8 de octubre de 2020

Jugad conmigo a 'La Mansión Infernal' (8)

Por fin habéis conocido al dueño de la mansión, lord Kelnor, conde de Drumer, también conocido como el Amo o el Maestro. Se ve que cuanto más rico eres, más propenso a acumular nombres y títulos te vuelves. Supongo que es para compensar la falta de humanidad.

Contra todo pronóstico, nada más veros, el conde no se ha abalanzado sobre vosotros para arrancaros la cara y hacerse unas coderas nuevas con ella (y no porque esa sea la resolución esperable de un lugar conocido como la Mansión Infernal, sino porque sois una persona que provoca ese clase de impulso homicida en la gente). De hecho, por el momento, lord Kelnor se ha comportado como un auténtico caballero, y pese a que habéis convertido su recibidor en un estanque, os ha ofrecido una copa e invitado a cenar.

El coñac es exquisito, de primera clase. No sois ningún sumiller, pero, como después de un par de sorbos aún no estáis echando espuma por la boca ni retorciéndoos de dolor en el suelo, colegís que no está drogado ni envenenado.

Os hundís plácidamente en el sillón, sosteniendo la copa en una mano mientras dejáis la otra a buen recaudo dentro de vuestros pantalones, y estiráis los pies hacia la chimenea. Es la primera vez en toda la noche que os sentís relajados.

De hecho, ¿recordáis ese punto de MIEDO que anote cuando oísteis hablar al cuadro y os dio repelús? Dadlo por olvidado. Vuestro corazón late como nuevo, sin apechusques. Es cierto que latiría aun mejor si tuvierais el colesterol bajo, hicierais más ejercicio y no sufrierais una enfermedad cardiovascular congénita que os hace particularmente proclives a espichar de un susto. Pero, eh, nadie es inmortal.

  • Resistencia: 17.
  • Destreza: 9 de 12 (hasta que encontréis un arma).
  • Suerte: 7 6.
  • Miedo: 0 (sobre 9).

Menos mal que no os dio por cacarear cual gallina.

Le contáis al conde vuestro contratiempo (ahorrándoos la parte de la aparición espectral, no vaya a pensar que estáis sonados y os quite el coñac) y le preguntáis si sería posible utilizar su teléfono para llamar al taller más cercano.

Su respuesta no debería sorprenderos:

"Siento decirle que el cable telefónico se ha roto con la tormenta. Lo tendremos listo mañana por la mañana".

¡Menudo embustero! ¡Pero si ni siquiera hay tiradas líneas telefónicas hasta su casa! Esto de ser el narrador omnisciente y no poder intervenir me está perjudicando. De todos modos, vosotros haced como si le creyerais, que se supone que no sabéis nada de eso. 

"De todas formas, los del taller no vendrían a estas horas", añade. Eso probablemente sea cierto. En los años setenta se trabajaba más. "Pero no se preocupe. Considérese en su casa si quiere pasar la noche aquí; me complace su compañía". Uh, sospechoso. Os conocéis mejor que nadie y ni siquiera a vosotros mismos os complace vuestra compañía. "Mañana Franklins le llevará al pueblo. ¡Ah! Ahí viene Franklins".

El mayordomo entra y anuncia que la cena ya está lista. Apuráis el coñac de un sorbo y seguís al conde.

El comedor os deja boquiabiertos. Una mesa tan larga como el pitch de un campo de críquet ocupa el centro de la sala, con una silla en cada extremo. La cubertería de plata resplandece como en la foto de un catálogo de vajillas y las servilletas están dobladas a imitación de algún animal alado, probablemente un cisne negro. El "recargado papel de color rojo" no es el que vosotros habríais escogido para decorar la sala, pero tampoco os parece un horror. Si alguien se cortase sin querer la yugular y empezase a corretear alrededor de la mesa pidiendo auxilio, el color desde luego ayudaría a disimular las manchas de sangre. La lámpara de araña que cuelga sobre la mesa, preciosa, eso sí.

Vosotros sois Bella.

Os sentáis en un extremo de la mesa y el conde en el otro. Bromeáis con que vais a necesitar un par de envases de yogur y un rollo de hilo para poder pediros el salero el uno al otro. Afortunadamente, vuestro anfitrión no oye vuestro patético chiste, porque está muy lejos.

Reparáis en que vuestra silla tiene sendas argollas colgando del lateral de los reposabrazos. En la escala de rarezas, le dais un 4 sobre 10; procuráis no juzgar a nadie por sus hábitos sexuales

El servicial Franklins se os acerca por detrás. Para ofreceros vino.

"Franklins, pillastre, si no te conociera mejor, pensaría que estás intentando emborracharme", le decís, guiñándole un ojo.

El mayordomo os mira con resignación y suspira.

Paréntesis, por favor. En el libro, la escena de la cena consta de más de diez pasajes, que van desde la primera copichuela al postre. ¿Cuál es el problema? Que si me dedicase a escribir una entrada por cada pasaje del libro que elijáis, nos pasaríamos varios días cenando, así que, para agilizar esta parte del relato y evitaros una indigestión, os voy a pedir que toméis de una sola vez todas las decisiones referentes al menú. Esto no garantiza en absoluto que lleguéis de una pieza al postre, porque podéis cagarla en cualquier momento durante la cena, pero os acercará más rápido al siguiente punto del libro, sea para mal o para… peor.

¡MWAHAHAHAHA!

En primer lugar, tenéis que elegir el vino. Pero no podéis seleccionar la región, ni la cosecha ni preguntar a Franklins por el vino que tiene Asunción, que no es blanco, ni es tinto ni tiene color. Estas son las únicas opciones que tenéis:

  1. Vino blanco.
  2. Vino tinto.

Por cierto, ¿no os dijo algo sobre el vino el retrato parlante de lady Margaret? "A vino de mal parecer, cerrar los ojos al beber" o algo así.

En segundo lugar, toca sopa, pero, como segundo plato, podéis escoger entre cordero y pato, a no ser que prefiráis arriesgaros a ofender al conde y rechazar la suculenta cena que su cocinero ha preparado expresamente para vosotros a las tantas de la noche. Os enumero las alternativas (las he adornado ligeramente porque ya no puedo evitar pensar en comida):

  1. Cordero con salsa de mostaza y miel, acompañado de verduritas.
  2. Magret de pato con salsa de grosellas al tomillo.
  3. Nada, no tenéis hambre y os mantenéis en vuestras trece incluso si el conde se ofende. Qué groseros.

Por último, como colofón a este desafío culinario, tenéis que decidir el postre. Las posibilidades son fruta, queso, café y brandy en estas peculiares y aparentemente gratuitas combinaciones:

  1. Fruta, café y brandy.
  2. Queso, café y brandy.
  3. Solo queso y café.

Quizá os preguntéis si la elección del postre esconde alguna clase de puzle. La respuesta es que sí. Un puzle de una lógica tan perversa y absurda que lo mismo daría que tiraseis una moneda al aire. Una moneda de tres caras, supongo.

Ale, tomad las decisiones que consideréis oportunas, que no son pocas ni se van a tomar solas.

Tenéis hasta las 20:30 CEST para votar. Podéis hacerlo en los comentarios, con incuestionable valor añadido, o en Twitter, donde nos perderemos vuestras ingeniosas ocurrencias. Recordad que son tres votaciones diferentes: vinoplato y postre. Espero que al menos lleguéis al postre.

36 comentarios

  1. Bien, vamos por partes:

    1) el vino. El cuadro de la bella muchacha nos advirtió que no debíamos consumir vino blanco, así que creo que yo optaría por hacerle caso. Muy amargada tiene que estar un alma atrapada en un retrato para siempre como para querer causar daño tan gratuitamente, ¿no? ¡Yo en su lugar intentaría hacer amigos!

    2) segundo plato. Casualidades de la vida, cada vez que voy a un restaurante, pruebo siempre el pato la primera vez que voy, si lo tienen. Soy un animal de costumbres incluso eligiendo el menú de una historia ficticia, así que cojo pato.

    3) postre. Ya me dieron coñac y tomé vino durante la cena, creo que ya he mezclado suficiente. Así que, como dudo que el color de las paredes disimule bien el vómito, tomo queso y café, la única opción no alcohólica.

    Veamos si nos envenenan lo suficiente como para tener que enterrarnos en el jardín al día siguiente o si sólo nos anestesia un poco.

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    1. ¡Oye, a mí me pasa igual con el pato!

      Del jardín os habéis librado por poco.

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  2. Es la primera decisión que no comparto con la mayoría, aun así, parece que de momento la cosa no ha ido mal ¿Se equivocaran los médicos al decir que el alcohol es malo?

    Argollas en una silla me parece más raro que un 4/10 por lo menos un 6/10, eso no significa que desapruebe ciertas prácticas, pero fuera de lo común me parece, como mínimo en el comedor. Perdón, ya me centro en el tema de las decisiones.

    La primera está clara, recuerdo el consejo de mi padre en el día de mi boda “Si alguna vez un cuadro te habla hazle caso si quieres vivir”, por lo tanto mejor tinto.

    Tengo la sospecha que examinando alguno de los otros cuadros me hubiera dado alguna indicación sobre el pato o el cordero igual que hizo Margaret sobre el vino, por lo tanto, a riesgo de que el alcohol se me suba a la cabeza, prefiero evitar comer, prefiero ser un grosero vivo a un educado cadáver.

    Mi apuesta es que el café está envenenado pero el brandy es el antídoto, por lo tanto descarto la última opción, y como el queso aparece en dos de las tres opciones, puede ser que sea importante para la solución correcta, o a malas el queso lleva calcio, y el calcio es bueno para mis huesos.

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    1. Fíjate, para las argollas primero pensé en un 6/10 y me dije: "No. A este personaje le parecen un 4/10". No sé si os habéis dado cuenta, pero es un tipo (o tipa) peculiar.

      Que hayas pensado en que el café fuera el antídoto te hace aun más retorcido que el autor del puzle original.

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  3. Yo si en el menú pone salsa de mostaza y miel me tiro de cabeza, así que el cordero. Y con el cordero me pega más un vino tinto (no se me ocurren más motivos para rechazar el blanco). De postre elegiré fruta, café y brandy. La frutan nos dará un aporte extra de energía, el café nos mantendrá despiertos y con lo que sospecho vendrá a continuación no creo que nos haga ningun mal.

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    1. La respuesta perfecta. Y consigues un punto extra por hacer mención a la exquisitez que es la salsa de mostaza y miel. Si acumulas 100 puntos, puedes intercambiarlos por este montón de aire que tengo entre las manos.

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  4. Lo de la bebida es evidente. Como me dijo mi padre "haz siempre caso a las mazizas" un sabio consejo. Así que tinto.

    El segundo... Opino también que igual otro cuadro nos hubiera dado consejo (quizá la vieja), pero bueno... Me encanta el magret de pato y no me puedo resistir.

    El postre es más complicado... También considero que nos debemos estar achispando por encima de lo recomendable, así que mejor solo queso y café...

    Si, como todo parece indicar, vamos a palmarla en esta escena espero que tengamos una "vida extra" para continuar esta aventura!

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  5. Vale. Por partes. Al margen de lo que dijo el cuadro, el vino tinto se me repite un montón. Elijo pues vino blanco (¡Pero no porque me lo dijera ella!)
    En cuanto a la comida, recuerdo haber probado el pato en alguna ocasión pero no debió de hacerme mucha ilusión o no estaría muy allá porque no lo he vuelto a pedir nunca. Elijo cordero (Ummmm....corderooooghgh!

    Por último, fruta, café y brandy. El queso, pa' los ratones.

    P.d: Qué hambre me has dado, cabrito. Necesito un Franklins en mi triste vida.

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    1. Coño! Si el que dijo ella de no beber era el blanco. ¡Qué desastre! Es igual, confío en la sabiduría del resto y mantengo lo dicho. El tinto se me repite un montón.

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    2. Sí, mejor no cambiar de opinión, no vaya a ser que perturbemos el estricto sistema de votación del cuadriculado Tipo de la Brocha.

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  6. Vino tinto, si somos manazas se nos puede caer y quedar disimulado en el papel rojo que adorna todo.
    Pato. Si lo Simpson hacen una burla con el pato (Ralf y su pato pato pato) y no con el cordedo, por algo será. Recordemos que ellos siempre predicen cosas.
    Fruta, cafe y brandy. Combinaciones mortales, pero al menos es la única que no tiene un producto animal de dudosa procedencia.

    Sí, sé que el no comer también elimina al pato, que no sabemos si lo es o no, pero bueno.
    Y si vamos a morir, mejor con la panza llena y con posibilidad de dejarlo todo muy "marrón" y "chernobylesco"

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    1. Elegiste... sabiamente. Lástima que hubiera tantas voces discrepantes.

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  7. El vino tinto va claro, que hay que obedecer las voces que solo nosotros escuchamos. Me lo dijo una voz que solo yo escucho. La lógica indicaría no comer comer absolutamente nada o, en su defecto, comer del mismo plato que el conde (o lo que el pida si llega a parecer demasiado grosero), pero no está la opción. Y aunque dudo que los escritores lo hayan tomado en cuenta, ya estuvo bien de achisparnos con el estómago vacío: así que elijo cordero porque... pues beeeh. Postre sólo queso y café, que el alcoholismo no es algo para poner en evidencia en la primera cita.

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    1. ¿Por qué será esta la opción mayoritaria?, me pregunto. He aquí una posible respuesta.

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  8. 1. Bebo vino tinto.
    1. Pido cordero.
    3. Y de postre queso y café.

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  9. 1. Vino tinto.

    Voy a seguir la recomendación de la tía buenorra del retrato. Porque si hoy en día uno no se puede fiar ni de un cuadro, apañaos vamos.

    2. Magret de pato.

    No sé lo que es pero suena muy elegante, así que aunque salga de ésta igual no tengo otra oportunidad de probarlo. Ya estoy babeando...


    3. Sólo queso y café.

    Como no tengo manera de saber qué opción es la correcta y cuál la incorrecta, he tirado un dado y eso es lo que me ha salido. Que el azar guíe mis pasos.

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    1. Tienes que probar un buen magret de pato. Es pensar en él y segrego saliva.

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  10. Uf demasiadas decisiones...

    Tinto, conejo y postre no alcoholico, a ver que pasa, que esto es muy random ya xD

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    1. Ves? Tantas que ni acuerdo de las opciones, cambio conejo por cordero.

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    2. En tu versión puedes leer conejo, si lo prefieres.

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  11. 1.- Vino tinto. Si un cuadro parlante nos engaña una vez es culpa suya, nos moriremos y ya no habrá oportunidad a que nos engañen una segunda vez y que sea culpa nuestra.

    2.- Cordero. Con esta opción tendremos cena y un posible sacrificio para algún extraño ritual. 2x1. Matar dos pájaros de un tiro sin que ninguno seamos nosotros.

    3.- Queso, café y brandy. La fruta tiene fibra y sería demasiado bochornoso acabar como Tywin Lannister. Por otra parte: brindar sen beber, sete anos sen foder.

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  12. Este lo compre y lo devolvi a la libreria. No tenias armas ni eras un guerrero. Vamos que no era la Ciudadela del Caosl.

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    1. Querrás decir que no eres un psicópata con espada como en la mayoría de títulos de la colección.

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  13. Mmm, juraría que ese truhán de lord Kelnor nos ha invitado a esa primera copa de coñac para abrirnos el apetito.
    1. Vino tinto. Por favor, no somos tan lerdos como para no seguir los consejos del cuadro. ¿O sí? ¿De qué añada es el blanco?
    2. Pato. Parece algo más ligero para una cena que un cordero, que encima no será segoviano con sus patatitas y crujientito... Pato. Elijo pato.
    3. El señor tipo de la brocha nos recuerda nuestros problemas cardíacos en esta entrada, así que una fruta nos vendrá bien. No queremos sumar puntos de miedo a un posible infarto.

    Espero que al señor conde no se le ocurra ofrecernos un cigarro después del café, entonces sí que se va a convertir en algo infernal...

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    1. Agh, cigarro. Qué asco. Dije Mansión INFERNAL, no Mansión PERJUDICIAL.

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  14. 1- Vino blanco. Varias copas. Hasta que sea capaza de acercarme al marqués, pasarle un brazo por los hombros y decirle "eref el mejof amijo que je tenido".

    2-Nada. Estoy manteniendo la forma para lucir six pack el próximo verano. Sí, ya sé que estamos en octubre.

    3- Fruta, café y brandy. Mezcla explosiva. Lo siguiente será preguntar donde está el cuarto de baño mientras guiño un ojo al marqués y le advierto que "el perro ya está asomando el hocico".

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  15. 1.- Vino tinto, el cuadro que nos habló me pareció bastante sensato.
    2.- No creo que sea buena idea comer nada muerto en un sitio con la palabra "Infernal" en el nombre, así que zo-zo-pita. Si el conde arquea una ceja, alego que soy vegetariano.
    3.- Con el estómago con una triste sopa y dos copazos ya de alcohol, mejor no tentar la suerte, así que queso y café. Por separado, preferiblemente.

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  16. La clave está en los cuadros. Lady Margaret nos dijo que no tomáramos vino blanco ¿y de qué color es el queso? Ajá, blanco, veneno seguro! Y Margaret se parece mucho a Magret, así que el pato es veneno también. La única duda posible está en el vino. Elegiré tomar tinto al tuntún solo porque me gusta la sonoridad de la frase.

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  17. Ooh no llegué a esta votación, jobarli!

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    1. Tranquilo, hay muchas votaciones por delante. Espero.

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