaban algunos años para cruzar el umbral como si estuviera en su propia casa, servirse un té y luego sentarse en tu sillón favorito, en bata y zapatillas, a fumar en pipa. Por lo tanto, si uno compara esta novela con la casi todas las que la sucedieron, es probable que tengan que sacarla en camilla del cuadrilátero.
No se puede perder de vista que, en los primeros libros de la saga, Pratchett estaba más pendiente de burlarse de los clichés del género (que se había popularizado tremendamente en la década de 1970 con innumerables pastiches) que de servirse de él para plasmar sus reflexiones sobre la vida.
Esta novela en particular peca de una trama deslavazada (no incomprensible, pero sí inconexa), más humor absurdo por metro cuadrado que un sketch de los Monty Python (que a mí me encanta, pero lo considero de nicho) y un final abrupto, ya que la historia continúa en La luz fantástica.
En resumen: disfrutable, pero no el mejor punto de partida para aterrizar en el disco.
Ríos de plata (El valle del Viento Helado 2) (1989) ★★
Sinopsis: El elfo emo Drizzt Do'Urden, el bárbaro humano Wulfgar y el pícaro halfling Regis (un hobbit que no infringe los derechos de propiedad intelectual de los herederos de Tolkien) acompañan al guerrero enano Bruenor Battlehammer en la búsqueda de su antiguo hogar: la fortaleza perdida de Mithril Hall. Un grupo de villanos formado por un hábil y despiadado asesino, una maga con un gólem por mascota y un soldado del que no te acordarás mañana (valor de desafío 18) sigue el rastro de los aventureros con viles propósitos. También aparece por ahí Cattie-brie, una arquera cuyo nombre me da antojo de queso.
Reseña: No voy a andarme con rodeos: hay módulos de Dragones y Mazmorras con historias infinitamente más interesantes y entretenidas que el argumento de este pastiche de los Reinos Olvidados.
La piedra de cristal ya era básicamente una partida de rol convertida en novela, pero, en comparación con ese libro, la segunda parte de la trilogía de El valle del Viento Helado es una mala partida de rol a la que han arrastrado por los pies hasta la editorial y obligado a hacerse pasar por novela
Si dijera que Ríos de plata es una historia de fantasía genérica, estaría siendo caritativo, y tan generoso como para que me dedicasen una estatua en la sede de Wizards of the Coast. En esta novela, tenemos a un grupo de héroes, cuya limitada caracterización apenas da para describirlos con dos adjetivos, que viajan del punto A al punto B y resuelven encuentros poco imaginativos por el camino. En un capítulo se están enfrentando a unos bárbaros que se hacen llamar los Ponis Celestiales (todos los nombres imponentes debían de estar cogidos cuando solicitaron el suyo en el registro), en el siguiente se están tomando un respiro en compañía de unos magos extravagantes, y en otro ya están dándose otra vez de tortas, pero en esta ocasión con unos troles del pantano. Todos estos encuentros sirven de excusa para que el libro pueda calificarse de novela de aventuras, pero originalidad ninguna y emoción poca.
La escritura de Salvatore tampoco acompaña. Después de haber leído la frase "Estamos justo encima de la Cuarta Cima, que se llama así porque está al lado de las otras tres", estoy convencido de que el autor no estaba pasando por su mejor momento creativo.
Las dos únicas razones por las que no puntúo esta novela más bajo son porque en Goodreads no hay medias estrellas (y es una lectura lo bastante amena como para que esté más cerca del "está bien" que del "no me ha gustado") y porque, en el fondo, soy un blando y tengo buenas tragaderas para la fantasía palomitera. Aun así, hay que ver lo se nota que ya no tengo doce años.
La caja de botones de Gwendy (2017) ★★★
Sinopsis: Corre el año 1974 cuando un extraño encomienda una caja de botones (botones de los que se pulsan, ojo, no de los que se introducen en ojales) a una niña de doce años llamada Gwendy, de la que los críos se burlan por estar rellenita. Siete botones representan los continentes, otro cumple deseos y el negro... mal asunto. La caja también tiene dos palancas: una expende chocolatinas con forma de animales; y la otra, valiosas monedas de plata. La caja de botones cambia la vida de Gwendy en los años venideros, pero ¿qué más podría cambiar? ¿Y cómo?
Reseña: Al terminar de leerme este libro, había una expresión que no podía quitarme de la cabeza: "El poder en tus manos". En mi defensa diré que el carné de fan de los Masters del Universo no te lo dan porque sí; hay que ganárselo cada día.
Sea como fuere, poder es lo que obtiene la pequeña Gwendy cuando el misterioso Richard Farris (¿R. F.?, ¿como Randall Flagg tal vez?) le entrega la caja de botones. King y Chizmar se sirven de este peculiar instrumento para que reflexionemos sobre cuánto de lo que ocurre a lo largo de nuestra vida se debe a nuestras acciones y cuánto a fuerzas ajenas que escapan de nuestro entendimiento. ¿Utilizará Gwendy la caja de forma responsable? ¿Qué efectos tendrá en su vida y en la vida de los que la rodean? Lo siento, pero tendréis que leer el libro para averiguarlo.
Lo que sí puedo añadir sin jorobaros la trama es que este es un relato de lectura fácil y gratificante que consigue que simpatices con su protagonista desde el primer instante y que, una vez sentada la premisa, te mantiene intrigado acerca de qué pasará de principio a fin. De ahí que me haya ventilado esta novela corta de una sentada. ¡Lectura relámpago!
Ciertamente, también es una historia demasiado corta como para dejar poso, pero eso no la hace menos disfrutable durante el breve periodo que te acompaña.
Elevación (2018) ★★★★
Sinopsis: Scott Carey pierde peso a diario, pero su aspecto permanece inalterable. Es más, se pese con ropa o sin ella, la báscula marca lo mismo, como si la gravedad misma se viera afectada en su presencia. Podría habérsele estropeado la báscula, pero esa explicación no sería digna de una historia de Stephen King. Scott asume su extraña afección con optimismo y decide aprovechar el tiempo que le queda para hacer algo bueno en la vida. ¿Su misión? Ayudar a un matrimonio de lesbianas que sufren el rechazo de las conservadoras gentes de Castle Rock.
Reseña: Si sois seguidores de Stephen King, al leer sobre la pérdida de peso es probable que os venga a la cabeza otra de sus obras: Maleficio (adaptada al cine por Tom Holland; el director, no el chaval que hace de Spider-Man en las películas de Marvel). Pero Scott Carey no es víctima de una maldición gitana ni ve cambiar su cuerpo a medida que su peso disminuye, ni tampoco tiene vínculos con la mafia. La historia de esta novela corta ni siquiera es de terror. Si tuviera que encuadrarla en un género, diría que es reconfortante.
Ya sé que "reconfortante" no es un género, pero Elevación es esa clase de novela que te hace sentir bien, que, hasta en un día malo, te ayuda a reconciliarte con el mundo; una novela que, antes de que te des cuenta, ya te ha puesto una sonrisa en los labios; una novela con la que, quizás, incluso sueltes alguna lagrimilla. O al menos eso es lo que te pasará si eres tan ñoño como yo.
No hay explicaciones sobre lo que está sucediendo ni tampoco miedo, solo buenos deseos.
Este es el segundo relato de King que me leo del tirón en dos días, y os aseguro que no me leo nada que no me esté gustando con esa rapidez.
Colorado Kid (2005) ★★
Sinopsis: Dos viejos periodistas de la isla Moose-Lookit le cuentan a su joven becaria un misterio sin resolver que investigaron hace veinticinco años: la historia de Colorado Kid, un hombre al que encontraron muerto en la playa, con la espalda apoyada contra una papelera y un pedazo carne en la garganta.
Reseña: Esta historia tiene tres personajes principales (los dos periodistas y su becaria), se desarrolla en dos escenarios (un restaurante y la redacción del periódico), y se sostiene sobre un diálogo entre los tres personajes acerca del misterio del llamado Colorado Kid. No hay nada más. Tratándose de una novela de Stephen King, es difícil encontrar algo más sencillo.
El libro está bien porque King es un narrador excepcional y consigue mantenerte enganchado desde el principio y que te encariñes con los personajes (los dos periodistas son como la versión amable de Statler y Waldorf, la pareja de viejos huraños de los Teleñecos). Ahora bien, si te lo lees como si fuera la típica novela de misterio y, por tanto, esperando que el misterio se resuelva, acabarás rebufando y defraudado. De lo que habla King en este libro es de que las historias necesitan una introducción, un nudo y un desenlace. Puedes introducir en ellas algún elemento desconocido que lleve al lector a pensar en términos de posibilidades ("debió de"), pero no puedes dejarlo todo en el aire. Esa inconsistencia es propia de la vida real, donde no hay hilos argumentales. Y esta es la realidad que King traslada precisamente a esta novela. Te puede gustar o no, pero es lo que hay.
En la hierba alta (2012) ★★★
Sinopsis: Cal DeMuth acompaña a su hermana Becky, embarazada de seis meses, en un viaje por carretera. Al pasar junto a un campo de hierba alta en Kansas, oyen el grito de un niño que se ha perdido. Como no saben que este es un relato de terror, bajan del coche y se adentran en la maleza. CRASO ERROR.
Reseña: La premisa de esta historia es sencilla, pero atractiva: hay un campo de hierba alta en medio de la nada y la gente que se adentra en él ya no puede salir. A partir de ahí, la locura. Al principio los personajes no se encuentran entre ellos, luego empiezan a encontrarse cuando desearían no haberse encontrado, y al final no se encuentran ni a sí mismos. Además, a la desesperación de estar más perdidos que una gaviota en Tabernas se une la horripilación malsana de sus actos cuando les entra la gazuza, porque, naturalmente, no hay ni un miserable puesto de bocadillos entre tanto césped malcarado. Para leer algunos pasajes, hay que tener estómago.
Al relato le fallan, eso sí, los personajes, que tiran a planos y te importan un comino. Seguramente esto sea más cosa de Hill que de su padre, porque King senior suele construir buenos personajes incluso cuando tiene pocas páginas de margen.
Algo menos de sesenta páginas de terror herbáceo que se leen en un suspiro.
La larga marcha (1978) ★★★★
Sinopsis: En un futuro distópico en el que los Estados Unidos se han convertido en un estado policial ultraconservador (nada que ver con los actuales Estados Unidos), cien chavales compiten anualmente en una caminata interminable hasta que solo queda uno. ¡Es el evento deportivo del año!
Reseña: Stephen King ha escrito libros realmente exigentes, libros en los que hay un porrón de personajes, un borbotón de tramas transcurriendo en paralelo y una aglomeración de detalles que en cualquier momento podrían jugarle una mala pasada.
La complejidad de La larga marcha no radica en ninguno de esos factores. Esta es una novela de adolescentes caminando. Capítulo tras capítulo. Caminan y hablan. Y todo lo que les ocurre, les ocurre en el camino.
Es verdad que las reglas de la competición le dan cierto interés al asunto: los chicos tienen que avanzar al menos a 4 millas por hora (eso son más de 6 kilómetros por hora; lo aclaro por si sois personas decentes y utilizáis el sistema métrico) y, si aminoran el ritmo, tienen un margen de tres avisos antes de que su escolta policial les reviente la cabeza de un tiro. Aun así, hace falta tener mucho talento para llenar trescientas cincuenta páginas con esa idea y que el lector, no solo no se aburra, sino que se sienta absorbido por la lectura.
Esta podría ser la primera vez que una novela me deja exhausto, lo cual no deja de ser irónico teniendo en cuenta de qué va. Diría que, más o menos hasta la mitad, lo llevaba bastante bien. En aquel momento ya tenía muy claro que King era el anti-Murakami del mundo del running y que su respuesta a De qué hablo cuando hablo de correr era sufrir unos calambres espantosos, cagarse encima, acabar con los pies convertidos en ampollas gigantes y volverse tarumba; pero, en general, el sufrimiento del protagonista (Ray Garraty, el participante número 47) y de sus compañeros no me estaba afectando demasiado.
Sin embargo, a partir de ese punto, cada capítulo me iba produciendo un poco más de presión en el pecho. No me atrevería a llamarlo ansiedad, pero sí agitación. Y no podía soltar el libro. Tenía que seguir leyendo. Solo hice una pausa de cinco minutos al acabar el penúltimo capítulo porque mi cuerpo me estaba pidiendo un respiro. ¡Esta lectura no estaba siendo para nada relajante!
Después del paréntesis, solo necesité tres minutos más para terminarme el libro. Desde entonces todavía estoy recuperándome del esprint final.
Totalmente de acuerdo con las dos valoraciones de los libros que también me he leído, Color de la Magia y Larga Marcha, iba a añadir algo, pero es que pensamos exactamente lo mismo, se me hace hasta raro coincidir tanto. He leído 47 libros de Pratchett (no todos Mundodisco), el Color está en la posición 34, un poco por la nostalgia por qué fue de los primeros Pratchett que leí.
ResponderEliminarMira qué bien que coincidamos. Eso significa que mis esporas electrónicas empiezan a surtir efecto.
EliminarYo tuve suerte con el Mundodisco. La primera que leí fue Mort. La segunda, Ritos Iguales. Ambas me siguen fascinando a día de hoy.
ResponderEliminarSobre lo del Valle del Viento Helado, tengo y leí la primera. En su momento ya me pareció bastante floja.
Mort es una novela de la que guardo buen recuerdo, pero muy difuso. De Ritos iguales no te sabría ni decir de qué iba.
EliminarEn algún momento me leeré la tercera parte de la trilogía del valle del Viento Helado. Pero no será por ganas. Será por estupidez.
Me apunto leer algo de la saga de Robin Hobb que hace rato la tengo en la mira. Me han dicho que está bien escrita y que Traspie es un buen personaje. Además, en la reseña hacés referencia a Miyasaki y a Un mago de terramar. PALABRAS MAYORES. A ver si, con suerte, algún día reseñas algo de Le Guin.
ResponderEliminarProcura empezar por el principio entonces, no como yo.
EliminarEn cuanto a Le Guin... Reconozco su talento literario, pero mi opinión sobre sus libros (los que he leído) es impopular.
Yo me lei el color de la magia entre siesta y siesta despues de la universidad y ya no sabia que había soñado y que había leido
ResponderEliminarNo sabía que no era tan buena como para entrar, igual, esto es como el sexo anal interracial en sauna holandesa, te tiene que ir para que te guste
Me he quedado en la parte de la sauna holandesa.
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