15 de marzo de 2021

El anuncio perdido de los Masters del Universo


Eres Mattel, la compañía detrás de éxitos como Barbie y Hot Wheels. La década de 1980 ha echado a rodar y, gracias a tu extraordinario equipo de creativos, tienes una nueva línea de juguetes en el disparadero: los Enemigos Luchadores. Perdón, los Lores del Poder. Perdón, los Masters del Universo.

En fin, ahora que el nombre de la colección ya está decidido, es hora de darla a conocer. ¡Pero es 1982! ¡YouTube no existe! ¡Twitter e Instagram tampoco! ¿Red social?, ¿qué es eso? No lo sabemos. Tú manera de llegar al público es a través de las ondas hertzianas, esto es, la televisión. Los juguetes no se venden solos. Hay que anunciarse en la tele para que corra la voz.

A finales de 1982, Mattel encargó el primer anuncio de su nueva línea de juguetes a Filmation. El estudio de animación, fundado por Lou Scheimer, Hal Sutherland y Norm Prescott, había revolucionado el mundo de los dibujos animados a mediados de la década de 1960 con Superman, básicamente creando el concepto de los "Saturday morning cartoons" (que podría traducirse como "dibujos del sábado por la mañana" o "remedio para mantener a los hijos distraídos mientras sus padres intentan aprovechar el fin de semana"), por lo que sabían cómo captar la atención de los críos.

Por aquel entonces, Filmation ya tenía fama de trabajar rápido y al peso, creando productos de consumo infantil que, pese a no ser obras de arte, servían a su propósito. Además, aunque las producciones del estudio fueran baratas, no estaban exentas de cariño, y sus responsables y creadores hacían lo posible por inculcar valores a los niños para que, cuando pegarán el estirón, fueran mejores personas, y no clase de imbécil que finge estar muy pendiente de un punto indeterminado en el espacio para no ceder su asiento a las señoras mayores en el metro. Quizá pensáis que para educar a los niños ya están sus padres, pero no todos los críos pueden confiar en que sus progenitores le adviertan de que subirse al coche de un desconocido o aceptar caramelos de un tipo siniestro con gabardina es una mala idea. Otros son huérfanos y se han educado a cargo del estado. Cada historia es diferente.

Como uno no recibe encargos de un gigante como Mattel todos los días, Filmation sabía que tenía que echar el resto. La realización del anuncio quedó a cargo de Gwen Wetzler, uno de los grandes nombres en la historia de la animación estadounidense. Aparte de compartir nombre de pila con aquella novia de Spider-Man que sufrió un trauma cervical irreversible, Wetzler era una de las veteranas del estudio, ya que había estado a cargo de la dirección de producciones como Space Sentinels, Flash Gordon y BlackStar. En esta ocasión, Wetzler dirigió un equipo de ocho animadores, excurrantes de Disney, que trabajaron contrarreloj para sacar el anuncio en el plazo aproximado de dos semanas. Si no lo conseguían, el mundo entero se vería condenado a desaparecer bajo una oscuridad insondable, absorbido por una demoníaca entidad cósmica de otra dimensión. O algo menos dramático. Probablemente habrían recibido una llamada poco cordial de Mattel.


El anuncio tiene como eje el Castillo de Grayskull y alterna personajes de carne y hueso con dibujos animados. Los juguetes que aparecen en él son la mayoría de los que se vendieron en la primera hornada: He-Man, Man-At-Arms, Teela, Stratos, Battle Cat, Skeletor, Beast-Man, Mer-Man, el Carro de Asalto (Battle Ram) y, por supuesto, la joya de la corona, el propio Castillo de Grayskull.

Los fragmentos de dibujos sorprenden por su calidad, muy superior a la que luego tendría la propia serie de Filmation. La animación, realizada con rotoscopia, es más fluida que la de la serie, y el trazo y los diseños de los personajes recuerdan a los primeros minicómics de Alfredo Alcala. Evidentemente no es lo mismo producir poco más de treinta segundos de animación para un anuncio que una larga ristra de episodios de veintitrés minutos para una serie regular. Regular en el sentido de que se emitía a intervalos más o menos uniformes durante tres meses, no regulera (cosa que también era y no quitaba para que la disfrutáramos).

Aunque no está del todo claro, y si hurgáis en internet encontraréis opiniones dispares, en principio las voces de los personajes las ponen los mismos intérpretes que luego trabajarían en la serie de Filmation, aunque alguno suene un tanto diferente (Man-At-Arms parece un fumador empedernido que acabara de pasar por una bronquitis aguda): John Erwin dobla a He-Man; Linda Gary, a Teela; y Alan Oppenheimer hace doblete como Skeletor y Man-At-Arms.

Por supuesto, lo que más llamó la atención de los niños, bombardeados con anuncios de juguetes desde su temprana infancia, fue el segmento de dibujos animados. Lou Scheimer vio que ahí había un filón. Hasta 1981, la Comisión Federal de Comunicaciones manejaba el cotarro con mano dura; si consideraba que una serie de dibujos animados era en realidad una forma torticera de vender juguetes, la cancelaba y sanseacabó. Pero con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia, las directrices de la Comisión se volvieron más laxas. Reagan pensaba que si las normas eran malas para el negocio, había que cambiarlas; y los juguetes eran un negocio que traía mucho dinero. A partir de ese momento, las series de dibujos animados protagonizadas por muñecos dejaron de verse con malos ojos y la industria juguetera acogió esta nueva forma de inundar la cabeza de los niños de falsas necesidades que no sabían que tenían. Otro triunfo del capitalismo sobre la moral. ¡Hurra! Gracias a ello, en septiembre de 1983, empezó a emitirse He-Man y los Masters del Universo, que se convirtió en la serie más famosa de Filmation.

Pero aunque el cambio regulatorio permitió la existencia de la serie, fue este primer anuncio lo que abrió las puertas a Filmation al lucrativo mundo de los Masters del Universo.

Aunque la miniproducción de Gwen Wetzler se emitió en los Estados Unidos y también en países de habla hispana como México, España no fue uno de los afortunados (que yo sepa). Eso sí, nosotros teníamos el anuncio de los clicks de Famobil y su base lunar, que tampoco era manco. Por lo tanto, la mayoría de fans españoles no vimos el anuncio hasta que el usuario mikeblackfunny subió una grabación a YouTube en julio de 2011, tomada directamente del puesto de Mattel en la San Diego Comic-Con. El anuncio estaba incompleto, la calidad del vídeo no era la mejor, y por encima de la pista de sonido se oía la música de Star Wars; pero a muchos nos hizo soñar con una serie de He-Man mejor que la que tuvimos, más cercana al mundo hiborio que le sirvió de inspiración (y quizá más cercana también a otra demanda de los titulares de los derechos sobre Conan el bárbaro) que a la pintoresca producción de Filmation.


En 2014, James Eatock, heroico historiador de los Masters del Universo, rescató una copia íntegra del anuncio de algún archivo secreto ubicado en la Isla de las Bestias y la publicó en su cuenta de Instagram (@cerealgeek77). Esta es la copia que puede verse parcialmente en el documental El Poder de Grayskull: La historia completa de He-Man y los Masters del Universo, de Randall Lobb y Robert McCallum, estrenado en Netflix en 2017.

Y es espectacular.

El anuncio comienza con un padre jugando con sus dos hijos pequeños a los Masters del Universo. El playset del Castillo de Grayskull ocupa casi la mitad de la imagen y capta toda nuestra atención. Está desplegado sobre la mesa, en el centro del plano, y se ve enorme, formidable. El resto de juguetes ―varios muñecos y un par de vehículos― están dispersos sobre la mesa, como si el espectador estuviera frente a un escaparate, y los niños juegan con los muñecos con delicadeza, sin empotrar a unos contra otros como hacen los críos y procurando que no se caigan al moverlos. Los Masters jamás destacaron por su estabilidad.

El padre asoma la cabeza tras el descomunal playset. Es un hombre maduro, con canas en las sienes, recio y fornido, de un atractivo áspero. Podría ser el vaquero de Marlboro o el conductor del último todoterreno ligero de Toyota, pero aquí es el caballero que se afeita con Gillette cada mañana antes de ir a trabajar y el padre de familia que bebe Budweiser mientras prepara hamburguesas en el jardín los fines semana. Seguramente votó a Ronald Reagan en las últimas elecciones, y a Gerald Ford en las anteriores. Es un hombre que representa los valores americanos tradicionales, un hombre en el que puedes confiar. En definitiva: la clase de hombre que necesitas para vender un juguete de 30 dólares.


Sus hijos, por supuesto, son rubios y guapos, dos mozalbetes de unos nueve o diez años de edad, inocentes y honestos, con sonrisas perfectas, prácticamente clónicos. El de la izquierda viste un suéter granate de cuello alto, y el de la derecha, una sudadera azul, porque sus padres tienen que distinguirlos de alguna manera. Hoy uno de ellos sería una niña, pero en los ochenta los juguetes se diseñaban con el género en mente, y ellas ya tenían las Barbies.

"Este juguete viene con algo que realmente despierta la imaginación de un niño", dice el padre.

¿El aburrimiento?

"Su propia leyenda".

Ah.

Un primer plano nos muestra el portón del Castillo de Grayskull. El muñeco de Mer-Man, espada coralina en mano, es el único villano que guarda la entrada.

"¡He-Man!", anuncia entusiasmado el niño de la sudadera azul, deslizando sobre la mesa al inarticulado Battle Cat, sobre el que monta nuestro musculoso y bronceado héroe.

El campeón de Eternia se presenta a las puertas de Grayskull, hacha y escudo en mano, listo para la acción. Su rostro de goma está torcido en una permanente mueca de fiereza. Él no tiene la culpa; lo esculpieron así. Sin embargo, cuando no está pulverizando montañas a puñetazos, es bastante majo.

En cualquier caso, si yo fuera Mer-Man, empezaría a preocuparme. Dudo que su aliento a sardinas le baste para interponerse entre el hombre más poderoso del universo y el cuarto de baño más próximo.


Pero Mer-Man no ha venido solo a la fiesta.

"¡Skeletor es su enemigo!", exclama con algo menos de entusiasmo el niño del suéter granate, mostrándonos el muñeco de Skeletor, que blande su mitad de la Espada del Poder con intenciones aviesas.

Si algo hace bien el anuncio, es presentarnos a estos icónicos personajes para que pillemos el concepto a la primera: hombre cachas en taparrabos, bueno; señor azul con cara de esqueleto, malo.


"Es la colección de los Masters del Universo", dice el padre, al que casi se le puede oír pronunciar el símbolo de marca registrada. "Y para mis hijos la leyenda empieza aquí, con el Castillo de Grayskull".

Dicho así, suena bastante épico. A no ser que tengas más de seis años, claro. Porque si sabes leer, da igual lo mucho que se esfuerce este señor por venderte la épica de unos juguetes de policloruro de vinilo; tus ojos no podrán apartarse del mensaje que aparece en la parte inferior de la pantalla mientras el hombre habla: “Cada producto se vende por separado. El castillo necesita ser ensamblado”. Y así la épica se va por el retrete.


Una explosión animada sirve de transición al plato fuerte del anuncio: ¡los primeros dibujos animados de los Masters del Universo!

Bajo un cielo rojizo, sobre una colina yerma, se alza el Castillo de Grayskull, la fortaleza del poder y del misterio, y guardería infantil de lunes a jueves por la mañana. Los ojos de la siniestra calavera labrada en la fachada principal brillan como rubíes ardientes, y una luz ambarina escapa de las fauces dentadas que sirven de portón.

"Tiene los poderes del universo", dice el padre, convertido ahora en narrador.

Menos mal que lo aclara. Con tanta luz pensé que habían montado una rave ahí dentro.

Man-At-Arms se acerca a la estructura pilotando la nave aérea que forma parte del Carro de Asalto. El cañón láser de una de las torres abre fuego sobre él. No sabía que el cañón tuviera modo de disparo automático, pero es un puntazo que incluso en este primer anuncio quedase tan bien representada esa original mezcla de espada, brujería y tecnología que caracteriza a los Masters del Universo. También llama la atención que la inteligencia artificial del castillo que alberga los poderes del universo tenga tan mala puntería.

Sin embargo, Man-At-Arms no quiere jugársela y ahueca el ala. Lo suyo no son las heroicidades de primera línea de batalla. Él es más de hacer comentarios superfluos en segundo plano.


El gran gladiador regresa con He-Man, Teela y Battle Cat, sus heroicos compañeros, que observaban la escena desde un lugar seguro. He-Man había apostado a que lo derribaban y no volvía.

"¡Skeletor ha tomado el Castillo de Grayskull!", dice Man-At-Arms, señalando la fortaleza con el dedo, porque su madre no le enseñó que señalar es de mala educación y la serie de Filmation aún no podía cubrir esa deficiencia educativa con sus moralejas forzadas.

"¡Tenemos que detener su poder maligno!", dice He-Man, que jamás destacó por dar buenos discursos. "¡Guerreros heroicos, a Grayskull!".

Curiosamente, es Teela quien monta en Battle Cat cuando nuestros héroes cargan juntos hacia la fortaleza. Man-At-Arms sigue pilotando la aeronave del Carro de Asalto, y He-Man hace footing. Ese índice de grasa del 6 % no se mantiene solo.

El puente levadizo del castillo se cierra antes de que lleguen. El horario de apertura es de nueve de la mañana a siete de la tarde.


Dentro de sus muros, en un espacioso salón, Skeletor se dirige a Beast Man y Mer-Man desde un trono dorado de aspecto futurista colocado sobre una pequeña plataforma escalonada. La caja del playset identificaba el asiento como el Trono del Poder. Supongo que los guerreros diabólicos se sentarían en las Sillas del Mando Intermedio, y los secuaces de menor rango, en los Taburetes de las Prácticas No Remuneradas.

"Derrotad a las fuerzas de He-Man", ordena Skeletor a sus esbirros. "Pero a él dejádmelo a mí".

La leyenda de los Masters no ha hecho más que empezar y ya le tiene especial inquina a su rival. ¿No es adorable?


De pronto, ¡BAM!, una bola de demolición humana revienta una porción circular del muro. He-Man, con el hacha de batalla y el escudo preparados para desvanecerse como por arte de magia en el plano siguiente, entra de un salto por la brecha que acaba de abrir.

"¡Aquí estoy, Skeletor!", dice. Tras él asoman con timidez Teela y Man-At-Arms.

Materiales, mano de obra, costes complementarios… Espero que la mampostería en Eternia sea económica, porque ese boquete no se va a reparar solo.


Skeletor no le responde a su eterno enemigo que sí, que ya se ha dado cuenta, que, a pesar de tener fuegos incandescentes por ojos, su oftalmólogo le ha asegurado que ve perfectamente, y que no necesita que le digan a gritos que un culturista bronceado y semidesnudo acaba de atravesar la pared de roca de su salón como si fuera de cartón. Sin embargo, aunque no dice nada de eso, el señor del submundo no está desprovisto de humor y se carcajea en la cara del musculoso héroe al tiempo que hace girar su trono y tira de una palanca adornada con un cráneo esculpido.

La palanca quizá no formaba parte del playset original, pero el Trono del Poder sí que giraba y activaba una trampa moderadamente fatal para nuestros ingenuos muñecos.


"¡He-Man!", grita Teela al ver que la baldosa sobre la que está en pie su compañero cede.

Ya es mala pata que, con lo espaciosa que es la sala del trono, He-Man se haya parado a decir obviedades justo encima de la única trampilla que había.

La diosa guerrera actúa con reflejos felinos y arroja su vara para que He-Man pueda agarrarse a ella. La vara no es la misma que se vendería como accesorio de la figura, sino que es similar a la del prototipo. Su color es dorado, no rojizo, y su extremo superior no imita la forma de una cobra con la capucha desplegada, sino que se parece más bien a una mazorca de maíz a medio deshojar.

Pero lo importante aquí es que la vara es más larga que ancha es la trampilla y sus extremos hacen tope con el suelo en el que se ha abierto el agujero, permitiendo a He-Man quedarse colgado sobre el vacío cual hombre bestia de una rama. Se ha librado de una trampa casi mortal. Y digo "casi" porque, si recordáis el juguete, sabréis que la caída hasta la mazmorra del piso inferior es de apenas un par de metros (a escala) y que en el fondo solo hay una pegatina con el dibujo de una reja que mantiene encerrada a una caterva de monstruos variopintos. A lo sumo, y con muy mala suerte, He-Man habría acabado con un ligero esguince.

De hecho, no podríamos estar más lejos de ese resultado. El hombre más poderoso del universo es también campeón de gimnasia y especialista en barra fija, y se balancea y salta ágilmente sobre el suelo firme del salón. Ni siquiera necesita talco para evitar que le resbalen las manos, porque los héroes de verdad no sudan.

A los lectores de los cómics de Masters del Universo, ese momento debería resultarnos familiar, porque hay una escena casi idéntica en el cómic Within These Walls… Armageddon!, tercer y último número de la miniserie Masters of the Universe de DC, publicado en febrero de 1983. El anuncio salió antes que el cómic, así que en este caso no se puede acusar a Filmation de reciclar contenidos. Es solo un homenaje que pasó desapercibido para la mayoría de los que leímos ese tebeo en su época.


"¡Skeletor se escapa!", advierte Teela, la única persona medianamente perspicaz y útil entre los presentes.

En efecto, mientras yo estaba distraído hablándoos de cómics viejos, Skeletor ha aprovechado para poner pies en polvorosa y correr hasta la aeronave del Carro de Asalto, que Man-At-Arms había dejado descuidadamente aparcada delante del butrón, con las llaves puestas y el morro del vehículo apuntando a la improvisada vía de salida.


"¡Pero el Castillo de Grasykull está a salvo con nosotros!", dice rápidamente Man-At-Arms, intentando desviar la atención para que no le echen en cara lo cretino que es.

He-Man pone los brazos en jarra, marcando cada músculo de su cuerpo con una pose más apropiada para competir en Mister Olympia que para hablar de tú a tú con sus compañeros.

"Nada está a salvo mientras Skeletor esté libre", dice.

¿"Nada"? ¿Ni siquiera mi plan de pensiones? ¿Y la vajilla que me regalaron mis padres cuando me mudé de casa? ¿Tan lejos llega su maldad?


Skeletor se aleja del castillo a bordo de la aeronave que ha birlado y vuela directo hacia nosotros. Su huesuda faz sirve de transición para devolvernos a la realidad de carne, hueso y PVC del anuncio.

"Y así la leyenda continúa con la colección de los Masters del Universo y la imaginación de mis hijos", dice el padre 100% americano mientras sus risueños retoños acercan a los muñecos de Skeletor y He-Man desde extremos opuestos de la mesa para entrechocarlos hasta que solo quede uno con cabeza. "Búscalos. Son nuevos. De Mattel".


Un portón animado con el sello de Mattel se cierra en nuestras narices, ocupando toda la pantalla, y Skeletor vuela de nuevo hacia nosotros en una repetición precisa de la secuencia que vimos hace apenas unos segundos. Incluso en un anuncio de un minuto con apenas treinta segundos de escenas animadas, la racanería de Filmation sale a relucir. No tenía vergüenza, pero qué buenos recuerdos nos dejó a todos.

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Este artículo se publicó originalmente en la revista Mundo Masters #6.

6 comentarios

  1. Hace mucho que no me pasaba por acá y me da mucha alegría ver que El Tipo de la Brocha sigue en pie. ¡Y además sigue escribiendo sobre Masters del Universo! Quién sabe cuánto habré reído leyendo sobre los peces de colores o Super Star Wars allá en la época de Ion Litio. Saludos Tipo de la Brocha y ojalá tener tu blog por muchas años más.

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    1. Sigo, sigo. Qué alegría encontrarme un lector de la vieja era. No han pasado ya años ni nada. ¡Un abrazo!

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  2. Esto demuestra que Filmation "cuando quiere, puede". No conocía el anuncio. Muy interesante.

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    1. Correcto. No había falta de talento en Filmation. Sin embargo, una serie con este nivel de animación jamás habría sido rentable.

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  3. Enemigos Luchadores? En serio se barajó ese nombre? Que porquería de nombre es ese? En cambio Masters del Universo no tiene ningún sentido pero suena épico de cojones.

    Un héroe de verdad no necesita escudo (salvo el capitán América), un héroe de verdad solo ataca, defender-se es cosa de cobardes o los malos, cualquier niño lo sabe.

    Yo creo que Skeletor tenía varias trampillas por toda la sala cada una con su correspondiente palanca con calavera, es mi teoría.

    Por cierto, que pasa con los esbirros de Skeletor? Los hacen presos? Se escapan? Cómo? Volando? Se teletransportan? Andando mientras silban distraídamente?

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    1. Solo los propios esbirros de Skeletor pueden responder a esa pregunta. Pero, si quieres conocer mi opinión, se fueron a rodar otro anuncio.

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