13 de octubre de 2014

Green Slime: Batalla más allá de las estrellas (1968)


He visto mucho cine de serie B. De ciencia ficción, de terror, y de espada y brujería principalmente. Nunca he calculado el número de películas de baja estofa que me habré tragado, pero son más de las que me hubiera gustado, porque no todo el cine de serie B es "tan malo que es bueno" y hay muchas cintas que no hay por dónde cogerlas.

Por suerte, este no es el caso de la película de la que hablaré hoy, Batalla más allá de las estrellas, una producción estadounidense de la Metro-Goldwyn-Mayer, dirigida por Kinji Fukasaku (¡el director de Battle Royale!) y rodada en los estudios de Toei, creadora de la mítica serie Super Sentai.

De hecho, esta es una película a la que le tengo especial cariño, porque fue la primera cinta de serie B que vi en la tele, o al menos que reconocí como tal al verla (Critters, en cambio, siempre me pareció una producción de categoría, así les va a mis estándares). Supongo que me fascinó lo pulp y cutre que era. Nunca antes había visto detrás de un póster tan espectacular una combinación semejante de mala interpretación, malos diálogos y malos efectos especiales. Sin embargo, y por encima de todo, es una película entretenida, como lo son las buenas novelas pulp. A su manera, incluso me recuerda a la serie original de Star Trek, aunque con disfraces de alienígena aún más fachosos y mayor desprecio por el sentido común.

Además, a diferencia de muchas de las producciones basura de la última década, no creo que esta sea una cinta intencionadamente mala, solo muy barata.



La película comienza en el espacio, y estaréis de acuerdo conmigo en que ese es un buen punto de partida para cualquier película de monstruos espaciales. Así comienza Alien de Ridley Scott, ¿no? Y no os creáis que acaban ahí las similitudes, qué va.

Lentamente la estación U.N.S.C. Gamma 3 se desliza en el encuadre. Es obvio que es una maqueta, pero las he visto peores. Es más, uno de los responsables de los efectos especiales del filme fue Akira Watanabe, que a lo largo de su carrera trabajó en más de 40 producciones del género ciencia ficción, incluidas varias películas de Godzilla, así que en lo que se refiere a maquetas y disfraces de monstruo sabía lo que se hacía. Otra cosa es que le dijeran que tenía que hacer lo que sabía hacer con cinco imperdibles, dos cartones de leche, un rollo de papel Albal y un chicle mascado. De aquella manera no había manera de dar el pego.

Y cuando crees que ya vas a ver los hilos... ¡BAM! Cambio de plano.

En la sala de control de Gamma 3, todo se desarrolla con normalidad. Afortunadamente los pitidos y luces de colores intermitentes de las hileras de pantallas y ordenadores que hay por doquier todavía no han vuelto tarumba a nadie y ningún pirado se ha liado a pegar tiros con una escopeta.

La estación espacial contacta con el Centro Espacial en la Tierra para transmitir el "boletín meteorológico habitual" por el "canal cinco-seis, influencia magnética solar a menos tres-coma-seis-dos", sea lo que sea que signifique eso. Mañana en Madrid dicen que habrá chubascos y las temperaturas bajarán hasta los 12º.

Desde el espacio, descendemos ahora a la Tierra para disfrutar de un fantástico plano de otra maqueta, la del Centro Espacial. Y entramos. Un observador concienzudo podría darse cuenta de que la sala de control del Centro Espacial es el mismo decorado que el de la estación Gamma 3 con algunas máquinas cambiadas de sitio; pero gracias al ingenio, experiencia y buen hacer profesional del camarógrafo, que enfoca a las piernas de una rubia en minifalda sentada en su escritorio, al menos un porcentaje elevado del público masculino no se dará cuenta.

Depilación espacial ¡en el futuro!

El técnico al mando, un pájaro de mal agüero, recibe un informe de la rubia estupenda y pronuncia una línea fatídica: "Siempre la misma rutina. Aquí nunca sucede nada emocionante".

No hace falta ser un lince ni ver muchas películas de ciencia ficción, o de ninguna otra clase, para saber qué ahora es cuando sucederá algo emocionante, pero no deseado. Así es como funciona la finísima ironía cinematográfica.

Efectivamente, apenas han pasado unos segundos cuando uno de los técnicos anuncia que recibe "interferencias anómalas". La pantalla enorme de la pared (un instrumento indispensable en todo centro espacial que se precie) muestra la causa de esas interferencias: una enorme albóndiga bañada en salsa de tomate picante.

"¡Es un asteroide!", aclara uno de los hombres. Aaah... Y la mala noticia es que se mueve con rumbo de colisión hacia la Tierra. ¿Seguro que no es una albóndiga?

Armageddon y Deep Impact son burdas copias de Batalla más allá de las estrellas.

Concluido el prólogo, comienzan los títulos de crédito, y con ellos, los dos minutos más memorables que va a ofrecernos la película a lo largo de su hora y media de metraje, porque es ahora cuando suena el tema musical. La canción, acertadamente titulada Green Slime, la compuso Richard Delvecchio (o Richard Delvy), uno de los grandes pioneros de la música surf y suena como casi toda la música psicodélica de los años sesenta.

Antes de que pongáis en marcha el reproductor para oír este gran tema, debo advertiros que lo único que puede rivalizar con él en cuestión de calidad es el cartel oficial de la película, así que estamos tocando techo.



De vuelta al Centro Espacial, el general Thompson llega a la única conclusión posible: hay que desintegrar la gran albóndiga sideral. A Michael Bay esta misión le daría para dos horas y media de película, pero Fukasaku se ventila esta parte en algo menos de veinticinco minutos porque los japoneses son más eficientes.

La misión casi suicida recae en el comandante Jack Rankin, interpretado por ese epítome de la madurez masculina que es Robert Horton, un galán con arrugas de aplomo en su rostro, mandíbula de acero y cabello engominado e impecable.

Si miras a Rankin más de cinco segundos, esperas un hijo suyo.

Aunque Rankin había presentado su dimisión y, por lo tanto, quizá no sea el hombre más adecuado para el trabajo, el general Thompson insiste en que sea él porque "ostenta la mayor graduación bajo su mando". Claro, hombre, no pueden mandar a un mindundi a hacer el trabajo de un comandante. Imaginaos que todo saliese a pedir de boca y el nombre del cadete Regúlez fuese el que apareciese luego en los libros de historia. Comandante Rankin. Cadete Regúlez. ¡No hay color!

Cuando el general Thompson entra en su despacho, encuentra a Rankin contemplando una foto enmarcada en la que aparecen el propio general, el comandante Rankin y un astronauta pelirrubio. Esta es la manera que tiene la película de hacernos ver que aquellos eran los Buenos Viejos Tiempos™, pero la verdad que los tres hombres salen demasiado contentos en la foto como para resultar creíble. Es como una de esas imágenes congeladas que salen en los créditos de algunas telecomedias americanas y da dentera.

"Rankin y Elliott", dice el general Thompson. "El mejor equipo espacial que hemos tenido".

"Sí, Vince y yo funcionamos una buena temporada", responde Rankin, como si hablase de una vieja novia. "Hasta que lo eché a perder".

Ooh, conflictos del pasado. ¿Os imagináis que Rankin y Elliott tuvieran que colaborar en esta nueva misión? Sería una tremenda coincidencia, ¿no?

Ahora entiendo a Mark Twain cuando dijo que la risa era un arma verdaderamente eficaz. Esta foto me está matando.

El general Thompson explica que el asteroide, al que han llamado Flora, colisionará con la Tierra a las "siete de la madrugada". Yo diría siete de la mañana, no de la madrugada; pero el general debe de levantarse muy tarde.

Rankin consulta su reloj para calcular cuánto tiempo les queda, porque él es un hombre de acción y no tiene por qué saber en qué hora vive. Además, seguro que está borracho. "Quedan menos de diez horas", dice. Ahora creo que es cuando se arrepienten de haber dedicado dos horas a poner nombre al asteroide.

El comandante recibe sus órdenes: deberá tomar el mando de la estación Gamma 3 y desde allí coger una lanzadera hasta la gran albóndiga sideral para volarla en pedazos con "tres bombas de tres trimegatones". Je, es como un trabalenguas. "Tres atribulados tripolitanos en triciclo titiritan al trincar al triste tigre con tres bombas de tres trimegatones". Probad en decirlo en voz alta y muy rápido.

Bien hecho, marionetas.

El general Thompson se guarda una pequeña sorpresa para el final: Vince Elliott, su viejo amigo, está al mando de Gamma 3. ¡El conflicto está servido!

En cualquier caso, ya os adelanto que la misión no puede fracasar. ¿Por qué lo sé? Porque el general Thompson y el comandante Rankin levantan sus pulgares. ¡Sus pulgares!, ¿me oís? Lo tienen todo controlado.

Yeah!

Fuck yeah!

Si veis esta película con un grupo de amigos, os propongo un reto solo apto para trastornados mentales y adultos irresponsables que desprecien su propia vida: cada vez que alguien levante el pulgar o utilice jerga espacial, bebed un chupito. En esta entrada, y para evitar desgastar el teclado, solo llevaré la cuenta de los pulgares arriba. Os aseguro que si jugáis a este juego, al final de la película odiaréis haber nacido. (ADVERTENCIA: eltipodelabrocha.com no responderá de ningún daño, ya sea directo o indirecto, causado por su participación en este juego. El participante declara que tiene edad legal suficiente para consumir alcohol y reconoce y acepta que beberá bajo su entera responsabilidad. Chinchín.)

Un coche volador de juguete conduce a Rankin hasta la maqueta de una lanzadera propulsada por cohetes aun más ridícula que la de Tintín en Objetivo: la Luna y que despega inmediatamente rumbo a la maqueta de Gamma 3. Ni siquiera hay cuenta atrás, porque esto es el futuro, y en el futuro no pierden el tiempo con giliflautadas. Se pisa el embrague, se arranca el motor y a volar.

Playmobil Exploradores del Espacio.

En la estación Gamma 3, un subordinado indisciplinado al que aquello de correr por los pasillos le preocupa tan poco como invadir el espacio personal de su superior (debió de faltar a clase el día que repartieron las normas básicas de etiqueta militar) informa al comandante Elliott de que la lanzadera se aproxima.

El actor que interpreta a Elliott es Richard Jaeckel, un habitual de la serie B (Mako, el tiburón de la muerte, Grizzly) que también trabajó en algunas películas mayores (Doce del patíbulo) y al que es posible que recordéis por su papel de capitán Edwards en Los vigilantes de la playa. Además, se da un aire a Ed Harris.

Cuando el subordinado pregunta si es cierto que Rankin tomará el mando de la estación, Elliott demuestra que, con independencia de sus conflictos personales, es un soldado."Naturalmente que lo asumirá, y como así ha de ser, asegurémonos de que así sea", afirma. Suena muy zen.

"Seguir las reglas es divertido".

En un pasillo que veremos reutilizar varias veces en el transcurso del filme, una gachí pelirroja con un uniforme espacial esplendente y revelador intercepta a Elliott. Se trata de su novia Lisa, la implacable chica Bond motorizada de Operación Trueno Luciana Paluzzi. Curiosamente, Sean Connery, que interpretaba a James Bond en esa cinta, también hizo Meteoro, una película sobre la inminente caída de un meteorito gigante a la Tierra durante la Guerra Fría. ¿Casualidad o complot judeomasónico? Me inclino por lo segundo, pero aún estoy trabajando en una teoría.

Lisa está preocupada por las tollinas que puedan llover entre Elliott y Rankin cuando este llegue a la estación. Además, Lisa y el comandante Rankin estuvieron liados hace algún tiempo, y aunque ella asegura que lo suyo se acabó, Elliott no está nada convencido.

"No tienes ni el menor motivo para estar celoso de él. Ya no significa nada para mí", le dice ella, lo que, según el diccionario mujer-hombre que compré en El Rastro, significa: "Aún me siento atraída por él y te dejaré tirado cuando menos te lo esperes".

Esa sombra a la derecha... ¡¿no es una cámara?!

Después de algunos planos con miniaturas con las que me hubiera encantado jugar de pequeño, Elliott recibe a su viejo amigo en el hangar con cordialidad marcial, estrechándole la mano de forma muy varonil y sonriendo con los labios apretados. La tensión entre ambos es palpable, pero ante todo son soldados y mantienen sus diferencias al margen. Rankin le pregunta si tendrá la nave lista en veinte minutos, y Elliott le asegura que la tendrá, ganándose un pulgar arriba. Y ya van tres.

Otro hombre se presenta como el doctor Hans Halvorsen, el "consultor espacial" de la estación. Debe de ser importante, porque nadie usaría la palabra "espacial" gratuitamente en su título profesional. En cambio, el ayudante del doctor, un tal Michaels, no es tan afortunado como para tener un cargo o aparecer en el encuadre, aunque el doctor le presente.

El doctor Halvorsen y Michaels formarán parte del equipo que colocará las bombas en el asteroide, porque eso es lo que hacen los consultores espaciales y sus ayudantes, y Elliott, como comandante de la estación, también se apunta al ( •_•)>⌐■-■ bombardeo (⌐■_■). Yeaaaah!

"¿Habéis visto ya mi pulgar? No, mirad más abajo".

En el Centro Espacial, el general Thompson está que se sube por las paredes. Su amigo el comandante Rankin lleva cinco minutos en Gamma 3 y aún no ha explotado nada. ¡¿Así piensan salvar el planeta Tierra de la gran albóndiga sideral?!

No sé qué opinaréis vosotros, pero yo creo que el general debería dejar la cafeína, si es que la tacita que sostiene tan delicadamente entre los dedos contiene café y no un menta poleo. A ver si el general va a ser un poco... Aunque no tendría nada de malo.

Pocos hombres pueden conservar la dignidad sosteniendo una tacita. El general Thompson no es uno de ellos.

En Gamma 3, los hombres ya están listos para partir. Antes de entrar en la nave, Elliott se gira buscando a alguien con la mirada. Rankin, picado por la curiosidad, le imita. Desde una pasarela, Lisa lanza una significativa mirada de despedida a nuestros héroes. Hay lágrimas en sus ojos, pero ¿por quién las vierte? ¿Elliott, Rankin...? Yo apuesto por su carrera cinematográfica. La suya debería haber despegado después de pegarse el lote con James Bond y nunca lo hizo.

La nave de juguete alcanza Flora en menos de lo que tardo yo en calentarme un Pop-Tart en el microondas. Tras el aterrizaje, un par de buggies de juguete conducidos por auténticas figuras de acción (sold separately) descienden de la nave.

Según el plan, para que la explosión surta efecto, tienen que colocar las tres bombas de tres trimegatones en tres sectores distintos del asteroide, y como no andan sobrados de tiempo (los asteroides son como un apretón, no avisan), Rankin divide el equipo en tres unidades: la unidad 1, dirigida por él mismo; la 2, dirigida por Elliott; y la 3, dirigida por un fulano que no pasará a la historia. La unidad 3 trabajará en la propia zona de aterrizaje, mientras las unidades 1 y 2 se desplazan a sus correspondientes sectores. Manos a la obra.

Me recuerdan a mis muñecos de StarCom.

Mientras las tres unidades perforan el terreno para colocar las bombas donde les viene en gana ("Este lugar es igual que todos", dice Rankin, muy meticuloso), el doctor Halvorsen, armado con un contador Geiger, examina un charco de agua cenagosa que hay cerca de la nave, porque deduzco que eso es lo que hacen los consultores espaciales en situaciones de máxima urgencia de las que depende el destino de la humanidad: perder el tiempo.

Contra todo pronóstico, Halvorsen realiza un gran hallazgo al descubrir entre el cieno un súper moco verdoso, palpitante y resplandeciente. El doctor, por supuesto, recoge con unas pinzas la sustancia mucosa sin pensárselo dos veces y se dispone a guardarla en un tarro de cristal que llevaba con él. Como siempre digo, un tarro de cristal, medio paquete de cigarrillos y gafas de sol es todo lo que necesitas para desintegrar un asteroide.

Sin embargo, en el momento de sacar el Blandi Blub del cieno, la sustancia deja de latir y se apaga. El doctor se lleva un chasco, pero enseguida ve otro moco verde palpitante cerca, y se emociona de nuevo. ¡Lo feliz que debe de ser este hombre cuando coge un constipado! Con la excitación, Halvorsen deja caer la primera muestra distraídamente sobre su contador Geiger, porque, total, ¿para qué cuidar del instrumental si te regalan un contador Geiger por cada diez etiquetas de chocolatinas espaciales que reúnes?

Al tocar el segundo pedazo de moco, este también se vuelve inerte; pero un zoom dramático nos muestra que el moco que cayó sobre el contador Geiger se ha reanimado, y ahora se dilata y contrae como el buche de un sapo abrumado por haberse tragado una luciérnaga que no puede digerir.

Así son los mocos de Godzilla.

Mientras las unidades 1 y 2 instalan las trinitrobombas, observamos que la misma sustancia pringosa y verde que tiene fascinado al doctor Halvorsen se desliza por debajo de los buggies y se encarama a ellos gracias a ese maravilloso efecto especial que es pasar la película hacia atrás.

Una vez hecho su trabajo, ambas unidades descubren que sus vehículos están escacharrados por culpa del extraño mocarro verde que se les ha adherido. No soy un consultor espacial, pero se me ocurre que quizá el súper moco se alimente de energía eléctrica.

Tras arrancar varias capas de flema reseca de los buggies sin que esto solucione nada, y con el tiempo echándoseles encima, las unidades 1 y 2 deciden regresar a la nave al trote cochinero.

Supermoco espacial, ahora con sabor a kiwi.

Rankin y Elliot se reúnen con la unidad 3, y descubren que el doctor Halvorsen ha desaparecido. Rankin está a punto de cagarse en los muertos del doctor cuando reciben una llamada del general Thompson desde el Centro Espacial. La gran albóndiga sideral está acelerando, y esto significa que deberán detonar las bombas veinte minutos antes de lo previsto, a las tres en punto. Ahora al menos llegarán para ver las noticias.

"¡No podremos evitar la explosión!", protesta Rankin.

"No hay otra alternativa", le responde el general Thompson.

"¿Se da cuenta de lo que nos pide?", pregunta Rankin.

"Me doy cuenta de lo que les pido. A las tres". Verdes las han segado.

Rankin regresa con sus hombres para comunicarles la mala noticia. Ahora no pueden permitirse el lujo de esperar a Halvorsen. Elliott lo desaprueba, y Rankin le recuerda que ya cometió ese error en el pasado. Pero antes de que la discusión pase a mayores, Halvorsen llega a la carrera con una muestra del moco verde palpitante. "¡Está vivo!", grita. Rankin le dice que tire eso, porque no le hace ninguna gracia subir porquerías a la nave, y el doctor le contesta que se trata de un descubrimiento crucial. El doctor es bastante generoso con los adjetivos, me temo.

Con todo, Rankin no está por la labor de añadir flemas vivientes del espacio exterior a su lista de preocupaciones, así que, sin decir ni pío, arranca el frasco de las manos a Halvorsen y lo estrella contra el suelo. Ninguno se da cuenta de que un pedazo de moco va a parar al pantalón de uno de los miembros de la tripulación. Dun-dun-dun... La trama se complica.

"¿No es el mocarro más gordo y verde que han visto nunca? ¡Revolucionará nuestro concepto del Universo!".

La nave abandona la gran albóndiga sideral y comienza a alejarse del planeta a toda velocidad. En su interior, todo son frentes arrugadas y dientes apretados. Elliott dice que están experimentando una fuerza superior a 10G, lo que según Dragon Ball Z significa que el que pese 80 kilos, ¡de golpe pasará a sentirse como si pesase 800! Aun así, no me sorprende que Rankin sea capaz de levantarse de su asiento y empujar la palanca que acelera la nave. Su bisabuelo por parte de madre era bilbaíno.

Las bombas detonan y Flora revienta en pedazos como si le hubieran metido dentro un petardo, esparciendo pedacitos de carne picada por el espacio. Mission accomplished. Ahora solo tienen que procurar salir de allí con vida.

Rankin, pluriempleado porque sus hombres son unos enclenques y unos inútiles, vuelve a incorporarse con cara de estar sufriendo unos retortijones de órdago y activa el escudo a costa de hacerse una herida en el brazo. Una nube rosa y luego verde (el escudo, vamos) se superpone a la maqueta de la nave, protegiéndola de los restos del asteroide. ¡Hurra!

Escudo de nube de algodón... activado.

De vuelta a Gamma 3, los héroes son recibidos en el hangar con vítores y aplausos. Sin embargo, una mampara les separa del comité de bienvenida por razones de seguridad.

Lisa, que no debió asistir al cursillo de prevención de riesgos, entra de golpe en el hangar, dejando la puerta abierta tras de sí. Rankin la reprende porque todavía no han pasado el proceso de descontaminación. Es una preocupación razonable teniendo en cuenta que varios de ellos han estado en contacto directo con una secreción alienígena que inutilizó sus equipos. Nada que objetar aquí.

Después de reñir a su ex, Rankin ordena al doctor Halvorsen que realice el proceso de descontaminación no una, ni dos, sino tres veces, ¡tres! Ja, ja, ja. Elliot, quizá porque ya empieza a estar harto de que su viejo amigo se comporte como un gilipuertas metomentodo, pierde las formas y le dice que él no puede perder tanto tiempo porque tiene una estación que comandar. Rankin le pone en su sitio y le recuerda que, mientras él siga al mando, deberá obedecer sus órdenes.

En este caso, tengo que torcer una lanza a favor de Rankin, porque dudo que haya algo tan importante por "comandar" en Gamma 3 que no pueda esperar a estar seguros de que no transportan consigo ningún agente contaminante. Por cierto, estaría bien que Lisa cerrase la puerta un día de estos. El moco no se menea mucho, pero como traigan algún virus ya la han liado parda.

"Sigo notando corriente".

El equipo pasa por un pasillo cilíndrico iluminado por una luz rojiza (la zona de descontaminación, supongo), y el moco que se adhirió al traje de uno de los astronautas empieza a crecer a medida que absorbe la radiación de la sala, aunque ninguno se da cuenta.

Al salir de la zona de descontaminación, Elliott dice a Rankin que debería ir al médico para que le vea la herida del brazo. Y jamás adivinaríais quién es el médico de Gamma 3. ¡Lisa! Sí, la misma Lisa que se dejó las puertas abiertas de par en par en el hangar antes de que la tripulación se sometiera al proceso de descontaminación, poniendo en riesgo la salud de toda la estación, y que además se queja de que Rankin sea demasiado duro con todo el mundo. Perdone que quiera seguir los procedimientos de seguridad que establece el protocolo, "doctora".

En la enfermería, Lisa y Rankin discuten, y para el espectador cada vez es más evidente que Lisa sigue sintiendo algo por su ex, porque insiste demasiado en que no complique las cosas entre Elliott y ella. Además, Rankin es la clase de patán arrogante por el que las mujeres suspiran. ¿Qué otro hombre respondería a un "Todo acabó entre nosotros" diciendo "Me extraña"? Es tan recio y garañón...

"No he podido evitar observar que todas tus enfermeras están igual de buenas que tú. ¿Por qué no me las presentas, muñeca?".

Para celebrar la destrucción de Flora, organizan una fiesta por todo lo alto, con champán, música de guateque, escotes y minifaldas. Algunas chicas incluso parecen menores de edad. ¡Violación estatutaria! ¡Qué bien!

Elliott brinda por el feliz regreso de Rankin a la Tierra (¡zas!) y luego le dice a su viejo amigo que Lisa y él se casarán la semana siguiente (¡doble zas!). Los dientes apretados de Rankin podrían partir nueces, pero consigue separarlos para mascullar una felicitación. Acto seguido, pide permiso a Elliott para bailar con su prometida y aprovecha el bailoteo para arrimar cebolleta y sacar a colación el error que Elliott cometió en el pasado: sacrificó a diez hombres para salvar a uno. Y luego le suelta la siguiente perla: "Tú no amas a Vince, te da pena. Me quieres a mí". El ego de Jack Rankin no cabe en dos estaciones espaciales.

"Nena, no puedo creerme que aún no me hayas quitado los pantalones".

Mientras tanto, la verdadera trama POR FIN avanza. Michaels, el único hombre de la estación que no está de jarana, lleva los trajes de astronauta a la lavadora de descontaminación, que, naturalmente, cuenta con sus propios paneles de luces multicolores y emite pitidos muy futuristas. Mi lavadora no es tan chula, pero en el programa 9 solo tarda media hora en tenerme la ropa de color lista.

A medida que el proceso de lavado avanza, el moco verde absorbe más y más energía y se expande a pasos agigantados. De pronto, la lavadora hace algo que desconcierta a Michaels, y aunque no sé cómo distingue las luces y los pitidos buenos de los malos, corre a abrir la puerta. ¡Un grito de terror escapa de su garganta!

"¡Me olvidé de echar el suavizante! ¡Noooooo!".

La fiesta se interrumpe al sonar la alarma. Un miembro del personal de seguridad (sabemos que es segurata porque lleva un casco de scooter de color blanco) corre a informar a Elliott de que hay problemas en el laboratorio. ¿El laboratorio? ¿Se refiere a la lavandería?

En la lavandería, perdón, laboratorio, hay varias máquinas con los cables por fuera (a ver si limpiamos un poco este desorden, eh) y junto a ellas encuentran el cadáver carbonizado y sanguinolento del pobre Michaels, que parece una chistorra a la que le hayan dado demasiadas vueltas en la sartén.

"Está muerto", confirma Lisa al ver el cuerpo. Gracias por su diagnóstico, doctora, jamás lo hubiera imaginado; se le ve tan vivaracho.

"Creo que está acatarrado".

Elliot descubre un trozo inerte de moco verde colgando de la maquinaria, y el doctor Halvorsen lo identifica con la sustancia que encontraron en la gran albóndiga sideral. Rankin, mosqueado, ordena hacer un registro a fondo. Excelente idea, yo empezaré por el vestuario femenino.

Durante la búsqueda, detectan un fallo en el suministro de energía del Bloque C y mandan a un técnico de "mantenimiento electrógeno" a comprobar qué ocurre. Sabiendo que el moco verde incapacita los aparatos electrónicos, quizá hubiera sido buena idea proporcionarle alguna clase de escolta, pero tampoco sé que importancia tiene el técnico de mantenimiento electrógeno de la estación. A lo mejor es como el conserje.

El técnico en cuestión encuentra varios cables rotos lanzando chispas en la terminal y empieza a examinarlos. Tras él, un enorme ojo rojo se ilumina en la oscuridad, acechándole. La escena es especialmente inquietante porque la música insinúa que estamos ante una escena cómica y no de miedo. ¿Qué clase de película de terror haría esto? ¿Os imagináis acaso a Jason Voorhees persiguiendo a sus víctimas al son de la cancioncilla de El show de Benny Hill? Esto solo podía ocurrir en Batalla más allá de las estrellas. No aceptéis imitaciones.

Un tentáculo verde de teleñeco acabado en una pinza de langosta se enrosca alrededor del cuello del técnico y lo electrocuta. Su alarido desgarrador se oye hasta en la Patagonia.

♪ Buenas noches, señor monstruo, no me mire, por favor. Buenas, noches, señor monstruo, que me da mucho pavor ♪

Rankin y Elliott, montados en carrito de golf sin capota y escoltados (ellos sí, claro) por el personal de seguridad, llegan a la terminal del Bloque C y encuentran al técnico igual de churruscado que al difunto Michaels. Sin embargo, antes de que puedan llamar a Lisa para que certifique que no se trata de un vulgar indigestión, Elliott recibe por radio un aviso de emergencia para que acuda al "grupo electrógeno", que es como llaman en Gamma 3 a la sala de generadores.

El dúo dinámico se desplaza hasta allí en su carrito de golf. Varios guardias armados rodean uno de los generadores, y junto a este, una masa verde e informe con dos tentáculos acabados en pinzas se retuerce en el suelo y chilla sin parar. ¡Es el MOZTRUO! ¡Oh, Dios míoooooooo!

Rankin no se anda con chiquitas y pide un rifle láser a uno de los guardias para matar a la criatura, porque aquí manda su p**** y al cuerno con todo. El doctor Halvorsen le ruega que se detenga, porque es un, y cito textualmente, "magnífico descubrimiento" y deberían intentar capturarlo vivo. ¿Magnífico? Curiosa palabra para referirse a una plasta de goma verde que suena como el chirrido de diez tizas rascando una pizarra. Elliott comparte la opinión del doctor y asume la responsabilidad de capturar a la criatura con vida. Rankin se da por vencido. Está rodeado de mariquitas.

"Nya. Me he caído y no puedo levantarme. ¿Puede alguien ayudarme?".

Los guardias disparan a la criatura con fusiles de gas, envolviéndola en una niebla blanquecina. El monstruo, sin parar de chirriar, se yergue y agita torpemente amenazadoramente sus tentáculos de goma, molesto por la falta de respeto a los espacios libres de humo.

Elliott ordena a los hombres que disparen sus fusiles de red (de gas, de red... ¿qué será lo próximo?), pero una simple red no es rival para los tentáculos electrizantes del cíclope mucoso, que se libra de la trampa gracias a un oportuno cambio de plano y ataca a los guardias meneando sus apéndices gomosos y chispeantes. ¡NYAAAA!

Tres o cuatro hombres mueren electrocutados bajo el ataque del limo verde. Por arte de magia, uno de ellos se convierte en un monigote antes de precipitarse por encima de una barandilla y abrirse el melón contra el suelo. Elliot también resulta herido y solo la intervención del comandante Jack Rankin, rifle láser en mano, consigue evitar un desastre mayor. El monstruo, asustado, escapa por unos convenientes conductos de ventilación.

"¡NYAAAA! ¡Soy un monstruo, no una maldita sardina!".

A pesar de que Elliott tiene un corte muy feo en el pecho y varios figurantes han muerto por su culpa, Rankin no le da ningún respiro. "¿Qué tal si ahora lo hacemos a mi manera, Vince?", le dice. Las nuevas órdenes son claras: fuego a discreción. Y Discreción murió acribillado.

¿Qué? Ese chiste no es peor que la película.

Mientras el resto del personal se pone en marcha, Halvorsen ve algunas gotas de sangre verde en el suelo, recoge una muestra y la unta como si fuera mermelada de manzana verde en una placa de Petri que, casualmente, llevaba encima. ¿Que por qué llevaba una placa de Petri encima? Porque es consultor espacial, por eso.

Cuando una flema capta tanto tu atención, tienes que cambiar de trabajo.

Rankin visita a Elliott en la enfermería y le dice que se quedará en la estación hasta que sepan a qué se enfrentan. A Elliott no le gusta la idea, porque él es el comandante de Gamma 3.

"Crees que lo ha que ha sucedido esta mañana ha sido por mi culpa, ¿no?", le presiona Elliott.

Rankin le dice lo que opina de él con su delicadeza habitual: "Cometes demasiados errores. No sirves para el mando, ¿satisfecho?". ¡Los niveles de testosterona se salen de la escala! Las enfermeras podrían quedarse preñadas solo por respirar el mismo aire que ellos.

Lisa trata de defender a su prometido y pregunta a Rankin si no se da cuenta de la importancia que tiene haber encontrado vida en el espacio, pero el comandante tiene respuesta para todo: "Díselo a las viudas de los que están en el depósito".

¡Chúpate esa, boquita de fresa! Puede que Rankin sea un cretino de los Balcanes y un engreído, pero tiene más razón que un santo.

"Si te gustan los hombres con cicatrices, encanto, yo me circuncidé con una navaja de afeitar".

Mientras los equipos de búsqueda recorren cada rincón de Gamma 3 a la caza del monstruo, cuatro hombres embutidos en trajes de astrounata exploran el exterior de la estación armados con rifles muy parecidos al Super Nintendo Scope™ por si al bicho le ha dado por salir a por tabaco.

Debo añadir que los efectos especiales en esta toma son... bastante especiales, la verdad.

Si las botellas que llevan a la espalda son de oxígeno, ¿con qué se impulsan? Y si son propulsores, ¿qué están respirando?

Sin embargo, nada puede equipararse en términos de humor al capitán Martin, que habla por teléfono pegándose el auricular a la mejilla porque el casco de scooter le tapa la oreja.

¡Es el futuro de las telecomunicaciones! ¡En el espacio!

"Señorita, quiero hablar con los Estados Unidos. No, con todos no, con uno".

Mientras la tripulación busca al monstruo, el doctor Halvorsen hace partícipe a Rankin y Elliot de sus últimos y aterradores descubrimientos. En primer lugar, las células del monstruo se multiplican a toda castaña. Esto es malo. En segundo lugar, la criatura se alimenta de energía. Esto también es malo. En tercer lugar, una sola gota de sangre viscosa puede crecer hasta convertirse en un nuevo monstruito si absorbe suficiente energía. Esto es peor.

Por lo tanto, si repasáis los hechos, os daréis cuenta de que todas las órdenes que Rankin ha dado hasta ahora, aunque lógicas, han sido contraproducentes. Pero al menos no es la clase de hombre que comete un error y no lo corrige, metiendo la pata hasta el fondo, sino que inmediatamente toma la decisión de que los hombres no disparen sus armas bajo ningún concepto. Lo último que nadie querría es una plaga de mocos gigantes correteando por la estación y chupando las pilas hasta de los cepillos eléctricos.

"Bonito casco, comandante. ¿La pegatina se la regalaron en una caja de cereales?".

En la enfermería, Lisa y sus enfermeras/conejitos de Playboy atienden a un herido que está muy grave. Como no parece que vayan a salvarle la vida con el estetoscopio, Lisa decide hablar con el "Analista", un aparatoso ordenador que se oculta tras una de las paredes de la enfermería.

Pero el Analista está funcionando hoy de manera un tanto extraña. ¿La causa? ¡Que el monstruo de limo está poniéndose las botas con él!

Lisa ordena que evacúen (¡ja, ja, ja, chistes de caca!) y las enfermeras corren histéricas de aquí para allá con los enfermos y heridos, pero evitando la salida en todo momento a pesar de que el monstruo apenas se mueve y solo agita los tentáculos de goma como si estuviera espantando moscas. En alguna toma, incluso se ven los hilos que tiran de los tentáculos. Es una maravilla.

"Nya. Soy un monstruo. Corred".

Los guardias llegan a la enfermería y abren fuego contra la criatura con sus Super Nintendo Scope™. Supongo que no recibieron las últimas órdenes de Rankin acerca de que no la disparasen ni le diesen de comer después de medianoche.

Los láseres atraviesan la gruesa piel del monstruo y su sangre pringosa se derrama en el suelo. A pesar de ello, la criatura se resiste a caer. Rankin y Elliott llegan en ese mismo momento y ordenan el alto el fuego. El doctor Halvorsen se encarga de dar las explicaciones: "Las células sanguíneas de estas criaturas son como semillas. ¡Ese animal se reproduce a partir de la sangre!".

¿Semillas? ¿Animal? ¿En qué quedamos, doctor? ¡Ande y que le planten un frijol en la oreja!

Por suerte, estamos en el futuro y existen armas más eficientes que los láseres contra la amenaza mucosa, como las camillas con ruedas y el casco de scooter de Rankin.

Tras una breve refriega, Rankin y Elliott consiguen encerrar al monstruo en la sala de aislamiento de la enfermería, pero la sangre del suelo ya ha comenzado a reproducirse y se extiende como un enorme charco de vómito vegetariano. Rankin ordena a los hombres que se retiren y sellen la zona. ¡Y no vale con correr una cortinilla como si fuera un simple caso de Ébola!

"Diez puntos si le acierto en el ojo".

Desde el monitor de uno de los carritos de golf, Rankin y compañía observan el interior de la enfermería y ven al monstruo de limo repantingado en el suelo y frotándose las heridas con sus pinzas electrizantes para regenerarse a sí mismo. Al mismo tiempo, de la sangre de la criatura comienzan a brotar como setas pequeñas criaturitas de limo verde. La dificultad del juego acaba de pasar de Hey, not too rough a Hurt me plenty.

Elliott ordena que corten la electricidad de la enfermería para evitar que los mocarros sigan multiplicándose. Rankin le felicita por su buena idea. ¿De verdad no se les podía haber ocurrido antes? ¡Uno no espera a que se inunde el cuarto de baño para cortar el agua cuando se rompe una cañería!

¡Moquitos palpitantes! ¿Qué niño no querría uno?

Elliott pone Gamma 3 en cuarentena. En la Tierra, la noticia no es vista con buenos ojos por el general Thompson, descendiente directo de la Ministra de Sanidad Ana Mato. "¿Cuarentena? ¿Quién diablos se ha creído que es?". No sé, general, tal vez EL COMANDANTE DE LA PUÑETERA ESTACIÓN. En serio, al general deberían darle una tisana.

Entre tanto, Rankin entra en la enfermería improvisada en el Bloque C para dar ánimos a los heridos. "¿Qué tal la mano?", pregunta a un paciente al azar que tiene una mano vendada. "Mejor, gracias". Rankin alza el pulgar para que el herido vea lo que ya no podrá hacer nunca más. Y vosotros no os olvidéis de ese chupito.

Lisa dice que necesita enviar a sus pacientes a la Tierra para que reciban el tratamiento apropiado. ¿Por qué?, ¿se les han desgastado ya los estetoscopios? Rankin rechaza esa posibilidad. "Si una gota de sangre de esos monstruos llegara a la Tierra, representaría el fin de la humanidad", dice.

Yo no soy ningún experto en plagas extraterrestres, pero creo que si dos hombres consiguieron acorralar a uno de los monstruos solo con un par de camillas de hospital y un casco de scooter, estamos sacando las cosas de quicio.

"El que no sea marica que levante el pulgar de la mano derecha. ¡Ja!".

En el puente de mando, Elliott explica a los oficiales el plan que Rankin y él han ideado:

1º.- Evacuar a los heridos del Bloque C.
2º.- Cortar toda la energía del Bloque C.
3º.- Instalar un generador en el almacén a modo de cebo.
4º.- Atraer a los monstruos hasta el almacén sirviéndose del haz luminoso de un carrito.

Ajá, muy bien, muy bien... ¿Puedo hacerle una pregunta, comandante? Si los monstruos YA están atrapados en la enfermería, ¿en qué mejora la situación por que pasen a estar encerrados en el almacén? ¿Me he perdido algo?

"Derrotaremos a los monstruos en una partida de Parchís".

Si os parece que el plan no tiene sentido, esperaos a ver su ejecución. Para empezar, cuando desconectan la energía del Bloque C, liberando a los monstruos de la enfermería, ¡todavía no han evacuado el bloque! ¿No era la evacuación el primer paso del plan? ¿Por qué narices sueltan a los monstruos en un bloque sin evacuar?

Me gustaría poder hacer la vista gorda, pero es que el fallo es morrocotudo, porque, para colmo de males, la ruta por la que conducen a los monstruos hasta el almacén ¡pasa por delante de la nueva enfermería! Así las cosas, era de esperar que la horda de cíclopes verdosos atacase a los pacientes. Por suerte, Rankin se desplaza hasta allí para salvar el día con el arma más eficaz que existe después de las camillas y los cascos de scooter: su linterna.

Sin embargo, los sinsentidos se suceden. Si supuestamente todos los mocarros estaban confinados en la enfermería, ¿cómo pueden llegar luego desde lados opuestos del mismo pasillo? ¡Es imposible!

Por último, tampoco hay forma de explicar lo que ocurre después de que los monstruos arrinconen a Rankin en un callejón sin salida. Lo único que puedo sacar en claro es que, al final, los hombres se las apañan para atrapar en el almacén a todas las criaturas (cinco, que las he contado).

Sin embargo, ahí no acaban los problemas, porque el monstruo al que capturaron inicialmente en la sala de aislamiento de la enfermería aún sigue allí. No sé por qué esto es importante, pero lo es.

"La puerta no resistirá", dice Elliott. ¿Ah, no?, pues juraría que ha resistido bastante bien hasta ahora.

"Podríamos atrancarla con el vehículo", sugiere el capitán Martin, al que todo el mundo debería hacer caso porque es el tipo que se coloca el auricular en la mejilla para hablar por teléfono .

"No servirá de mucho, capitán", dice Rankin, siempre tan optimista. "Pero quizá el panel sirva. Podemos aislarlos en el Bloque C". Un momento... ¿no estamos ya en el Bloque C? ¿Y no han aislado en el almacén del Bloque C a todos los monstruos hace apenas medio minuto?

"No sé si la sección aguantará", duda Elliot. ¿Qué sección?, ¿el Bloque C? ¡Si ahí es donde querían llevar a los monstruos desde el primer momento!

"Es más resistente que este", replica Rankin. ¡¿Que "este" qué?! ¡¿De qué narices hablan?!

Por si lo anterior no fuera un embrollo de tres pares de narices, Rankin comunica por radio a toda la estación que se dispongan a evacuar el Bloque C, lo que, según hemos visto hace unos pocos párrafos, ¡era la primera parte del plan!

Me va a explotar la cabeza.

"¡NYAAAA! ¡Estamos confusos! ¡Exigimos una explicación!".

El doctor Halvorsen, muy oportuno, llega en este momento de crisis y dice que necesita recuperar sus archivos, ¡el trabajo de toda su vida! Rankin, harto de lidiar con tanto soplagaitas, le dice que no hay tiempo; pero Halvorsen ignora la orden y corre a su despacho. Creo que nos podemos despedir de él. Decid adiós con la mano y no finjáis que os importa.

Los monstruos escapan de las salas que los contenían derribando las puertas y los hombres toman las de Villadiego. Halvorsen se une a ellos, pero, al ir cargado con media docena de carpetas de manila ("el trabajo de toda una vida", repito), se despista, provoca que vuelque un carrito de golf y, después de unos imprecisos primeros planos del accidente y de ver a Rankin dando una voltereta a lo Indiana Jones para cruzar una puerta justo antes de que se cierre, el doctor se queda atrapado en el Bloque C con los monstruos.

Elliott opina que deben abrir la puerta para salvar al doctor, pero Rankin sabe que eso pondría en peligro toda la estación y le prohíbe hacerlo. Una vez más, Rankin tiene razón. "El bienestar de la mayoría supera al bienestar de la minoría, o de uno solo", decía Spock en Star Trek II: La ira de Khan; y si Spock lo decía, ¿quién es Elliott para llevarle la contraria?

Es verdad que sin camisa Spock pierde credibilidad.

Elliott hace oídos sordos y se acerca al interruptor. Rankin le apunta con un rifle láser. Ya sea porque Lisa se interpone entre ambos hombres, o porque Rankin no es capaz de disparar a un viejo amigo, o porque se acabó el presupuesto para los efectos de los rayos láser, el caso es que Rankin permite que Elliott pulse el botón.

Según se desliza el panel, el doctor Halvorsen cae frito a sus pies y los mocos rabiosos escapan del Bloque C. ¡Buen trabajo, Elliott! ¿Te damos ya tu medalla?

"No veáis qué fiesta tenemos aquí montada".

Rankin consigue contener a los monstruos el tiempo justo para que los demás huyan y, como los pasillos tienen puertas cada diez metros, consiguen aislar de nuevo la amenaza. Las criaturas, sin nada mejor que hacer, juguetean con un carrito de golf y uno de ellos incluso se sube encima, ansioso de vivir emocionantes aventuras motorizadas. ¡Hasta el infinito y más allá!

Los monstruos derriban por accidente un panel en el que pone "PELIGRO: INFLAMABLE" y golpean con sus tentáculos unas bombonas que había tras el panel, lo que provoca una explosión que vuela casi todo el Bloque C por los aires. Espero que estuviera asegurado.

A pesar de que no hay oxígeno en el espacio, la maqueta de Gamma 3 arde que da gusto, e incluso después de que pase la explosión, podemos seguir viendo llamas dentro de la estación. Y no es que me queje. ¿Quién necesita rigor científico en un peli de monstruos espaciales?

Si queríais ver al moco conduciendo el carrito de golf, os ponéis la película.

La explosión, por la razón que sea, no afecta al sistema de videovigilancia, y desde el monitor pueden ver a tres o cuatro monstruos tirados en el suelo, carbonizados. Pero, ¿dónde está el resto del equipo verde? Antes había docenas de criaturas.

"Cambia al escáner exterior", ordena Rankin, temiéndose lo peor. Y por supuesto, el monitor muestra la estación desde el espacio a pesar de que es evidente que no hay ninguna cámara fuera. Deben de usar la misma tecnología futurista que K.I.T.T. en El coche fantástico.

Lo que ven les hiela la sangre. El grueso de los monstruos ha salido de la estación y se está dando un festín de postín con los paneles solares. O al menos eso dicen que está pasando porque yo lo único que veo es un montón de mocos resecos pegados a la maqueta de Gamma 3.

Son como chicles debajo del pupitre.

Rankin contacta con el Centro Espacial para comunicarles que va a evacuar la estación y solicita permiso para destruirla. Esto último descoloca a Elliott, que no entiende porque una estación ruinosa e invadida por una miríada de alienígenas violentos debería ser destruida. ¿Quién lo entendería? ¡Si el sitio es más seguro que Disneyland! Yo no veo el momento de visitarlo con la familia.

Elliott, frustrado y resentido, se niega a obedecer a Rankin mientras él siga al mando de la estación. Di que sí, hombre, si hasta ahora ha dado muy buenos resultados hacer lo que tú querías.

Cansado ya de soportar tanta insubordinación y majadería, Rankin ordena que escolten a Elliott hasta la zona de evacuación, lo metan en una nave y, si ofrece resistencia, lo arresten. Elliott lanza un puñetazo a Rankin, pero este lo esquiva y le conecta un gancho en la barbilla, dejando claro quién es el auténtico macho alfa.

No te gustará verle enfadado.

En la zona de evacuación, Lisa consuela a uno de sus pacientes. "Doctora, jamás llegaré a la Tierra, ¿verdad?", pregunta el hombre, que ya se ha dado cuenta de lo bien que funcionan los planes que ponen en marcha aquí. "Pues claro que sí, ya verá como todo saldrá bien", responde Lisa. Por desgracia, las leyes de la ironía cinematográfica siguen en marcha, y solo unos segundos después descubren que no pueden abrir la escotilla porque está bloqueada por diminutos monstruos de pega.

Rankin ordena a un equipo que salga a despejar la escotilla. Elliott lo oye y, como nadie le vigila, se pone su traje de astronauta. Ha llegado su momento de hacerse el héroe. Lisa intenta impedir que salga, pero Elliott contesta que está harto de que le den órdenes (me pregunto cómo llegó a ser comandante si no hace más que desobedecerlas) y le dice que vuelva con su amado Rankin. "Jamás acabó todo entre vosotros, ¿no es así?". Menudo personaje.

El equipo, ahora comandado por Elliott, sale al exterior listo para el combate. En la que sin duda es la escena con los peores efectos especiales de toda la película, los valerosos astronautas flotan hasta la escotilla y saltan de un lado para otro disparando a los monstruos con sus rifles láser hasta que consiguen abrir una brecha entre las filas enemigas. La evacuación de maquetas comienza mientras el combate continúa a su alrededor.

Todo lo que se necesita para volar es un pensamiento feliz, polvo de hada, cables y croma.

Al rato, las pilas del Super Nintendo Scope™ de Elliott se agotan y la desesperación está a punto de adueñarse de él. ¿Su solución? Lanzar el rifle para empalar a un monstruo en el ojo. Sin duda es sorprendente lo que uno puede conseguir lanzando un objeto romo en el vacío del espacio. Elliott entra en god mode, recoge el arma de un compañero herido, continúa disparando hasta derribar a un par de criaturas más, se echa al herido al hombro y se aleja volando con él.

En la sala de mando, Rankin menea la cabeza y sonríe, admirado por la intrepidez de su viejo amigo. ¿Renacerá por fin la amistad? ¿Pasarán los dos de la doctora y se dedicarán a viajar por el cosmos en busca de peligrosas y eróticas aventuras?

"¡Por América!".

Después de que la segunda nave parta hacia la Tierra, los únicos hombres que quedan en la estación son los de seguridad, que empiezan a plantearse si no deberían haberse dedicado a otra cosa, consultor espacial o técnico de mantenimiento electrógeno tal vez. Rankin les ordena que se dirijan a la última nave antes de contactar con la Central Espacial para que activen el control remoto.

Lisa, que se había quedado atrás porque sus pacientes le importan un pimiento, se topa con Rankin en el mismo pasillo de siempre. "¡Jack, detrás de ti!", le advierte. Tres monstruos persiguen al comandante por el pasillo. ¿De dónde puñetas han salido? No importa, Ramkin dispara con precisión mortal, bloquea el camino con unos barriles y cierra la puerta tras de sí. Esto empieza a ser rutinario.

El capitán Martin llega con más malas noticias: la energía de la estación es insuficiente para que la Central Espacial pueda activar el control remoto desde la Tierra. Esto significa que tendrán que activarlo ellos mismos y para eso tendrán que regresar al puente de mando, que tiene más mocos que el trastero de los Cazafantasmas. Hay días en los que es mejor no salir de la cama.

Rankin dice que se ocupará de ello personalmente mientras los demás le esperan en la última nave dando vueltas a la estación. Lisa intenta impedir que vaya, porque, tal y como sugiere la música romántica que suena ahora, aún bebe los vientos por él. "Volveré", asegura Rankin, Terminator antes de Terminator.

No hay energía suficiente para activar el control remoto, se ha roto la cisterna, me ha salido un herpes genital, y su gato ha muerto, señor.

La última nave abandona la estación y recoge a tres muñecos de G.I. Joe con traje de astronauta que, al subirse al aparato, se convierten en Elliott y otros dos hombres. Elliott pregunta por Rankin, y Lisa le dice que ha vuelto a Gamma 3. "Solo", recalca la doctora, por si no ha quedado claro todavía quién es el más macho.

Elliott, que ya se hace a la idea de que no se va a casar la semana que viene, regresa a la estación para echar una mano a su amigo. Rankin, a todo esto, se las estaba apañando bastante bien sin ayuda de nadie hasta que se le acabó la batería del Super Nintendo Scope™. El número de veces que puedes utilizar un rifle descargado a modo de lanza es muy limitado.

Por suerte, Elliot llega a tiempo de salvar a su amigo. "Tú nunca obedeces la órdenes", le dice Rankin, aunque es obvio que se alegra de verlo. "Cada cual tiene sus manías, ¿no?", responde Elliott. ¡Y tan amigos!

I ♡ my best friend, always and 4 ever.

Mientras Elliott mantiene a las mucosidades mutantes a raya, Rankin activa el control remoto pulsando botones y tirando de palancas al azar. Cuando ya se disponen a salir por patas, una de las criaturas se abalanza sobre Elliott y le da un abrazo electrizante. Sería un gesto adorable si no fuera porque tiene consecuencias fatales para el comandante de la estación. Rankin mata al monstruo, pero ya es demasiado tarde para su viejo amigo. La redención a través del sacrificio nunca ha sido tan sentida.

Rankin no pierde el tiempo derramando lágrimas y abandona Gamma 3 cargando con el cadáver de Elliott. ¡Y le va por un pelo!, porque poco después la estación entra en la atmósfera de la Tierra, echa a arder como un rastrojo almeriense y, finalmente, estalla, poniendo fin a la amenaza de los limos verdes.

Piñata espacial llameante.

La última nave que partió de la estación recoge a Rankin al vuelo. El comandante contacta con el Centro Espacial para ponerles al tanto de la situación: "Como resultado de la acción emprendida y por el heroísmo del comandante Elliott, la evacuación ha sido un éxito, con un mínimo de bajas. La destrucción de Gamma 3, completada según el plan. Misión cumplida. Recomiendo condecorar al comandante Elliott... a título póstumo".

Lisa llora y Rankin levanta el pulgar en dirección al cadáver de su amigo, una señal de respeto de dudoso gusto. No os olvidéis de este último chupito.

FIN.

En el próximo funeral al que asista, haré lo mismo.

11 comentarios

  1. Pulgar arriba si te gustó esta reseña.

    Tonterias aparte, después de haber visto la trilogía de House, las 4 de Critters, payasos asesinos del espacio exterior, otra sobre un payaso vampiro y similares, creo que le va tocando.

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  2. Hip! Me debes... Hip! Una botella... Hip! De pacharán... Hip!

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  3. Pues visto el panorama, yo creo que mucha gente va a morir de coma etílico con tanto pulgar hacia arriba y verborrea espacial. Tipo de la brocha has creado un arma de destrucción masiva, o alcohólica en todo caso.

    En cuanto a la pelicula, pues eso, la tipica serie B sesentera que ha de verse con el encanto de la cutrez de esa epoca. Y en cuanto a Alien, claro que guarda similitudes con esta y muchas otras, lo que pasa es que contrataron a un director mas competente, disimularon de mejor forma lo limitado del presupuesto y se tomaron mas en serio la trama. Y si, luego esta el bicho, evidentemente. Al menos, Green Slime es mas honesta en sus intenciones que algunas cintas actuales (te miro a ti Sunshine) y el trailer bien que te la vendía, con ese narrador en off entonando su mejor voz de cague. Y hablando de pelis espaciales, dentro de poco os llega Interestellar de Nolan. A ver con que nos sorprende el señor.

    Aunque lo mejor como siempre es leer tus divertidisimas reseñas, ahora mas chistes del Ebola por párrafo.

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  4. ¿nadie se acuerda de los tomates asesinos?
    El juego que propone el sr brocha de beber cada vez que veáis un pulgar haci arriba es similar al que hacíamos nosotros cada vez que un tomate se autopropulsaba para estamparse contra su víctima... y por eso nunca recuerdo cómo terminaban las pelis,,,

    Bromas aparte, ¿Elliot y Rankin no os parecen los padres inspiradores de Zap Brannigan?

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  5. Victor:: La trilogía de House me decepcionó mucho. Siento curiosidad, ¿te gustó?

    Juan Germán Socías Segura: Te la mandé ya. ¿No la has recibido?

    JoakinMar: No sabía si introducir o no chistes sobre el Ébola, porque no es cosa de risa; pero, revisando el artículo, salían solos. Lo que hice al final fue incluir una tercera parte de los que se me iban ocurriendo.

    Doctor Müller: Zap Brannigan es una parodia del capitán Kirk, aunque todos estos mandamases espaciales de los años sesenta están cortados por el mismo patrón.

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    1. La vi sobre el 88, según salieron en el videoclub, así que para un niño que no tenía ni los 10, como que sí molaban. Ahora no sabría decirte si las volviese a ver, pero casi cada mes salen en una conversación con mi amigo.

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  6. Un placer y un desconoce a la vez.
    Es una de esas pelis malas q después de leer un reseña tuya dan ganas de verla.
    Pero aprendí de la última vez... (Transformers 3, mala, mala...)

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    1. Desconoce = descojone

      Maldito autocorrector del móvil!

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  7. un chupito por cada "fuck" de Pulp Fiction jejeje
    Bastante currada tu versión/reseña de la peli. La ví por cachos proque la vdd me aburrió un poco(a lo mejor estoy acostumbrado a peores bodrios).
    Me recordaron los efectos especiales de las pelis del Santo(enmascarado de plata) con esos focos con patrón random, las maquetas lisas y los hilos.

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  8. Que risa de peli, me gusta especialmente el trailer con sus buenos spoilers como revelar que la base espacial va a ser destruida.

    Me pregunto como se llegó a esa clase de futuro en el que está ambientado la peli en el que no hay ni negros, ni sudamericanos, ni árabes ni asiáticos. Un final en el que al volver a la Tierra y se revela que se ha convertido en un planeta de nazis habría sido un puntazo que habría hecho a esta peli más famosa.

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  9. Me encantó tu reseña...vaya tipo más chistoso para describir esta pelicula que realmente es incongruente por todos lados pero se lo perdonamos porque ahora con toda la tecnología, hacen cada bodrio que está pelicula ganaria un oscar si las comparamos. Saludos de Perla....me reí mucho y me encantó tu descripción.

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